El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 15 de junio de 2024

4:55

 


Durante un instante, Rubén, desconcertado, no entendía la razón por la que la conversación que mantenía con su madre terminó de manera abrupta. No es que la charla fuera de una profundidad digna de un premio Nobel. Solo hablaban del tiempo, pero era agradable, sobre todo, teniendo en cuenta que no hablaban desde hacia más de 4 años:

“Todos sabíamos que el invierno había llegado cuando el tío Manolo trabajaba en el taller que tenía debajo de su casa”, le decía Rubén a su madre. Y cuando nombró a su tío, fue como si volviera 50 o 60 años atrás. Su tío Manolo era carpintero y tenía una pierna ortopédica. Era muy divertido verle, en su bicicleta, pedalear con una sola pierna. Utilizaba la bicicleta para todo, para el trabajo y para el asueto, para ir a trabajar y para ir a merendar los domingos por la tarde, a la orilla del río, actividad que realizaba junto a su cuñado, el papá de Rubén, que en su bicicleta cargaba en el asiento trasero a Rubén, su hijo mayor, y delante a Amaru, el pequeño de la casa. El paseo en bicicleta hasta el río era en domingos alternos, porque era una actividad que se alternaba con las tardes de futbol.

La tarde en el río era muy agradable. Siempre iban al mismo lugar. A escasa media hora desde su casa. A un claro entre los árboles a la orilla del rio. Era una zona despejada de árboles, donde la luz del sol iluminaba el verde de la hierba y las flores silvestres. El río, fluyendo creaba un sonido relajante y refrescante. En el aire flotaban los aromas de la vegetación y los pajaritos pasaban trinando sobre sus cabezas. Era un lugar ideal para descansar o simplemente para estar. Rubén no sabía, entonces, lo que era la meditación, pero hoy, sin duda, pensaría que era un lugar ideal para meditar. Sin necesidad de mantras, sin necesidad de técnicas, solo impregnándose de la pureza del aire, del sonido de la naturaleza y de la presencia de Dios en cada brizna de hierba.

Nada más llegar los mayores se sentaban en el césped a hablar de sus cosas, no sin antes dar instrucciones a los chicos de que no se alejaran demasiado, mientras los hermanos correteaban y arrojaban piedras al río. A veces, se descalzaban y entraban al agua. Era muy agradable sentir el frescor del agua en los pies, aunque eso suponía que terminaran mojados y, cuando eso pasaba, que era con mucha frecuencia, se encontraban con los gritos que les dedicaba su madre al llegar a casa. Pero no les importaba mucho, ya estaban acostumbrados.

Los días de futbol se iban al estadio caminando. No podía ser de otra manera, porque a la salida del partido comenzaba un peregrinaje por todos los bares que iban encontrando en el camino. El camino del estadio a casa era largo, tan largo que llegaban a casa de noche. Los mayores muy alegres y los niños muy aburridos, esperando con ansiedad el próximo domingo para ir al río.

          En esos pensamientos estaba Rubén cuando observó unos números rojos, en lo alto del techo, separados por dos puntitos que parpadeaban con una frecuencia constante. Rubén se quedó perplejo mirando los números 4:55, cuando comprendió todo. Estaba en su cama. Había estado soñando con su madre y los números eran el reflejo de la hora del reloj que descansaba en la mesita de noche.

          “Son curiosos los sueños”, pensó Rubén, “soñar con mi tío, que murió hace más de 40 años, y con mi madre, que se la llevó la pandemia, en abril del 2020”.

          Rubén se incorporó lentamente, sintiendo el peso de la nostalgia y la tristeza. El reloj seguía marcando las 4:55, como si quisiera mantenerlo atrapado en ese momento onírico. La habitación estaba sumida en la penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por las cortinas.

          Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Afuera, la ciudad dormía, ajena a sus pensamientos y recuerdos. Recordó a su madre, su risa cálida y su ternura. La pandemia se la había llevado de un día para otro, sin despedidas ni abrazos finales. Rubén se preguntó si ella también había soñado con él en algún momento, desde el lugar en que se encontraba ahora. O ¿le veía siempre sin necesidad de soñar?.

Decidió bajar al salón y prepararse una taza de té. Mientras el agua hervía, miró el reloj de pared que colgaba en la cocina. Las manecillas marcaban las 4:55. ¿Era una coincidencia o algo más? ¿Había algún mensaje oculto en esos números persistentes?

Se sentó en la mesa de la cocina, sosteniendo la taza caliente entre sus manos. Cerró los ojos e intentó recordar más detalles del sueño. Su madre estaba allí, sonriendo, pero su tío también aparecía, con su característico sombrero y su risa estruendosa. ¿Qué significaba todo eso?

Rubén decidió escribirlo. Abrió su cuaderno y comenzó a plasmar las imágenes y emociones que aún flotaban en su mente. Las palabras fluían, y pronto se dio cuenta de que no solo estaba recordando el sueño, sino también honrando a quienes ya no estaban.

El reloj seguía marcando las 4:55 cuando Rubén terminó su relato. Se sintió más ligero, como si hubiera compartido una carga con el papel y la tinta. Quizás los números rojos en el techo no eran solo una coincidencia. Tal vez eran un recordatorio de que los sueños y los recuerdos podían converger en un instante, como las manecillas de un reloj.

Y así, Rubén decidió que seguiría escribiendo. No solo para él, sino también para su madre y todos los que se habían ido al otro lado. Porque en esas historias, en esas palabras, encontraría un consuelo y una conexión que trascendía el tiempo y la distancia.


sábado, 3 de diciembre de 2022

¿Estaré soñando?

 


Capítulo XV. Parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"

Supuso que la otra puerta debía de ser la del cuarto de baño y hacia allí se encaminó. En efecto, por esa puerta se llegaba al cuarto de baño, pero después de pasar por un closet enorme en el que se veía ropa de mujer colgada a la izquierda y ropa de hombre a la derecha. El espacio para la ropa de hombre era la mitad porque una parte estaba ocupada por cajones donde estaba guardada la ropa interior, algo que descubrió Antay buscando un bóxer y un par de calcetines. Sin mucho trabajo localizó el terno que le había mencionado Indhira y pasó al cuarto de baño. Tenía que ducharse. Era su rutina matinal.

El cuarto de baño era más grande que la habitación de su casa o, al menos, de la habitación donde se había acostado en la noche. Cuando entró para ducharse pudo comprobar que era una bañera con hidromasaje. “¡Caray, que bien vivo!”, fue el siguiente pensamiento de Antay. Cuando estaba en la ducha, Indhira asomó la cabeza. Hizo ademán de taparse, aunque no fue necesario porque Indhira solo le dijo:

-    Date prisa, cariño. Y acuérdate de pasar a dar un beso a los niños, seguro que María ya está despierta esperándolo, parece que te huele.

“¿Niños?”, se preguntó Antay. “Este sueño está llegando muy lejos y es ¡tan real!”

Terminó de ducharse, se vistió y salió de la habitación para buscar la habitación de los niños. De las cinco puertas que había, aparte del dormitorio de donde había salido, en lo que parecía la segunda planta de una casa, dos de ellas estaban abiertas. Supuso que una sería la habitación de los niños. Entró en la primera y se encontró con un niño durmiendo, plácidamente, de no más de cuatro años. Le besó en la frente, le metió los pies dentro de la cobija, le arropó y salió de la habitación pensando: “Pues debe haber otra porque el niño no creo que se llame María”.

Entro en la otra habitación que tenía la puerta abierta y se encontró a María, acostada, pero con los ojos abiertos.

-    Te estaba esperando papi, -dijo la niña. Morena, con unos ojos negros enormes. Parecía una copia de Indhira en pequeño.

-    Me voy María, -le dijo Antay posando los labios en su mejilla.

-    Te amo papi, - y mientras le devolvía el beso continuó- ¿nos traerás un regalo?

-    Seguro que sí. Ahora duerme, que es muy pronto. 

domingo, 2 de octubre de 2022

Dudar acaba con tus sueños

                    

Es demasiado el tiempo que muchas personas, en lugar de vivir, le dedican a la duda. Dudan de si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de vender, dudan de lo que dicen, dudan de lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan……. dudan.

          Dudar es como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla, en lugar de tomar un camino y seguirlo, para lo cual es mucho más fácil dejar el plano de la vida liso, sin arrugarlo, sin entrujarlo. Sobre un plano liso es mucho más cómodo el camino.

Dudar es volver incesantemente sobre todos los entresijos conocidos, ¿para qué?, ¿para qué vuelves siempre a los mismos escondites de tu mente si ya los conoces todos?

¿No te das cuenta de que tu mente no quiere que resuelvas la duda?, porque si lo haces es una partida ganada a la mente, y la mente no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que encuentres la solución.

Dudar es recorrer, de arriba abajo, todos los senderos una y otra vez. ¡No!, ¡párate!, y busca el norte, tú norte y síguelo sin dudar. Es posible que no sepas cual es el norte, pero de lo que si estás seguro es de que no quieres ir al sur, es decir, que lo que tienes no te causa felicidad, ni te da amor, ni te da serenidad, solo te genera dudas. Si no tienes claro cuál es el norte, toma cualquier otro camino que no sea el sur, el sur ya es conocido, ya es vivido, ya es experimentado, ya es caduco, ya se acabó.

Dudas y no sabes que camino elegir porque crees que en una de las bifurcaciones está tu felicidad, está tu amor, está tu alegría, y no sabes cuál es. Pero puede no ser cierto. Lo que sí vas a encontrar en cada bifurcación son las experiencias que necesitas vivir para tu crecimiento, para tu evolución, para tu aprendizaje. Y nunca hay bifurcación equivocada, porque en la otra hay otra experiencia distinta que también tienes que vivir.

Dudar es mirar una y mil veces el mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti. Pero no puede ser, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a aprender, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a vivir, tu trabajo es decidir si sigues viviendo en el sur con sufrimiento y aburrimiento, o no.

En la casa de la duda, el mayordomo es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera tragedia de la duda es “no Ser”.

Y “no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad sin entrañas, caduca y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por “qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!  Porque ¡TU ERES!

martes, 10 de marzo de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (3)

Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz


Hoy he sido consciente de un sueño recurrente que tengo hace, por lo menos, cuatro o cinco años En el sueño, que tengo una o dos veces por semana, estoy preparando, o estoy a punto de realizar, un viaje que casi siempre es de vuelta a casa después de trabajar una temporada en otro lugar. En el sueño siempre existe algún contratiempo. He perdido los billetes o no encuentro el pasaporte o se rompen las maletas o está cortada la carretera. El caso es que no puedo viajar, lo que me causa un sufrimiento importante. Estoy seguro de que podría calificarlo como pesadilla porque es un alivio cuando despierto y soy consciente de que estoy en la cama de mi casa sin tener ningún viaje pendiente.
Últimamente el sueño ha comenzado a presentar algunas variaciones. Sigo sin poder viajar por los mismos problemas que en los sueños anteriores, pero a última hora, justo antes de despertarme, el problema que me impedía realizar el viaje se soluciona. Aparecen los billetes o encuentro de manera milagrosa el pasaporte en algún cajón o miro hacia abajo y allí están mis maletas que hace un momento no estaban. Sigo sin viajar porque no me da tiempo, ya que me despierto cuando se soluciona mi problema, pero el alivio, en lugar de sentirlo en el momento de ser consciente de que era un sueño, lo siento unos instantes antes con lo que el despertar es más agradable.
No entiendo nada de sueños ni de su interpretación, pero hoy, con la alegría de haber encontrado el pasaporte en el último momento, nada más despertar, me fui directo a la computadora. Busqué el significado, algo que nunca había hecho, y cuando leí la interpretación que aparecía resonó en mi interior con la misma fuerza que las campanadas de una catedral. Decía que soñar con un viaje es la necesidad de realizar un cambio en la vida, y que si no se puede realizar el viaje por problemas que puedan surgir en el sueño, es una resistencia a dicho cambio.
En ese momento me vino a la mente que hace casi dos años me rompí la tibia y el peroné de la pierna derecha. Califiqué, entonces, ese hecho como un accidente fortuito, sin prestar demasiada atención a una amiga que me dijo que era un mensaje de que tenía que hacer un cambio de rumbo en mi vida. Así que parece claro que estaba necesitando ese cambio de rumbo, y si me atengo al tiempo de duración de los sueños este debería estar gestándose desde hace casi cinco años. Debo de haber comenzado a dar tímidos pasos para ese cambio de rumbo, teniendo en cuenta que en el sueño empiezan a aparecer los billetes o el pasaporte, pero todavía no consigo viajar lo cual quiere decir que aún no he tomado el nuevo rumbo.  
Son cinco años que, si bien, puede parecer un tiempo largo en la vida terrenal, no lo son para la vida inmortal del alma. No hay tiempo para el alma que, como no tiene prisa, puede esperar años y años sin cansarse de patrocinar sueños recurrentes, un día tras otro, enviando en ellos mensajes subliminales para que, algún día, el ego deje caer la venda de sus ojos y se haga consciente de lo que le está demandando el alma que, a fin de cuentas, es la única razón para estar vivo.
Una vez entendido, (todo lo que se puede entender con una información tan volátil), que se ha de realizar un cambio, aparece, de inmediato, una segunda cuestión ¿cuál es el cambio de rumbo que se ha de realizar? Es lógico pensar que el cambio puede estar relacionado con el trabajo, con el lugar, con las relaciones o hasta podría ser cambiar el lugar donde se realizan las compras, ¿por qué no?, es decir, todo relacionado con cuestiones de la vida o, mejor, con cuestiones externas, ¿qué otra cosa podría ser protagonista de un cambio de rumbo?
Pero si, si que hay otro protagonista, el más importante: La propia persona, sus pensamientos, sus creencias, su actitud, su propia valoración, el amor hacia sí misma.
Este era exactamente el cambio que estaba demandando mi alma. No se trataba de cambiar nada del exterior, se trataba de realizar un cambio interior. Se trataba de reconocer y aceptar, sin soberbia y sin falsa modestia mi propio poder, que no es que fuera ni mucho ni poco, era el mío, y punto. Y no solo no lo aceptaba sino que tampoco lo reconocía, ya que me parecía que no podía ser, teniendo en cuenta, además, que yo suspiraba por un poder diferente.
Pero no. Ahí estaba la herramienta que yo mismo había elegido al otro lado de la vida para realizar, con éxito, el trabajo, también, elegido por mí que me iba a permitir acercarme al final de mi meta, que no es otra que el mismo Dios.
Este diario íntimo es un reflejo de mis luchas internas, de mis pensamientos, mi soberbia, mis miedos, mis dudas y mi trabajo interior para salir del pozo en el que me encuentro, parece ser que muy cómodo, y encaminar mis pasos hacia ese cambio de rumbo que no es otro que poner la directa hacia Dios dejando de esconderme, de dar tumbos, de hacer piruetas y de justificar mis miserias.
Soy un ser humano que, como todos, está aprendiendo a amar.
CONTINUARÁ

lunes, 3 de abril de 2017

¡Uf!, menos mal que solo es un sueño


         Seguro que todos habéis despertado alguna vez al final o en mitad de un sueño trágico o un sueño terrífico, y al ser conscientes de que estabais durmiendo y, solo era un sueño, habéis sentido tal alivio que habéis saltado en la cama alborozados, o sencillamente habéis seguido acurrucados en la misma postura pensando “¡Uf! Gracias a Dios, solo era un sueño”.

         Pues eso es la vida amigos: “Un sueño”. Un sueño en el que se mezclan episodios trágicos y episodios alegres, momentos de dolor, eternidades de preocupación, o instantes de amor, por nombrar solo algunas de las etapas que se van sucediendo en la vida de los hombres.


         Llegará un momento en vuestra vida, en esta, o en las venideras, en las que abriendo los ojos del corazón llegareis primero a la comprensión de que solo estáis interpretando un papel, preparado minuciosamente junto al Director de la obra, para pasar después de la comprensión a la aceptación, más adelante de la aceptación a la entrega, y por fin con la entrega llegareis a Dios. Y como sucede con el despertar en mitad del sueño terrorífico pensareis: “¡Uf!, menos mal que todo era un sueño”.

         Los problemas de los hombres tienen su raíz en la acción que se produce con una sola palabra: “Separatividad”.

La separación de Dios, el creerse seres independientes, deviene en enfermedades que provienen por los bloqueos de la energía del alma. La independencia en la que creen vivir les produce preocupaciones que no son más que proyecciones de su mente, al igual que lo que llaman felicidad. Ambas, felicidad y preocupación, son pura ficción, lo mismo que el amor que imaginan, que no es más que un somero recuerdo del Amor que siente su alma por su Creador.

No eres un ser independiente. No estás solo. El punto que ocupas en el planeta no es el centro del Universo. Eres como una gota de agua en mitad de los mares, exactamente igual a los miles de millones de gotas de agua que componen los océanos. No tienes que defenderte, (ni atacar), a otros por ser de distinta raza, de distinta religión, de distinta creencia política, de distinta cultura o de distinta clase social.

  Ellos son tu espejo. Mírate en ellos. Y cuando comprendas que son iguales que tú, hijos todos del mismo Padre, comenzarás a entenderlos, comenzarás a respetarles, comenzarás a perdonarles, comenzarás a amarles.



          

martes, 24 de enero de 2017

El origen del hombre

En la batalla para encontrar a Dios,
tiene el guerrero que luchar consigo mismo
 y vencerse, sin sentirse derrotado.
Alfonso Vallejo  

El desconocimiento de la divinidad del hombre es, sin ningún género de duda, la primera y principal razón de la infelicidad, del sufrimiento, y de la insatisfacción del ser humano, solo por citar algunos de los males que aquejan a la sociedad actual. Que son los mismos males que aquejaban a la sociedad anterior y muy posiblemente los que sufrirán las sociedades futuras.

         Pero, es más, ese desconocimiento es la única causa de sus repetidas encarnaciones y de sus viajes de la esencia a la materia. Porque la razón de tanta sinrazón, la razón de sus reencarnaciones, la razón de tanta vida “que parece inútil” y de tanta muerte, sólo es para activar el recuerdo de su divinidad y vivir en la materia como vive cuando se encuentra al otro lado de la vida física.

         El origen del hombre es Dios, y ese será su destino. Y a pesar de tantas vidas absurdas, a pesar de todos los intentos del ser humano por permanecer dormido, todos llegarán a Dios, más pronto o más tarde, pero todos llegarán. Sin embardo, para llegar a Dios, hay que encontrarle. Y hay que hacerlo en la vida física. Es aquí, en la materia, donde el hombre ha de realizar su trabajo de exploración y de reencuentro con Dios.

         Es aquí donde el ser humano tiene que luchar, en soledad, y mantener una lucha sin cuartel “con su mente contra su mente”. En la batalla para encontrar a Dios, tiene el guerrero que luchar consigo mismo y vencerse, sin sentirse derrotado. 

El hombre sin Dios es nada, es como una hoja movida por el huracán de su mente que va posándose, de manera despiadada, sobre los deseos incumplidos, sobre los amores rotos, sobre las enfermedades del cuerpo y las soledades del alma.



Es tan profundo el sueño del hombre, que incluso los que sueñan con el despertar, cuando entreabren los ojos, exclaman en su fuero interno “Ah, ya entiendo de que se trata”, pero todo se queda en eso, en el entendimiento. Intelectualizan el concepto de Dios, sin integrar en cada célula de su cuerpo el concepto de que no sólo él es Uno con Dios, sino que también lo son todos los que le acompañan en su viaje por la vida, lo son los que le acompañaron en anteriores viajes, y los que le acompañarán en los siguientes.

Eso quiere decir que todos somos lo mismo, que todos somos Hijos de Dios, que todos somos Uno con Dios, es decir, que todos somos hermanos.

Para el hombre que integra el concepto de Dios en cada célula se han acabado las religiones, se han acabado las políticas, las razas, los nacionalismos, las diferencias de clases, se han acabado los juicios y las críticas a sus hermanos. Porque integrar el concepto de Dios en cada célula significa abrirse al Amor Universal, significa abrirse a la compasión, a la misericordia, significa olvidarse del perdón porque nunca se va a sentir ofendido, significa vivir como si Dios estuviera frente a él, en cada ser humano, en cada animal, en cada planta.

¡Que tarea tan difícil nos hemos puesto los seres humanos!

Continuará……

miércoles, 19 de octubre de 2016

Dormir, soñar

PERLAS PARA EL ALMA



Cuando el ser humano descubre e integra en sí que es un alma, que es un ser divino, que es una parte de Dios, comienza a utilizar su corazón.

Mientras eso no ocurre sigue dormido soñando la ilusión de ser un cuerpo, soñando que es un ser independiente de los otros que conviven con él en su encarnación, soñando que vive separado de Dios. El ser dormido necesita vivir los sueños y estos solo se los puede proporcionar la mente, llenando al soñador de dolor, de preocupaciones, de sufrimientos.


Cuando el ser comienza a despertar no necesita sueños, deja de ser dominado por la mente y comienza su andadura desde el corazón. Deja de soñar, deja de pensar como un humano para pensar como Dios.

miércoles, 8 de junio de 2016

¡Acabo de nacer!

           ¡Es un niño!, ¡Es un niño precioso!

Estaba muy asustado, quería salir de allí y supliqué: “Padre mío, ¿Por qué este dolor?,  ¡Quiero volver a casa! Y por fin puede ver a alguien conocido, era mi amigo de juegos, después supe que aquí, donde estoy ahora, desde este lugar que se llama cuerpo, les llaman ángeles, aunque curiosamente nadie les ve. Y mi amigo me dijo:


-      Acuérdate que elegiste entrar dentro de ese cuerpo para seguir avanzando un poco más en tu evolución.
-      Has encarnado.
-      A ti te va a parecer un poco largo, pero en realidad no lo es, yo lo viviré como un suspiro.
-      Dentro de poco ya no te acordarás de mí, ni de nuestros juegos, ni de nuestros estudios, ni de tu hogar.
-      Ya no te parecerá un sueño, te parecerá real.
-      Pero sin embargo, seguirá siendo un sueño.
-      Lo único que tienes que hacer es buscar con ahínco los mismos sentimientos que tenías antes de entrar en este cuerpo.
-      Tienes que acordarte de vivir ahora en el cuerpo, como vivías allí, en tu verdadero hogar.
-      No vayas nunca en contra de la vida, no quieras manipular ni a la vida, ni a los otros, que como tú tienen un cuerpo.
-      Ayuda a todos porque son tus hermanos que también han elegido estar en un cuerpo para avanzar más rápido.
-      Ayuda solo cuando te lo soliciten, son ellos los que deben hacer su camino.
-      No juzgues a nadie si no quieres que te juzguen a ti.
-      No critiques nunca.
-      Respeta siempre las decisiones de los otros.
-      Ante cualquier desaire, perdona, bendice y vete.
-      Deja que la vida pase a través de ti.
-      Déjate guiar por la intuición.
-      Acepta a todos.
-      Escucha siempre a tu corazón.
-      Práctica el silencio, y cuando hables que sea con verdad.
-      Aprende a meditar y practica cada día.
-      Busca la paz y la serenidad. Busca el amor.
-      Recuerda que no eres ese cuerpo.
-      Y aplica la máxima: “Todo está bien”.
-      Cuando necesites ayuda, llámame, porque yo siempre estaré aquí para ayudarte.
-      Pero recuerda que la ayuda no va a ser para ese cuerpo. La ayuda es para ti. Y además has de hacer tu recorrido solo. Lo has elegido, lo has aceptado.
-      ¡Hasta pronto!

-      ¡Te quiero!

sábado, 4 de junio de 2016

¿Aún duermes?

PERLAS PARA EL ALMA



Cuando al ser humano le llega el conocimiento de que es un alma, que es un ser divino, que es una parte de Dios, y se lo cree e integra ese conocimiento, comienza a utilizar su corazón.

Mientras eso no ocurre es porque sigue dormido soñando la ilusión de ser un cuerpo, creyéndose independiente de los otros que conviven con él en su encarnación, con la ilusión de vivir separado de Dios. 

El ser dormido necesita vivir los sueños y estos solo se los puede proporcionar la mente, llenando al soñador de dolor, de preocupaciones, de sufrimientos.


Cuando el ser comienza a despertar deja de ser dominado por la mente para vivir desde el corazón. Así habrá comenzado a transitar el camino de retorno a Dios.


viernes, 27 de mayo de 2016

La elección del alma

PERLAS PARA EL ALMA


La programación del alma, las elecciones que esta hace a través de la organización del Plan de Vida no tienen más objetivo que llevarnos a la única, a la auténtica, a la verdadera realidad, de que somos hijos de Dios, que de Él venimos, y a Él vamos. Y vamos a ir todos. Ninguno se va a quedar en el camino. Esta es la elección del alma.


Y esta elección es a la vez nuestro destino. El punto de partida es Dios, el destino también es Dios. Y entre la salida y la meta podemos divagar todo lo que queramos, nadie nos lo va a impedir, solo estaremos retrasando nuestra propia grandeza. Esta divagación es otra nueva elección, esta divagación es nuestro propio albedrío, que nos mantiene atados al sueño, a la ilusión, a la quimera de creer que somos un cuerpo. 


lunes, 23 de mayo de 2016

Despierta

        La vida está llena de corazones enormes que aman, pero que permanecen dormidos bajo los efectos anestesiantes de la sociedad; mientras que la sociedad, si tuvo corazón alguna vez, ya no se acuerda. La sociedad empezó a perder su corazón cuando permitió el primer asesinato, cuando patrocinó la primera guerra, cuando distribuyó por el mundo drogas y alcohol, cuando se lucró con la explotación del hombre, de la mujer, del niño; cuando empezaron a proliferar los “ismos”, terrorismo, capitalismo, racismo, consumismo, nacionalismo, ……………, y una sociedad sin corazón…………, es una sociedad muerta.

         Vivimos en una sociedad sin alma, sin corazón, sin escrúpulos; ¡pero la sociedad………., la forman las personas!, ¿Cómo es posible que personas con corazones enormes que aman, puedan formar una sociedad sin corazón? Por la anestesia de la propia sociedad. La sociedad anestesia creando necesidades a sus componentes, y estos, dormidos, responden como autómatas.


         La sociedad crea la necesidad de tener casa en propiedad, casa de segunda residencia, vacaciones cuanto más lejos mejor, coche para cada miembro de la familia, televisión en cada sala de la casa, días especiales: del padre, de la madre, de reyes….………, consumo………., consumo………., consumo. Resultado: cincuenta años de hipoteca, trabajar de sol a sol con sueldos de miseria, no tener relación con la familia, ¡no vivir!, en lugar de vivir los componentes de la sociedad, mueren para satisfacer las necesidades que la sociedad les ha creado.

         La sociedad es muy lista, cuando se encuentra con miembros que no caen en las redes del consumo, genera necesidades de discriminación: necesidades religiosas y  necesidades políticas. Lo importante para la sociedad es que ningún miembro consiga despertar su corazón, y solo le den vueltas y vueltas a su cabeza para ver la manera de consumir más, para ser uno de los miembros más respetados de esa sociedad sin corazón.

         ¡Despierta!, ¡despierta! La sociedad eres tú. Si tú despiertas y tú cambias vas a cambiar el mundo.

         Imagina si en vez gastar el dinero en equipos de fútbol se gastara en investigación. Imagina si el dinero que se dedica a financiar los ejércitos y las guerras lo enviaran a países africanos, asiáticos, centroamericanos. ¿Dónde quedaría el hambre?, ¿Dónde quedaría la discriminación?, ¿Dónde quedaría la enfermedad?


¡Despierta!, ¡despierta! Ayuda a despertar a los demás, y entre todos, poco a poco, construiremos un mundo distinto, un mundo mejor,……….. para nuestros hijos,  para los hijos de nuestros hijos, para sus nietos, para todos. A fin de cuentas, si existe la reencarnación, volveremos un día, y podremos así encontrarnos con el vergel que ahora estamos ayudando a destruir.     ¡Despierta!........... ¡Despierta!.


domingo, 15 de mayo de 2016

No viven, solo duermen

                Crecer………., evolucionar……….., madurar……….. Siempre hablamos de crecimiento, siempre hablamos de evolución. Algunos creen que van a conseguirlo con los años, lo que no sé si todos tienen claro que el hecho de cumplir años no implica ni madurez, ni crecimiento, ni evolución. Para crecer y evolucionar es imprescindible que en algún momento de la vida la persona empiece a tomar sus propias decisiones, y dejarse guiar por……., ¿El sentido común?, si, el sentido común, o mejor esa voz interior, que es quien te va a guiar de vuelta a casa. 

        Para volver a casa, lo primero y principal es alcanzar a saber quién eres realmente, y por supuesto de dónde vienes, de cuál es tu casa, para volver a recorrer el camino de regreso.

         Saber quién eres, implica despertar. La inmensa mayoría de las personas duermen, ni tan siquiera nos atrevemos a decir que viven dormidos porque no es así, no viven, sencillamente duermen. No saben quienes son ni de dónde vienen, duermen guiados en su sueño por su mente poderosa, y lo que ellos creen que viven solo es ilusión, y creen en su sueño que esa ilusión lo es todo, y se dejan guiar, y ellos mismos aconsejan, sin saber que no viven, sino que tan solo duermen.



Pero esa ilusión es nada, sólo ilusión. Es ilusión su aprendizaje, ya que despiertos pueden tener acceso a todo el Conocimiento; es ilusión su mirar, ya que despiertos pueden ver más allá de la materia; es ilusión sus pensamientos que les hacen vivir una vida de creencias engañosas, ya que despiertos pueden vivir la Totalidad; es ilusión su amor, ya que despiertos pueden vivir el Amor Divino.

Es en la ilusión de esa vida de donde nace el miedo, la crítica, la mentira, la defensa del espacio propio, los celos, la incomprensión, la desigualdad, el egoísmo, el sufrimiento, la tristeza, la desconfianza, el engaño, etc. Y todo esto, lo único que hace es retrasar, obstaculizar y empobrecer vuestra conciencia, vuestros días, vuestra vida.

Para poder acabar con todo eso, sólo hay que despertar. Incluso los que viven completamente dormidos pueden hacerlo, sólo es necesario que alguna vez pongan en duda quienes son realmente, ya que ese es el camino, saber quién eres, y alcanzar la meta de ser quien eres; de esta manera vas a tener la energía que te va a llevar a la dicha de crear la vida desde el Amor.

Despierta, vive desde el centro de tu Ser y comenzarás a ver los frutos; comenzarás a ser consciente de las sincronicidades, comenzarás a ser consciente de que eres guiado, y será más fácil para ti vivir tu tiempo, tu único tiempo: el presente; porque sólo existe hoy, lo que llamas pasado y futuro no existe, por eso has de romper con esa mente de ilusión que crea los pensamientos que te sujetan a las acciones de ayer o te proyectan al mañana.

Tu cambio es ahora, es este el momento de empezar a tomar tus propias decisiones, y seguir los dictados de tu voz interior, sin dejar que aquellos que todavía están dormidos, viviendo su ilusión, influyan en tu nueva vida.

          Cuando consigas dejar de vivir la ilusión, será cuando comiences a vivir. ¡Que sea ahora!, un segundo de retraso sólo es un segundo más de infelicidad.