El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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miércoles, 21 de diciembre de 2022

La llamada del miedo

 



Capítulo XV. Parte 8. Novela "Ocurrió en Lima"

Ya en la habitación Antay pensó que tenía ante sí una prueba de fuego. Tenía que llamar a Indhira y no podía centrarse en lo que habían sido las únicas tres ocasiones en que habían estado juntos, porque siete años dan para mucho, para mucha complicidad, para mucha familiaridad, para mucho entendimiento, para muchos secretos, para entenderse sin palabras, para conocer el estado emocional del otro solo por el tono de la voz y Antay no tenía experiencia en esa relación. Para él era nuevo, era el primer día, y no tenía un punto de apoyo que le sirviera de soporte, ni con ella ni con los niños.

-    Pero tenía que hacerlo, así que presionó el botón que abría, por primera vez en el día, la puerta del miedo. Porque tenía miedo de lo que pudiera pasar en la conversación, aunque tenía pensado decir que se le habían borrado 7 años de su memoria en caso de no saber que decir. –Hola amor, -escucho la voz de Indhira al otro lado del teléfono, -¿cómo ha ido?

-    Ha ido muy bien, cariño. Pablo ha hecho un gran trabajo. Está hecho. Ya puedes decir a tu papá que reserve la mesa para el domingo, -esperaba que sonara familiar.

-    Me alegro tanto. Por papá y por ti. Le llamaré en cuanto colguemos, -¡bien!, parecía que la entrada había sido lo habitual.

-    Pensó que tenía que interesarse por ella y los niños- ¿Qué tal tu día?, y ¿los niños?

-    Los niños están aquí saltando como locos esperando decirte algo. Espera que te los paso y luego seguimos porque, si no, no nos van a dejar hablar, -te paso a Alexis.

-    Hola papi. Quiero que me traigas un coche, ¿lo harás?, di que sí.

-    Si, cariño, te llevaré un coche.

-    Gracias papi. Adiós.

-    Y, casi de inmediato escuchó a María- Papi te amo.

-    Yo, también te amo. Y tu ¿qué quieres?, ¿otro coche?

-    No papi, un coche no. Tú ya sabes. Un beso, que mami quiere el teléfono, -y se fue.

-    Cariño, no te gastes dinero, -era la voz de Indhira- los estás malcriando.

-    ¿Yo solo?, -preguntó Antay de manera inocente.

-    Bueno los dos, -concedió Indhira- pero tú más. Otra cosa, ¿cómo está Pablo?

-    ¿Por qué lo preguntas?, -la intuición de Antay le decía que la relación entre Pablo y Diana estaba a punto de reventar e Indhira sabía tanto o más que él.

-    Ha venido Diana a casa. Llorando, hecha polvo. Están a punto de romper. No entiendo, como puede ser, con lo enamorados que se les veía, -a Indhira se le notaba preocupada.

-    Algo hemos hablado. A Pablo le gustaría tener hijos, pero para eso Diana tendría que llevar una vida más sedentaria y, para llevar una vida más sedentaria, tendría que dejar de trabajar y parece ser que no quiere. Pablo insiste en que quiere hacerse cargo de las oficinas de aquí, de Miami y, así desaparece de Lima, no se separan, pero tampoco están juntos.

-    Tendríamos que hablar con ellos, -Indhira siempre tratando de ayudar. Parece ser que no había cambiado en estos 7 años.

-    Si, cariño, lo haremos, -aunque la memoria de los últimos 7 años seguía siendo un misterio, por el cariño que sentía por Pablo y por Diana, tenían que hacer algo.

viernes, 11 de noviembre de 2022

Sobre la compasión

 


Una de tantas frases bonitas que circulan por la red de Mahatma Ghandi dice. “Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos, en el mundo, terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.

Compasión es la capacidad de percibir lo que otro ser humano pueda sentir. Compasión es la capacidad de sentir aprecio por los demás y desear la liberación de su sufrimiento. Compasión es un sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar, remediar o evitar su dolor. Compasión es el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento.

En la compasión la alegría de los otros es tu alegría, el sufrimiento de los otros es tu sufrimiento, el éxito de los otros es tu propio éxito y su fracaso el tuyo. En definitiva, la historia de los otros es tu historia. Esto es Unidad, con la compasión se acaba la separación y se vive la Unidad. Con la compasión vivimos, aceptamos y entendemos que todos somos hermanos, que todos somos la misma cosa, que todos somos Hijos de Dios.

La compasión nos libera de la ilusión que nos aprisiona en nuestra propia experiencia individual, ya que se enfoca en descubrir las necesidades y padecimientos de las personas, con una actitud de servicio. La compasión nos lleva a escuchar y a comprender a las personas, nos lleva a ponernos en los zapatos del otro, con lo cual entendemos cada razón, cada causa, y eso hará que se dejen atrás los juicios, ya que juzgar y criticar son procesos de la mente, mientras que la comprensión que deriva de la compasión es un proceso del corazón.

La compasión hace aflorar otras virtudes en las personas: Generosidad y servicio, ya que se ayuda sin esperar nada a cambio, y se pone a disposición de la persona que sufre tiempo y recursos personales. Sencillez, porque no se hace distinción entre las personas por su condición social. Solidaridad, al sentir que los problemas del otro son problemas propios. Comprensión, por entender las razones de los demás.

Sin embargo, la compasión no debe crear dependencia hacia la persona que sufre, ni debe generar sufrimiento por el sufrimiento del otro. La compasión nos debe de llevar a ayudar, a acompañar, a servir, pero desde un sentimiento de paz, desde un sentimiento de serenidad. Sólo así podremos ser útil al que sufre, de otra forma nos convertiríamos nosotros mismos en objeto de compasión.

sábado, 8 de octubre de 2022

Bendecir, ayudar

 


Capítulo XI. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

-    Nunca me has hablado de la bendición- quise aclararle, aunque supongo que no necesitaría tal aclaración.

-    Para bendecir tiene que hacer lo mismo que para perdonar. Tiene que imaginar que su hermano está delante de ella. Si medita y lo hace después de la meditación es perfecto, pero si no medita puede sentarse y hacer tres o cuatro respiraciones, por la nariz, llevando la respiración al abdomen y manteniendo la atención en la respiración. Puede imaginar un rayo de luz que llega a su cabeza y baja hasta su corazón. Dejar que ese rayo salga de su corazón y llegue al corazón de su hermano mientras repite: Yo te bendigo con paz, con amor, con abundancia, con prosperidad, con felicidad, con alegría. Yo te bendigo.

>> En la bendición la energía del chakra cardiaco, que es la sede del amor, de la ternura, de la compasión, de la misericordia, crece, y puede hacerlo hasta cuatro o cinco veces. Y eso le pasa tanto a la persona que bendice como a la persona bendecida. Mientras dura esa expansión del chakra cardiaco, que no va más allá del tiempo que dure la bendición, la persona se siente en un estado, casi, de éxtasis. Aunque no sea consciente o no sepa que ocurre, su inconsciente si lo sabe y sabe que procede, en este caso, de su hermana, y en el siguiente encuentro, seguro que, la relación es más suave.

Durante mi conversación con Ángel me había olvidado, por completo, del mundo y, en ese mundo estaba almorzando con Diana. Fue ella la que me sacó de mi estado.

-    Antay…., Antay… ¿dónde estás?

-    ¡Oh! Disculpa Diana, creo que se me fue el santo el cielo. Estaba pensando que es lo que podrías hacer con tu hermano y me ha llegado una especie de revelación, ¡tienes que bendecirle!

-    ¿Qué? –Diana puso una cara de lo más extraño.

Le expliqué lo que segundos antes me había mencionado Ángel, sin decirle la fuente. No sé por qué, pero me pareció que, todavía, no era el momento.

Como la conversación derivó a temas más espirituales aproveché para hablarle de la fuerza del perdón y de la posibilidad de bendecir y perdonar, si es que guardaba en su interior algún tipo de rabia, de ira o de resentimiento hacia Rafael, su pareja.

Después de una larga sobremesa Diana pasó a su departamento con la firme intención de llamar a su madre y contarle las novedades de su vida.

El jueves, también comimos juntos, en esa ocasión, en su casa. En el encuentro me relató la conversación que tuvo con su madre, en la que ante la fuerza y la determinación de Diana, su madre se sintió tranquila, sin hacer leña del árbol caído. Habían quedado en que Diana iría el viernes a comer con ellos e insistió en que nosotros cenáramos el mismo viernes para contarme como fue el encuentro con sus padres.

Así lo hicimos. Diana estaba eufórica porque había conseguido pasar el mal trago de decírselo a sus padres sin que, en ningún momento, su padre hiciera gala de su sarcasmo ni su madre de la pena. Había conseguido relatar los hechos con total frialdad, sin que las lágrimas afloraran a sus ojos. 

Cuando volví a mi departamento fui consciente de que volvía, no solo contento por ella sino, también, orgulloso por cómo había llevado el tema con sus padres.

Me había convertido en tan solo cinco días en protector de Diana.

-    No ha sido en cinco días –era la voz de Ángel.

>> Llevas muchas vidas protegiéndola. Lo has hecho como padre, como hermano, como pareja y como amigo, en muchas vidas.

>> Así como ella y su hermano, en esta vida, tienen un círculo que cerrar, vosotros lo tenéis bien cerrado y vuestros encuentros son para ayudaros, de manera desinteresada, y para disfrutar de vuestra mutua compañía.

Antes de que pudiera decir nada Ángel cerró el canal de comunicación. 

El sábado, bien temprano, recibí otra llamada de trabajo. La tercera. La avería resultó ser más complicada que las anteriores, sobre todo, porque tuve que llevarme la computadora para reparar y comprobar en casa.

Así que la tarde del sábado y el domingo los pasé trabajando. Aunque el domingo no lo hice solo. Diana cuando se enteró que tenía trabajo, trajo comida y, en la tarde, después de almorzar, mientras yo trabajaba reparando la computadora, ella se quedó en el sofá viendo una de las películas románticas que a mi tanto me gustaban.

Terminamos, casi al unísono, ella de ver la película y yo de reparar la computadora. Decidimos salir a dar un paseo y comer algo para volver a casa y no tener que preparar cena.

Fue un paseo agradable. Como dos amigos, como dos hermanos, sin expectativas por parte de ninguno de los dos. En el paseo Diana me comentó que el lunes volvía al trabajo y que su horario era bien demandante. Se iba de casa a las siete de la mañana y no volvía hasta las siete o las ocho de la noche. Pensé que la explotaban, porque el horario pactado era de ocho a cinco, con una hora de descanso para el almuerzo y de las dos o tres horas de más que hacía no cobraba ni un minuto extra. Todo el tiempo de más lo hacía para tener a los jefes contentos. ¡Ya podían estarlo!

Una vez solo en casa, mi pensamiento se puso por su cuenta, a hacer un balance de mi semana. Fui consciente de que no había pensado en Indhira ni un solo día. Estaba claro que fue una fiebre pasajera.

viernes, 30 de septiembre de 2022

Una nueva vecina

 


Capítulo X. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

La nueva vecina debía ser de la puerta izquierda. El departamento estaba vacío desde hacía más de un año. Ahora entiendo el movimiento y los ruidos de la semana pasada.

Abrí la puerta y me encontré con la nueva vecina. Una mujer joven, rondando la treintena, un poco más baja que yo, media melena rubia, con unos ojos grandes, claros, húmedos y enrojecidos, como si hubiera estado llorando, y parecía que con algunos kilos de más.

Nada más abrir, amplió la información que me había dado con la puerta cerrada.

-    Hola, mi nombre es Diana. Disculpa. Me he mudado hace un par de horas y ahora iba a calentar un poco de comida en el microondas. Supongo que debe de tener algún problema, porque nada más enchufarlo se ha ido la luz en toda la casa y no sé dónde está el interruptor general –todo eso lo dijo casi sin tomar aire, aunque mejor que fuera así, porque por su aspecto daba impresión de que podría romper a llorar en cualquier momento.

-    Hola Diana. Mi nombre es Antay. Bienvenida al edificio. Sí, sé dónde se encuentra el cuadro general, pasa y te enseño donde está –mientras le hablaba me aparté a un lado para que pudiera pasar.

-    ¿Te importaría acompañarme? –preguntó con un hilillo de voz.

-    No, al contrario, será un placer. Espera que recojo las llaves y una linterna para poder iluminar el camino.

Diana abrió la puerta cediéndome el paso y poder llegar así a la lavandería que es donde se encontraba el cuadro general.

Había cajas, sin abrir, repartidas por toda la casa, excepto un par de ellas, en la cocina, que ya estaban abiertas. En la lavandería, justo delante del cuadro de los interruptores de la luz, habían colocado una pila de cajas. Era normal que no lo hubiera encontrado. Moví las cajas, que no tenían un excesivo peso, y apareció el cuadro ante nosotros con dos interruptores desconectados. Una vez repuestos no volvieron a saltar por lo que la luz volvió a iluminar casi todo el departamento. Tenía todas las lámparas encendidas.

-    Gracias –dijo Diana, quedándose encogida en la lavandería, intentando retener las lágrimas que amenazaban con salir.

-    La pobre chica lo estaba pasando mal. Supongo que no sería porque se había ido la luz, y le pregunté –Perdona, ¿estás bien?

Esa fue la espoleta. Rompió a llorar de manera desconsolada. No podía ni hablar. Pasé a la cocina donde había visto una caja de pañuelos que, seguro que ya estaba utilizando ella, para acercársela.

Allí, apoyada en una pared de la lavandería, no paraba de llorar. Me atreví a agarrarla de un brazo para llevarla hasta la cocina. Le acerqué una silla para que se sentara y, al menos, llorara con más comodidad.

-    Intentaba decir algo, pero era casi imposible. Después de varios intentos dijo, de manera entrecortada- Perdona, ¿qué pensarás?

-    Además del disgusto que parecía tener, aún estaba preocupada por lo que yo pudiera pensar- No pienso nada. Tranquila. No sufras por mí.

Como parecía que iba para rato me senté yo también, mientras la acompañaba, de manera silenciosa, en su llanto.

Después de casi media hora, comenzó a serenarse.

-    ¿Puedo hacer algo por ti?, aunque sea compañía. 

-    Gracias –contestó. Y yo permanecí en silencio esperando que dijera algo más, y continuó- es que me he separado y hoy es el primer día que estoy sola.

-    Lo único que puedo decirte es que, si tienes más necesidad de llorar, lo hagas. Alivia mucho. Si quieres hablar, puedes hacerlo, también alivia y más conmigo que soy un desconocido. Y, si lo necesitas, puedo hacerte compañía el tiempo que quieras. Vivo solo y, de momento, estoy sin trabajo, así que tengo todo el tiempo del mundo.

-    Gracias –parecía que se le había abierto el cielo, hasta esbozó una ligera sonrisa- no me vendría mal un poco de compañía, si no te importa.

-    No me importa en absoluto. Pero ¿Qué te parece pasar a mi casa?, aquí sería un poco incómodo. Te invito a cenar y a tomar un té.

Cuantos prejuicios tenemos los seres humanos. Diana necesitaba compañía, quería tenerla, tenía abierta la posibilidad y seguía insistiendo.

-    Es que no quiero molestar.

-    Anda, vamos Diana. No me molestas. Apaga las luces y vamos –tenía que ser categórico para que no añadiera más victimismo a lo que parecía una triste historia.

Apagamos las luces y pasamos a mi casa. En ese momento Diana era como un bebé que necesita compañía, cariño y una mano que guie sus pasos. Parecía perdida en la soledad de la vida.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Ha llegado un ángel



Capítulo IX. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima" 

        Sentí como Ángel levantaba su mano de mi frente y, de inmediato, volvió la oscuridad.

-    Puedes moverte y abrir los ojos cuando te apetezca –me dijo Ángel de manera suave.

Permanecí en silencio, mientras se recuperaba mi cuerpo, tratando de asimilar todo lo que había contemplado. Aunque estaba seguro de que Ángel me daría una explicación convincente de todo, quería hacerme mi propia composición de lugar antes de escucharle a él.

Estaba claro que había presenciado una analogía entre una vida en soledad, generada por el miedo, y otras vidas llenas de amor. Fue como presenciar un combate incruento entre el amor y el miedo. No tenía ninguna duda de que en las visiones presentadas había ganado el amor.

Después de casi media hora, que tardé en recuperarme por completo, me senté en el sofá.

-    ¿Cómo estás? –me preguntó Ángel.

-    Me molesta la espalda, pero estoy muy bien. ¿Cómo lo has hecho? –no podía resistirme sin preguntar.

-    Yo no he hecho nada. Solo he estado sentado a tu lado acompañándote en tu regresión. Ha sido igual que la regresión que hiciste con Indhira –estaba claro que había hecho algo más que acompañarme.

-    Igual no ha sido, porque con Indhira tuve sensaciones y ahora ha sido una visión perfecta. Fue como si estuviera viendo una película. Y, además, la primera visión yo diría que fue de esta vida. Eso no parece una regresión.

-    Eso fue una progresión –explicó Ángel- Ten en cuenta que el tiempo está asociado a la materia y, en el estado de relajación que has conseguido, la vibración de tu campo energético se ha elevado tanto que has trascendido las leyes de la materia, incluido el tiempo.  En eso sí que he intervenido un poco. Para ayudar en tu relajación he estado meditando para crear, entre los dos, un espacio de silencio, un espacio sagrado, para elevar tu vibración algo más que lo conseguido en la regresión que hiciste con Indhira. Gracias a esa vibración has podido tener una visión y conseguir una progresión.

-    Si en la progresión he podido ver mi vida dentro de cuarenta años, ¿es posible que ya la haya vivido? ¿Eso quiere decir que la vida ya ha sido vivida y esto sea una especie de sueño o de recordatorio? –no se me ocurría otra explicación.

-     ¡Uf!, es difícil de explicar, pero, aunque consiguiera explicarlo, sería imposible de entender. Pero voy a intentar aclarártelo un poco.

>> ¿Recuerdas que te dije que en la vida nos vamos encontrando en el camino con diferentes encrucijadas en las que podemos elegir varios caminos?

-    Si, lo recuerdo.

-    Pues bien. Dependiendo del camino que elijas llegarás a una o a otra meta. Desde el otro lado de la vida, desde fuera de la materia, existe, para cada alma, una especie de recreación del proceso de la vida, en cada uno de los posibles caminos elegibles, con el resultado final.

>> Tú has tenido acceso a una de esas recreaciones. Has visto una en la que, si siguieras, exactamente, el mismo camino por el que estás transitando, en este instante, el resultado final sería el que tú has visto. Viviendo en una residencia para personas mayores después de una vida de soledad, atenazado por el miedo. Pero hay muchas más recreaciones de tu vida –concluyó Ángel.

Tenía los ojos como platos para tener más canales de entrada a la información que Ángel me estaba regalando. Me costaba trabajo de creer. Estaba seguro de estar escuchando una lección magistral.

-    ¿Sí?, ¿eso es así?, entonces, ¿podemos volver a hacerlo para ver las otras recreaciones de mi vida? –pensaba que eso sería fantástico, poder verlas todas, y así poder elegir la más idónea.

-    Sí, es así –contestó Ángel con una sonrisa- pero no puedes ver más. Has sido muy afortunado por haber podido ver una. Te han permitido verla porque necesitabas esa información en este momento de tu vida.

-    ¿Por qué necesitaba esa información?, ¿quién eres? –otra vez me asaltaron las dudas sobre la identidad de Ángel.

-    Bien, ya es momento que lo sepas. Me han enviado a ayudarte. Pero mi ayuda está casi terminando porque consistía en abrirte los ojos y, por lo que veo ahora –esto lo decía sonriendo- los tienes bien abiertos. Para nada más. Ni yo ni nadie va a decirte nunca que tienes que hacer. 

>> En cuanto a porqué necesitabas esa información, no puedo contestarte nada concreto. Lo importante es que la información ha llegado a ti. Tú sabrás que hacer con ella. Recuerda que siempre recibes aquello que necesitas, no lo que deseas.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Guías para la vida física


Ya sabemos que existen Guías, Maestros y Ángeles que nos ayudan desde el otro lado de la vida. Pero……, muy pocos son los que sienten esa mano que les guía y que les impele a hacer una cosa en detrimento de otra. Es normal, es un tacto que no se siente porque toca en el corazón, es una información que aunque afecte a la vida física guarda una estrecha relación con el alma.

La ayuda que necesitamos los seres humanos no puede ser algo sutil, porque no entendemos de sutilezas, y la mente se encarga de desmontar cualquier sutileza que no sea científicamente demostrable, que no sea económicamente rentable y que no sea físicamente satisfactorio. Las satisfacciones del alma no puede entenderlas el ego, aunque, por supuesto, si podría disfrutarlas si tuviera la valentía de viajar hacia su interior, pero ese viaje es difícil de realizar y es muy improbable que se produzca, ya que el secreto de la vida es precisamente ese viaje.

Por lo tanto necesitamos una ayuda mucho más tangible, mucho más solida, tan sólida y tangible como nuestro cuerpo físico. Necesitamos que nos lo expliquen con palabras, necesitamos que lo repitan una y mil veces, porque novecientas noventa y nueve podemos tener la mente ocupada por otros asuntos, inútiles, pero ocupada; necesitamos que nos impongan algún castigo para que el ego tenga algún aliciente, el aliciente de no ser castigado, ya que para él acercarse a Dios no es aliciente suficiente, necesitamos un ranking en el que veamos reflejado nuestro nombre, cuanto más arriba mejor, para satisfacer nuestro orgullo, o si no hay ranking, que la persona que nos guíe deleite nuestros oídos con las bondades de nuestro crecimiento.


Todo esto solo lo puede hacer otro ser humano. Por lo tanto, bien podemos calificar a estos guías como “guías espirituales”.

  La característica principal que deberían de tener estos guías o instructores, seria tener asumido e integrado ellos mismos la cualidad que tratan de explicar a sus acólitos, sea la que fuere. En un principio, teniendo en cuenta que la principal enseñanza es el acercamiento a Dios, cabe suponer que los representantes de las diferentes ideologías religiosas serian las personas más idóneas para tal cometido, pero no es así. Ellos son buenos, salvo excepciones, para los niveles más bajos de la enseñanza, pero no para los niveles más altos, porque les falta lo esencial, les falta el Amor.  

La enseñanza que nos acerca a Dios, tiene como en cualquier otro tipo de enseñanza varios niveles o cursos, y esta enseñanza es independiente de las materias de la enseñanza para la vida. La enseñanza para la vida espiritual no debería estar deslindada de la enseñanza para la vida física, pero desgraciadamente si lo está. En la familia y en la enseñanza para la vida, enseñan temas religiosos, que no espirituales,  es por lo tanto la persona la que una vez alcanzada la edad adulta busque su espiritualidad si es que su alma así lo demanda.

Toda la enseñanza que recibimos los seres humanos es justamente, como mencionábamos con anterioridad, aquella que es científicamente demostrable, recibimos la enseñanza, más o menos necesaria, para que nuestra economía sea rentable, y a todo eso hay que añadir todo lo que nos cause satisfacciones físicas. En ningún momento nos enseñan los pasos esenciales para conseguir la felicidad, cuando es el objetivo de búsqueda inconsciente de todos los seres humanos; en ningún momento nos enseñan cómo vivir en paz, sin estrés, con alegría y sin sufrimiento. Se supone que con la enseñanza impartida va a ser suficiente para conseguir todo aquello que sea físico o afecte a este de manera directa, y que cualquier emoción desbocada ha de ser gestionada por la propia persona, se supone que a través de ciencia infusa, porque otra no se ha recibido.

Nadie nos explica que es lo que somos, de dónde venimos, adonde hemos de ir, o que es lo que sucede con la muerte, sólo por mencionar algunas de las preguntas que todo ser humano se va a hacer en algún momento de su vida en la materia. Es por lo tanto la propia persona, cuando ha llegado a un cierto grado en su evolución, que comienza a plantearse esas preguntas y a tratar de encontrar las respuestas.

Es entonces, en la búsqueda de las respuestas cuando la persona deja de deambular por la vida para enfocarse en aquello que ha venido a hacer: Recordar quién es.  

Continuará…..
Y como tenemos muy cerquita la Navidad, el villancico que mi hijo canta todo el día también para vosotros.


sábado, 22 de agosto de 2015

Vivir y morir como alimañas


            No sabía que titulo ponerle a esta entrada, he dudado entre: “El umbral del paraíso”, “Ponte en sus zapatos” o “Vivir y morir como alimañas”. Al final me he decantado por el último, es el menos comercial pero el más real.    
En el post “Desheredados” colgado ayer en el blog, decía que mientras medio mundo malvive en condiciones infrahumanas, el otro medio les ve por la tele. Incluso algunos pueden comentar, y ya no solo en privado, sino también por las redes sociales, en el caso de los desplazados o refugiados: “Mejor estarían en su casa en vez de invadir otros territorios a los que solo van a llevar atracos, asesinatos y robos. No tenemos aquí trabajo para tanto desarrapado”.
 
            La foto que acompaña este post es con la que yo trataba de desayunar esta mañana, (se me quito el hambre de repente), aparecida en la portada de “El Comercio”, (Periódico peruano). Como veis aparece un padre con un niño en brazos, gritando, o llorando, o suplicando, al igual que el niño, al que supongo su hijo, de rodillas, rodeados de policías y de alambre de espino, en la frontera entre Macedonia y Grecia. Supongo que trataban de impedirles el paso, les supongo sirios que huyen de la barbarie desatada por los infinitos bandos que luchan en ese país, incluido su propio gobierno, y supongo que no les están ayudando, ya que sino no tendrían el dolor reflejado en el rostro.
            Al igual que este padre y su hijo, hay cientos, miles, millones de personas, millones de seres humanos, niños, jóvenes y adultos, que han tenido que dejarlo todo, para enfrentarse a más hambre, a más dolor y muchos encontrando la muerte, desplazándose en pateras por los mares que les separan de otros países, o a través de desiertos, a través de montañas, atravesando países, tratando de traspasar muros o alambradas colocadas para evitar su paso a lo que ellos consideran el paraíso. Muchos lo consiguen, pero otros muchos se quedan a las puertas de ese paraíso muriendo incluso como alimañas, porque los que viven en esos falsos paraísos, después de atraerles con sus cantos de sirena, les impiden pasar, les impiden vivir.
            Llevo tiempo sintiendo que algo hay que hacer, porque no es suficiente la donación que se puede dar a la organización que cada uno de nosotros haya elegido, hay que hacer más, pero no se qué, porque no es necesaria otra nueva organización, hay que financiar con más, con mucho más, a estas organizaciones, pero también tenemos otra cosa que hacer: “Concienciar a los que nos rodean”. ¿Cómo? No puede ser difícil. Sólo hay que colocarse en los zapatos de esta pobre gente. Imagínate a ti, con tu hijo en brazos, rodeado de policías que te impiden pasar para que puedas ofrecer una vida digna a tu hijo, o sencillamente poder darle un plato de comida diario.. ¿Qué harías?
            Durante casi 40 años existió un muro de 160 kilómetros que separaba dos mundos, dos ideologías, un muro de vergüenza, “El muro de Berlín”, en el que te mataban si intentabas salir. Hoy hay en pie 30 muros o vallas similares, en el que te matan si intentas entrar.
            ¡Basta ya! Tenemos que hacer presión, para que no se discrimine a estos millones de personas que su único delito ha sido nacer en un país equivocado, o vivir en una mega ciudad gobernada por corruptos ineptos que no les proveen de los servicios necesarios, (agua, luz), o llegar a las puertas de un país dirigido por personas sin entrañas. Los que están intentando pasar las vallas son seres humanos. Los que están intentando vivir son seres humanos. Los que están intentando buscar comida para sus hijos son seres humanos. No nos sirven regímenes comunistas que prohíban la salida, no nos sirven regímenes capitalistas que prohíban las entradas, necesitamos regímenes humanistas, (no populistas), que traten a las personas como son: “SERES HUMANOS”, hijos de Dios.

domingo, 17 de mayo de 2015

Quien siembra vientos....


Perlas para el alma


“Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Así que siembra ayuda, siembra perdón, siembra colaboración, siembra alegría, siembra amor, y alcanzarás la liberación.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El secreto de la abundancia


Perlas para el alma

 

El verdadero secreto de la abundancia es: Aceptar lo que tienes, aceptarlo con alegría y compartirlo, compartirlo en todas sus formas: Dar, ofrecer, entregar, donar,  regalar, otorgar, ayudar, ceder, obsequiar, proporcionar, aportar, suministrar, proveer, y todo eso sin esperar nada a cambio.