Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
En un rincón olvidado
del universo, donde las estrellas susurran secretos y los árboles danzan al
ritmo del viento, existe un lugar llamado "El Jardín de las
Decisiones". En este jardín, las almas se reúnen para aprender, crecer y
descubrir el verdadero significado del éxito.
Allí, un joven llamado
Aiden caminaba entre los senderos de flores vibrantes. Su corazón estaba lleno
de preguntas y anhelos. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué algunos
parecen tenerlo mientras otros luchan en vano?
Un día, Aiden se
encontró con un anciano sabio sentado junto a un estanque de aguas cristalinas.
El anciano sonrió y le dijo: "El éxito no se persigue, querido Aiden. Es
como el baile de las hojas en otoño: cuando dejas de resistirte, cuando te entregas
al flujo de la vida, es entonces cuando experimentas la verdadera danza".
Aiden frunció el ceño.
"Pero ¿Cómo puedo dejar de perseguir el éxito? Todos me dicen que debo
esforzarme, trabajar duro, alcanzar metas".
El anciano se río
suavemente. "La vida no es una carrera, Aiden. Es un vals. Imagina que
eres una hoja flotando en el aire. Si te aferras a la rama con todas tus
fuerzas, te perderás la belleza del descenso. Pero si confías en el viento, si
te dejas llevar, descubrirás que el éxito está en la gracia de la caída".
Aiden reflexionó sobre
las palabras del anciano. Comenzó a observar su propia vida. ¿Cuántas veces
había luchado, resistiéndose a los giros y vueltas? ¿Cuántas veces había
manipulado su destino en busca de logros externos?
Decidió soltar. Dejó
de forzar las cosas. Se permitió fluir con la corriente. Y entonces, algo
mágico sucedió. Las oportunidades llegaron sin esfuerzo. Las puertas se
abrieron. El éxito, en lugar de ser una meta distante, se convirtió en una
melodía que resonaba en su interior.
Aiden aprendió que el
verdadero éxito no se mide en títulos, riquezas o reconocimientos. Se encuentra
en la paz interior, en la conexión con otros seres, en la capacidad de amar y
ser amado. El éxito es vivir auténticamente, sin miedo a los fracasos ni a las
expectativas ajenas.
Así, en el Jardín de
las Decisiones, Aiden continuó su danza. Bailó con las estrellas, abrazó los
momentos de quietud y se dejó llevar por la música de su alma. Y en cada giro,
encontró el éxito que había estado buscando: la plenitud de vivir en armonía
con la vida misma.
Sé que puede parecer una locura
pensar que pueda haber alguna persona en el mundo que le tema al éxito, o que
le rechace. Pero así es. Y no son ni una ni dos, son muchas las personas que
por una u otra razón tienen miedo a triunfar.
Por supuesto
que es un miedo inconsciente, y que incluso la misma persona lo negaría una y
un millón de veces porque, a simple vista, pudiera dar la impresión de que la
persona está dando los pasos adecuados para la consecución del éxito que ansía,
porque aunque el deseo externo sea ese, el del éxito, sin embargo, en su
interior, de manera totalmente inconsciente, está trabajando para lo contrario.
Voy a tratar
de dar un ejemplo: Piensa en un profesional de cualquier rama, que además es
reconocido en su trabajo, como un buen profesional, serio, responsable,
trabajador, cumplidor de su palabra, cumplidor con el trabajo y cumplidor con
los amigos. Un buen día este gran profesional decide establecerse por su
cuenta. Tanto él como su entorno están seguros de su éxito, prácticamente es un
éxito anunciado, ya que es conocido, es admirado y respetado.
Sin embargo, pasan los meses y no
termina de despegar el negocio. Si, no se puede decir que sea un fracaso, pero
no termina de ser un éxito. A duras penas cubre los gastos que genera el
negocio, pero poco más. Sus ingresos no son suficientes para los gastos
normales de la familia. Él sigue estando contento y esperanzado, siempre
pensando que en el próximo mes será el despegue definitivo, pero tampoco y así
un mes y otro mes.
¿Cómo puede ser?, se pregunta en las
íntimas conversaciones que mantiene consigo mismo. Su entorno tampoco lo
entiende. Algo pasa, ¿Qué será?
Nuestro profesional es, además un
amante de su familia, y cada día en la despedida, tiene la misma conversación
con su esposa:
-“¿A
qué hora vendrás?”, pregunta casi siempre su esposa, a lo que el esposo
responde:
-“Si
no viene nadie en cuanto acabe con el cliente que tengo a las seis”.
-A
ver si hay suerte y no viene nadie para que llegues pronto”, finaliza su
esposa.
-“A
ver…..”, finaliza el esposo, “¡Hasta la noche!”
Y, ¡qué curioso!, casi siempre tienen
suerte, no viene nadie y puede salir pronto para ir a casa.
Sin embargo, al llegar a casa se
lamenta:
-“Es
que no viene nadie, no sé cuándo van a empezar a aparecer los clientes, ahora
parece que vienen con cuentagotas”.
Nuestro profesional, a veces, le
comenta también a su esposa:
-“Creo
que me estoy convirtiendo en un brujo, porque esta mañana he pensado que si no
viniera el cliente que tenía cita a las diez me iría bien para poder ir al
banco, y no ha venido, y ya ha pasado otras veces con otra gente”.
Hasta aquí nuestra historia. ¿Qué
opinas?
Es seguro que nuestro profesional
nunca va a conseguir el éxito esperado porque mientras con el pensamiento
consciente está deseando el éxito, aunque también es cierto que cada vez con
menos emoción por la cruda realidad, con el pensamiento inconsciente, desea
intensamente que ese éxito no se produzca, alejando a los clientes con su
ferviente deseo de que no vengan para poder ir a casa, o para hacer otras cosas
en el tiempo que tendría que dedicar a la atención de los clientes.
Porque no es que se esté convirtiendo
en un brujo, solo es que “energías iguales se atraen”, y el Universo se encarga
de enviarle aquello que más fervientemente desea, es decir, no clientes. Los
que llegan son los pocos que atrae con el deseo consciente del éxito que genera
con mucha menos intensidad, y por lo tanto con mucha menos emoción que el deseo
de no tener clientes.
¿Qué hacer ante esto? Para revertir
la situación va a tener que ser consciente “todo el tiempo” de que necesita
clientes para triunfar, y así no los repelerá con sus deseos conscientes
contrarios al éxito, que no son más que un miedo inconsciente al éxito.
El miedo al éxito puede ser por
infinidad de causas, y los boicots también se pueden manifestar también de
infinitas formas.
Es necesaria mucha atención a los
pensamientos, a las palabras, a los deseos y a las acciones que boicotean la
llegada del éxito. Ayuda a esto el mantener la mente en silencio, para que
pueda permanecer alerta a cualquier pensamiento, por eso, también para un caso
como este de boicot a los deseos conscientes de la persona sirve la meditación.
Puede ser también una buena
herramienta mantener pensamientos conscientes del tipo: “Yo soy el éxito”, “Amo
a mis clientes”, “Abro encantado las puertas a todos los nuevos clientes”. “Me
siento bendecido por los X clientes”, “Me siento agradecido por los X clientes”.
Si crees que te encuentras en una
situación parecida en la que el éxito no llega a ti, cuando no parece que
pudiera haber ninguna causa que lo impida, mantente alerta, observa sus
pensamientos, observa tus reacciones, observa tus pensamientos, observa tus
emociones.
"Debes convertirte en el cambio que
deseas ver en el mundo."
Mahatma Gandhi
Queremos un
mundo mejor, queremos ser felices, queremos vivir sin estrés, queremos ser
amados, queremos sentir paz interior, queremos dejar de lado la ansiedad, el
miedo o la soledad, solo por mencionar alguno de los grandes males con los que
convive la raza humana, o alguno de lo que parecen logros imposibles de
conseguir.
Una de las
grandezas que tenemos los seres humanos reside en la capacidad de cambio y que
no la tiene ningún otro animal sobre la Tierra. Aunque también es cierto que
son muchos los seres humanos que desconocen esa capacidad y pueden pasarse toda
su vida sin realizar la más mínima variación en sus estructuras mentales, y por
lo tanto en las acciones que dirigen sus vidas.
De
la misma manera que se realizan cambios para conseguir algún objetivo material,
se han de realizar cambios para la consecución de objetivos no tan materiales,
y que bien podríamos denominar espirituales, ya que son los relacionados con el
espíritu, los relacionados con el alma, pero que sin embargo, son los cambios
imprescindibles para la consecución de todas esas cosas intangibles, que a fin
de cuentas, son las que van a hacer que nuestra vida se mueva por encima de los
umbrales de la infelicidad, infelicidad que soportan, con más o menos
estoicismo e incluso con aceptación, la mayoría de personas.
El
desconocimiento de que las cuestiones relacionadas con el alma son las que nos
van a dar la auténtica paz que todos deseamos, hace que tratemos de encontrar
la paz, la felicidad, la armonía o el amor, transitando a través de caminos
equivocados para llegar a ¿La meta?, ¿A qué meta?
El
mayor error consiste en creer que existe una meta y que para llegar a ella,
existe un camino. Y este error es el que lleva a todos los seres humanos a
tratar de paliar sus carencias espirituales con posesiones materiales, y
afanados recorren un camino inútil para llegar a ningún sitio, para no entender
después, como no son felices, ¡si no les falta de nada!
¡Y
tanto que les falta!, les falta todo, les falta lo más importante: el
conocimiento de lo que son, les falta creer se puede conseguir un cambio, les
falta la voluntad para trabajar en la consecución de ese cambio y les falta la
paciencia para esperar los primeros resultados.
Son seres
espirituales, y como tal, solo van a conseguir la felicidad que tanto ansían
cuando conecten con su espiritualidad, que es lo mismo que decir que cuando
conecten con su alma, y como eso parece muy etéreo, se puede centrar más en que
se conecten con los dictados de su corazón.
Aquí
deviene el cambio. ¡Dejar de pensar para empezar a sentir!, y esto es algo que
solo reside en la grandeza del ser humano. Los animales que se rigen por los
instintos, no necesitan ningún cambio porque lo único que necesitan es mantener
la existencia, con escasísimas necesidades, alimentarse, reproducirse y
descansar. Ya sé que hay seres humanos que se parecen muchísimo a los animales,
con el agravante de que tienen una mente que les incita a robar, a violar, a
engañar o a matar. Pero está claro que no es su momento de ir más allá, y que
en su evolución, más que crecimiento, puede ser que ellos mismos se hayan
ofrecido para el aprendizaje de otros seres humanos que necesitan para su
aprendizaje ser engañados, ser violados, ser robados o morir de manera
violenta.
Está
claro que este post no es para esos que están más cerca de la irracionalidad,
sino para los que están buscando, aunque por caminos equivocados vivir la
experiencia de ser un alma.
Volvamos
al cambio, y sobre todo recordar que si queremos obtener distintos resultados,
algo hay que cambiar, ya que si siempre hacemos las mismas cosas, los
resultados siempre serán los mismos. Por supuesto si lo que queremos obtener
son resultados espirituales, los cambios, parece lógico pensar, que también han
de ser espirituales.
¿Cuáles
serían esos cambios espirituales?: Volver la vista al corazón, volver la vista
a la comprensión, volver la vista a la tolerancia, volver la vista al respeto,
volver la vista a la ayuda, volver la vista a la honradez, volver la vista a la
misericordia. A partir de estos cambios de actitud, en los que al principio se
ha mantener una total y absoluta atención, hasta que la mente se vaya
acostumbrando a la nueva forma de hacer, algo a empieza a cambiar, en la
persona y en el entorno. La persona empieza a sentir una alegría que no sentía
con anterioridad, y empieza a ser consciente de una paz interior desconocida,
descubre entonces, que “todo está bien”, que no ha venido a la Tierra para ser
juez de nada, pero si parte de todo; y esta nueva forma de hacer comienza a ser
percibida por la gente de su entorno, que posiblemente, al principio del cambio
piensen que la persona está perdiendo la cabeza, pero no tardarán mucho en ser
conscientes de que es un cambio y no una locura.
A
partir de ese momento, también comienza a cambiar el entorno. Si con
anterioridad con frecuencia había enfrentamientos, enfados, malas caras, malos
entendidos, gritos y silencios, a partir del cambio, a la sonrisa le responderá
otra sonrisa, el abrazo y el respeto serán correspondidos, y la ayuda, la
comprensión y la tolerancia agradecidas.
Ya
lo dicen los sabios: “Si quieres un mundo mejor conviértete en el cambio que
deseas”, “Cambiando tú, cambia el mundo”, empezando por cambiar “tú mundo”.
Así
que este parece un buen momento para dejar de desear y actuar para que ese
deseo se cumpla.
El éxito no se persigue. El verdadero éxito llega
cuando dejan de ofrecer resistencia, cuando dejan de manipular a la vida,
porque manipular la vida persiguiendo el éxito es perder el éxito y la vida.