DECRETO:
Para obtener libertad financiera
YO
SOY las Riquezas de Dios fluyendo a mis manos y uso que nada puede detener.
Di
frecuentemente: La Presencia YO SOY gobierna todo canal existente en
manifestación. Lo gobierna todo.
SAINT
GERMAIN
DECRETO:
Para obtener libertad financiera
YO
SOY las Riquezas de Dios fluyendo a mis manos y uso que nada puede detener.
Di
frecuentemente: La Presencia YO SOY gobierna todo canal existente en
manifestación. Lo gobierna todo.
SAINT
GERMAIN
Conversando con
el Maestro
(Pidan y se les
dará)
-
Maestro, en la Biblia, en el capítulo 7,
versículos 7 y 8 del evangelio según Mateo, podemos leer: “Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra y al que llama, se le abre”.
>> Leyendo estos versículos de la Biblia me
surge, de inmediato, la pregunta: ¿Seguro? Porque llevo años pidiendo, buscando
y llamando, y nada. Nadie me da, a nadie encuentro y las puertas permanecen
cerradas.
>>
Y pienso, ¿será que se refiere a la vida del alma y no a la vida física? Pero
yo mismo me contesto: No. No puede ser. Jesús lo explicó en la tierra, por lo
tanto, tiene que ser para todos los que tenemos un cuerpo. Entonces, ¿habrá
alguna condición especial, para hacer la petición, que no nos explicó Jesús?
-
No hijo. Jesús utilizaba mucho las
parábolas para explicar cualquier concepto y no debemos tomar esas palabras de
forma literal. Lo que quieren decir es que tengamos confianza en la relación
con Dios, quien, como un padre amoroso, sabe lo que es mejor para nosotros, sus
hijos.
>> La promesa es que Dios
escucha y responde, pero sus respuestas pueden no ser siempre lo que esperamos
o pedimos, porque Él tiene una perspectiva más amplia y sabe lo que realmente
necesitamos.
>> Tenemos que
interpretar que lo que hace Jesús es animar a las personas a acercarse a Dios,
con fe y confianza, sabiendo que Él es bueno y amoroso, y que responderá de
acuerdo con su sabiduría y amor por nosotros.
-
Entonces, según lo que me dices, para
conseguir algo, seguir las instrucciones de la Ley de la Atracción, orar, pedir
a los ángeles, rogar a Dios o escuchar músicas con una frecuencia determinada,
por ejemplo, son una perdida absoluta de tiempo ya que, si ese algo no es bueno
para nosotros, no va a llegar de ninguna de las maneras. ¿Me equivoco?
-
Te equivocas en parte, porque todo no
es, absolutamente, blanco o, absolutamente, negro. Entre el blanco y el negro
hay muchos matices, que traídos a la vida física le pueden dar una tonalidad
diferente, en función del Plan de Vida de la persona.
>>
Lo que es bueno para nosotros ya está recogido en nuestro contrato o Plan de
Vida.
- Me estás diciendo que nunca nadie va a
recibir cosa alguna que no esté contemplada en su Plan de Vida, ¿es correcto?
-
Es correcto.
-
Pues yo diría que el versículo está
incompleto. Debería decir: “Pidan y se les dará si está contemplado en su Plan
de Vida”.
>>
Y, ¿dónde
queda eso de que energías iguales se atraen?,¿para qué sirve llegar a sentir la
emoción de que tienes mucho dinero, (con lo difícil que es llegar a sentirlo, cuando
la triste realidad es que no te llega para comer más allá del día 15 del mes),
si luego no va a llegar ese dinero porque en tu Plan de Vida está pactado que
vas a ser un pobre de por vida?
-
Esas dos preguntas tuyas tienen
requieren varias explicaciones:
>> En primer lugar, es
cierto que energías iguales se atraen, y así es como va a llegar todo,
absolutamente todo, a tu vida.
>> Pero tienes
que tener en cuenta algunos conceptos. Sigamos con el ejemplo del dinero. Durante
tiempo, probablemente mucho, has estado y, aun estás, compartiendo tu vida con
la carencia. En tu subconsciente se encuentra esa energía de carencia y, has de
tener en cuenta que el subconsciente es el 90% del total de tu mente, siendo
solo el 10% la capacidad de tu mente consciente. Por lo tanto, en tus
condiciones normales, están atrayendo carencia en un 90% y solo abundancia,
(suponiendo que consigas generar esa energía), en un 10%.
>> Es mucho el
tiempo que tienes que estar generando energía de abundancia para conseguir
eliminar la energía de carencia que se encuentra en tu subconsciente, con el
hándicap de que tampoco tienes la completa seguridad de que la energía de
abundancia que generas no está teñida de la carencia con la que convives desde siempre.
>> Y, en segundo
lugar, cuando llegas a la vida, el alma trae consigo la energía que necesitas
para atraer lo que necesitas para el cumplimiento de tu Plan de Vida. Energía
que se activará cuando sea el momento.
-
¿Cómo sé cuando es momento de atraer
algo diferente?
- Lo sabe tu alma. Todo funciona como un
videojuego. Cuando finalizas un aprendizaje se activa la energía que necesitas
para acceder al siguiente nivel. Y si en el siguiente nivel necesitas dinero,
él llegará a ti
>>
Pero, ten en cuenta que no conoces tu Plan de Vida. Lo que es bueno para ti es
lo que en dicho Plan se encuentra recogido. Si para que se cumpla el Plan, que
es lo que tú has elegido antes de venir a la vida, tienes que ser pobre, serás
pobre, por mucho que tu mente quiera mucho dinero.
-
¿Para qué vamos a pedir, entonces, si
ya tenemos un Plan de Vida?
-
Lo vas a entender fácil:
>>
Ernesto es pobre y se regodea en su pobreza, pensando como va a comer durante
todo el mes. Es seguro que va a comer, de alguna manera. No lo hará en un
restaurante de cinco tenedores, pero no le va a faltar un mendrugo de pan. Pero
él sufre cada minuto de su vida, está lleno de ansiedad, de estrés y de
tristeza.
>>
Matilde es la esposa de Ernesto, por lo que sus condiciones económicas son las
mismas. Sin embargo, ella habla cada día con Dios ofreciéndole su miserable
vida, agradeciendo el mendrugo que tienen para comer cada día y esperando que
un día esa vida cambie. La energía que ella está generando con sus oraciones,
su ofrecimiento y su agradecimiento hacen que su estado emocional sea diferente
al de su esposo. No podemos decir que sea feliz, pero, al menos, no tiene la
ansiedad, el estrés y la tristeza que tiene su esposo.
>>
¿Qué actitud es la más conveniente?
-
La de la esposa, sin ninguna duda.
- Que tu petición diaria sea: Gracias
Señor por los beneficios de este día. Te ofrezco mi vida. Hágase tu voluntad.
Jueves 8 de diciembre 2022
Hacía
20 días que pasaba de puntillas por aquí, sin decir nada. La verdad es que,
últimamente, no tengo mucho tiempo.
Como
desde hace ya una buena temporada, demasiado larga, para nuestro gusto y
nuestra estabilidad emocional, nuestra situación económica es muy precaria,
hace días, en la ducha de la mañana, que es cuando más abierto estoy a la
inspiración y a las grandes ideas, se descargó con el agua un pensamiento que
fue resbalando, con lentitud, por todo mi cuerpo, hasta alojarse en el cerebro:
“Haz una promoción rebajando el precio de las terapias en un 50%”.
La segunda parte del pensamiento fue: “es
mejor hacer 50 terapias a 50 soles que hacer 5 terapias a 100 soles”.
Y
surtió efecto. Pero claro, eso supone estar todo el día haciendo una terapia
tras otra. Incluso, las terapias son más relajadas, porque las personas buscan
la terapia más pensando en el precio que en la idea de trabajar para sanarse. Porque,
no hemos de olvidar que la sanación no pasa “solo” por el sanador, sino que es
un trabajo personal el que ha de realizar la persona, pues de todos es conocido, que si sigue por el mismo camino, sin realizar ningún cambio, los
resultados que obtendrá siempre serán los mismos, es decir, más enfermedad, más
dolor, más sufrimiento.
Con
tanto trabajo he tenido que abandonar algunas actividades: menos lectura, menos
escritura y menos terapias gratuitas, que hago, regularmente, a personas con tan pocos recursos como nosotros.
A
veces me siento, un poco, mal y pienso si no me estaré convirtiendo en un
mercenario de la sanación, pero tenemos que comer.
Para
el mes de enero ya tengo prevista otra promoción: 3 terapias al precio de 2.
Como
el ser babau se lleva en el alma, aun espero que algún día cambie la situación.
No tengo ni idea de cómo podrá ser. Lo he dejado en manos de Dios.
La palabra “babau”, en este contexto, es una palabra catalana que significa “bobo”, “sin malicia”. Tiene otros significados: en portugués, (expresión para decir que se ha perdido una oportunidad), en italiano, (monstruo imaginario que asusta a los niños), o en euskera, (coco o fantasma). Pero no tiene nada que ver su traducción en otras lenguas con lo que quiero expresar en este diario.
Más de una vez he
pensado que si tuviéramos un neón en la frente, (¿entiendes ahora lo de babau?,
siempre pensando tonterías), que se fuera encendiendo con cada pensamiento el
mundo sería diferente. No nos quedaría más remedio que aprender a controlar los
pensamientos, porque si no, tendríamos que vivir en soledad para que nadie
viera nuestros pensamientos reflejados en los neones de la frente.
Te
imaginas estar con una persona y que aparezca una luz en tu frente con el pensamiento que has permitido en ese momento,
sobre la persona con la que estás, y que diga, por ejemplo: “No sé para qué me
cuenta todo esto si todos sabemos que es mentira” o, “podrías dejar de
alardear: dime de que hablas y te diré de que careces” o, “de poco le vale la
dieta, porque cada día está más gordo”. La persona que está delante de ti, o
salía corriendo o la emprendía a palos contigo. Aunque no tengo muy claro si la
paliza sería para eliminar tus pensamientos o para dañar el neón de tu frente.
En fin, esas, y un
montón más de sandeces, son las que pueden ir desfilando por nuestro cerebro. Por
el mío lo hacen. Y eso pasa porque no solemos tener ningún control sobre
nuestros pensamientos y dejamos que estos campen a sus anchas, apareciendo
aquellos que solemos tener con más frecuencia, que suelen estar relacionados
con la crítica hacía los demás, (que es el deporte favorito de los seres
humanos en cualquier parte del mundo) y, sobre todo, con el miedo. Miedo a
hacer el ridículo, miedo a la humillación, miedo a la enfermedad y a la muerte,
miedo a la soledad. Podría hacer una lista interminable de miedos, porque cada
persona es dueña de sus propios miedos, pero…, no sé si merece la pena. ¿Alguna
vez habéis pensado que casi nunca se materializan esos miedos? Y, sin embargo, seguimos
ocupando nuestro tiempo con ellos.
Es claro que
alguna circunstancia, como la enfermedad y, por supuesto, la muerte va a
llegar, pero es algo consustancial con la vida, por lo tanto, lo mejor sería
disfrutar de la vida hasta ese momento. Cada vez que permitimos que un
pensamiento nefasto interfiera en nuestra dicha diaria o, si nuestra vida no
llega a dichosa, si al menos, en nuestra rutina diaria, es como enturbiar con
barro el agua que tenemos que beber. Está claro que, si queremos beber, en esas
circunstancias, hay que esperar que el barro se deposite, lentamente, en el
fondo del vaso. Pues ocurre lo mismo en la vida, hay que esperar que la energía
del miedo se acomode en nuestro cuerpo energético para volver a disfrutar de la
alegría de vivir.
Pero, ojo. De la
misma manera que mucho barro en el vaso ya no solo enturbia el agua, sino que
la embarra haciendo imposible su degustación, mucho miedo llena el campo
energético de la persona haciendo que la vida sea una lucha permanente contra
unos fantasmas invisibles que aterrorizan a la persona de manera permanente.
Yo, también, tengo
mis propios miedos. Pero he encontrado la manera de ir capeando el temporal
cuando aparecen, de hacer que su duración sea cada vez menor o, incluso,
aprender a convivir con algunos de ellos.
La fórmula no es difícil,
porque está al alcance de todos, hasta de un babau como yo, pero requiere
atención, voluntad, trabajo y paciencia.
¡Oh!, es la una
del mediodía. Tengo que dejar de escribir porque tengo que terminar de preparar
el almuerzo. Me falta empanar y freír unas pechugas de pollo.
Las comidas de la
casa: desayuno, almuerzo, merienda y cena es uno de los trabajos que tengo
asignados en la casa.
Sábado 13 de agosto 2022
Desde el sábado pasado no me he vuelto a sentar a escribir sobre mis “bajanadas”. Bajanada, podría decir que, es la acción del babau, como bobada lo es del bobo.
El pasado sábado
podía haber seguido escribiendo a las 5 de la tarde, pero no me apeteció. A esa
hora ya había cocinado, almorzado, lavado los platos, a mano, porque no tenemos
lavavajillas, había descansado, media hora, viendo noticias y había hecho una
terapia. Pero después de la terapia me entró una “vaguitis aguda” y me volví a
sentar delante de la tele hasta la hora de preparar la cena.
Ese sábado estaba
contando la fórmula que utilizo para zafarme de mis miedos según van apareciendo
por mi cerebro. Sigo ahora con la fórmula.
Como ahora estamos
pasando por una situación económica nefasta. Bueno, en realidad es una
situación que dura, con algún alivio muy escaso y puntual, cinco años. A final
de mes, una vez repartido el dinero para pagar lo más urgente, aparece un miedo
asociado a una pregunta conocida: “¿Cómo haremos la semana que viene para
comer?”.
Si dejo que el pensamiento permanezca en mi cerebro se empieza a generar una bola que va creciendo y creciendo hasta ahogarme, porque me impide respirar y termina alojándose en mi estómago, que es la parte más débil de mi cuerpo, generándome vómitos y diarrea. En fin, es muy válida la expresión, (perdón querido diario), ¡me estoy cagando de miedo! Y eso, sin mencionar el deplorable estado emocional a que me lleva esa situación.
Así que mientras permanezco
sentado delante de la computadora realizando los pagos mensuales: colegio,
seguro de salud, teléfonos, agua, luz, alquiler, mantenimiento del departamento
y, alguno que se me escapa, lo hago repitiendo en mi interior: “Dios se encarga”,
“quiero recibir grandes cantidades de dinero ahora” y, alguna frase con el Yo
Soy, como “Yo Soy abundancia”, “Yo Soy prosperidad”.
Tengo que
reconocer que por mucho que repita, (y, a veces puedo estar repitiéndolo más de
5 horas al día), no aparece en mi vida ni la abundancia ni la prosperidad y que
tampoco recibo grandes cantidades de dinero, pero suceden dos cosas: Por un
lado, no aparece el miedo y, por otro, tengo claro que Dios se encarga
realmente, porque, de una u otra manera, va llegando dinero, a cuenta gotas,
para ir salvando el mes.
Del libro Ocurrió en Lima. Capítulo II, parte 1
Habían pasado diez días desde
el extraño encuentro que tuve con Ángel en el malecón y todavía le daba vueltas
a su misteriosa desaparición y al todavía más extraño comentario del camarero
insinuando que yo había estado solo, sin más compañía que la de un café. No
quise investigar más, ¿para qué?, me daba igual la forma en que se había
evaporado porque había sido real para mí y, con eso, era suficiente. Si algún
día tengo nietos, será una de las anécdotas que les cuente de manera repetida,
porque no creo que vaya a olvidarlo el resto de mi vida.
El mismo día del encuentro tuve
una reunión con Pablo, ex compañero de trabajo y uno de mis pocos amigos, para
tratar la posibilidad de iniciar un negocio juntos, pero fuimos conscientes de
que no podíamos, casi ni pensarlo, con el poco dinero de que disponíamos, ya
que, juntando los ahorros de los dos, no teníamos ni para alquilar el local y,
endeudarnos con un préstamo, para algo que no sabíamos cómo iba a funcionar, no
nos parecía lo más lógico a ninguno de los dos. Así que descartamos la idea y
los dos coincidimos en que lo mejor sería iniciar la búsqueda de trabajo en
alguna empresa del sector informático, por ser el ramo conocido por nosotros. Y
a eso estoy dedicado una buena parte de mi tiempo. Buscando empresas y enviando
o entregando, personalmente, el curriculum.
Sin embargo, creo que me falta
fe. No me veo trabajando en ninguna empresa haciendo el trabajo que hacía.
Cuando dejo el curriculum algo en mi interior implora para que no me den el
trabajo. Está claro que si no consigo cambiar esa falta de fe no voy a
conseguir que ninguna empresa me contrate. En realidad, creo que, aunque sea
muy bueno en mi trabajo, me gustaría cambiar de actividad o hacer algo
relacionado con la informática, pero de manera diferente. Podría, por ejemplo,
diseñar páginas web o reparar computadoras en casa, sin tienda, sin taller, sin
jefe. Sin embargo, cuando hablo conmigo mismo, para concretar a qué me gustaría
dedicarme, no tengo respuestas claras.
También hice algo que no había
hecho, y que parecía necesario, un presupuesto de gastos para saber cuánto
tiempo podía subsistir con mis ahorros. El resultado fue esperanzador. Podía
aguantar sin tener ingresos durante los próximos 12 meses. Hay que tener en
cuenta que mis únicos gastos son, por un lado, los derivados de la alimentación
y limpieza, en el supermercado y, por otro, los gastos fijos de la casa, agua,
luz, gas, teléfono y mantenimiento. El pequeño departamento, donde vivo, es de
mi propiedad y no genera más gastos que el mantenimiento. Soy un poco huraño y
mi diversión es la lectura y alguna película romántica en la tele, por lo que
mis gastos extraordinarios se reducen a la mínima expresión.
Sin
embargo, encontrarme sin trabajo y sentir en mi interior la falta de fe para
conseguirlo, hacía que, de vez en cuando, me embargara la tristeza, la
frustración y la impotencia y, en medio de ese estado, que podría calificar
como deplorable, sobre todo por no estar acostumbrado a él, comencé a pensar
que la vida era un escenario lleno de injusticias. Pensaba que no merecía vivir
una situación como esa, y menos una carestía de dinero, como en la que me
encontraba inmerso, cuando siempre, durante toda mi vida, la generosidad había
sido mi bandera.
Bien es
cierto que nunca ayudé a nadie pensando en ninguna recompensa, pero, ahora, sí
que venía a mi mente recordando la tontería de que “por cada céntimo que se da
se recibe diez veces más”. Estaba más que claro que solo era una bonita frase
con la que algunos podrían encontrar alivio en su pobreza.
Recordé,
entonces, un comentario que mi madre siempre decía cuando se presentaba algún
acontecimiento difícil: “Dios se encarga”. No recuerdo que Dios se encargara de
solucionar a allanar el camino por el que transitábamos entonces. Y, ahora,
tampoco, ya que pasaba el tiempo y, por supuesto, Dios no terminaba de
encargarse. No le recriminaba a Dios, pero sí que me preguntaba ¿por qué?, ¿por
qué de la nada me había quedado sin trabajo?
Cuando
veía pedir limosna a ancianos o a mamás con niños, o cuando veía a personas
rebuscando en las basuras que esperaban, a las puertas de los edificios, ser
recogidas por el personal de limpieza de la municipalidad, algo para comer o vender,
llegaba a la comprensión de que, a fin de cuentas, yo era un afortunado porque
tenía una casa donde vivir y comía cada día, a pesar de no tener ningún ingreso.
Pero vivir así, cada día, era como una gota
que va cayendo inexorable en el vaso, con lo que este no solo se iba a llenar,
sino que comenzaría, más pronto que tarde, a rebosar.
Para
completar las enseñanzas de Ángel comencé a buscar por internet artículos sobre
el amor y la energía y, entonces, fui consciente de que estaba muy relacionado
con la espiritualidad.
Nunca
había leído nada parecido. Sabía algo, muy poco, de religión, lo que había ido
aprendiendo en el colegio, pero nunca alguien me había hablado de
espiritualidad. Según iba saltando de una página a otra me topé con escritos de
los autores de la espiritualidad en los que afirmaban que Dios vivía en el
interior del ser humano y que no era necesario levantar los ojos al cielo para
implorar un milagro, ya que con recogerse hacia el interior, hacia el corazón,
era suficiente, ahí estaba Dios.
He hice
algo que no había hecho nunca. Me senté a meditar como aconsejaban los autores
en sus escritos. Lo hice, más que nada, para ver de qué se trataba. Comencé
sintiendo la respiración, aunque no sabía muy bien si lo que respiraba era aire
o tristeza. Y, después, de un rato viajando en ese aire o en esa tristeza,
llevé la atención a mi corazón y se me ocurrió preguntar:
-
¿Hay alguien ahí?