El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 18 de junio de 2016

Creer no es saber

PERLAS PARA EL ALMA


La persona que cree en algo, no sabe, es influenciable y acepta que otros piensen por ella, aceptando lo que otros digan como alimento de su alma.


Hay que experimentar, ya que sino sólo queda la creencia, y la creencia es imitación.


sábado, 17 de octubre de 2015

Aquí está la solución a tus problemas

        
El secreto de todo lo que estás buscando, sea lo que sea, está dentro de ti. Ya sé, ya estoy escuchando tus pensamientos, son demasiado fuertes: “Lo que yo busco es una pareja, ¿Cómo la voy a encontrar dentro de mí?”, o “¿Cómo voy a conseguir dentro de mí el dinero que necesito para la hipoteca de la nueva casa?”, o “¿Cómo voy a conseguir encontrar dentro de mí la solución que busco para solucionar el problema del calentamiento global de la Tierra?”, y tantos más pensamientos de todas y cada una de las personas que están buscando algo material. O de personas que no buscan nada material: “Solo quiero consuelo y entender el porqué de la perdida de mi hijo”.

            Aunque también estoy escuchando pensamientos de personas que no están buscando nada en concreto: “Pero ¿Cómo vamos a entrar dentro con todo lo que hay fuera, para ver, para oír, para probar, para tocar, para vivir, para sentir, para gozar?”. 
      
Sería bueno ir desgranando conceptos y saber que significa entrar dentro de uno mismo, sería bueno saber dónde se encuentra la puerta de entrada, y sería bueno saber cómo es posible conseguir dentro algo que se encuentra fuera.

            Entrar dentro de uno mismo significa vivir hacia en el interior, sin dejarse impresionar ni bien ni mal, ni mucho ni poco, por cualquier situación, por cualquier suceso o por cualquier circunstancia que ocurra en el discurrir de la vida. Y cuando decimos cualquier situación, cualquier suceso o cualquier circunstancia, es cualquiera, del tipo que sea, cualquiera de las que en la actualidad se puedan calificar como buena, (que toquen millones en la lotería), como mala, (quedarse sin empleo o que se incendie la vivienda), o dramático, (la muerte de un ser querido).     Puedes añadir esa circunstancia terrible que estás viviendo: “Embarazada del que será tu cuarto hijo, abandonada por tu esposo y sin ingresos fijos con los que hacerle frente a la vida”. Puedes añadir, también, tu circunstancia particular de vida, sin importar la que sea.

            Porque vivir hacia el interior trata de que sin variar ni un ápice tu vida, puedas vivirla sin sobresaltos, sin agobios, sin miedos, sin dolor, sin sufrimiento, sin ansiedad. Si, a pesar de esa circunstancia buena, mala, terrible o dramática que estás viviendo.

            ¿Cómo puede ser no sentirse afectado por tantas y tantas vicisitudes como acontecen en la vida solo con desviar la mirada, del exterior hacia el interior?



Es que no se trata de desviar la mirada, no se trata de ignorar tu realidad, no se trata de olvidar al instante cada hecho, no se trata de jugar a “aquí no pasa nada”, no se trata de cerrar los ojos, no, al contrario, se trata de vivir la vida con los ojos bien abiertos, se trata de mantener vivo el recuerdo, (que no el pensamiento), sin olvidar nada, se trata de saber exactamente qué está pasando en cada momento, se trata de hacerle frente a la vida, se trata, sencillamente, de vivir la Vida, se trata de vivir la Verdad.

Vuelvo a escuchar vuestros pensamientos: “Si estoy viviendo la vida, y me encuentro con un episodio desagradable, tengo que sufrir”. Si, tienes razón, tienes que sufrir, pero las preguntas siguientes serian: ¿Cuánto ha de durar ese sufrimiento?, ¿Cuánto de intenso ha de ser?

Es normal que afecten los sucesos que van ocurriendo en la vida, pero lo que no es normal es que esos sucesos afecten el resto de la vida o una larga temporada. Todo lo que ocurre sucede en un momento, El sufrimiento que eso genere no ha de alargarse en el tiempo, debe de ser asimilado, entendido e integrado en el menor tiempo posible.

La duración del tiempo para asimilar, entender e integrar los sucesos viene determinado por la madurez de la persona, por la madurez de su carácter, por la expansión de su conciencia o por el crecimiento adquirido. O lo que es lo mismo el tiempo de sufrimiento es inversamente proporcional al punto de su viaje al interior en el que se encuentra la persona. Es decir, una persona que viva en la periferia de su conciencia, lo cual significa que solo vive hacia el exterior, va a sufrir lo indecible y durante un largo periodo de tiempo, mientras que otra persona que ha conseguido expandir su conciencia y acercarse a su interior va a sufrir menos, tanto menos cuanto más adentro se encuentra.

¿Significa eso que entrar dentro de uno mismo endurece a la persona? La respuesta es no, al contrario, la dulcifica, la hace más amorosa, más comprensiva, más tierna, más tolerante, porque lo que se encuentra la persona cuando entra en sí, es a Dios, y Dios es Amor. 

Al entrar en su interior la persona conecta con su parte divina, y llega a la comprensión de la razón de su existencia, llega al entendimiento del por qué de todas las cosas, sabe que todo es producto de un plan, del Plan Divino, sabe que todo es perfecto, sabe que cualquier suceso que ocurra o cualquier situación que se presente ha sido planificado con minuciosidad para su propia experiencia y que lo que debe extraer de todo ello es el conocimiento que tal situación comporta. Por eso no tienen razón de ser los enfados por que los resultados no sean los esperados, no tienen razón de ser los sufrimientos por enfermedades o perdidas, no tienen razón de ser las decepciones ocasionadas por familiares o amigos, no tienen razón de ser los miedos ante el discurrir de la vida, y sobre todo no tiene razón de ser las vueltas y más vueltas que se le dan en la mente a esas situaciones buscando ¿Qué?, buscando nada.

Hay que vivir la experiencia totalmente despiertos, con total y absoluta conciencia de lo que está sucediendo para integrar en el alma el aprendizaje, sabiendo que no es más, sea lo que sea, que un peldaño más en el despertar del sueño de la vida.

Todo esto es lo que sucede por vivir en el interior de uno mismo. En la próxima entrada veremos cómo llegar a ese interior y como conseguir lo que buscamos.



viernes, 17 de abril de 2015

Un momento único en tu eternidad


Perlas para el alma



            El momento que estás viviendo ahora es único e irrepetible. No se ha dado en todas las vidas que has vivido, y no se volverá a repetir ni en esta vida ni en las vidas posteriores.
            Aprovéchalo, vívelo, siéntelo y disfrútalo, no te lo pierdas por culpa de los vaivenes de tus pensamientos, porque puede ser que la enseñanza de toda esta vida esté concentrada en este momento.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Reencarnación,...... ¿Y?


            Cada vez es mayor el número de personas que creen en una vida anterior y posterior a la vida física. Si, cada vez es mayor el número de personas que creen en la reencarnación. Y creen por infinidad de razones, si preguntamos la razón, es posible que encontremos tantas respuestas como personas. Sin embargo, en el fondo de todas las razones subyace el miedo a la muerte. Es un alivio pensar que todo va a seguir, de alguna manera, después de la muerte del cuerpo.
            Y según vamos leyendo y aprendiendo, o recordando, cosas sobre la reencarnación y sobre la muerte, no es que termine de desaparecer el miedo a la muerte, pero parece que se atenúa bastante.
            Además hay algunas técnicas, como las regresiones que nos pueden ayudar a recordar acontecimientos de vidas pasadas, nos pueden ayudar a comprender el posible origen de traumas, de problemas emocionales, o de la causa de relaciones conflictivas con otras personas. Pueden ayudarnos a entender el porqué de nuestro carácter, e incluso, de alguna manera, más o menos sutil, la razón  o la misión de la vida.
            Todo esto está bien, porque con esas técnicas se pueden arreglar algunos problemas que se arrastran, como una pesada losa, en la vida de la persona. El reconocimiento de que un problema tiene su origen en una vida anterior, es un alivio, y puede llegar a sanar el problema.
            Pero, es posible, que no puedan solucionarse, con ese método, todos los problemas de la persona, y sobre todo algunos problemas emocionales, que pueden existir por una acumulación de las actuaciones realizadas en muchas vidas, ni por supuesto puede solucionarse la inmadurez de un carácter, que también es causa de hábitos que se han ido forjando por acciones repetidas en cada vida.
            Por lo tanto hay que buscar otra técnica. Es bueno saber con qué herramientas contamos. Y la herramienta más importante de la que disponemos es la propia vida. Ya sabemos que gran cantidad de nuestros problemas tienen su origen en vidas pasadas, sabemos que estamos en la vida atados a la Ley del Karma, pero la solución a todo eso, ha de encontrarse en la vida actual, es en ella donde podemos aprender a amar de manera definitiva, es en ella donde vamos a pagar deudas pendientes, es en ella donde hemos de perdonar, es en ella donde podemos eliminar malos hábitos, es en ella donde podemos crecer, evolucionar y terminar de construir nuestro carácter. Podemos utilizar otros cientos o miles de vidas para realizar ese trabajo, pero, también es cierto que se puede conseguir en una sola vida. ¿Por qué no en la vida actual?
            Es igual haber vivido una, cien, mil o un millón de vidas, porque de la única que tenemos conciencia es de la vida actual. Por lo tanto podemos dejar de elucubrar con otras vidas y centrarnos en la vida que estamos viviendo. Es en ella donde hemos de realizar cualquier acción que nos acerque a la Iluminación, cualquier acción que nos acerque a Dios.   
           

sábado, 10 de noviembre de 2012

La carrera de la vida


            En un momento del tiempo, el alma decide su vuelta a la materia para retomar su aprendizaje, en el mismo punto en que quedó al finalizar su encarnación anterior, y se reúne con los Señores del Karma para terminar de organizar la que será la nueva vida: El lugar de nacimiento, la familia, los amigos, los diferentes encuentros, el Karma a liberar, el aprendizaje a recibir o la enseñanza a realizar.
            Y para eso, de la misma manera, que una vez en la Tierra el cuerpo elige el vestido adecuado para salir a la calle, el alma elige la vestimenta adecuada para el trabajo a realizar, y se reviste de materia, con forma de hombre o de mujer.
            Durante mucho tiempo he pensado que era una pérdida de tiempo inútil todo el tiempo que tardábamos en crecer, desde nuestro nacimiento hasta la edad adecuada en la que comenzamos a poder ser conscientes de la vida, pero ahora sé, que ese es también un tiempo de experiencia para el alma, un tiempo de aprendizaje total, un tiempo en el que permitimos a otros, casi siempre nuestros padres, para que liberen parte de su Karma, un tiempo para liberar Karma propio.
            La vida es como una carrera de obstáculos que vamos corriendo por diferentes pistas a la vez. Es como si en una carrera fuéramos el mismo corredor por las diferentes calles, y en cada una de ellas, vamos avanzando en todas las experiencias que el alma ha decidido vivir en la presente vida.
            Cada calle podría tener un nombre, aunque siempre distinto para cada persona: En una calle avanzamos para trabajar la voluntad, en otra la paciencia, en otra el orgullo, en otra……., etc., etc. Y es claro que en todas las pistas no vamos a llegar a la par, podemos avanzar rápidamente en unas y más lentamente en otras, podemos finalizar la carrera en unas y casi no comenzar en otras.
            La carrera finalizada, perdurará por siempre, será un aprendizaje aprendido para toda la eternidad; y aquellas otras que queden pendientes volverán en nuestra mochila en la próxima encarnación. Ninguna va a quedar en el olvido.
            Todos vamos a completar todas las asignaturas, unos antes, otros después. Y teniendo en cuenta los obstáculos con los que nos encontramos, ¿Por qué tratamos de pasarlos todos cuanto antes? 

jueves, 30 de agosto de 2012

Super humanos

            Desde antes de nacer, el corazón del ser humano empieza a latir en el útero materno, y no lo deja de hacer hasta que el alma decide abandonar el mundo de la materia; de la misma manera que la respiración, que comienza en el mismo instante en que nos asomamos a la vida, y no termina hasta el momento del regreso a la Energía Divina.

            El corazón latiendo, siempre latiendo y la respiración siempre con su vaivén, nos atan a la vida, de manera autónoma, de manera automática, sin que seamos conscientes de que es esa respiración y ese latir, los que nos mantienen con vida. Creo que vivimos a pesar de nosotros mismos, a pesar de lo mal que tratamos a nuestro cuerpo y de rebote a nuestro corazón, a pesar de olvidarnos de como se respira, utilizando músculos que nada tienen que ver con la respiración.
            Y, a pesar de la importancia, de la importancia vital de nuestra respiración y del latir de nuestro corazón, pocas son las personas que dedican un momento en su día para comprobar cómo es esa respiración, o como late su corazón.
            Al igual que los seres humanos, los animales también respiran y también tienen un corazón que bombea de manera permanente, y como muchos seres humanos, ninguno de ellos es consciente de la maravilla que está ocurriendo en su cuerpo. Sin embargo, los animales, en su nivel dentro de la evolución, no saben que ellos también son más que ese cuerpo que sólo se puede dirigir por los instintos. No tienen una mente que razona, una mente que les puede llevar a preguntarse qué hacen en la vida, o qué diferencia hay entre la vida y la no vida.
            Los seres humanos, casi todos, en algún rincón de su mente, tienen la conciencia de que son algo más que el cuerpo, muchos creen que tienen, o que son, algo que se denomina alma, aunque como no se ve, no saben ubicarla, y no se identifican, en absoluto con ella.
            Todo eso, en cuestiones de vida, hace que esos seres humanos se diferencien en poco de los animales, ya que rigen el cuerpo por los mismos instintos con los que se rigen los animales, comen cuando tienen hambre, aunque muchos, al contrario que los animales siguen comiendo después de saciada la necesidad de comer; beben incluso cuando no tienen sed, y en ocasiones bebidas dañinas para el cuerpo; y satisfacen, como los animales, sus necesidades fisiológicas de manera instintiva.
            En casi todas las cuestiones referentes al cuerpo, la diferencia entre el animal que se rige por los instintos, y el ser humano que tiene una mente racional, es mínima.
            ¿Cómo ser más humanos racionales y menos animales instintivos? Aunque resulte paradójico, lo podemos conseguir siendo conscientes del cuerpo. Y se es consciente del cuerpo sintiéndole, sintiendo sus sensaciones, sintiendo su respiración, sintiendo sus latidos. Es en esos momentos en que estamos sintiendo el cuerpo, cuando podemos despegarnos de él, cuando podemos, aunque sea por un instante, conectarnos con eso otro que realmente somos, con el alma. Es a partir de ahí, cuando no sólo nos despegamos del animal, sino que también nos despegamos del ser humano normal, para atisbar nuestra propia divinidad, convirtiéndonos, aquí en la Tierra en superhumanos, con todos nuestros poderes divinos desarrollados.
            No somos el cuerpo. El cuerpo sólo es, aunque de vital importancia, el vehículo del alma; el instrumento desde el cual tenemos que realizar nuestro trabajo de acercamiento a nuestra Divinidad, el instrumento para nuestro aprendizaje, el instrumento desde el que hemos de vivir todas las experiencias humanas, sin apegarnos a ellas. ¡Sientelo!

miércoles, 25 de abril de 2012

Salvar el alma


Nadie quiere salvar su alma,
todo lo que queremos es cuidar la cara.
Yogui Bhajan

            Este es el quid de la cuestión. En el tiempo que llevo dedicándome a la práctica del yoga, de la meditación y de la sanación, y a poner mi experiencia a disposición de todos aquellos que crean y sientan que les puede ayudar a despertar, a sanar, a acercarse a su alma, a ser feliz; me he encontrado, y me sigo encontrando, con que las personas que se quejan de lo infelices que son, de la mala suerte que tienen, de su soledad, de su ansiedad o de su enfermedad, cuando les insinúas que todo eso puede cambiar, con un mínimo de trabajo diario por su parte, buscan un millón de excusas, siendo la falta de tiempo la estrella de esas excusas, o desaparecen, o sencillamente realizan ese trabajo de una manera tan superficial, que no les sirve nada más que para demostrarse a sí mismos, y demostrar a los demás, de que eso ya sabían que no iba a funcionar. Por supuesto, siempre hay algunas maravillosas excepciones.
Las personas quieren ser felices, ¡sí!, pero tomando una pastilla cada ocho horas, y que no les hablan de dejar sus actividades diarias, (paseo, cama, televisión, cerveza con los amigos, etc.), o incrementar estas, aunque sea media hora, para dedicarse a crecer y evolucionar. Prefieren seguir siendo bebés, prefieren seguir dormidos, a fin de cuentas, en su sueño, no son conscientes ni de la talla de su conciencia, ni de su sueño.  
            Son muy pocos los que realmente quieren salvar su alma, o más fácil todavía, son muy pocos los que realmente quieren experimentar la felicidad de manera permanente. No creen que pueda existir la felicidad permanente, y mucho menos que se pueda encontrar en el interior de la persona, sin depender para nada de la consecución de los deseos. Es posible que lo expliquemos mal y no consigamos hacernos entender, por eso, no es que no lo crean, es que ni tan siquiera lo entienden.
En mi ignorancia, creo que piensan, al menos muchos de ellos, que si sanan de cualquiera de sus múltiples enfermedades, ya sean físicas o emocionales, no podrían quejarse y entonces, es posible que sientan que no pueden captar la atención de los demás, con lo que su soledad aun sería mayor.
            ¿Puede ser que antes de tener acceso a la felicidad y al amor necesiten vivir otras experiencias? El alma necesita vivir todas las experiencias, entre ellas las del dolor, la soledad y el sufrimiento, en todas sus múltiples facetas, de abandono, de soledad, de muerte, de enfermedad, de engaño, etc. Sin embargo, para asimilar la experiencia, no es necesario pasar una vida entera llena de sufrimiento, puede asimilarse en poco tiempo, el necesario para que la persona sea consciente de ese dolor, el necesario para que la persona sea consciente que lo puede erradicar sólo con su voluntad y con su pensamiento.
            Si eres de los que crees que es más importante la cara que el alma, te dejo una reflexión: La cara es caduca, se la comerán los gusanos dentro de unos días. El alma, sin embargo, eres tú, y es eterna.

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Exito?, ¿Fracaso?

              El fracaso no existe, como tampoco existe el éxito. Pensar en el éxito o en el fracaso, desear el éxito o temer el fracaso, no es más que una condición emocional motivada por un deseo, que lleva a la persona a una pérdida de tiempo, a una parada o a un retroceso, en su trabajo de crecimiento y de unión con el alma.

        Pero si a pesar de todo queremos seguir hablando de fracaso, podemos decir que el verdadero fracaso es cuando la persona se identifica con sus pensamientos de éxito o fracaso. Pero aún así, ese fracaso no existiría si la persona aprende de eso que califica de fracaso, y aprende lo suficiente como para no volver a programar las acciones realizadas y no esperar nada de ellas.
Lo podemos ver de otra manera: Eso que calificamos de fracaso, ¿Cuánto tiempo dura?, ¿Un segundo?, ¿Un minuto?, no más. ¿Qué es un segundo o un minuto comparado con toda nuestra vida de setenta u ochenta años?, ¿Qué es comparado con la eternidad del alma?, ¿Merece la pena dar valor a ese segundo de nuestra vida, como para dejar de lado nuestra felicidad por ese fracaso?
Eso que nosotros denominamos fracaso, para el alma sólo es una lección aprendida, y una lección aprendida mediante un fracaso es mucho mejor asimilada que la lección aprendida sin dolor.
Los fracasos son imprescindibles para nuestro crecimiento, tanto o más que los éxitos. Decía Winston Churchill que el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperar. Es cierto, triunfar es aprender a fracasar. Cada frustración, cada desengaño, cada contrariedad, cada desilusión, lleva consigo el germen de una infinidad de capacidades desconocidas, sobre las que las almas pacientes y decididas han sabido ir edificando lo mejor de sus vidas.
Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor. El fracaso nos brinda la oportunidad de superarnos, de dar lo mejor de nosotros mismos. Es así, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado, como se va fortaleciendo el carácter, como se va adquiriendo fortaleza y poder.
 ¿Quién es perfecto y no comete errores? La diferencia estriba en que unos extraen, con humildad, toda la enseñanza posible, mientras que otros se hunden en la mayor de las miserias. El éxito, está en la capacidad de superar los tropiezos con humildad.

martes, 6 de septiembre de 2011

¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?

           Estamos acostumbrados a calificarlo todo: Esto es bueno, esto es malo, esto es bonito, esto es feo, esto no se hace en tal sitio, esto es mejor que aquello o peor que lo otro.

Pero nada es con un calificativo al lado. Todas las cosas, todos los acontecimientos, son y punto. No existe nada bueno, ni nada malo, ya que cada calificativo sólo proviene de la mente de la persona que lo juzga, en función de sus experiencias y de sus creencias, en función de su vida, en función de su aprendizaje, y que por supuesto, puede ser muy diferente para otra persona.
Mientras calificamos cualquier cosa o cualquier acontecimiento, nos lo estamos perdiendo, y además de perdérnoslo, lo que percibimos ya no es tal cual, con su pureza, sino que lo percibimos a través del cristal del filtro de nuestra mente. Cada acontecimiento que pasa por nuestra vida, es único en ese momento, y además necesario para nuestra evolución y crecimiento, pero al percibirlo deformado por nuestra percepción, no lo aprovechamos, con lo cual, ha de volver otra vez a nuestra vida, porque si ese aprendizaje estaba programado, volverá y volverá hasta que el aprendizaje sea efectivo y total.
¿No tienes la sensación de que tu vida es una repetición de los mismos acontecimientos? Cuando aprendas la enseñanza que ese acontecimiento lleva aparejada, dejará de repetirse en tu vida.
Para eso, deja que la vida fluya y pase a través de ti, sin un solo comentario mental, sin una sola crítica mental, sin una sola comparación. Solo observa, vive y disfruta, dejando que la enseñanza llegue a ti, sin oponerte a aquello que la vida te presenta, sin rebelarte ante los acontecimientos.
Seguro que sabes esta historia, pero aquí quedaba que ni pintada: Había un viejo sabio en la China que tenía un caballo y un hijo. Todos sus vecinos le tenían lástima y siempre le decían: "Qué triste que todo lo que tienes es un hijo y un caballo". El viejo sabio siempre respondía con las siguientes palabras: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?"
Un día, el caballo se escapó. Todos los vecinos se le acercaron con mucha compasión, diciendo: "¡Es terrible, tu único caballo se escapó y ahora solamente tienes a tu hijo. Es terrible!". Como siempre, el viejo encogió sus hombros y dijo: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?".
Pasó una semana y el caballo regresó, y con él venían doce hermosos caballos salvajes. Los vecinos estaban muy emocionados y corrieron hacia el viejo proclamando su buena fortuna: "Es tan maravilloso, ahora tienes muchas posesiones". El viejo sabio respondió una vez más encogiendo sus hombros con las acostumbradas palabras: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?".
El viejo sabio le dijo a su hijo que comenzara a entrenar a los caballos salvajes para que pudieran serles útiles. Un día, el hijo estaba montando un caballo particularmente salvaje, se cayó y se rompió ambas piernas. Cuando los vecinos supieron, llenos de lástima le decían: "Qué cosa tan horrible lo que le pasó a tu único hijo". El viejo sabio nuevamente se encogió de hombros y dijo: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?".
Poco tiempo después, llegaron unos jinetes desde una villa cercana buscando a todos los hombres físicamente capaces para ir a la guerra y para ayudarles a proteger su villa de las bandas de ladrones que merodeaban por allí. Así fue como todos los jóvenes de las villas cercanas fueron a ayudar a la guerra excepto el hijo del viejo sabio, quien tuvo que quedarse en casa porque sus dos piernas rotas aun no habían sanado. Todos los jóvenes que fueron a la guerra murieron pero el hijo del viejo sabio vivió muchos años.
Entonces, cuando parezca que tu mundo se está derrumbando a tu alrededor y no puedes encontrarle ningún sentido a lo que te está pasando, siempre recuerda que no conoces la película completa y recuerda también las palabras del viejo sabio: "¿Qué es bueno, qué es malo, quién sabe?".
 

domingo, 3 de julio de 2011

La vida es ilusión

            La observación de la vida me lleva a pensar que todo en la vida es ilusión, que todo en la vida es pensamiento, que cada persona vive la vida en función del color de sus creencias, en función de sus deseos, en función de sus apegos, en función de sus pensamientos.

Y si no estás convencido/a de eso, observa la vida, observa las reacciones de las personas. Ante una circunstancia, cualquiera, del tipo que sea, las reacciones de las personas, son distintas y en muchas ocasiones opuestas. ¿Por qué?, si la circunstancia es una, ¿no debería de reaccionarse de la misma manera?, ¿Quién actúa correctamente?, ¿Quién se alegra?, ¿Quién se ofende? Si la circunstancia es rosa, ¿Por qué unos la ven blanca y otros la ven negra?, y es posible, que si alguno la ve de su verdadero color, tanto el grupo de los que la ven blanca, como el grupo de los que la ven negra, le tachen de loco.

            ¿Qué pasaría si se viviera la vida sin creencias?, ¿Qué pasaría si dejáramos descansar el pensamiento?, ¿Qué pasaría si se aparcaran los deseos?, ¿No crees que lo qué pasaría sería un respeto absoluto hacia los demás?, ¿No crees que se habrían acabado las críticas feroces, las inútiles discusiones, los disgustos, los enfados?, ¿No crees que se vería la vida tal cual es?

            Si se viviera la vida con total desapego, se acabarían, por ejemplo, los partidos políticos, sólo existiría uno, el que siempre sirviera al pueblo, a todo el pueblo, no sólo a los ricos y poderosos como sucede en la actualidad. Si se viviera la vida con total objetividad, se acabarían las religiones, sólo quedaría una, la que enseñara a amar y a ser feliz, y como no hay en la actualidad, habría que crearla. Si se viviera la vida tal como es, ni tan siquiera habría forofos de un equipo u otro de ningún deporte, sólo habría amantes del deporte. Si se viviera la vida con hermandad, no habría hambre en el mundo, ni explotación. Si se viviera la vida sin pensamientos, sólo observándola, se acabarían las guerras entre naciones, los enfados entre hermanos, las discusiones entre vecinos.

            Pero no es así, se anteponen los deseos, los intereses, los pensamientos. Se vive la vida desde el prisma que a cada uno le interesa, se vive la vida como cada uno piensa que se debe vivir, se vive la vida para satisfacer los propios deseos; dando como resultado una vida de desatinos, de desigualdades, de abusos.

            ¿Crees que a ti no te pasa?, nos pasa a todos. Analiza todas tus reacciones en cualquier aspecto de la vida, observa si eres ecuánime en cualquier circunstancia: en la vida familiar, en religión, con las amistades, en deporte, en política, etc., etc. Analízalo con honestidad, y en tu soledad interior respóndete.

            Si te apetece, empieza a cambiar, pero no de palabra, sino de obra: vive la vida real, observándola sin más. Tú cambio hará que cambien los más próximos a ti. Es posible que todas nuestras estructuras corrompidas y caducas, (económicas, sociales, religiosas, políticas, culturales), no cambien de la noche a la mañana, puede ser que tú no veas el cambio, pero algo pasará en algún momento. Recuerda que todos tenemos las estructuras, sean del tipo que sea, que nos merecemos. Empieza a cambiar tú, que afecte a los demás, para merecer otra cosa.

            ¿Cómo cambiar?, es fácil. Mantén la atención, y observa la vida, sin calificar nada, sin juzgar nada. Observa la vida como observarías en tu primera visita el Coliseo romano, o el Machu Picchu, o el Taj Mahal, o la Sagrada Familia; con la boca abierta, sin palabras. Ten en cuenta que cada suceso en la vida es nuevo y único, y así cada segundo. A fin de cuentas, los monumentos mencionados puedes volver a visitarlos en una segunda ocasión. En la vida no, cada segundo es nuevo, no se repite. Vívelo como tal.

jueves, 2 de junio de 2011

Dormir..... soñar...... despertar...... recordar

            Si crees que eres un cuerpo y que estás en la Tierra por accidente, por casualidad o por una noche loca de amor, y que al final de esto que llamamos vida no hay nada más que la desaparición de la faz de la Tierra y la descomposición del cuerpo, no hace falta que hoy sigas leyendo esto.

            Pero si eres de los que crees, que no estás aquí por casualidad y que tu estancia en la Tierra es algo elegido por ti, (aunque no te acuerdes de ello), y que además has pactado tu nacimiento, cada paso de tu vida, cada encuentro, cada situación y cada aprendizaje. Si crees que al final de la vida física sólo desaparece tu cuerpo y que tu “vida” sigue de alguna manera, no recordada ahora por nosotros, entonces si, puedes continuar leyendo, si te apetece.

            El trabajo que tienes que realizar para desarrollar tu aprendizaje, en realidad, es muy sencillo. Ni siquiera es aprendizaje, sólo es un recordatorio. Si somos eternos, antes de nacer en un cuerpo físico, es seguro que estábamos en algún lugar, y es a ese lugar a donde tenemos que volver, una y otra vez. Volvemos tantas veces como veces dejamos el cuerpo, y casi nada más abandonar el cuerpo, nos volvemos conscientes de donde estamos, nos volvemos conscientes de que estamos en nuestra verdadera casa, con nuestra verdadera familia. La razón por la que no recordamos cuando estamos en el cuerpo, es bien sencilla: Si recordáramos de dónde venimos, no querríamos estar aquí, querríamos abandonar el cuerpo para ir a nuestra casa. Y eso no era lo pactado.

            Insisto, recordar es muy sencillo. Y si no lo parece es porque lo complicamos sin ninguna necesidad, lo complicamos por desconocimiento, lo complicamos porque algo dentro de nosotros nos impulsa a “servir” y a “proteger” a nuestro ego. Nuestro ego es el “yo”, el “mi”, lo “mío”. Pero este impulso de servicio y protección de nuestro “yo”, no es necesario, y no lo es porque aquello que realmente somos, no corre ningún peligro.

¿Qué somos?, ¡somos un alma! Y el alma, nunca se ha visto herida, no necesita protegerse, no necesita sirvientes, porque sigue como cuando estaba en “casa”, limpia, pura, sin que la afecten los problemas de la vida.

¿Problemas?, ¿Qué problemas?, los únicos problemas que existen, todo aquello que queremos solucionar y proteger no existe fuera de nuestra mente.

Nacer a la vida, es dormir mientras esta dura. Y mientras estamos en la Tierra, dormidos, soñamos otra realidad. La realidad del deseo, la realidad del sufrimiento. Nuestro sueño comienza en el instante del nacimiento, ya que en los primeros compases de la vida vamos paulatinamente olvidando de dónde venimos. Y a partir de aquí, vamos, en nuestro sueño, acumulando ideas y creencias sobre nosotros mismos y el mundo. Conceptos, prejuicios, deseos, temores, como somos, que piensan los demás de nosotros, quien nos agrada y quien nos disgusta, etc., etc. Pero todo esto, sólo está en nuestra mente, en la manera en la que hemos ido interpretando nuestras experiencias, ya que si las hubiéramos interpretado diferente, todo cambiaría, todo tendría un sentido diferente. Pero a nosotros nos da lo mismo, para nosotros es nuestra propia realidad y nos quedamos enganchados a ella. ¡Nos olvidamos completamente de nuestro verdadero ser!, ¡Nos olvidamos del alma!

Creer que somos una entidad diferente es una quimera, es una ilusión, es producto de nuestro sueño mientras permanecemos en el cuerpo. Pero sí que hay una realidad, el cuerpo y la mente si necesitan protección y cuidados; pero no el alma.

Vivimos en un mundo de sueños donde lo mental y lo físico son las únicas realidades que percibimos, y nos vemos a nosotros mismos y a nuestros semejantes como seres diferentes, independientes, separados. No es así, estamos dormidos.

Sólo hay que despertar, sólo hay que recordar. Pero, ¿Cuándo se inicia el despertar? ¿Cuál es el despertador que hay que utilizar? ………., ¡Fácil!, hay que utilizar la propia mente:  Permanecer atentos, para soltar “la creencia”, “el punto de vista”, “el placer”, “el dolor”, “la enfermedad”, “el sufrimiento”, “el deseo”. Soltar es vivir la experiencia, sólo hay que permitirla sin juzgar, permitirla tal como es, permitir el dolor y el placer en la misma medida, en el momento justo. No se ha de permanecer presentes en la experiencia permanentemente, se ha de vivir en “el momento que toca”, completamente, sin rechazarla, sin esconderla. Se ha de vivir la experiencia, pero una vez que esta ha pasado no se ha de volver a ella.

Vivir completamente la experiencia es el inicio de la sanación, es el inicio del despertar, es el inicio de ver a Dios en todas las cosas. Permitir la experiencia sin juicios, permitirla tal como es, permitirla en el momento que llega, nos va a permitir despertar, recordar y crecer para acercarnos a nuestro verdadero hogar, para acercarnos a Dios.

miércoles, 13 de abril de 2011

La escuela de la vida

                Cada situación que se presenta en la vida, no llega a nosotros por casualidad. Cada situación llega para nuestro aprendizaje, siempre en el mejor momento, en el momento más adecuado, para poder recibir en óptimas condiciones las enseñanzas que dicha situación nos aporta.
            Aprovechar o no las lecciones, es nuestra elección. La vida es una escuela. En la  escuela, el instituto o la universidad, hay unos alumnos que estudian, trabajan y aprenden de manera fluida, superando todas las asignaturas en cada curso; mientras que otros dedican el curso a la buena vida, suspendiendo y repitiendo. La vida es igual.
            Las asignaturas de la vida no son más que virtudes, no son más que las cualidades del alma: Amor, comprensión, voluntad, compasión, alegría, paz, servicio, caridad, etc. Para su trabajo no se precisa estudio ni memorización, sólo es necesaria la atención y la observación, para comprobar el grado de sapiencia en cada materia. Las asignaturas de la vida no precisan de apuntes ni de trabajos en grupo, sólo es necesario el trabajo interior, ya que la consecución de una virtud, (asignatura aprobada), se produce cuando se elimina el vicio contrario a esa virtud. El trabajo en las asignaturas de la vida es un trabajo en solitario, interno y en silencio.
Cómo para la observación y la atención no se ha de realizar ningún trabajo adicional, ni dedicarle un tiempo extra, ¡parece fácil!, sin embargo, no lo es. La experiencia lo demuestra, ya que vida tras vida vamos suspendiendo muchas asignaturas, dedicando demasiado tiempo para cualquier aprendizaje. La observación y la atención tienen un enemigo muy poderoso, la misma mente. Ella que ha de observar, no observa, ella que ha de atender, no atiende, y se aburre, y se distrae. Como consecuencia, la persona, que es un cúmulo de instintos, de deseos e insatisfacciones, busca en los placeres externos y en la satisfacción de sus deseos, su propia realización. ¡Casi nunca lo consigue!
Es posible que la asignatura más importante de la vida sea alcanzar el conocimiento de que el ser humano es divino e inmortal. Cuando la humanidad esté segura de su divinidad e inmortalidad, y haya adquirido el aprendizaje sobre la naturaleza del alma y el reino en el cual funciona el alma, su actitud hacia la vida y los asuntos cotidianos, sufrirán tal transformación que podremos sentir la paz interior y la felicidad en nosotros, sin necesidad de ningún estímulo externo: unas vacaciones, un ascenso en el trabajo, una pareja que nos complazca, una vida cómoda, etc., etc.
En realidad, la adquisición del conocimiento no es tal. No se trata de aprender, se trata de recordar. No se trata de satisfacer ningún deseo, sino de eliminar los deseos. No se trata de aprender a ser virtuosos, sino liberarnos de los hábitos negativos. No se trata de hacer, se trata de ser.
En la escuela de la vida, están desterrados los términos de acción, no hay que enfrentarse a la vida, porque es tan inútil como nadar contra corriente, ¡no avanzas! En la escuela de la vida, sólo hay que dejar que la vida te lleve, pero no que te arrastre. Dejar que la vida te lleve, es observar cada situación y actuar en ella, con alegría, buscando siempre aquello que es positivo, sin centrar la atención en las cualidades negativas de la vivencia; no tratando de cambiar la situación, sino cambiar en el interior la manera de vivirla; no esquivando la situación, sino aceptándola.
Empieza cada día proponiéndote la observación atenta de la vida, para comprobar que tiene de divino, para comprobar que la enseñanza está justamente en “eso” que te molesta, en eso que te incomoda, en eso que te genera ansiedad. Y acéptalo. A partir de aquí puedes tener la seguridad de ir aprobando las asignaturas y de ir pasando cursos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Un camino para recorrer

            ¿Cuántas veces te has preguntado si estás recorriendo el camino adecuado, y si estás  realizando en tu vida aquello que estaba programado por tu Ser Superior?
Pero, una vez hecha la pregunta, ¿te permites obtener la respuesta?, ¿te mantienes en silencio para escuchar?, ¿te permites dejar espacio en tu mente para que lleguen las respuestas? Hay momentos en que te preguntas y no te permites obtener ninguna respuesta porque tu mente está llena de preguntas y más preguntas que no vacías, está llena de miedos, llena de preocupaciones, llena de prejuicios. 
En la vida diaria son muchas las personas que preguntan sin dejar espacio para las respuestas, es como los niños que preguntan pero no quieren ni escuchar las respuestas porque para ellos todo es como un juego. Y si, la vida es un juego……….., pero no un juego de niños………., sino un gran juego, donde cada uno debe ocupar su lugar y estar atento no solo al paso que debe dar en ese juego, sino del paso de todos y cada uno de los integrantes de esa gran partida, de ese gran juego que es la vida y que en consecuencia nos atañe a todos, a toda la humanidad.
Es posible que ya estés haciendo lo que corresponde, eso sucede cuando te olvidas de tu cuerpo físico y sus apetitos, cuando te olvidas también de todo lo material, a partir de aquí, entras en un estado de conciencia que te permite bucear hacia el centro de tu corazón donde está tu parte más divina, la parte amorosa que representa a tu SER SUPERIOR.
Y ¿cómo sabes que estás en el camino correcto?, estás en el camino correcto  cuando la vida no representa ningún esfuerzo, si todo se desarrolla tal como estaba previsto, la vida es fácil, alegre, feliz.
Sin embargo, no se desarrolla todo tal como estaba previsto en el Plan Divino  si la vida supone un esfuerzo, si genera sufrimiento,  si dependes de cualquier persona o cosa para tu estabilidad o felicidad. En este caso, lo aconsejable es parar, sentarse en silencio con uno mismo, entrar en tu interior, y preguntar qué es lo que te  distrae, que es lo correcto en tu camino; a partir de entonces, quédate en silencio, siempre llegan las respuestas. Y a partir de esa respuesta que tu Ser te da de forma amorosa, actúa sin perder ni un segundo en esa dirección.
Todos los caminos están entrelazados con el camino de nuestros hermanos, de tal manera que un solo pensamiento, una sola palabra, una sola acción, influye en la totalidad de nuestro mundo y en todo el Universo. Mantén este concepto, e intégralo en tu corazón. ¡Cualquier movimiento en tu energía repercute en todo el Universo!
Ama, respeta y se consciente de todos tus actos, responsabilízate de tu propia vida, sin importarte lo que hagan los demás.
El camino de la LUZ  es el Amor y la rectitud de conciencia, no importa si practicas o no alguna religión, sólo tienes que Ser.
Date permiso para Ser quien Eres y sigue tu camino sin dudas, olvídate de cómo, el corazón ya sabe, simplemente mantén la atención en el deseo de llegar hasta tu  corazón, permite que tu Ser te guie y confía en el resultado final que no puede ser otro que el camino elegido por tu Ser Superior.
Ya muchos de vosotros habéis cruzado al otro lado de las emociones, de las dudas y del miedo, habéis cruzado el umbral del penúltimo portal, permitiros ahora SER realmente vosotros mismos unidos a vuestros Seres Superiores, ya es tiempo  de emprender la ascensión a las esferas superiores con plena conciencia.

miércoles, 19 de enero de 2011

Aprendizaje y karma

            Toda la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, es una acumulación de experiencias, y una incesante recepción de lecciones. Esto sucede desde nuestra individualización como almas, y en cada vida, desde la experiencia del primer nacimiento, hasta la última muerte en nuestra última vida terrena, se van sucediendo situaciones que llevan implícito el aprendizaje que hemos decidido tener en esa vida en concreto y en cada determinado momento. Y excepto, posiblemente, en la segunda mitad de nuestra última vida, ese aprendizaje se realiza normalmente de manera totalmente inconsciente y en un gran porcentaje de ocasiones, con sufrimiento.
            Somos inconscientes del aprendizaje que conlleva cada situación y cada experiencia, pero sí que somos conscientes de la experiencia; es decir: Imagina que reaccionas siempre con rabia ante una determinada situación, que se produce con un compañer@ de trabajo.  La inconsciencia está en que no sabemos que esa situación lleva implícito un aprendizaje, y mucho menos cuál es el aprendizaje, pero si somos conscientes de la rabia que nos genera esa situación, y de nuestra actuación para con el compañer@ de trabajo debido a esa rabia.
            Esa actuación que tenemos debida a la rabia, no sucede gratis, lleva implícito un efecto. La relación entre la causa, (la rabia), y el efecto, (la actuación), se denomina karma.
            Cualquier causa, sea de pensamiento, de palabra o de acción, genera un efecto, genera karma. Y lo mismo da que esa causa sea un buen o un mal pensamiento, una buena o una mala palabra, una buena o una mala acción; en todos los casos genera un efecto, es decir, genera karma.
El karma producido por un mal pensamiento una mala palabra o una mala acción genera un débito por parte del emisor del pensamiento, palabra o acción, hacia el receptor. Y el karma producido por un buen pensamiento, una buena palabra o una buena acción, genera un débito del receptor hacia el emisor. En el primer caso, se ha de pagar, en el segundo, se ha de recibir.
Más allá de nuestra mente no existe distinción entre el karma producido por una acción sea buena o sea mala. Los dos tipos de karma van a tener el mismo resultado, van a hacer que la persona tenga que encarnar nuevamente para pagar o cobrar la deuda. Ante esto cabría preguntarse, ¿Cuándo se acaba esta rueda?, porque siempre se están realizando acciones. La rueda del karma se acaba cuando todo se realiza sin deseo. Está claro que según se va evolucionando se van realizando cada vez menos malas acciones y más buenas acciones. Cuando llegue el momento que todo sean buenas acciones y se hagan desinteresadamente, se acaba el karma, se acaba el ciclo de reencarnaciones, se entra en una nueva dimensión sin cuerpo.
Mientras todo esto sucede, se está produciendo el aprendizaje, y es difícil poder concretar cuáles son las claves que indican cuando se ha aprendido la lección. Pero sí que hay ciertos indicios. ¿Eres consciente que hay situaciones en tu vida que se repiten y se repiten, una y otra y otra vez? Esa es una evidencia concreta de que hay una lección para aprender y que no la estás aprendiendo, y se va a seguir repitiendo hasta que hayas aprendido la enseñanza contenida en esa experiencia.
De cualquier forma, cuando se planificó nuestra vida, se planificaron también las ayudas. Y en esas ayudas están los mensajes, está la sincronicidad. Recuerda, que cada acontecimiento, que cada palabra, que cada mirada, que cada pájaro, que cada soplo de viento, nos está hablando de los pasos que hemos de seguir en la experiencia, para vivirla al cien por cien, para extraer la enseñanza, y para plantarnos ante la próxima situación, energéticamente reforzados por la energía que suministra el alma satisfecha por el aprendizaje.
Sólo hay que ser conscientes de las señales. Para ser consciente de las señales y de los mensajes, se ha de estar atent@, se ha de tener la mente lo más calmada posible, sin esperar las señales, sin juzgarlas, sin tratar de entenderlas, solamente dejandose llevar.
Sólo así se puede ser consciente del sufrimiento que puedan generar las experiencias, para de forma inmediata poner los medios que ayuden a la liberación del posible sufrimiento, sin quedar enganchados a él, aprovechando para el alma esa nueva experiencia y ese nuevo aprendizaje.