El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Amistad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Amistad. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de febrero de 2023

Amistad

 


Capítulo XVII. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

Le dije a Diana que prefería ir a algún restaurante donde no fuera personal de la empresa, para que no nos molestaran, y estuvimos caminando durante casi media hora hasta que encontramos un restaurante con muy buen aspecto y, lo suficientemente, alejado de la empresa.

-    Creo que hace tiempo que no hablamos, -inicie la conversación.

-    No hablamos desde que comenzamos a trabajar en la inmobiliaria. Parece que hace un siglo. -contestó Diana, con una cierta nostalgia.

-    ¿Te acuerdas de las conversaciones que teníamos cuando nos conocimos?

-    Ya lo creo que me acuerdo. ¡Me ayudaste tanto! Si no hubiera sido por ti, es posible que todavía estaría lamentando mi ruptura.

-    Que exagerada y dramática que eres Diana.

-    No exagero ni un ápice, tu ayuda fue milagrosa.

-    Pues, ahora, no sé si necesitarás un milagro, pero no te veo muy bien, -decidí lanzarme a fondo- y Pablo, tampoco parece que esté en su mejor momento. En Miami me dijo que quería quedarse de gerente allí. ¿Qué pasa?, ¿no estáis bien? Os quiero a los dos y me gustaría que estuvierais felices y contentos.

-    No estamos muy bien, -contestó Diana con tristeza- ya llevamos tiempo mal. Desde el aborto no levantamos cabeza. Todo son discusiones o silencios. Y ya hace un año. Es agotador vivir así.

-    ¿Por qué?, ¿puedo saberlo?, ¿puedo ayudarte? Te quiero como a una hermana y quiero que estés bien.

-    Los dos queremos tener un hijo, pero parece que los tiempos de cada uno son diferentes. -Las lágrimas empezaron a salir, mansamente, de los ojos de Diana mientras seguía- A él le gustaría que fuéramos a buscarlo ya y yo, sin embargo, quiero esperar un poco más. No estoy del todo repuesta de la decepción de la perdida que tuve. Y eso él no lo entiende y como no lo entiende no lo admite. Cree que no me quiero quedar embarazada porque el doctor nos dijo que tenía que llevar una vida de menos estrés y Pablo considera que no hago nada.

>> Es cierto que no hago nada, ¿para qué lo voy a hacer, si no quiero quedarme embarazada?

-    Pero ¿lo habéis hablado?, -pensaba que era lo mínimo que tenían que hacer.

-    No. Tal como estamos desde el aborto, es imposible hablar.

-    Diana, el matrimonio es una cosa de dos.

>> No sé si esto te lo tengo que decir a ti, a él o a los dos juntos, pero, en fin, te lo digo a ti, ahora, y siempre puedes utilizarlo para cuando converses con él. Porque es imprescindible que tengáis una conversación. Si no lo hacéis, el amor, que decís que os tenéis, aunque, perdona lo que te voy a decir, no lo demostráis, se va a terminar del todo.

>> Tienes que ser, totalmente, transparente. Decirle, de una manera clara, lo que me acabas de decir, que quieres tener un hijo pero que quieres esperar un poco más y que cuando consideres que es el momento reducirás tu ritmo de trabajo. Comparte con él como te sientes. Y así, abriendo tus emociones, podrás experimentar el amor en una dimensión mayor.

>> Creo que los dos habéis llegado a un punto es el que os es difícil poneros en el lugar del otro. Y tenéis que hacerlo. Él no puede frustrarse por las circunstancias, no debe enojarse contigo y mucho menos culparte, y tú, tampoco puedes hacerlo. No tenéis culpa ninguno de los dos. Sois dos seres con un mismo deseo, (tener un hijo), pero visualizando un periodo de tiempo diferente para la satisfacción del deseo, lo cual hace que las emociones diferentes choquen como dos trenes que circulan en dirección contraria por la misma vía.

>> ¿Qué opinas?

-    Que tienes razón. Esta noche voy a hablar con él. Pero…, no sé si sabré vivir sin trabajar. Supongo que trabajando media jornada en un puesto que no fuera tan estresante, como ser tu asistente, estaría bien, pero, es una lástima, porque no existe ese puesto en la empresa. -Por fin salió a la luz la otra preocupación de Diana.

-    Es cierto que en la empresa no tenemos un puesto parecido, aunque podríamos crearlo. Pero creo que no hace falta. Se me está ocurriendo algo, que tendría que hablar con Indhira. ¿Qué te parece ser su asistente en la Fundación? Necesita ayuda y con media jornada, podría ser suficiente y, de ser necesario, podrías trabajar desde casa.

-    ¡Oh!, sería ideal, -los ojos de Diana se iluminaron- y tú, ¿Quién estaría contigo?

-    No sé, -lo que Diana no sabía es que ahora no conocía a nadie de la empresa, con lo que, difícilmente, podría dar un nombre.

-    Ya lo tengo, -se la veía satisfecha- Roxana.

-    Pues no se hable más. Tenemos trabajo. Esta noche tú hablas con Pablo y yo hablo con Indhira.

Diana aparecía mucho más tranquila cuando volvimos a la oficina después del almuerzo. 

sábado, 4 de febrero de 2023

De vuelta al trabajo

 


Capitulo XVII. Parte 1. Novela "Ocurrió en Lima"

Ahora, sin memoria, cada día, para mí, era nuevo. Había pasado, con nota, el viaje y la reunión en Miami, así como el encuentro con Indhira y con los niños. Pero hoy me esperaba otra prueba de fuego. Mi primer día en la empresa. Y no era precisamente el último asistente que pudiera preguntar, a cualquiera que pasara por mi lado, como se hacía alguna cosa, donde estaba la fotocopiadora o como se llamaba la persona que ocupaba uno u otro despacho. Era el presidente.

Nada más llegar subí directo a mi despacho. No quería encontrarme con nadie a quien se supondría que tendría que saludar de determinada forma y no conocer nada de la persona. Quería encontrarme con Pablo, lo antes posible.

En una sala frente a mi despacho estaba Diana. La encontré desmejorada. Incluso más que el primer día que la conocí recién separada de su pareja.

-    Aunque, en la actualidad, no sabía cómo era nuestro trato, me acerqué a ella. La abracé dándole un beso, como saludo, a la vez que le preguntaba- ¿cómo estás?

-    Hola Antay, estoy bien, como siempre. ¿Qué tal vuestro viaje? -Me dio gusto saber que el trato parece ser el mismo que conocía.

-    Muy bien. Tu hiciste un gran trabajo porque el hotel no podía estar mejor y, además, muy cerca de las oficinas. ¿No te ha contado Pablo? -la pregunta ya la hice con toda intención porque era una manera de saber cómo iba su relación.

-    No me ha contado mucho. Ya sabes que habla poco y, últimamente, aun habla menos. -sus ojos brillaron hasta el punto que pensé que no podría aguantar las lágrimas. Pero si, pudo aguantarlas.

-    Creo que tenemos que hablar. -esperaba no haber metido la pata, porque, aunque pareciera que nuestra relación seguía por los derroteros de confianza de antaño, no sabía si esta relación había variado.

-    Si, me irá bien. -fantástico, pensé. La relación sigue como recordaba.

-    ¿Ha venido Pablo? -era muy importante para mí empezar el día con su presencia a mi lado.

-    Si, está esperándote en tu despacho. -fue un alivio escuchar su respuesta.

-    Gracias Diana.

En efecto, Pablo estaba en el despacho que ya conocía cuando estuve en las entrevistas con mi suegro. ¡Qué cosas tiene la vida!, ahora era mi despacho.

-    ¿Cómo te fue en casa? -Se interesó Pablo, en cuanto aparecí por la puerta, hablándome en voz baja para que Diana no se enterara de nuestro secreto.

-    Me fue bien. Le conté todo. Me pareció que tenía que saberlo. Será mi apoyo para las reuniones familiares. Entre ella y tú espero salir airoso de este momento tan delicado.

Estábamos planeando, Pablo y yo, hacer una visita por todos los departamentos de la empresa, haciendo como si pasáramos por allí, para ir viendo a todas las personas que trabajaban con nosotros. Así, contándome, antes de entrar, quien era cada uno podía conocerlos, ya que no era un buen plan que Pablo me acompañara de manera permanente hasta que retornara mi memoria.

miércoles, 18 de enero de 2023

El valor de la amistad

 


Capítulo XV. Parte 14. Novela "Ocurrió en Lima"


Coincidiendo con las últimas palabras de Ángel llegábamos a la puerta del hotel, a la que, también, llegaba Pablo, en ese mismo momento. Y cuando me volví para despedirme de Ángel ya no tuve tiempo. Había desaparecido.

-    Nada más llegar a la altura de mi amigo, antes de cualquier otra cosa, preguntó- ¿Has ido al neurólogo?, ¿qué te ha dicho?

-    No Pablo, no he ido, -y como no me apetecía contarle nada de Ángel me inventé una ligera mentira- llamé a un conocido de Lima y me dijo que no parecía nada grave. Que esperara unos días que seguro que recuperaba la memoria, tan de inmediato, como la había perdido y si en 10 días no me vuelve, entonces sí, me dijo que fuera a visitarle. Y le he hecho caso, porque a pesar de no recordar nada, me siento muy bien.

-    Si, -ratifico Pablo- se te ve normal. Esperemos que todo vuelva a la normalidad cuanto antes.

A Pablo se le veía contento y me explicó que, la razón era que, los mandos de la empresa que acabamos de adquirir, habían aceptado la situación con total apertura y parecían dispuestos a colaborar en los cambios que teníamos previsto implantar.

-    Pablo insistía- Solo falta saber quién va a dirigir la empresa aquí en Miami. Hasta entonces, les he dicho que funcionen normalmente y, ante cualquier duda, que me llamen de inmediato.

-    Pablo, -le dije- no sé si en las condiciones que me encuentro puedo tomar decisiones acertadas, pero he tomado una. No quiero desprenderme de ti. No vas a ser tú. No puedo, ni quiero dejarte ir. No solo eres mi mejor amigo, eres una parte muy importante para la empresa.

-    ¿Seguro que no quieres volver a pensarlo?

-    No Pablo. Tu relación con Diana no se va a solucionar porque salgas corriendo. Yo podría hablarte, largo y tendido, sobre eso. La primera vez que salimos Indhira y yo, me fui corriendo como una gallina. De eso me acuerdo como si estuviera ocurriendo en este momento y ya ves ahora donde estamos. Hablaremos para encontrar soluciones al problema.

>> Pero, permíteme volver sobre el tema del mando aquí en Miami. Creo que tenemos que dejarlo solucionado ya. ¿Qué pasa si nombramos a uno de los directores como gerente?

-    ¡Qué curioso!, -dijo Pablo- para este tema es como si no hubieras perdido la memoria, porque es algo que siempre lo has dejado ir, que fuera alguien de aquí. Si estás empeñado en que no sea yo, creo que es una buena opción.

-    Lo que yo no puedo es decidir quien pueda ser. Ya sabes, mi memoria, -comenté a manera de chiste.

-    Podría ser Peter, Peter Gardner. No solo es el más antiguo. Es el más competente y los demás le aceptarían sin problemas, -por fin Pablo había entrado en razón proponiendo una persona sin insistir más en ser él mismo. Su amistad y lealtad está fuera de toda duda.

-    ¿A qué hora tenemos mañana el vuelo?

-    A mediodía, ¿por qué?, -preguntó Pablo con cara de extrañeza.

-    Podemos citar hoy a Peter aquí, en el hotel, a las 5, para ofrecerle el puesto y convocamos una reunión mañana con los directores para presentarle. La reunión podría ser a las 8. En menos de una hora podemos estar de nuevo en el hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto. ¿Qué te parece?

-    Me parece perfecto. Llamo a Peter y que él mismo se encargue de convocar la reunión de mañana.

La tarde pasó más rápida de lo que podía parecer. No tuvieron tiempo de hablar de ningún otro tema que no fuera del trabajo. Al poco de finalizar el almuerzo llegó Peter, su nuevo gerente de Miami. Ya había convocado a todos sus compañeros para las 8 de la mañana del siguiente día. Cuando Antay le ofreció la gerencia la aceptó en el primer segundo, y pasaron el resto de la tarde hablando de trabajo.

Peter cenó con sus jefes y al finalizar la cena, Pablo y Antay subieron a sus habitaciones y Peter se fue a su domicilio quedando para encontrarse en la reunión del día siguiente.

-    Hola amor, -escuchó la voz de Indhira cuando esta contestó la llamada.

-    Hola cariño. ¿Qué tal tu día?, ¿cómo lo han pasado los niños?, -esperaba ser coherente con lo que había sido en esos 7 años perdidos en el algún confín de su mente.

-    ¡Uf!, mi día extrañándote. Cada vez te echo más de menos cuando te vas y debería ser al contrario ¿verdad?

-    ¿Por qué debería ser al contrario?, -se interesó Antay.

-    Porque ya nos tenemos muy vistos, -le explicó Indhira.

-    Yo nunca me voy a cansar de mirarte y de estar contigo. –no tenía nada que ver la memoria en este comentario. Era verdad, en este momento.

-    ¡Qué lindo eres!, ¡Cuánto te quiero!

-    Y yo a ti. Y, también a los niños, ¿cómo han estado?

-    Revoltosos, como siempre. Y extrañándote. Ya están acostados. ¿Cómo os ha ido?, ¿volvéis mañana?

-    Nos ha ido genial. Ya hemos nombrado al gerente y Pablo no ha insistido más en ser él, es un gran amigo. En cuanto llegue voy a hablar con Diana.

-    Sí, es una gran idea, a ti te hará más caso. Eres como un hermano mayor, al que escucha más que a nadie. ¡Qué bien que ya lo hayáis resuelto todo!

-    Sí, todo listo. Mañana tenemos otra reunión en las oficinas a las 8am, pero en media hora habremos acabado porque solo es para presentar al nuevo gerente y ya nos volvemos al hotel a por las maletas y al aeropuerto. Ese es el plan de mañana.

>> Nunca te imaginarias con quien he estado tomando un café.

-    ¿Con quién?, -se interesó Indhira.

-    Con Ángel.

-    ¿Con Ángel?, yo creí que había desaparecido, para siempre, después de 7 años. Y ¿qué te contó?

-    Pues volvió a aparecer. Me habló de vivir con atención, pero ya te contaré. Te dejo que estoy un poco cansado. Me voy a acostar.

-    Espera, que tengo una buena noticia. La Asociación ya tiene todos los permisos. Podemos comenzar a trabajar. -A Indhira se le notaba muy emocionada.

-    Sí que es una gran noticia. Mañana me cuentas todo.

-    Si, mañana nos ponemos al día. Descansa cariño. ¡Hasta mañana!, ¡te amo!

-    Yo, también, te amo. ¡Hasta mañana!

miércoles, 11 de enero de 2023

Amigos leales

 


Capítulo XV. Parte 13. Novela "Ocurrió en Lima"

>> Y, cambiando de tema, ¿qué tal tu encuentro con Pablo que es amigo tuyo desde hace mucho tiempo? –se interesó Ángel.

-    Uno de los atributos de la amistad es la lealtad y Pablo ayer me pareció de una lealtad inquebrantable. Gracias a él estoy capeando, con bastante dignidad, mi falta de memoria. No sé lo que pasará mañana cuando esté en casa con Indhira y con los niños. Pero no tengo miedo. Si no soy capaz de controlar la situación le contaré a Indhira la verdad sobre mi estado.

-    Si, -reconoció Ángel- es un gran amigo. Y, en cuanto a tu situación en casa, creo que saldrás airoso de la situación. Hablarle a tu esposa de tu falta de memoria solo depende de ti. Haz lo que creas que debes de hacer.

-    Dios te oiga, -y, de inmediato, caí en la cuenta de con quién estaba hablando- ¡uy!, perdón ya sé que te oye.

-    Y a ti también te oye. Dios escucha siempre y escucha a todos.

Por un momento seguimos caminando en silencio hasta que recordando a Pablo y a Diana le comenté a Ángel:

-    Me gustaría poder ayudar a Pablo. Parece que no está pasando por su mejor momento.

-    ¿En su matrimonio?, -no sé por qué preguntaba Ángel, seguro que lo sabía todo.

-    Sí. Creo que los amo a los dos, tanto a él como a Diana y por lo que me ha comentado están pasando por una crisis. Imagínate que él se quiere venir a trabajar a Miami dejando la gerencia de la empresa. En mis condiciones actuales creo que no tengo la información necesaria para poder ayudarles, ¿Qué opinas?

-    Que no necesitas más información que la que tienes. En realidad, se aman, pero les falta diálogo. El diálogo en la pareja es como el agua para las plantas. De la misma manera que la planta necesita el agua para vivir, la pareja necesita el diálogo para mantenerse viva, para mantener la ilusión, para saber uno de las necesidades de otro, para entenderse, para conciliar, para evitar suposiciones, para dialogar sobre sus sentimientos, sus ideas, para visibilizar los desacuerdos y para alcanzar los objetivos compartidos.

>> En esta pareja los dos quieren lo mismo, un hijo, pero no parece que estén dispuestos a trabajar por lo que desean. Esperan que llegue del cielo como llega el agua de la lluvia.

-    Eso es lo triste, que se aman y están dispuestos a echarlo todo por la borda. Cuando Pablo me contaba la historia, le dije que en cuanto llegáramos a Lima despediría a Diana y así se acababa el problema, ¿qué te parece?, -quise saber la opinión de Ángel.

-    No parece una buena idea. Creo que lo mejor sería que hablaras con Diana, que es algo que nadie ha hecho y escuchar que tiene que decir, para saber cuáles son sus sueños, y que espera hacer para conseguirlos. Seguro que así tendrás la información completa. Y a ti te va a hacer mucho caso.

Teniendo en cuenta que había quedado con Pablo para almorzar caminamos de vuelta al hotel. Había sido una mañana agradable en la que pude entender la razón de mi estado.

-    Antes de llegar, Ángel me hizo un recordatorio. ¿Recuerdas que te dije cuando te hablaba de las condiciones para incrementar el amor por uno mismo, el día que nos encontramos en el Malecón, por primera vez, bajo la garúa?

-    Creo que una de las cosas que dijiste fue que tenemos que vivir con atención, ¿te refieres a eso?

-    Correcto. Porque esa es la razón de que estemos ahora aquí, tú sin memoria y yo recordándote sucesos.

>> La vida es atención. Cuando pierdes la atención estás perdiendo la vida. Dios no quiere que seas ingeniero, ni que trabajes mucho. Dios quiere que te diviertas, que trates a todos como si fueran Él. Y si no puedes conseguirlo imagina que eres tú a quien tratas. Permanece atento. De esa manera tendrás muy claro de dónde vienes, para no volver sobre tus pasos. Recuerda que vienes del miedo y le has vencido gracias al amor. No lo olvides.

>> Nos encontraremos en Lima con tu memoria intacta. Feliz viaje de regreso a casa.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Volando a Miami

 



Capítulo XV. Parte 7. Novela "Ocurrió en Lima"

En las cinco horas y media que duró el viaje, Pablo siguió poniéndole al día de los temas que él consideraba importantes, referentes, no solo a la empresa, sino de los temas personales de los que Pablo tenía conocimiento, que eran los concernientes al funcionamiento en público, de su relación familiar. Por lo que estaba escuchando de su relación con Indhira y con los niños, eran la envidia de familiares y conocidos.

Se sentía feliz de lo que estaba escuchando porque, parece ser, que había conseguido tener una familia como siempre había deseado.

Nada más desembarcar del avión puso un muevo mensaje a su esposa:

-    Cariño, ya hemos llegado. Nos vamos al hotel a dejar las maletas y a comer algo rápido porque a las 3 nos esperan.

-    Indhira, que estaba pendiente del celular, contestó de inmediato- Papá llamó hace un rato para saber si habíais llegado. Está como loco de contento con esta operación. Dice que el domingo, en lugar de almorzar en su casa, nos invita a toda la familia, al completo, a un restaurante para celebrarlo. Tener cuidado. Te amo.

-     Yo también te amo. Te llamo a la noche.

Diana, que fue la que reservó el hotel, hizo un gran trabajo porque el hotel se encontraba justo enfrente de las oficinas donde celebrarían la reunión. Dejaron las maletas en la habitación y bajaron al comedor a almorzar. En el almuerzo Pablo terminó de ponerle al corriente de con quien se iban a reunir, de lo que iban a tratar y de lo que tenía que decir. Si no existía ninguna complicación, que no tenía por qué haberla, según le dijo Pablo, una vez que firmaran, la empresa que ahora dirigía sería un tercio más grande.

La reunión se realizó tal como había pronosticado Pablo. Se sintió tan cómodo y tan metido en su papel de presidente que, no solo se limitó a sonreír, sino que, participó activamente en los temas generales, con bastante acierto, mientras que los asuntos concretos los manejó Pablo con verdadera maestría.

Finalizada la reunión concretaron una visita de trabajo y una reunión con todos los directores para el día siguiente.

A las siete de la noche volvieron al hotel. Quedaron en ponerse ropa cómoda y encontrarse en el hall del hotel para salir a dar un paseo y cenar. Pero antes de separarse para ir cada uno a su habitación Antay le preguntó a su amigo.

-    Pablo, ¡ayúdame!, voy a llamar a casa. ¿Cómo trato a Indhira?, ¿por su nombre o le digo amor, cariño, mi vida, amor mío?, -cuando hable con ella, que al menos la llame como lo hago siempre.

-    Pues usas todas, menos el nombre y decir amor mío. Usas, con frecuencia amor, cariño y mi vida. Cuando tienes que decir su nombre la llamas Chiqui, que es como la han llamado siempre en su familia. Nunca Indhira.

-    Gracias Pablo, -y se separaron yendo cada uno a su habitación.