El
verdadero calificativo de amigo lo merece aquel a quien, después de haberle juzgado
digno de tal nombre, le confiamos los secretos como a nosotros mismos.
LUCIO
ANNEO SÉNECA
El
verdadero calificativo de amigo lo merece aquel a quien, después de haberle juzgado
digno de tal nombre, le confiamos los secretos como a nosotros mismos.
LUCIO
ANNEO SÉNECA
Había una vez en un
reino lejano, en lo más profundo del bosque encantado, una extraña criatura
llamada Luminia. Luminia era una pequeña luciérnaga cuyo brillo era tan débil
que apenas se distinguía en la oscuridad de la noche. A pesar de su diminuto
resplandor, Luminia tenía un corazón cálido y generoso, y anhelaba, desesperadamente,
encontrar amigos que la aceptaran tal como era.
Un día, mientras
deambulaba por el bosque en busca de compañía, Luminia se encontró con Harold,
un oso de peluche olvidado que yacía abandonado bajo un árbol. Harold había
sido dejado atrás por su dueño y se sentía solo y desamparado. Al ver a Luminia
acercarse con su tenue brillo, Harold sintió una chispa de esperanza en su
corazón.
A pesar de sus
diferencias, Luminia y Harold se hicieron amigos al instante. Luminia iluminaba
el camino con su luz suave mientras Harold la llevaba sobre su espalda a través
del bosque. Juntos, exploraban cada rincón del reino, compartiendo risas y
aventuras.
Pero un día, una
sombra oscura se cernió sobre el bosque. Una malvada bruja había conjurado un
hechizo que extinguía todas las luces en el reino, sumiéndolo en la oscuridad
total. Luminia se sintió desesperada al ver que su débil brillo no era rival
para la magia oscura de la bruja.
Sin embargo, Harold se
negó a rendirse. Con valentía, se aventuró en lo más profundo del bosque en
busca de ayuda. En su viaje, se encontró con una pandilla de criaturas del
bosque: un zorro astuto, un búho sabio y un conejo ágil. A pesar de sus
diferencias, Harold les contó sobre la difícil situación de Luminia y les rogó
que lo ayudaran a encontrar una solución.
Juntos, los amigos
idearon un plan ingenioso. El zorro utilizó su astucia para distraer a la
bruja, mientras que el búho desviaba su atención con sus palabras sabias.
Mientras tanto, el conejo ágil se colaba en la guarida de la bruja y encontraba
el frasco que contenía el hechizo oscuro.
Con el hechizo en sus
manos, Harold y sus amigos regresaron al lado de Luminia. Con un esfuerzo
conjunto, lograron romper el frasco y liberar el brillo de la luciérnaga. Al
instante, el bosque se iluminó con una luz radiante, dispersando la oscuridad y
devolviendo la alegría al reino.
Luminia se dio cuenta
entonces del verdadero valor de la amistad. Aunque su luz pudiera ser débil, su
corazón brillaba con el calor y la bondad de sus amigos. Juntos, habían
demostrado que incluso en los momentos más oscuros, la amistad verdadera podía
iluminar el camino hacia la esperanza y la felicidad. Y así, Luminia y sus
amigos vivieron felices para siempre, recordando siempre el poder transformador
del amor y la amistad.
¿Qué hay más grande que tener
a alguien
con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?
Cicerón
La amistad se erige
como uno de los pilares fundamentales de la experiencia humana. Desde la
infancia, cuando los niños comparten juguetes en el patio del colegio, hasta la
vejez, cuando los ancianos se reconfortan con la compañía de amigos de toda la
vida, la amistad nutre el alma y fortalece el espíritu. En un mundo lleno de
adversidades y desafíos, tener amigos significa tener un refugio seguro donde
podemos ser nosotros mismos sin temor al juicio, donde podemos encontrar consuelo
en tiempos difíciles y celebrar nuestras alegrías más profundas.
La amistad también
desempeña un papel crucial en nuestra salud mental y emocional. Numerosos
estudios han demostrado que las personas con redes sólidas de amigos tienden a
ser más felices, menos estresadas y más resistentes ante las dificultades de la
vida. Los amigos actúan como un bálsamo para el alma, proporcionando un sentido
de pertenencia y validación que es esencial para nuestro bienestar psicológico.
En momentos de soledad o aislamiento, la presencia de un amigo compasivo puede
marcar la diferencia entre el desaliento y la esperanza.
Además de sus
beneficios individuales, la amistad también enriquece el tejido social de la
comunidad en su conjunto. A través de la amistad, construimos puentes entre
culturas, razas y clases sociales, derribando barreras y promoviendo la
comprensión mutua. Los amigos nos desafían a crecer y a expandir nuestros
horizontes, nos exponen a nuevas ideas y perspectivas, y nos inspiran a ser
mejores personas. En un mundo cada vez más polarizado y fragmentado, la amistad
nos recuerda nuestra humanidad compartida y nos invita a abrazar nuestra
diversidad como una fuente de fortaleza y enriquecimiento.
Cultivar y mantener la
amistad requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. Requiere escuchar con empatía,
expresar gratitud y estar presente en los buenos y malos momentos. Requiere ser
honesto y auténtico, mostrando vulnerabilidad y aceptando la de los demás.
Requiere compromiso y sacrificio, estar dispuesto a ceder y perdonar cuando sea
necesario. Pero, sobre todo, requiere amor incondicional, esa chispa mágica que
une los corazones y trasciende las fronteras del egoísmo y el interés propio.
En conclusión, la amistad es un tesoro invaluable que enriquece nuestras vidas de innumerables maneras. Es un faro de luz en la oscuridad, un ancla en tiempos turbulentos, y un espejo que refleja nuestra verdadera esencia. En un mundo cada vez más rápido y frenético, la amistad nos recuerda la importancia de detenernos, respirar y conectar con aquellos que hacen que nuestro viaje sea significativo. Así que celebremos la amistad, honremos sus lazos sagrados y cultivemos su poder transformador en nuestras vidas y en el mundo que compartimos.
Capítulo XVII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"
Le dije
a Diana que prefería ir a algún restaurante donde no fuera personal de la
empresa, para que no nos molestaran, y estuvimos caminando durante casi media
hora hasta que encontramos un restaurante con muy buen aspecto y, lo
suficientemente, alejado de la empresa.
-
Creo que hace tiempo que no hablamos,
-inicie la conversación.
-
No hablamos desde que comenzamos a
trabajar en la inmobiliaria. Parece que hace un siglo. -contestó Diana, con una
cierta nostalgia.
-
¿Te acuerdas de las conversaciones que
teníamos cuando nos conocimos?
-
Ya lo creo que me acuerdo. ¡Me ayudaste
tanto! Si no hubiera sido por ti, es posible que todavía estaría lamentando mi
ruptura.
-
Que exagerada y dramática que eres
Diana.
-
No exagero ni un ápice, tu ayuda fue
milagrosa.
-
Pues, ahora, no sé si necesitarás un
milagro, pero no te veo muy bien, -decidí lanzarme a fondo- y Pablo, tampoco
parece que esté en su mejor momento. En Miami me dijo que quería quedarse de
gerente allí. ¿Qué pasa?, ¿no estáis bien? Os quiero a los dos y me gustaría
que estuvierais felices y contentos.
-
No estamos muy bien, -contestó Diana
con tristeza- ya llevamos tiempo mal. Desde el aborto no levantamos cabeza.
Todo son discusiones o silencios. Y ya hace un año. Es agotador vivir así.
-
¿Por qué?, ¿puedo saberlo?, ¿puedo
ayudarte? Te quiero como a una hermana y quiero que estés bien.
-
Los dos queremos tener un hijo, pero
parece que los tiempos de cada uno son diferentes. -Las lágrimas empezaron a
salir, mansamente, de los ojos de Diana mientras seguía- A él le gustaría que
fuéramos a buscarlo ya y yo, sin embargo, quiero esperar un poco más. No estoy
del todo repuesta de la decepción de la perdida que tuve. Y eso él no lo
entiende y como no lo entiende no lo admite. Cree que no me quiero quedar
embarazada porque el doctor nos dijo que tenía que llevar una vida de menos
estrés y Pablo considera que no hago nada.
>>
Es cierto que no hago nada, ¿para qué lo voy a hacer, si no quiero quedarme
embarazada?
-
Pero ¿lo habéis hablado?, -pensaba que
era lo mínimo que tenían que hacer.
-
No. Tal como estamos desde el aborto,
es imposible hablar.
-
Diana, el matrimonio es una cosa de
dos.
>>
No sé si esto te lo tengo que decir a ti, a él o a los dos juntos, pero, en
fin, te lo digo a ti, ahora, y siempre puedes utilizarlo para cuando converses
con él. Porque es imprescindible que tengáis una conversación. Si no lo hacéis,
el amor, que decís que os tenéis, aunque, perdona lo que te voy a decir, no lo
demostráis, se va a terminar del todo.
>>
Tienes que ser, totalmente, transparente. Decirle, de una manera clara, lo que
me acabas de decir, que quieres tener un hijo pero que quieres esperar un poco
más y que cuando consideres que es el momento reducirás tu ritmo de trabajo.
Comparte con él como te sientes. Y así, abriendo tus emociones, podrás
experimentar el amor en una dimensión mayor.
>>
Creo que los dos habéis llegado a un punto es el que os es difícil poneros en
el lugar del otro. Y tenéis que hacerlo. Él no puede frustrarse por las
circunstancias, no debe enojarse contigo y mucho menos culparte, y tú, tampoco
puedes hacerlo. No tenéis culpa ninguno de los dos. Sois dos seres con un mismo
deseo, (tener un hijo), pero visualizando un periodo de tiempo diferente para
la satisfacción del deseo, lo cual hace que las emociones diferentes choquen
como dos trenes que circulan en dirección contraria por la misma vía.
>>
¿Qué opinas?
-
Que tienes razón. Esta noche voy a
hablar con él. Pero…, no sé si sabré vivir sin trabajar. Supongo que trabajando
media jornada en un puesto que no fuera tan estresante, como ser tu asistente,
estaría bien, pero, es una lástima, porque no existe ese puesto en la empresa.
-Por fin salió a la luz la otra preocupación de Diana.
-
Es cierto que en la empresa no tenemos
un puesto parecido, aunque podríamos crearlo. Pero creo que no hace falta. Se
me está ocurriendo algo, que tendría que hablar con Indhira. ¿Qué te parece ser
su asistente en la Fundación? Necesita ayuda y con media jornada, podría ser
suficiente y, de ser necesario, podrías trabajar desde casa.
-
¡Oh!, sería ideal, -los ojos de Diana
se iluminaron- y tú, ¿Quién estaría contigo?
-
No sé, -lo que Diana no sabía es que
ahora no conocía a nadie de la empresa, con lo que, difícilmente, podría dar un
nombre.
-
Ya lo tengo, -se la veía satisfecha-
Roxana.
-
Pues no se hable más. Tenemos trabajo.
Esta noche tú hablas con Pablo y yo hablo con Indhira.
Diana
aparecía mucho más tranquila cuando volvimos a la oficina después del almuerzo.
Capitulo XVII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"
Ahora, sin memoria, cada día, para mí,
era nuevo. Había pasado, con nota, el viaje y la reunión en Miami, así como el
encuentro con Indhira y con los niños. Pero hoy me esperaba otra prueba de
fuego. Mi primer día en la empresa. Y no era precisamente el último asistente
que pudiera preguntar, a cualquiera que pasara por mi lado, como se hacía
alguna cosa, donde estaba la fotocopiadora o como se llamaba la persona que
ocupaba uno u otro despacho. Era el presidente.
Nada más llegar subí directo a mi
despacho. No quería encontrarme con nadie a quien se supondría que tendría que
saludar de determinada forma y no conocer nada de la persona. Quería
encontrarme con Pablo, lo antes posible.
En una sala frente a mi despacho estaba
Diana. La encontré desmejorada. Incluso más que el primer día que la conocí
recién separada de su pareja.
-
Aunque, en la actualidad, no sabía cómo
era nuestro trato, me acerqué a ella. La abracé dándole un beso, como saludo, a
la vez que le preguntaba- ¿cómo estás?
-
Hola Antay, estoy bien, como siempre.
¿Qué tal vuestro viaje? -Me dio gusto saber que el trato parece ser el mismo
que conocía.
-
Muy bien. Tu hiciste un gran trabajo
porque el hotel no podía estar mejor y, además, muy cerca de las oficinas. ¿No
te ha contado Pablo? -la pregunta ya la hice con toda intención porque era una
manera de saber cómo iba su relación.
-
No me ha contado mucho. Ya sabes que
habla poco y, últimamente, aun habla menos. -sus ojos brillaron hasta el punto
que pensé que no podría aguantar las lágrimas. Pero si, pudo aguantarlas.
-
Creo que tenemos que hablar. -esperaba
no haber metido la pata, porque, aunque pareciera que nuestra relación seguía
por los derroteros de confianza de antaño, no sabía si esta relación había
variado.
-
Si, me irá bien. -fantástico, pensé. La
relación sigue como recordaba.
-
¿Ha venido Pablo? -era muy importante
para mí empezar el día con su presencia a mi lado.
-
Si, está esperándote en tu despacho.
-fue un alivio escuchar su respuesta.
-
Gracias Diana.
En
efecto, Pablo estaba en el despacho que ya conocía cuando estuve en las
entrevistas con mi suegro. ¡Qué cosas tiene la vida!, ahora era mi despacho.
-
¿Cómo te fue en casa? -Se interesó
Pablo, en cuanto aparecí por la puerta, hablándome en voz baja para que Diana
no se enterara de nuestro secreto.
-
Me fue bien. Le conté todo. Me pareció
que tenía que saberlo. Será mi apoyo para las reuniones familiares. Entre ella
y tú espero salir airoso de este momento tan delicado.
Estábamos
planeando, Pablo y yo, hacer una visita por todos los departamentos de la
empresa, haciendo como si pasáramos por allí, para ir viendo a todas las
personas que trabajaban con nosotros. Así, contándome, antes de entrar, quien
era cada uno podía conocerlos, ya que no era un buen plan que Pablo me
acompañara de manera permanente hasta que retornara mi memoria.
Capítulo XV. Parte 14. Novela "Ocurrió en Lima"
Coincidiendo
con las últimas palabras de Ángel llegábamos a la puerta del hotel, a la que,
también, llegaba Pablo, en ese mismo momento. Y cuando me volví para despedirme
de Ángel ya no tuve tiempo. Había desaparecido.
- Nada
más llegar a la altura de mi amigo, antes de cualquier otra cosa, preguntó-
¿Has ido al neurólogo?, ¿qué te ha dicho?
- No
Pablo, no he ido, -y como no me apetecía contarle nada de Ángel me inventé una
ligera mentira- llamé a un conocido de Lima y me dijo que no parecía nada
grave. Que esperara unos días que seguro que recuperaba la memoria, tan de
inmediato, como la había perdido y si en 10 días no me vuelve, entonces sí, me
dijo que fuera a visitarle. Y le he hecho caso, porque a pesar de no recordar
nada, me siento muy bien.
- Si,
-ratifico Pablo- se te ve normal. Esperemos que todo vuelva a la normalidad
cuanto antes.
A Pablo
se le veía contento y me explicó que, la razón era que, los mandos de la
empresa que acabamos de adquirir, habían aceptado la situación con total
apertura y parecían dispuestos a colaborar en los cambios que teníamos previsto
implantar.
- Pablo
insistía- Solo falta saber quién va a dirigir la empresa aquí en Miami. Hasta
entonces, les he dicho que funcionen normalmente y, ante cualquier duda, que me
llamen de inmediato.
- Pablo,
-le dije- no sé si en las condiciones que me encuentro puedo tomar decisiones
acertadas, pero he tomado una. No quiero desprenderme de ti. No vas a ser tú.
No puedo, ni quiero dejarte ir. No solo eres mi mejor amigo, eres una parte muy
importante para la empresa.
- ¿Seguro
que no quieres volver a pensarlo?
- No
Pablo. Tu relación con Diana no se va a solucionar porque salgas corriendo. Yo
podría hablarte, largo y tendido, sobre eso. La primera vez que salimos Indhira
y yo, me fui corriendo como una gallina. De eso me acuerdo como si estuviera
ocurriendo en este momento y ya ves ahora donde estamos. Hablaremos para
encontrar soluciones al problema.
>>
Pero, permíteme volver sobre el tema del mando aquí en Miami. Creo que tenemos
que dejarlo solucionado ya. ¿Qué pasa si nombramos a uno de los directores como
gerente?
- ¡Qué
curioso!, -dijo Pablo- para este tema es como si no hubieras perdido la
memoria, porque es algo que siempre lo has dejado ir, que fuera alguien de
aquí. Si estás empeñado en que no sea yo, creo que es una buena opción.
- Lo que
yo no puedo es decidir quien pueda ser. Ya sabes, mi memoria, -comenté a manera
de chiste.
- Podría
ser Peter, Peter Gardner. No solo es el más antiguo. Es el más competente y los
demás le aceptarían sin problemas, -por fin Pablo había entrado en razón
proponiendo una persona sin insistir más en ser él mismo. Su amistad y lealtad
está fuera de toda duda.
- ¿A qué
hora tenemos mañana el vuelo?
- A
mediodía, ¿por qué?, -preguntó Pablo con cara de extrañeza.
- Podemos
citar hoy a Peter aquí, en el hotel, a las 5, para ofrecerle el puesto y
convocamos una reunión mañana con los directores para presentarle. La reunión
podría ser a las 8. En menos de una hora podemos estar de nuevo en el hotel
para recoger las maletas e ir al aeropuerto. ¿Qué te parece?
- Me
parece perfecto. Llamo a Peter y que él mismo se encargue de convocar la
reunión de mañana.
La
tarde pasó más rápida de lo que podía parecer. No tuvieron tiempo de hablar de
ningún otro tema que no fuera del trabajo. Al poco de finalizar el almuerzo
llegó Peter, su nuevo gerente de Miami. Ya había convocado a todos sus
compañeros para las 8 de la mañana del siguiente día. Cuando Antay le ofreció
la gerencia la aceptó en el primer segundo, y pasaron el resto de la tarde
hablando de trabajo.
Peter
cenó con sus jefes y al finalizar la cena, Pablo y Antay subieron a sus
habitaciones y Peter se fue a su domicilio quedando para encontrarse en la
reunión del día siguiente.
- Hola
amor, -escuchó la voz de Indhira cuando esta contestó la llamada.
- Hola
cariño. ¿Qué tal tu día?, ¿cómo lo han pasado los niños?, -esperaba ser
coherente con lo que había sido en esos 7 años perdidos en el algún confín de
su mente.
- ¡Uf!,
mi día extrañándote. Cada vez te echo más de menos cuando te vas y debería ser
al contrario ¿verdad?
- ¿Por
qué debería ser al contrario?, -se interesó Antay.
- Porque
ya nos tenemos muy vistos, -le explicó Indhira.
- Yo
nunca me voy a cansar de mirarte y de estar contigo. –no tenía nada que ver la
memoria en este comentario. Era verdad, en este momento.
- ¡Qué
lindo eres!, ¡Cuánto te quiero!
- Y yo a
ti. Y, también a los niños, ¿cómo han estado?
- Revoltosos,
como siempre. Y extrañándote. Ya están acostados. ¿Cómo os ha ido?, ¿volvéis
mañana?
- Nos ha
ido genial. Ya hemos nombrado al gerente y Pablo no ha insistido más en ser él,
es un gran amigo. En cuanto llegue voy a hablar con Diana.
- Sí, es
una gran idea, a ti te hará más caso. Eres como un hermano mayor, al que
escucha más que a nadie. ¡Qué bien que ya lo hayáis resuelto todo!
- Sí,
todo listo. Mañana tenemos otra reunión en las oficinas a las 8am, pero en
media hora habremos acabado porque solo es para presentar al nuevo gerente y ya
nos volvemos al hotel a por las maletas y al aeropuerto. Ese es el plan de
mañana.
>>
Nunca te imaginarias con quien he estado tomando un café.
- ¿Con
quién?, -se interesó Indhira.
- Con
Ángel.
- ¿Con
Ángel?, yo creí que había desaparecido, para siempre, después de 7 años. Y ¿qué
te contó?
- Pues
volvió a aparecer. Me habló de vivir con atención, pero ya te contaré. Te dejo
que estoy un poco cansado. Me voy a acostar.
- Espera,
que tengo una buena noticia. La Asociación ya tiene todos los permisos. Podemos
comenzar a trabajar. -A Indhira se le notaba muy emocionada.
- Sí que
es una gran noticia. Mañana me cuentas todo.
- Si,
mañana nos ponemos al día. Descansa cariño. ¡Hasta mañana!, ¡te amo!
- Yo,
también, te amo. ¡Hasta mañana!
Capítulo XV. Parte 13. Novela "Ocurrió en Lima"
>>
Y, cambiando de tema, ¿qué tal tu encuentro con Pablo que es amigo tuyo desde
hace mucho tiempo? –se interesó Ángel.
- Uno de
los atributos de la amistad es la lealtad y Pablo ayer me pareció de una
lealtad inquebrantable. Gracias a él estoy capeando, con bastante dignidad, mi
falta de memoria. No sé lo que pasará mañana cuando esté en casa con Indhira y
con los niños. Pero no tengo miedo. Si no soy capaz de controlar la situación
le contaré a Indhira la verdad sobre mi estado.
- Si,
-reconoció Ángel- es un gran amigo. Y, en cuanto a tu situación en casa, creo
que saldrás airoso de la situación. Hablarle a tu esposa de tu falta de memoria
solo depende de ti. Haz lo que creas que debes de hacer.
- Dios te
oiga, -y, de inmediato, caí en la cuenta de con quién estaba hablando- ¡uy!,
perdón ya sé que te oye.
- Y a ti
también te oye. Dios escucha siempre y escucha a todos.
Por un
momento seguimos caminando en silencio hasta que recordando a Pablo y a Diana
le comenté a Ángel:
- Me
gustaría poder ayudar a Pablo. Parece que no está pasando por su mejor momento.
- ¿En su
matrimonio?, -no sé por qué preguntaba Ángel, seguro que lo sabía todo.
- Sí.
Creo que los amo a los dos, tanto a él como a Diana y por lo que me ha
comentado están pasando por una crisis. Imagínate que él se quiere venir a
trabajar a Miami dejando la gerencia de la empresa. En mis condiciones actuales
creo que no tengo la información necesaria para poder ayudarles, ¿Qué opinas?
- Que no
necesitas más información que la que tienes. En realidad, se aman, pero les
falta diálogo. El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas. De la
misma manera que la planta necesita el agua para vivir, la pareja necesita el
diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión, para saber uno de las
necesidades de otro, para entenderse, para conciliar, para evitar suposiciones,
para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para visibilizar los desacuerdos
y para alcanzar los objetivos compartidos.
>>
En esta pareja los dos quieren lo mismo, un hijo, pero no parece que estén
dispuestos a trabajar por lo que desean. Esperan que llegue del cielo como
llega el agua de la lluvia.
- Eso es
lo triste, que se aman y están dispuestos a echarlo todo por la borda. Cuando
Pablo me contaba la historia, le dije que en cuanto llegáramos a Lima
despediría a Diana y así se acababa el problema, ¿qué te parece?, -quise saber
la opinión de Ángel.
- No
parece una buena idea. Creo que lo mejor sería que hablaras con Diana, que es
algo que nadie ha hecho y escuchar que tiene que decir, para saber cuáles son
sus sueños, y que espera hacer para conseguirlos. Seguro que así tendrás la
información completa. Y a ti te va a hacer mucho caso.
Teniendo
en cuenta que había quedado con Pablo para almorzar caminamos de vuelta al
hotel. Había sido una mañana agradable en la que pude entender la razón de mi
estado.
- Antes
de llegar, Ángel me hizo un recordatorio. ¿Recuerdas que te dije cuando te
hablaba de las condiciones para incrementar el amor por uno mismo, el día que
nos encontramos en el Malecón, por primera vez, bajo la garúa?
- Creo
que una de las cosas que dijiste fue que tenemos que vivir con atención, ¿te
refieres a eso?
- Correcto.
Porque esa es la razón de que estemos ahora aquí, tú sin memoria y yo
recordándote sucesos.
>>
La vida es atención. Cuando pierdes la atención estás perdiendo la vida. Dios
no quiere que seas ingeniero, ni que trabajes mucho. Dios quiere que te
diviertas, que trates a todos como si fueran Él. Y si no puedes conseguirlo
imagina que eres tú a quien tratas. Permanece atento. De esa manera tendrás muy
claro de dónde vienes, para no volver sobre tus pasos. Recuerda que vienes del
miedo y le has vencido gracias al amor. No lo olvides.
>>
Nos encontraremos en Lima con tu memoria intacta. Feliz viaje de regreso a
casa.