El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Niño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Niño. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de agosto de 2016

La enseñanza de los niños


PERLAS PARA EL ALMA


          Estamos enseñando a nuestros hijos prácticamente lo mismo que nos enseñaron a nosotros. Lo cual es normal.

          Pero, ¿Somos completamente felices sabiendo resolver problemas matemáticos?

          Y si primero les enseñamos a amar, algo que posiblemente no nos enseñaron a nosotros, y ¡ya llegarán las matemáticas!.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Derribando tabúes de la pareja


            Un alto porcentaje de infelicidad y sufrimiento tiene su origen en la relación de pareja, cuando curiosamente elegimos a nuestra pareja para, en teoría, pasar toda una vida de felicidad.
            Hay parejas, o mejor dicho los miembros que componen la pareja, que después de cierto tiempo sienten que les falta algo, que no disfrutan con la relación, que no son felices, que se sienten incompletos. Y, por supuesto, la relación comenzó con todos los requisitos necesarios: Maripositas en el estómago, un estado de devoción en el que casi tocaban a Dios, una necesidad permanente de verse, tocarse, escucharse, sentirse, con cara de iluminados por su sonrisa permanente y con un olvido total del resto del mundo.
            Después de esos comienzos, pueden haber establecido una relación legal o de hecho, no importa, los papeles están bien para las cuestiones legales, pero para la cuestión del “ser”, para las cuestiones energéticas, para los compromisos adquiridos o para su compromiso con Dios, (si, con Dios), no importa si la relación es legal o no.


            Y al cabo de cierto tiempo, no importa cuánto, ni como era el tipo de pareja formada, ¡Oh, el amor se acabó!, y ahora ¿Qué?, porque las estructuras sociales, religiosa, familiares y en muchas ocasiones económicas, les obligan, aunque mejor estaría decir se obligan ellos mismos, a seguir juntos, con todo lo que eso significa: silencios, gritos, rencores, chantajes, infidelidad, engaños, maltratos, etc., etc.
            A pesar de esas estructuras sociales, es posible que se separen unos veinticinco millones de parejas anualmente en el mundo, (son cálculos extrapolados), y en muchos casos, no en todos afortunadamente, también es posible que antes, durante y después de la separación, o uno o los dos miembros de la pareja, hagan la vida imposible al otro.
El origen del problema no es otro que el desconocimiento de lo que es una relación de pareja y de la razón por la que se forma, así como del ingrediente o ingredientes imprescindibles, tanto para mantenerla como para darla por concluida.
Toda nuestra vida gira en rededor de parámetros erróneos, siendo el más grave la creencia de que somos un cuerpo, sin ninguna misión, salvo la de ser “personas de provecho” y conseguir lo mejor: mejor empleo, mejor casa, mejor coche, mejor pareja, mejores hijos, mejor todo. Como consecuencia de eso, todas nuestras acciones van a ser erróneas después de una lucha despiadada y sin cuartel con la propia vida.
Los seres humanos llegamos a la vida con un Plan establecido. Recogido en ese Plan se encuentran nuestras relaciones. Por lo tanto primer error: Las relaciones no son fruto de la casualidad o del encuentro con nuestra media naranja o nuestra alma gemela; las relaciones se establecen para aprender algo, para enseñar, para recibir algo que se debe o para pagarlo y están establecidas de antemano, de la misma manera que está establecida su duración, no tanto en tiempo,  ya que el tiempo solo es algo inherente a la materia y el Plan viene establecido desde el otro lado de la vida, sino en cuanto a la conclusión del trabajo, o cuando se comprueba que el trabajo va a ser irrealizable, (como sucede en un alto porcentaje de parejas).
Por lo tanto sería bueno desterrar la romántica idea de que se establece una relación para toda la vida, porque no va a ser así, o no va a ser así en un ochenta por ciento de relaciones, aunque no todas llegan a romperse. Si prefieren sufrir y ser infelices, es su decisión.
El segundo problema o error es que en las relaciones está ausente el Amor, y está ausente porque eso es justamente lo que tratamos de aprender con nuestras encarnaciones en la materia vida tras vida. No sabemos Amar, y lo que llamamos amor, que es en lo que basamos la relación, no es más que una mezcolanza de apego y deseo. Si a esa mezcla le añadimos el pensamiento social, la presión familiar, el fariseísmo religioso, los hijos y la posible precaria situación económica, la ruptura de la pareja es como una bomba atómica explotando en el salón de la casa familiar.
La metralla de la bomba son un sinfín de desencuentros en los que se llegan a utilizar hasta los niños como arma arrojadiza. Hay una parte de la pareja, normalmente los padres, que puede llegar a perder completamente el contacto con sus hijos por las maniobras y malas artes de la otra parte. Es terrible.
Todo esto se podría evitar si todos fuéramos conscientes de nuestro papel en la vida. Pero ya que eso parece difícil de conseguir podemos asirnos al amor, aunque sea esa emoción que sentimos los humanos. Si se pusiera un poco de amor en la pareja es posible que se pudiera mantener en la ruptura y utilizarlo en la separación junto con el respeto y la generosidad, aplicando además la Regla de Oro: No quieras para el otro, lo que no quieres para ti. Así no se utilizarían a los hijos como arma arrojadiza, no existiría ningún tipo de chantaje, y los dos miembros de la pareja arreglarían la vida de separados conjuntamente, de la misma manera que organizaron de manera conjunta la unión.
Siempre en estos casos se comenta “Es que las cuestiones del corazón son difíciles”. El comentario es erróneo, la formación de la pareja y su separación solo es una cuestión de la mente, otra cosa sería si entrara en juego el corazón con el auténtico Amor. Las cosas del corazón son las más fáciles.

sábado, 19 de septiembre de 2015

La mochila que cargan los bebés


El mero hecho de nacer no significa que el nuevo bebé que ha aparecido en el mundo esté completamente limpio de polvo y paja. No, a pesar de su bisoñez carga una mochila importante: Carga su mochila kármica, carga recuerdos de otras vidas, sobre todo de las últimas, que pueden afectarle de manera importante en la nueva andadura que inicia en la Tierra.
 Miedos, enfermedades, fobias, simpatías, afinidades y desencuentros son algunas de las actitudes, emociones o sentimientos, que sin razón aparente, pueden desarrollar o sentir los niños hasta su entrada en el mundo de la razón, y posiblemente hasta su madurez, o hasta su siguiente vida si no consiguen sanarlo en la actual.

Relato a continuación algunos de los últimos casos tratados:
Elisabeth, de seis años que con el paso del tiempo se le ha ido agudizando el miedo a la oscuridad que tenía desde bien pequeña, al que se le ha unido según ha ido creciendo miedo también a la cruz, sobre todo en las que se encuentra la imagen de Jesús, ensangrentado y coronado de espinas. Además para más inri escolarizada en un colegio de monjas. Los miedos son motivados por recuerdos de su última vida, en la que estuvo internada en un convento de clausura, en contra de su voluntad, y se pasó la vida en una celda oscura con la única compañía de una cruz con la imagen de Jesús. En la actualidad en su inconsciente piensa que la van a enclaustrar también en esta vida. Por supuesto, nada más lejos de la realidad.
Rakel, de siete años. Miedo a la soledad prácticamente desde su nacimiento, que con el paso del tiempo ha ido en aumento con la sensación añadida de que alguien la observa casi de manera permanente. El miedo es motivado también por el recuerdo de su última vida en la que no tenía familia y la fueron llevando de casa en casa, sin ningún tipo de amor ni de cariño. En la vida actual tiene miedo de que eso vuelva a ocurrir y la abandonen sus padres. Aunque no hace falta decirlo quiero comentar que los padres están locos de amor por su hija y preocupados por sus miedos.
Raul, tres años. Un niño cien por cien amoroso. Besa y abraza de manera permanente a sus padres, a sus amigos, a sus compañeros, a sus vecinos, a sus conocidos, en fin, a todo el mundo, excepto a su maestra en la guardería. Su maestra en la guardería le hizo daño, sin ella pretenderlo en una vida anterior, y al encontrarla en esta vida, se activó su recuerdo y su rechazo hacia ella.
Lorena, tres años. Con un salpullido alérgico en la nuca que no se va de ninguna manera. Lo que tiene es un enfado con su papa porque la ha hecho daño en otras vidas y en esta, la niña en su inconsciente cree que la sigue haciendo daño, cuando su papa ya la ha pedido perdón de alma a alma y es muy amoroso con ella.
Podría relatar varios casos más, pero no parece necesario.
No quiere decir que todos los niños que tengan problemas de miedos, alergias o rechazos sean motivados por problemas de otras vidas, pero si un porcentaje importante. También podría mencionar algunos de la propia vida generados en sus primeros meses de vida, porque hay para todos los gustos.
Lo importante es saber qué hacer, o al menos intentarlo, en cualquiera de los casos, y no quedarse con la cantarela de que mi niño tiene este o aquel miedo y no hacer demasiado caso. Siempre hay una razón.
En casi todos los casos se ha de realizar un doble trabajo, uno terapéutico en el que se vaya eliminando la energía del miedo o del rechazo, y el otro de amor enviado  por sus padres. El trabajo de los padres tiene una doble vertiente: Una consciente en la que han de tratar a su hijo con auténtico amor, sin ningunear sus miedos, y otra un trabajo de almas, en el que han de expresar ese amor con palabras para que su alma lo reciba cuando el niño se encuentra dormido o a punto de hacerlo.
Nuestra mochila, en la que se encuentran nuestros traumas, nuestros miedos de otras vidas y por supuesto el Karma que nos hemos regalado para deshacernos de él, es más importante de lo que podamos pensar.

lunes, 6 de julio de 2015

Sobre los niños (Aura familiar)


            Cuando dos personas inician una vida en común, con independencia de sus auras individuales, se va formando un aura de pareja, aura que podemos denominar también aura de familia.
            El aura de familia es el conjunto de la energía de los dos miembros de la pareja, tanto en el plano individual como en el plano de actuación en esa mini sociedad que han formado. Es decir, no solamente la energía de cada individuo pasa a formar parte del aura de familia, sino también la energía derivada de su comportamiento en su mini sociedad. Por ejemplo: Los dos miembros de una pareja pueden ser, cada uno de manera independiente, encantadores, compasivos y alegres, pero su relación puede ser un caos, de gritos, de enfados, de engaños o silencios. La energía generada por su mala relación es la que va a ir ganando terreno, por lo que su aura de familia será cada vez más pequeña, más sucia, más pegajosa y más oscura, por usar calificativos que todos podamos entender como negativos y, que a todos nos acerquen a algo realmente asqueroso. Por supuesto que también se van a ver afectadas sus auras individuales.
            Las auras individuales y el aura de familia se van retroalimentando la una a las otras y viceversa.
            Cuando una pareja tiene una relación conflictiva, desde luego lo ideal sería que abandonaran la idea de mantener esa relación que les está destruyendo, e iniciar una separación basada, ya que parece que no puede ser en el amor y el cariño, que fuera al menos en el respeto.
            Pero no es el tema de esta entrada la relación conflictiva de las parejas, sino intentar saber que ocurre con el aura de familia, sobre todo cuando esa familia aumenta con la llegada al mundo de los hijos.
 
            Con independencia del cordón umbilical etéreo, que va a existir entre una madre y su hijo siempre, aunque cada vez más debilitado en la edad adulta. El niño, desde que nace hasta aproximadamente los siete años, tiene un campo energético, completamente vulnerable al ambiente en el que vive. Es decir, está completamente abierto a la energía del exterior, pero sobre todo a la energía de sus padres y por supuesto a la energía del aura familiar, de la que él ya forma parte, y reacciona de manera permanente, en función de su temperamento o su carácter, o mejor, lo que será su temperamento y su carácter.
            Ante la misma energía un niño puede sentir miedo, o ponerse enfermo y otro no, o lo manifieste más suavemente porque sea menos sensible. Pero a todos les va a afectar, la diferencia estriba en la sensibilidad del niño.
            Son muchos los niños que conviven con problemas emocionales de adultos, soledad, ansiedad, estrés, miedo, etc., y no parece, analizando su vida, que exista una razón lógica para ese desequilibrio emocional. El problema está en que solo se analiza lo que se ve en el niño, pero ¿Qué pasa con el comportamiento de los padres? Teniendo en cuenta que los que llevan a la consulta al niño son sus padres y no  van a contar que la relación entre ellos no es la adecuada, o que se siente, (normalmente uno de ellos), tan mal, que aparca al niño delante de la tele; no es fácil llegar a la causa primera de la problemática del niño, problemática que en algunos casos puede derivar en problemas físicos.
            Aun hay más: Los niños que se pasan horas y horas con las nanas que les cuidan pueden tener un problema añadido: Tienen otra energía que les afecta, positivamente si la nana es un dechado de paz, de serenidad y amor o negativamente por los problemas que pudiera arrastrar la nana.
            Muchos problemas de niños pequeños se resuelven trabajando con los padres, siempre y cuando ellos estén de acuerdo, ya que incluso un exceso de celo en el cuidado de los niños, que bien puede ser un miedo no manifestado, pero energéticamente presente, puede afectar al desarrollo emocional del niño.
            Para que el niño tenga una buena salud física y sobre todo emocional necesita que los padres, bien sean: ambos padres, o ambas madres, o solo la madre o solo el padre, según esté estructurada la familia, vivan en alegría, amor, dedicación, respeto, sin miedos, sin traumas, sin ansiedades.
            Para solucionar un problema emocional, o en algunas ocasiones físico de un niño, es posible que se necesite trabajar en varios frentes: en el aura familiar, en uno o en los dos progenitores, y por supuesto en el niño. Sin olvidar que ha de existir, primero el reconocimiento de los padres de su comportamiento, posiblemente destructivo y el compromiso para cambiar ese comportamiento entre ellos y hacia el niño.
            Trabajar solamente en el niño puede solucionar el problema en el corto plazo, pero seguro que no tardando mucho vuelve a aparecer la misma o parecida problemática, ya que no se ha actuado en la fuente de la energía de la que se nutre el niño, el aura de la familia y los propios padres.  
            Es cierto que los niños no vienen al mundo ni con un pan debajo del brazo ni con un manual de trato. Son los padres los que han de ir aprendiendo con la práctica. Pero sobre todo tienen que tener en cuenta que  los niños aprenden con el ejemplo.  
         

viernes, 8 de mayo de 2015

Los niños, sus papas y la energía


            Son múltiples los factores que inciden en el carácter, en el crecimiento, en el desarrollo y en el aprendizaje de los niños.
            El primer factor es totalmente elegido por el alma que va a encarnar, él decide junto con los seres que planifican su vida cual va a ser la cantidad de Karma que va a llevar a la vida para su tratamiento, él decide el lugar de nacimiento, él decide los padres, (junto a ellos), él decide cual va a ser su misión principal, así como cual va a ser la base de su carácter para desarrollar todo el trabajo planificado en su libreto de vida.
            El segundo factor es genético, también elegido. El alma que va a nacer ya eligió a sus padres por su material genético, y eso es lo que se va a encontrar cuando tome posesión del cuerpo. Es importante la herencia genética, pero no determinante. Todos sabemos por experiencia propia o ajena, que nunca son iguales dos hermanos nacidos de los mismos padres.
            El tercer factor es la enseñanza. Enseñanza cuya libro principal no contiene ni letras ni imágenes, tiene vida: es el ejemplo. El ejemplo que el niño va recibiendo por el comportamiento de sus padres y educadores es la asignatura más importante en la educación de un niño. Hay que tener en cuenta que las acciones de los padres para con sus hijos son “palabra de Dios”. Aquello que hacen y dicen los padres, para el niño, es el ejemplo a seguir, porque si lo hacen sus padres “tiene que ser bueno”.
            Y existe un cuarto factor que es el propio carácter y estado emocional de los padres, al que los hijos tienen un acceso total a través del campo energético. Quiero centrarme en este cuarto factor.
Ninguno de estos factores por si solo es determinante, aunque si tenga alguno de ellos más preponderancia que otros en según el tipo de trabajo a realizar por cada alma. Y aunque todos los factores en conjunto son los que determinan el carácter y la forma de ser y de actuar del niño, la energía en la que convive el niño juega un papel muy importante para su desarrollo.
 
Quiero pensar que también tal circunstancia ha sido elegida ya que en la planificación de una vida no se deja nada al azar, lo que desde luego ya no conocemos es la razón por la que se ha elegido a unos padres con determinados caracteres y estados emocionales. Aunque hemos de tener en cuenta que todos estamos interconectados y que alguna de las misiones del niño bien pudiera ser ayudar a sus padres en su propio crecimiento.
Es de todos conocido que somos energía, una más densa y pesada que se ve: el cuerpo, y otra mucho más sutil que no se ve, y que es lo que todo el mundo, hasta los que no saben de energía conocen: el aura.
Ese aura que envuelve al cuerpo físico, no lo envuelve a cinco centímetros del cuerpo, es más extensa, más o menos extensa, en función del desarrollo de la persona, pero sea grande o pequeño ese desarrollo, la energía sobresale de la persona y cualquiera que conviva con esa persona está prácticamente todo el tiempo, dentro de su aura, dentro de su campo energético.
Todos estamos dentro del campo energético de los que conviven con nosotros, hasta tenemos un aura de pareja o de familia en común.
Esa energía que nos envuelva es lo que nosotros somos: La persona que siente ansiedad, la siente porque así es su energía y está en su aura, y lo mismo la que siente miedo, o es iracunda, o engaña, o etc., etc. Por lo tanto los que están alrededor sentirán la ansiedad del ansioso, el miedo del miedoso, el rencor del rencoroso, la alegría del que es feliz o la tristeza del que sufre. Pero en un 99,9% de los casos la persona no sabrá porque sin razón aparente siente ansiedad, miedo, rencor, tristeza o alegría.
No se sabrá conscientemente la razón de la emoción que aparece, pero inconscientemente la persona va a reaccionar ante ese estímulo. Un ejemplo claro: Al cabo de un rato de estar en unos grandes almacenes una persona sensible, ante tal cumulo de energía de tanta gente, (muchísimos con problemas emocionales), empieza a sentirse mal, crispado o nervioso, y necesita salir. Pues con el niño pasa lo mismo, en grado superlativo, ya que la energía le está afectando permanentemente, por poner un ejemplo: si un niño tiene unos padres estresados, el niño estará estresado.
El niño no solo va a reaccionar inconscientemente a eso que está recibiendo y que además es con lo que convive, sino que además puede su campo energético absorber también ese tipo de energía, con lo que la ansiedad, o el miedo, o la rabia o la alegría empezarán a ser el motor de su vida.
Últimamente estoy trabajando con niños, a veces creo que son demasiados, pero, está bien, todo tiene una razón de ser, y es claro que el problema de tres de cada cuatro niños, tiene que ver con sus padres. Los padres, lógicamente, tampoco son conscientes de esto, prueba evidente es que los traen a terapia o a yoga para que sus hijos cambien. Pero el mayor cambio se ha de dar en el hogar.
Los adultos nos hemos acostumbrado a nosotros mismos e incluso decimos sin pudor: “Yo soy así, muy nervioso”, o “La ansiedad me está matando”, o “Este mes no llegamos al día treinta”, o “Ya está tu padre echando las culpas a los demás”, etc., etc. Todo esto es energía, y es energía que estamos exportando hacia el mundo, sobre todo a nuestro mundo, al mundo de los niños, y no hace falta que estén presenten para escucharlo o no, la energía de la ansiedad, de la carencia, de la intolerancia o del estrés, está en el ambiente, porque está en el aura de sus padres, y ese va a ser el alimento del niño cuando llegue del colegio, un día tras otro, mañana, tarde y noche.
Modificando la energía se modifica el carácter, y esa modificación de la energía, es decir, la limpieza de la energía enferma y la energización con energía sana se puede conseguir con alguna de las terapias energéticas que existen, que se llamen como se llamen, todas hacen lo mismo, limpian y energizan, o se puede conseguir también, más lentamente, haciendo yoga y meditando. Pero si no se modifica el ambiente cambiando su energía las personas que rodean al niño, todo volverá a ser como antes en no mucho tiempo.
Por lo tanto, es bueno que los padres sean conscientes de cómo son ellos, mental y emocionalmente, ya que eso que ellos son está afectando a sus hijos. Y los niños no sólo no tienen los recursos de los mayores para gestionar sus problemas emocionales, sino que además están para satisfacer los caprichos de sus progenitores, que le pueden exigir ciertos comportamientos al niño, sin tener idea de cómo se encuentra su hijo emocionalmente.
Todos los niños deberían aprender desde pequeños a meditar y a entrar dentro de ellos, para encontrar la paz que necesitarán no solo de adultos, sino que también necesitan ahora en su niñez. Y los padres, en vez de quejarse, e incluso antes de llevar a sus hijos a terapias, ya sean alternativas o no, sería bueno que también hicieran un trabajo serio de introspección para buscar similitudes con lo que le sucede a su hijo. Posiblemente, si son honestos consigo mismos, se sorprenderán al encontrar dentro de sí mismos el problema de su hijo, corregido y aumentado.  A partir de ahí, verán claro que la terapia es para ambos, el adulto para modificar su carácter y el niño para construirlo. 

miércoles, 29 de abril de 2015

Hay que enseñar a los niños


La letra que los niños aprenden con sangre
se les va a olvidar cuando se cierre la herida.
Aquello que los niños aprenden jugando
permanecerá para siempre
Hari Krishan
           
La ducha de la mañana debe reblandecer todos mis tejidos y facilitar el camino de la energía porque es en ese momento cuando las intuiciones, las ideas y los mandatos del corazón, o lo que sea, llegan con más nitidez a mi cerebro. A veces he pensado en ducharme en seco, como hacen con la ropa en las lavanderías, o hacerlo sentado en postura de meditación y meditar para sentir solo el agua y no tener pensamientos, pero no, no lo he hecho todavía, pero no lo descarto.
            Y es muy pesado, porque soy muy mental para mí mismo, lo de los demás me lo creo todo a pies juntillas, pero para mí soy como Santo Tomás, tengo que ver para creer, y como no hago caso de inmediato me estoy duchando cada día con la misma historia, y la ducha es larga, muy larga, ya que aunque haga Kundalini no sigo las recomendaciones de Yogui Bhajan de ducharme con agua fría, me ducho con agua caliente, ¡Me gusta, que le voy a hacer!, bastantes bofetadas nos va dando la vida, como para encima, no disfrutar de los grandes o pequeños placeres inocuos, y una ducha con agua caliente para mí es un placer increíble. ¿Dónde estaba?, ¡Ah sí!, decía que es muy pesado ducharme cada día con la misma historia, hasta que por fin, un buen día, hago caso a la historia del momento y empiezo a actuar, unas veces con acierto y otras no tanto, debe de ser que a veces el agua no está tan caliente, los tejidos no se ablandan tanto y la información pasa distorsionada.
            Todo esto, es una introducción para haceros participes de la historia del momento, porque necesito ayuda, porque necesitamos ayuda, porque la Tierra necesita ayuda. Desde hace dos meses, me ducho rodeado de niños. Me explico. Todos los días la idea que tortura mi cabeza es: “Tienes que enseñar a los niños”. Supongo que los que sois intuitivos y leéis el blog os habréis dado cuenta de que en las últimas entradas hablo demasiado de los niños. Y si, de momento, a pasar del escaso éxito, ya que sólo tengo una encantadora alumna de cinco años, mantengo dos horarios para niños, dos días a la semana, uno para niños de cuatro a siete años y otro para niños de ocho a doce años, y lo voy a seguir haciendo hasta que reciba, en la ducha claro, ordenes en contra. Pero como no me resigno a seguir solamente con una alumna, iré llenando el facebook con publicidad de la clase de niños, espero vuestra comprensión y podéis compartirlo, sobre todo los que estáis en Lima o tenéis conocidos acá, no seáis tímidos, así ayudareis a la causa, y cambiará la historia de mi ducha.
            La idea es, y ya lo estoy haciendo can Natalia, jugar a hacer yoga y aprender a meditar también jugando, que es lo que también hacen todos los valientes que se atreven a dedicar un espacio en su Centro para los niños.
 
            Digo valientes porque los que hacen yoga para niños lo son y mucho, porque los niños no vienen solos a las clases, les traen los papas, y eso implica que a los papas les guste el yoga, o que al menos crean que a sus hijos les va a ir bien, y eso supone que no va a haber clases superllenas, lo cual tampoco podría ser, ya que los niños necesitan mucha atención. ¡Vamos, que no es un negocio! Es claro que los papas traen a los niños porque son traviesos, porque son muy nerviosos, porque tienen estrés, porque enferman mucho, porque son muy activos, porque no se relacionan con otros niños, o porque son tímidos y apocados. Cada uno tiene su razón, ninguno va a venir declarando: “Quiero que mi hijo aprenda a meditar para que llegue a ser un adulto mentalmente sano”, no, ninguno lo va a hacer, pero nuestro trabajo, es trabajar para eso, trabajar para que ese niño sea feliz desde entonces hasta que ya de abuelito finalice su camino en la Tierra, y por supuesto, el objetivo de los papas también se va a ver cumplido porque ya va implícito en la definición de yoga o de meditación.
            Jugamos a hacer yoga y jugamos a meditar, porque es jugando como los niños aprenden, y lo que así aprenden va a mantenerse en su interior para siempre. La letra que los niños aprenden con sangre se les va a olvidar cuando se cierre la herida.
            Pero tenemos que ser muchos. Hay que llegar a cuantos más niños mejor, porque se gana muchísimo tiempo si los que aprenden a meditar y a ser felices desde su interior son los niños. Estos niños cuando lleguen a adultos no se van a comportar de la misma manera, dañina para ellos y para el resto de la sociedad, que sus progenitores. Van a saber y van a actuar desde el conocimiento de que la única moneda de cambio es el Amor, y no van a tener los traumas que tienen los adultos debido a su debilidad de carácter o su nula voluntad, ya que cuando estos niños lleguen a adultos además de los hábitos materiales, descansar, comer, asearse, etc., tendrán los hábitos espirituales y sabrán cuidar a su alma con el mismo mimo que cuidan su cuerpo. Decía en la entrada “Mejor desde niños” que enseñar a meditar a un niño con cinco, seis o siete años, es garantizar un adulto mentalmente sano, es inculcar un hábito que será tan normal como lavarse, almorzar o ver la tele, es inculcar las creencias de Dios, desde la perspectiva de que Dios es Amor, es enseñarles desde pequeños que todos somos hermanos, es enseñarles a compartir y no a competir, es ayudarles a madurar el carácter, es enseñarles a crecer y no sólo a envejecer, es enseñarles a amar, es enseñarles realmente a vivir.
            Hago desde aquí un llamado a todos los meditadores para que enseñen a meditar a los niños, hago un llamado a los instructores de yoga para que abran sus Centros también a los niños, hago un llamado a los padres para que piensen seriamente que quieren que sean sus hijos de adultos, que sean adultos sanos y felices o sean dependientes de pastillas, de terapias, de libros de autoayuda, de psicólogos o psiquiatras, hago un llamado a la sociedad en general para que vuelquen su amor, (aunque sea con minúscula ya es importante), en los niños, en todos los niños, tanto a los que les falta un plato de comida como a los que les salen las golosinas por las orejas, porque los niños de hoy serán los adultos de mañana, y si queremos un mundo nuevo se ha de comenzar por la base, por los niños, los adultos bastante tenemos con subsistir con lo que nos hemos encontrado, somos pocos los que estamos en esta onda, y ya no tenemos tiempo material para cambiar nada, pero si todos los niños crecen en el Amor, es lo que van a dar en su etapa adulta, con lo cual el mundo será algo más equitativo, sin hambre, sin guerras, sin desigualdad, un mundo tolerante, un mundo libre, en definitiva un mundo mejor, y todo gracias a los niños que estamos educando y enseñando hoy.

sábado, 4 de abril de 2015

Que canten los niños


 El yoga es la práctica de silenciar la mente.
 Patanjali.
El yoga no trata de tocarse los pies,
trata de lo que aprendes en el camino.

Jigar Gor.

Las dos piezas más importantes de equipamiento
que necesitas para hacer yoga son tu cuerpo y tu mente.

Rodney Yee   

Un elevado porcentaje de personas se inician en la práctica del yoga buscando eliminar el estrés. Prácticamente nadie indica otra razón distinta, como podría ser expandir su conciencia, crecer espiritualmente, madurar su carácter, sentir más cerca a Dios, aprender a amar, o encontrar la armonía en su vida y en sus relaciones.
            Pero es normal que solamente hablen del estrés, de la flexibilidad y de la salud, porque eso es lo que se ve, y por lo tanto, es lo que existe para la inmensa mayoría de las personas. Los hay que incluso comentan: “Yo no puedo hacer yoga porque no soy flexoble”, y ¿Qué más da?, lo importante como dice Rodney Yee en la cita del principio es que se tengan las dos piezas básicas: El cuerpo y la mente, nadie dice cómo ha de ser ese cuerpo y esa mente.
No pueden hablar de otra cosa, porque no la conocen, nadie les ha enseñado lo que significa ser un “ser humano”, lo que significa el alma, lo que significa Dios, el significado de la vida y la muerte, o lo que supone amar. Nadie les ha explicado su papel en la vida, nadie les ha contado que hacen antes de nacer o donde se encuentran, nadie les ha contado su conexión con el resto de seres humanos. En resumen, que sólo tienen un ligerísimo conocimiento de lo que supone ser “humano”, pero ninguno en absoluto de lo que suponer ser un “ser”.
            Y mejor es que sigan, por el momento, en su ignorancia, ya que todo lo que sobrepasa lo que parece ser la razón les asusta, y mejor es que practiquen para conseguir eliminar el estrés, que lo demás ya llegará por añadidura.
            Ya es una buena señal que se asomen al yoga y a la meditación, ya que si son constantes, conseguirán paulatinamente ir eliminando el estrés, que es lo que buscan, pero a la par comenzarán a ser conscientes de “algo más”, de ese algo que lleva aparejado el yoga, que no es otra cosa que una nueva filosofía de vida, ya que el yoga no es una técnica para tranquilizar emocionalmente a las personas, que si lo hace, sino que es una filosofía de vida, es vivir desde una nueva perspectiva, la perspectiva de ser un “ser espiritual”, la perspectiva de acercarse a Dios, al amor y al resto de seres humanos que como él transitan por la vida.
            Ya es representativo el que una persona comience a bucear en otras posibilidades, como pueden ser el yoga y la meditación, la solución de sus problemas sin recurrir a fármacos. Es posible que la persona, no sea consciente del paso que está dando, sin embargo, es una señal evidente, de que su alma ha tomado las riendas de su vida, por un momento, para indicarla una nueva ruta, la ruta que de seguirla, la va a llevar a recorrer un camino corto, pero difícil por desconocido, que es el camino que va desde su mente hasta su corazón.
 
            Leía, justamente esta mañana, en uno de tantos post que aparecen en las redes sociales “El impacto de la meditación en el aprendizaje”.
            Transcribo literalmente: “Normalmente queremos cambiar las conductas cuando lo que se debe cambiar son los pensamientos. De acuerdo a investigaciones, más de la mitad de los niños agresivos se transforman en jóvenes crueles y violentos. Mark Greenberg, (psicólogo evolutivo y clínico) establece que entre los tres y los siete años empiezan a desarrollarse habilidades sociales muy importantes como: autocontrol, capacidad de detenerse, capacidad de calmarse, capacidad de mantener la atención. Por otra parte, los niños que poseen una buena capacidad de planificación y que son conscientes de sus emociones, al ingresar a la escuela corren menos riesgos de experimentar posteriormente trastornos de agresividad y de ansiedad”.
            Está bien que los mayores comiencen a hacer yoga y meditar para solucionar sus problemas de estrés, pero aun estaría mejor si lleváramos a nuestros hijos a las escuelas de yoga, no solo para que no se vuelvan estresados como sus padres, sino para que aprendan a dominar sus pensamientos, para que con los pensamientos dominados, puedan dominar su vida, para que esta, sea una vida feliz.

lunes, 20 de octubre de 2014

¿Quién enseña a los niños a amar?


            Jesús dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida no lleva precisamente a la niñez, sino a la madurez y al envejecimiento, por eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”,  sinceros, juguetones, alegres, inquietos, honestos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra rabia, ya sé que también, a veces,  descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan pocas!
En nuestro “amor” hacia nuestros hijos, queremos, por supuesto, lo mejor para ellos. Pero ¿Qué es lo mejor? Entendemos como mejor lo que nosotros hemos recibido, o algo más. Pero eso conlleva el que aparquemos a los niños como si fueran mercadería, por la mañana en el colegio, y por la tarde en el judo, en la música, en el ballet o en los idiomas. ¿Cuándo jugamos con nuestros hijos?, ¿Dónde está la escuela para aprender a amar? La escuela para aprender a amar está en el hogar. ¿Cuánto tiempo dedicamos a nuestros hijos en la asignatura del amor? Posiblemente cero. Darles de comer, comprarles ropa, vestirles, etc., etc., no es amor, es nuestra obligación. Darles amor es besarles, abrazarles, comprenderles, escucharles, pasear con ellos de habitación a habitación porque les apetece, es jugar con ellos, es explicarles, es valorarles, es respetarles. 
En el “ser como niños”, viene implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de……….. Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te siguen amando a ti, que puede que incluso les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Supongo que el deseo íntimo de muchos padres es que sus hijos sean a imagen y semejanza de ellos mismos. Ya………, pero ¿Eres total y absolutamente feliz?, ¿Juzgas, criticas?, ¿Aceptas, valoras y respetas al resto de la humanidad?, ¿Lo haces contigo?, posiblemente sea mejor que tu hijo no se parezca a ti, no les conviertas en lo que tu eres. Perdón, estamos hablando a la generalidad, pero si tú ya amas, si ya vives desde el corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por encima del amor y la felicidad, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad que utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en falso, si mientes, si eres perezoso, si no tienes voluntad, si no cumples tus promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a los niños a tu imagen y semejanza!
 
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su corazón, para siempre, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo. Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días, por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”. Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor, es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar. Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan a leer, la persona que les ha de enseñar, ha tenido que hacer unos cuantos años de estudios y oposiciones. ¿Cuáles han sido tus estudios y oposiciones para padre/madre?, ¿Cuáles tus meritos?, ¿Una noche loca? Tener una noche loca y soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta años, aparecer por un centro de yoga y meditación, o leer algún libro de autoayuda, de tantos y tantos como aparecen en las librerías, para que otros les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden conseguirla por sí mismos, que es la única manera de conseguir una felicidad autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser un extraño quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.
 

jueves, 14 de agosto de 2014

Educar con el ejemplo


El amor es para el niño lo que el sol para las flores.
No le basta pan:
Necesita caricias para ser bueno y para ser fuerte.
Concepción Arenal

El medio mejor para hacer buenos a los niños,
es hacerles felices.
Oscar Wilde
Señor, dame un corazón de niño
 y un gran coraje para vivir como adulto.
Santa Catalina de Siena
Quien levanta la mano a un niño,
está golpeando su alma,
está golpeando a Dios.
Hari Krishan Singh
            Recuerdo la llegada a la terapia de una pareja con su niño de dos años y medio como si fuera ahora, porque la mirada triste, la mirada de miedo, la mirada ansiosa de ese niño, como pidiendo ayuda, no se me va a olvidar en mucho tiempo.
            La razón de su visita era que con dos años y medio, el niño no hablaba, y lo traían para ver si podía hacer algo.
            Toqué al niño para ver que sentía, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba aterrorizado, era como si hubiera construido dentro de sí mismo una especie de burbuja en la que se refugiaba, aunque para nada se sentía seguro, porque era sujetado en brazos por los responsables de su miedo. Sus papas.
            Era normal que no hablara, lo extraño era que respirara. Cuando pregunté a los papas que pasaba, la mama, mirando al padre dijo: Bueno…… mi esposo le habla un poco fuerte.
            Era paralizante el miedo que sentía el niño, y les dije a los papas que sí, que le haría terapia, pero que el trabajo importante era el suyo, tenían que cambiar su actitud hacia el niño y darle amor.
          
               Un niño no es un adulto bajito, y no se le puede exigir al niño como si fuera un adulto. El niño tiene que jugar, porque ese es su aprendizaje. En cuanto a la enseñanza de los adultos hacia el niño, no hay que olvidar que el mejor aprendizaje es el ejemplo.
            Al niño se le ha de tratar con amor, con paciencia y perseverancia. Nada de gritos, nada de desesperarse, nada de represión física. Eso no quiere decir que no se le corrija y se le llame la atención.
            Hay que educar con tolerancia. Cuando los niños hacen algo que disgusta a los adultos, éstos suelen molestarse y actuar de manera impulsiva. Los adultos, por lo general, no sabemos expresar adecuadamente nuestros sentimientos. Es normal tener molestia o enojo, sobre todo si alguien ha hecho algo que pensamos es incorrecto o que ha violado alguna de las normas establecidas en el hogar o fuera de él; sin embargo, hay que saber expresar tales sentimientos. Primero debemos aprender a ser más tolerantes, la gente puede equivocarse y los niños también. Además, los adultos no tienen por qué tener siempre la verdad o la razón de las cosas. Educar con tolerancia significa adentrarse al mundo de los niños y respetarlo.
            Amor, ejemplo, tolerancia, perseverancia y paciencia, son las claves para educar y hacer felices a nuestros niños.
            

sábado, 9 de agosto de 2014

El futuro son los niños


            Sabemos que cada pensamiento es energía, cada pensamiento es una forma de energía. Cuando un pensamiento es repetitivo, es tanta la energía que se va generando que esa forma de energía crece tanto que se genera lo que se denomina una entidad de pensamiento. La entidad de pensamiento llega a tener conciencia propia, es decir, que quiere vivir, descargándose en el cerebro de la persona para expresarse, casi de manera permanente. Cuando dos, tres, cien, mil, un millón o mil millones de personas tienen los mismos pensamientos, se genera lo que podríamos denominar el pensamiento social. Es decir, un pensamiento que es común a casi la totalidad de los miembros que componen dicha sociedad, porque no hemos de olvidar que cada sociedad esta formada por los miembros que conviven en dicha sociedad, que puede ser una comunidad, un pueblo, una ciudad, un país o, incluso un continente.
            De tal manera que cada sociedad, tiene sus “tics” determinados, sus costumbres, sus comportamientos y su idiosincrasia. Sin embargo, aunque cada sociedad tiene unas particularidades que la definen, hay algo que caracteriza, hoy día, a todas las sociedades, sean del norte o del sur, sean de oriente u occidente, sean ricas o pobres, sean del primer o del tercer mundo; y es su carencia de valores  y su materialismo. No hay ninguna sociedad en la que prime la igualdad, el amor, la ayuda o el servicio.
            Pues esa es la sociedad que dejamos cada vez que nos vamos de la vida. Pero, desgraciadamente, es también la sociedad que nos encontramos en nuestro retorno a la Tierra.
           

          No ayuda para nada la sociedad al ser humano en cada retorno de este a la materia, Antes bien, es un hándicap, ya que el ser humano que se separa del pensamiento social, y obviando los valores de la sociedad se dedica a buscar en su interior y se dedica al servicio, o está loco, o ha sido engañado, o le han hecho un lavado de cerebro.
            Con este panorama, hay que estar un poco loco para querer encarnar de nuevo, ya que el trabajo a realizar en la materia parece que se vuelve cada vez más difícil.
            Las personas que olvidándose de la sociedad, comienzan un camino distinto, a pesar del qué dirán, no parecen suficientes para que se realice el cambio de pensamiento social. La salvación serían los niños.
            Si todos los que buscamos algo distinto, los que buscamos el amor en nuestro interior, y la alegría, y la paz, y la felicidad, no permitiéramos que contaminaran a nuestros niños, o al menos a los niños con lo que tuviéramos un cierto ascendente, como hijos, sobrinos, nietos, alumnos, estos crecerían con un pensamiento distinto, con unas creencias distintas, con unos valores diferentes. Así, poco a poco, iría cambiando el pensamiento social, y es posible que al cabo de unas cuantas generaciones, en la venida a la Tierra, ya no sería considerado una locura buscar en nuestro interior, la propia sociedad lo propiciaría, y el trabajo de nuestro crecimiento, para alcanzar la tan deseada Iluminación, ya no sería un camino de espinas, sino que sería un camino sembrado de pétalos de flores.
 

lunes, 14 de julio de 2014

Volver a ser como niños


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (11 de Julio de 2014)        



Dios quiere que nos hagamos como niños y volvamos a su regazo. Este es el tipo de fe que todos tenemos que tener.