El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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miércoles, 8 de mayo de 2024

En búsqueda de la felicidad

 


Los seres humanos, en su búsqueda constante de satisfacción, a menudo intentan llenar sus vacíos espirituales con bienes materiales. Con un afán casi frenético, recorren un sendero que parece no tener destino, una ruta que los lleva a un punto muerto donde la felicidad sigue siendo una ilusión inalcanzable. Se preguntan por qué la alegría les es esquiva, si aparentemente poseen todo lo que desean. Pero la realidad es que carecen de lo esencial.

Les falta comprensión, una comprensión profunda de su verdadera naturaleza y propósito en la vida. No se trata solo de acumular riquezas o logros, se trata de conocerse a sí mismos, de entender sus pasiones, sus miedos, sus verdaderas aspiraciones.

Les falta fe, la fe en la posibilidad de transformación personal, en la idea de que pueden evolucionar más allá de sus circunstancias actuales.

Les falta voluntad, la fuerza de voluntad necesaria para emprender el arduo viaje del autodescubrimiento y el cambio personal.

Y, por último, les falta paciencia, la paciencia para perseverar a través de los desafíos, para esperar con tranquilidad y confianza los frutos de sus esfuerzos.

La sociedad moderna nos bombardea con el mensaje de que la adquisición de objetos es sinónimo de progreso y felicidad. Nos convencen de que el próximo dispositivo, el coche más nuevo o la casa más grande nos proporcionará la plenitud que anhelamos. Sin embargo, este es un espejismo que nos aleja de la riqueza verdadera que reside en las experiencias humanas auténticas: las relaciones significativas, los momentos de quietud y reflexión, la apreciación de la belleza natural y el arte.

Para alcanzar un estado de auténtica felicidad, debemos mirar más allá de lo tangible. Es imprescindible cultivar nuestro jardín interior, alimentar nuestro espíritu con sabiduría, compasión y gratitud. Solo entonces podremos comenzar a entender que la felicidad no se compra, se construye día a día con cada pensamiento consciente, con cada acto de bondad, con cada paso hacia el autoconocimiento.

Por lo tanto, lo que, realmente, nos falta no es algo que se pueda adquirir con dinero. Es un tesoro que se encuentra en el interior de cada uno, esperando ser descubierto a través de la introspección y el crecimiento personal. Es el viaje más desafiante y gratificante que uno puede emprender, y es accesible para todos aquellos que tienen el coraje de buscarlo.


domingo, 24 de marzo de 2024

Ten fe

 


Fe, es creer lo que no vemos. Es la confianza o creencia en algo o alguien, incluso en ausencia de pruebas empíricas. Es una fuerza motivadora que impulsa a las personas a perseguir sus sueños y mantenerse firmes ante la adversidad.

La fe, es una cualidad humana esencial que nos permite enfrentar lo desconocido con valentía y optimismo. Nos ayuda a construir confianza en nosotros mismos, en los demás y en el futuro. En última instancia, la fe es el cimiento sobre el cual se construyen la determinación y la perseverancia, permitiéndonos alcanzar nuestras aspiraciones más elevadas.

La fe es la sustancia que llena el vacío entre lo conocido y lo desconocido, proporcionando el puente sobre el cual uno puede cruzar de la duda a la certeza.

Es la expectativa silenciosa de que, a pesar de las circunstancias actuales, habrá un resultado favorable.

Donde falta la fe anida el miedo y el miedo cierra la puerta a la divinidad que siempre permanece al lado del ser humano. Porque es la fe la que abre la puerta que da acceso al interior de la persona, es la fe la que da acceso a la Energía Divina.

No importan los pensamientos que haya tenido la persona, ni el tipo de vida que haya llevado. Cuando la fe inunda al ser y este entra en contacto con su propia divinidad, se libera de manera inmediata del sufrimiento, del dolor y de la tristeza.

Es la persona, en su soledad, la que ha de actuar el interruptor de esa fe, porque esta no se compra en los supermercados, ni llega por acción divina en mitad de un discurso, ni se encuentra entre las páginas de un libro.

Una de las manifestaciones más poderosas de la fe es la confianza en uno mismo. Esta forma de fe es esencial para el crecimiento personal y el logro de metas. Es la creencia interna de que uno es capaz de superar obstáculos, aprender de los fracasos y tener éxito. La fe en uno mismo es el motor que impulsa la innovación y la creatividad.

Tener fe en los demás es otro aspecto crucial. Se refiere a la confianza que depositamos en las capacidades y la integridad de otras personas. Esta fe es la base de las relaciones personales y profesionales sólidas y saludables. Permite la colaboración y el trabajo en equipo, fundamentales para el progreso social y el desarrollo comunitario.

Mirar hacia el futuro con fe es adoptar una actitud de optimismo y esperanza. Es creer que, a pesar de los desafíos y las incertidumbres, el futuro alberga posibilidades y oportunidades. Esta perspectiva puede inspirar acciones positivas.


domingo, 7 de agosto de 2022

Dios se encarga

 Del libro Ocurrió en Lima. Capítulo II, parte 1

Habían pasado diez días desde el extraño encuentro que tuve con Ángel en el malecón y todavía le daba vueltas a su misteriosa desaparición y al todavía más extraño comentario del camarero insinuando que yo había estado solo, sin más compañía que la de un café. No quise investigar más, ¿para qué?, me daba igual la forma en que se había evaporado porque había sido real para mí y, con eso, era suficiente. Si algún día tengo nietos, será una de las anécdotas que les cuente de manera repetida, porque no creo que vaya a olvidarlo el resto de mi vida.

El mismo día del encuentro tuve una reunión con Pablo, ex compañero de trabajo y uno de mis pocos amigos, para tratar la posibilidad de iniciar un negocio juntos, pero fuimos conscientes de que no podíamos, casi ni pensarlo, con el poco dinero de que disponíamos, ya que, juntando los ahorros de los dos, no teníamos ni para alquilar el local y, endeudarnos con un préstamo, para algo que no sabíamos cómo iba a funcionar, no nos parecía lo más lógico a ninguno de los dos. Así que descartamos la idea y los dos coincidimos en que lo mejor sería iniciar la búsqueda de trabajo en alguna empresa del sector informático, por ser el ramo conocido por nosotros. Y a eso estoy dedicado una buena parte de mi tiempo. Buscando empresas y enviando o entregando, personalmente, el curriculum.

Sin embargo, creo que me falta fe. No me veo trabajando en ninguna empresa haciendo el trabajo que hacía. Cuando dejo el curriculum algo en mi interior implora para que no me den el trabajo. Está claro que si no consigo cambiar esa falta de fe no voy a conseguir que ninguna empresa me contrate. En realidad, creo que, aunque sea muy bueno en mi trabajo, me gustaría cambiar de actividad o hacer algo relacionado con la informática, pero de manera diferente. Podría, por ejemplo, diseñar páginas web o reparar computadoras en casa, sin tienda, sin taller, sin jefe. Sin embargo, cuando hablo conmigo mismo, para concretar a qué me gustaría dedicarme, no tengo respuestas claras. 

También hice algo que no había hecho, y que parecía necesario, un presupuesto de gastos para saber cuánto tiempo podía subsistir con mis ahorros. El resultado fue esperanzador. Podía aguantar sin tener ingresos durante los próximos 12 meses. Hay que tener en cuenta que mis únicos gastos son, por un lado, los derivados de la alimentación y limpieza, en el supermercado y, por otro, los gastos fijos de la casa, agua, luz, gas, teléfono y mantenimiento. El pequeño departamento, donde vivo, es de mi propiedad y no genera más gastos que el mantenimiento. Soy un poco huraño y mi diversión es la lectura y alguna película romántica en la tele, por lo que mis gastos extraordinarios se reducen a la mínima expresión.

Sin embargo, encontrarme sin trabajo y sentir en mi interior la falta de fe para conseguirlo, hacía que, de vez en cuando, me embargara la tristeza, la frustración y la impotencia y, en medio de ese estado, que podría calificar como deplorable, sobre todo por no estar acostumbrado a él, comencé a pensar que la vida era un escenario lleno de injusticias. Pensaba que no merecía vivir una situación como esa, y menos una carestía de dinero, como en la que me encontraba inmerso, cuando siempre, durante toda mi vida, la generosidad había sido mi bandera.

Bien es cierto que nunca ayudé a nadie pensando en ninguna recompensa, pero, ahora, sí que venía a mi mente recordando la tontería de que “por cada céntimo que se da se recibe diez veces más”. Estaba más que claro que solo era una bonita frase con la que algunos podrían encontrar alivio en su pobreza.

Recordé, entonces, un comentario que mi madre siempre decía cuando se presentaba algún acontecimiento difícil: “Dios se encarga”. No recuerdo que Dios se encargara de solucionar a allanar el camino por el que transitábamos entonces. Y, ahora, tampoco, ya que pasaba el tiempo y, por supuesto, Dios no terminaba de encargarse. No le recriminaba a Dios, pero sí que me preguntaba ¿por qué?, ¿por qué de la nada me había quedado sin trabajo?

Cuando veía pedir limosna a ancianos o a mamás con niños, o cuando veía a personas rebuscando en las basuras que esperaban, a las puertas de los edificios, ser recogidas por el personal de limpieza de la municipalidad, algo para comer o vender, llegaba a la comprensión de que, a fin de cuentas, yo era un afortunado porque tenía una casa donde vivir y comía cada día, a pesar de no tener ningún ingreso.

 Pero vivir así, cada día, era como una gota que va cayendo inexorable en el vaso, con lo que este no solo se iba a llenar, sino que comenzaría, más pronto que tarde, a rebosar.

Para completar las enseñanzas de Ángel comencé a buscar por internet artículos sobre el amor y la energía y, entonces, fui consciente de que estaba muy relacionado con la espiritualidad.

Nunca había leído nada parecido. Sabía algo, muy poco, de religión, lo que había ido aprendiendo en el colegio, pero nunca alguien me había hablado de espiritualidad. Según iba saltando de una página a otra me topé con escritos de los autores de la espiritualidad en los que afirmaban que Dios vivía en el interior del ser humano y que no era necesario levantar los ojos al cielo para implorar un milagro, ya que con recogerse hacia el interior, hacia el corazón, era suficiente, ahí estaba Dios.

He hice algo que no había hecho nunca. Me senté a meditar como aconsejaban los autores en sus escritos. Lo hice, más que nada, para ver de qué se trataba. Comencé sintiendo la respiración, aunque no sabía muy bien si lo que respiraba era aire o tristeza. Y, después, de un rato viajando en ese aire o en esa tristeza, llevé la atención a mi corazón y se me ocurrió preguntar:

-    ¿Hay alguien ahí?

domingo, 10 de abril de 2016

Fe

PERLAS PARA EL ALMA


La perfección de Dios se encuentra en cada una de las circunstancias que nos toca vivir, en cada uno de los procesos que nos toca atravesar. No somos nosotros quienes para juzgar Sus acciones, Sus maneras, porque cada cosa está planificada como debe ser.

            Dios sabe el motivo o los motivos por los que las cosas suceden.

            La fe no solamente consiste en aferrarse a Dios en tiempos difíciles, sino también es tener la certeza de que sin importar cuán duro o cuán oscuro sea el camino, siempre, siempre habrá una manera de salir y encontrar Luz.

miércoles, 14 de enero de 2015

El sentido de la vida (1)


La felicidad es como una mariposa.
Cuanto más la persigues, más huye.
Pero si vuelves la atención hacia otras cosas,
ella viene y suavemente se posa en tu hombro.
Viktor Frankl
La felicidad no consiste en adquirir y gozar,
sino en no desear nada,
pues consiste en ser libre.
Epicteto de Frigia
Volvía caminando a casa cuando escuche en una de las múltiples emisoras o altavoces que se escuchan en la calle una especie de discurso o sermón, que hizo que me detuviera un momento para escuchar de qué iba, porque lo primero que escuché captó mi atención. Decía alguien que parecía ser un guía religioso: “El sentido de la vida solo es hacer felices a los demás. Los que tienen esto claro y lo practican son tan o más felices que aquellos a los que ellos intentan hacer vivir la felicidad”.
Seguí caminando con varias preguntas, relativas a la vida, en mi mente: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cuál es el sentido de mi vida?, ¿Cuántos habrán conseguido crecer a mi lado, y cuantos se habrán sentido desdichados?, ¿Estaré viviendo según lo previsto?, ¿Realmente habrá algo previsto? Si hecho la vista atrás tengo la sensación de haber vivido cuatro o cinco vidas en esta misma vida. Puede servir como ejemplo los veintitrés cambios que he hecho de vivienda, aunque esto, visto así, bien podría únicamente representar que me gusta el cambio. Y si, realmente me encantan los cambios, aunque creo que también han existido mudanzas internas.
 
Son muchas las veces que me he preguntado que hago aquí. La vida siempre me ha parecido tonta y aburrida, a pesar de vivir intensamente, y no solo ahora, sino a lo largo de muchas etapas de mi vida. Pero la vida, por muy intensa, emocionante y llena de contenido, que sea, el saber de ella que no es más que una ilusión y que puede acabar en cualquier instante, hace de ella, según mi parecer, algo dual: Disfruto de ella, pero me gustaría quemar las etapas rápidamente para encontrarme al otro lado. Si, ya sé que la vida es una elección y que es a través de ella como vamos a aprender a amar y a alcanzar la unión con Dios, pero eso no quita que en mi mente aparezca de vez en cuando el pensamiento de ¿Qué hago aquí?
La frase de que el sentido de la vida es intentar hacer felices a los demás, se puede quedar, y de hecho se queda, en eso, en una frase bonita, porque la inmensa mayoría de las personas no piensan en hacer felices a los demás, (con la excepción, lógica, de alguno de sus seres queridos), únicamente buscan ser felices ellos, pero no saben como, y eligen un camino equivocado, que no solo no les acerca a la felicidad, sino que cada vez les separa más de ella.
El mejor sentido que le podemos dar a la vida es precisamente hacer felices a los demás. Es la mejor manera de conseguir la propia felicidad, pero ¿Cómo se hace para que los demás sean felices? Indiscutiblemente se consigue prestando atención a la vida, y aplicando la mejor de las medicinas: No desees para nadie aquello que no deseas para ti. Respeta como a ti te gustaría ser respetado, escucha como a ti te gustaría ser escuchado, agradece como a ti te gustaría que te agradecieran, ayuda como a ti te gustaría ser ayudado, sonríe, se honesto, cumple tu palabra, y sobre todo ama, ama por encima de todo.
Es difícil, lo sé, pero es más fácil alcanzar así la propia felicidad, que esperando que se infle la cuenta corriente. Y una buena manera de comenzar es intentarlo en el propio entorno, en la familia, en el trabajo, con los amigos.
Suerte. ¡Que seas muy feliz, haciendo felices a todos los que te encuentres!

 

viernes, 3 de octubre de 2014

Volver al Paraiso


            La historia que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
            Eso era debido a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la sabiduría y el perfecto equilibrio.
 
Parece difícil, y posiblemente lo sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde, no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de vuelta de a Dios.
 Sé que solamente parecen palabras, y en palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino, eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa igualdad, y eso te acercará al Paraíso.

 

lunes, 14 de julio de 2014

Volver a ser como niños


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (11 de Julio de 2014)        



Dios quiere que nos hagamos como niños y volvamos a su regazo. Este es el tipo de fe que todos tenemos que tener.

miércoles, 2 de julio de 2014

¿Qué es la fe?


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (30 de Junio de 2014)        

 
La fe es la principal de las virtudes, es agradecer aquello que todavía no hemos obtenido, y pensar que ya lo hemos conseguido, aun si todavía no lo hemos visto.

miércoles, 25 de junio de 2014

Lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra


Esta es una entrevista que La Vanguardia Digital le realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.
 
Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. "Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando”. Hay que entrenar esa mente.
Tengo 48 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Soy católico. Acabo de publicar Madera líder (Empresa Activa) IMA SANCHÍS - 18/10/ 2004
 
- Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?
-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.
- ¿Psiconeuroinmunobiología?
-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad, (y ha sido demostrado de forma sostenible), de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.
- ¿De qué se trata?
-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.
- ¿Qué tipo de cambios?
-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.
- ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?
-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
- ¿Cambiar la mente a través del cuerpo?
-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientosque nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.
- ¿Dice que no hay que ser razonable?
-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
- Exagera.
-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.
- Más recursos....
-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.
- ¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?
-Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".
- ¿Seguro que no exagera?
-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
- ¿Hablamos de filosofía o de ciencia?
-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harvard han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.
- ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?
-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.
- ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.
- La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.
- Deme alguna pista.
-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.
- Ver lo que hay y aceptarlo.
-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

martes, 3 de junio de 2014

Relaciones y sufrimiento


            Los seres humanos, vivimos en la materia en un mundo que nos rodea, en un mundo que nos envuelve, en un mundo que nos engulle con sus fauces y que nos afecta completamente para el desarrollo de nuestra vida, tanto física como emocional y mental.
            Si el ser humano viviera aislado en una cueva, su vida ya no estaría determinada por su entorno, su vida estaría determinada por su mundo interior, porque no habría sociedad que le impusiera normas o costumbres, no habría sociedad que comentara su modo de vida, no habría sociedad que le condicionara con la inercia del pensamiento social. Por lo tanto, al no existir para esa persona un mundo exterior, solamente podría recurrir a su mundo interior. ¿Es bueno?, puede serlo para algunos. ¿Es lo que tendríamos que hacer? Por supuesto que no. Es posible que el camino de algunos sea aislarse, pero no es la norma de todos los que decidimos vivir una vida física, ya que casi todos venimos a la vida para aprender en sociedad, venimos a la vida para interactuar con el resto de seres humanos, venimos a la vida para aprender a amar, y todo esto en una cueva no sería factible.
            En el mundo que hemos decidido vivir nos estamos relacionando de manera permanente con otros grupos de seres humanos que como nosotros están aprendiendo a vivir, están aprendiendo a amar. Y es ese aprendizaje hay una asignatura que sobresale por encima de cualquier otra cosa, es la asignatura en la que prácticamente todos los seres humanos sacamos matrícula de honor: es “el sufrimiento”, esa emoción que todos aprendemos desde bien pequeños. Nuestros padres, nuestros maestros, nuestros educadores, la sociedad en suma, son expertos en enseñar a sufrir. Si fueran tan diligentes para enseñar a ser felices, el mundo sería otra cosa totalmente distinta.
            En nuestras manos está el que nuestra matrícula de honor en sufrimiento sea flor de un día, y no sea una asignatura que a pesar de tener aprobada, queramos repetirla una y otra vez hasta……. Hasta no sabemos cuándo.
 
            ¿Intentamos no repetir esa asignatura?
            La causa del sufrimiento se encuentra en nuestro pensamiento, por lo tanto solo hay que cambiar el pensamiento. ¡Es fácil!, ¿Verdad? Bueno, lo fácil es decirlo, llevarlo a la práctica es un poco más complicado.
            En nuestras relaciones se encuentran las mayores causas de sufrimiento. Aunque cada persona que se asoma a esta ventana tiene, seguro, sus propias causas de sufrimiento, creo que en los siguientes tres apartados se encontrarían recogidas la mayoría de ellas:
1)      Enfermedades de seres queridos, muerte de estos, enfermedades propias.
2)      Decepciones, difamación o engaños de familiares y amigos.
            3)      Carencia que impiden cubrir las necesidades básicas.

            En todos los casos, graves o leves, tenemos que tener una pregunta y su respuesta en la mente: ¿Soluciona el problema darle vueltas al problema una y otra vez en la cabeza? (Contéstate tú mismo).
            Vamos a comenzar por el tercer apartado: La carencia, la pobreza. Ese estado en el que no llega el dinero para los gastos básicos, ni tan siquiera para poder alimentar a tus hijos, o para gastos médicos imprescindibles. Es una situación dramática. Puedes pensar: ¿Cómo no sufrir?, sería de seres deshumanizados no hacerlo.
            Hemos de recordar que con el sufrimiento no se va a conseguir el dinero que falta. El Universo es como un espejo y nos devuelve aquello que permanece en nuestra mente. Si sufrimos por la pobreza, por la carencia, por aquello que nos falta para cubrir las necesidades básicas, lo que vamos a recibir es más de lo mismo, más carencia, más pobreza. Sin embargo, si enfocamos nuestra atención en lo que tenemos, si enfocamos nuestra atención en agradecer que tenemos para comprar comida, aunque sea solamente para dos días, el Universo se encargará de ir aumentando esa cantidad. Dios provee.
Existe una Ley en el Universo, la Ley de Precipitación, que hace que una persona atraiga las cosas que necesita. Para ello el ser humano necesita tener purificado su cuerpo emocional. Es decir, sin sufrimiento.
En otra época, al principio de los tiempos a toda la humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en su actividad física en este planeta. Pero cuando el individuo desperdicia su energía en las diversas maneras que crean destrucción dentro y alrededor del cuerpo emocional, se pierde el Poder de Precipitación. La Ley de Precipitación sencillamente está en el Universo, y está actuando en todo momento para traer bendiciones y perfección a la humanidad.
No hace falta ningún comentario más.
En cuanto al sufrimiento producido por decepciones, difamación o engaños de familiares y amigos, volvemos a preguntarnos: ¿El sufrimiento limpia el mal hecho? No lo hace. Lo único que hacemos con sufrir y rememorar de manera permanente el daño recibido es como si nos estuvieran engañando cada día, mientras el ofensor vive tan plácidamente.
Lo que se ha de hacer en estos casos es, en primer lugar, denunciar, poner el caso en manos de la justicia de los hombres. La justicia de Dios ya se encargará en su momento, es la Ley del Karma.
Y en segundo lugar, para nuestra estabilidad emocional, es perdonar sinceramente la ofensa y bendecir al que nos ha ofendido. Es la única manera de no ir tomando una gota de veneno cada día, que al cabo del tiempo puede malograr el cuerpo físico, teniendo en cuenta que el cuerpo emocional ya lo hemos destrozado con tanto recuerdo y con tanto sufrimiento.
Y por último en el sufrimiento generado por enfermedades de seres queridos, muerte de estos o enfermedades propias, después de recordar que el sufrimiento ni sana al enfermo ni le devuelve a la vida, hay que pensar en el caso de enfermedad en el enfermo. Por un lado, le estamos añadiendo con nuestro sufrimiento una dosis de dolor adicional, ya que puede sentirse culpable que por su enfermedad nos está haciendo sufrir, y por otro, con el sufrimiento nuestra energía no se encuentra al cien por cien, por lo que nuestra dedicación al cuidado del enfermo no es completa.
En el caso de muerte, si realmente se ama a la persona fallecida, hemos de tener presente que al lugar al que ha ido sólo hay paz, amor, felicidad y alegría. Desde el otro lado de la vida nos están viendo de manera permanente, y aunque vean nuestro dolor, no disminuye ni un ápice su estado de gozo. Por lo tanto, si realmente amamos a la persona que ha dejado el cuerpo, solo nos queda alegrarnos, porque su cambio de estado ha sido una bendición para él.
Si sufrimos con nuestra propia enfermedad, lo único que estamos haciendo es añadir dolor al dolor, sufrimiento al sufrimiento. Podemos entregarle la enfermedad a Dios y pensar que Dios provee siempre lo mejor para el alma, por lo tanto, solo debería permanecer en nuestra mente: “Señor, hágase Tu Voluntad”.
Y debería permanecer el mismo pensamiento de “Señor, hágase Tu Voluntad” en cualquier circunstancia de nuestra vida, alegre o triste, en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la pobreza.
Aclarar, para terminar que no sufrir es estar en paz, no es estar de fiesta, ni cantando, ni bailando. Solo es encontrar la paz interior que nos va a permitir afrontar las situaciones con total serenidad, y con total fortaleza, para dar el ciento por ciento de nosotros mismos.
Animo, puede hacerse.

lunes, 21 de abril de 2014

Las virtudes, la pareja y el amor


Los hombres y las mujeres a veces descubren
que es difícil encontrar a la pareja deseable para el matrimonio.
Puede ser cierto.
Pero hay otro componente en la situación:
No es suficiente encontrar a la persona adecuada,
nosotros debemos ser la persona adecuada.

Siempre he creído que no existe ninguna diferencia entre el amor humano y el amor divino. Y eso es así porque el amor es único, no existen diferentes tipos de amor. El error consiste en que los seres humanos pensamos que el amor es una emoción, y no es tal, el amor es energía, y no esa idea romántica que tenemos los seres humanos del amor. Como decía en la entrada del poder del amor, el amor no se acaba porque es la fuerza de la vida. El amor es la fuerza que mantiene girando en perfecto orden a los planetas en el cielo. El amor es la fuerza de vida que mantiene los latidos del corazón. El amor es la Fuerza Divina que se mueve en todos los seres humanos, porque somos hijos de Dios, y Dios es Amor.
Pero está claro que ninguno de los que nos movemos por esta vida en la materia, o casi ninguno, podemos hablar del amor, como sensación, como energía. Podemos hablar de él de manera teórica, ya que si hubiéramos conseguido sentir ese amor, nos faltaría muy poquito para irnos y no volver nunca más, ya que habríamos llegado al final de nuestro aprendizaje en la Tierra.
Por lo tanto, como todo el amor que los seres humanos conseguimos dar y conseguimos sentir, es producto de un pensamiento. Vamos a llamarlo en esta entrada amor humano, para diferenciarlo del amor energía o mejor llamado Amor Divino.
 
El Amor Divino lleva intrínseco todas las virtudes. No en vano, el Amor Divino es el amor que siente Dios por cada uno de nosotros, por lo tanto en el Amor Divino esta la paciencia, esta la tolerancia, esta la comprensión, esta la bondad, esta la falta de crítica y de juicio, esta el servicio, en fin, todas las virtudes se encuentran reflejadas en el Amor Divino. Sin embargo, en el amor humano no es tal. Por el mero hecho de amar a nuestra familia o a nuestros amigos, con nuestra errónea idea del amor, no estamos exentos de enojarnos con ellos,  no estamos exentos de hacerles sentir culpables por algo en alguna circunstancia, no estamos exentos de engañarles, no estamos exentos de juzgarles, no estamos exentos de herirlos emocionalmente, de estamos exentos de ejercer algún tipo de dominio o de control sobre ellos, no estamos exentos de perder la paciencia con ellos, no estamos exentos de gritarles, no estamos exentos de hacerles algún tipo de reproche. Cuando se ama con el Amor Divino, nada de esto ocurre, porque el Amor Divino lleva implícitas todas las virtudes. ¿Os imagináis a Dios perdiendo la paciencia, o gritando por algo que hemos hecho mal, o reprochándonos alguna cosa?, ¿Os imagináis a Dios engañándonos?
Por lo tanto amar como amamos los humanos, con el pensamiento, hace que tengamos que trabajar el resto de virtudes si queremos, no solamente crecer y evolucionar, sino que nuestro amor dure. Por ejemplo: piensa en esa pareja que comienza su convivencia, y que al cabo de poco tiempo comienzan ciertas desavenencias, porque un miembro de la pareja es ordenado y el otro no, o porque a uno de ellos le gusta seguir saliendo de noche, aunque sea de vez en cuando con sus amigos, o sencillamente porque uno aprieta el tubo de la pasta de dientes por abajo y el otro por el medio, o que uno se crea superior por el hecho de ser hombre. Si no existe la paciencia, o la igualdad, o la tolerancia, o la comprensión, en poco tiempo estarán discutiendo, gritándose, posiblemente agrediéndose, ya sea de palabra o de obra. ¿Cuánto les va a durar el amor?, les va a durar un suspiro. A esta pareja, y a tantas y tantas, las ha engañado su pensamiento.
Debemos trabajar sobre todo la paciencia, la tolerancia y la compresión. Para ello piensa que tu también haces cosas que no le gusta como lo haces a tu pareja, y que si tu eres comprensivo/a, paciente y tolerante, a tu pareja posiblemente le resultara mas fácil ser paciente contigo, ser tolerante y comprensivo/a.
Animo, puedes hacer que tu relación de pareja se dulcifique, y no digo que vaya a durar toda la vida, pero el tiempo que dure será un verdadero gozo y no un sufrimiento lleno de reproches, de críticas, y sepa Dios cuantas cosas más.

sábado, 11 de enero de 2014

Fe, esperanza y caridad


Dedicaba la entrada anterior a una virtud: la humildad, y en esta entrada quiero dedicarla a otras virtudes, las teologales, que son: fe, esperanza y caridad; por ser tan o más necesarias para la realización de nuestro trabajo interior como lo es la humildad.
Pero, ¿Qué es una virtud? Una virtud es una cualidad moral que se considera buena, es un hábito espiritual, es un buen hábito. Se adquiere por la repetición de actos moralmente buenos y reiterados. Una virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Las virtudes se oponen a los vicios. Un vicio se adquiere, como la virtud, con la repetición de actos, pero que en este caso los podemos considerar moral y físicamente perniciosos.
Un virtuoso es aquel que sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las metas de los otros, un virtuoso es aquel que pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo diferente, un virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente». ¿Te identificas?
Las virtudes pueden ser cardinales, que son el principio de las demás cualidades morales, y teologales, que son las virtudes que tienen como origen, motivo y objeto inmediato al mismo Dios.
Fe, es la virtud por la que creemos en algo que no vemos, y en lo más importante que podemos creer sin ver, es en Dios, ya que aunque todo a nuestro alrededor, incluso nosotros mismos, somos una prueba, yo diría que irrefutable, de que Dios existe, no se le ve, por lo tanto creer en Él es un acto de fe. Es un acto de fe creer en guías, ángeles, Maestros; es un acto de fe creer en el alma; es un acto de fe creer en la reencarnación, es un acto de fe creer que existe la iluminación y que podemos llegar a ella.
Por lo tanto, es imprescindible la fe para realizar cualquier tipo de actividad que nos acerque a Dios.
Esperanza es la siguiente virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra felicidad, confiando en las promesas de Cristo, y perseverar hasta el fin de nuestra vida terrena.
La vida, llena de problemas, llena de sufrimiento, llena de dificultades y de decepciones, hace que los seres humanos caigamos en el desaliento y pensemos que no hay nada que hacer, que todo es inútil. Es la esperanza la nos da el ánimo y la constancia en la lucha, asegurándonos el triunfo.
La fe y la esperanza no tienen ningún sentido si no desembocan en el amor y en la caridad. Por la fe tenemos el conocimiento de Dios, por la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por la caridad amamos y obramos de acuerdo a las leyes divinas, las leyes del amor.
La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro hermano como a nosotros mismos. Jesús hace de ella un nuevo mandamiento: “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros”.
Hay quien puede pensar que caridad es dar alguna de las monedas que nos sobran al mendigo que está sentado en una esquina. Es mucho más que eso, sentir auténtica caridad, es amar sinceramente, es servir, es perdonar, es ser paciente y no irritarse, es dulzura, es bondad, es tolerancia, es misericordia, es respeto, es entrega, es generosidad, es….
Por lo tanto, todos los que nos creemos trabajadores de la Luz, todos los que buscamos la Unión Divina, hemos de comenzar a vivirla en el cuerpo, hemos de creer en todo lo que no vemos, hemos de esperar que vamos a alcanzar eso que no vemos, y lo vamos a conseguir con una herramienta muy difícil de conseguir, la caridad, que no es más que amar a nuestros hermanos.