El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
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viernes, 16 de febrero de 2024
domingo, 15 de mayo de 2016
Menos yo y más tú.
PERLAS PARA EL ALMA
Es posible que
inspirados en las vidas de los grandes seres, (budas, gurús, santos, maestros,
etc.), dediquemos una parte de nuestro día a la oración, a la meditación o al
recogimiento. Pero también es posible que ahí acabe toda la inspiración y que
una vez finalizada nuestra práctica nos integremos en la vida haciendo gala de
una soberbia sin límites, de una ira irrefrenable, de un rencor destructivo, de
una ambición desmedida, o de una crueldad terrorífica, solo por citar algunas
de las perlas con las que muchos se van paseando por la vida.
Es preferible menos
meditación y más humildad, menos oración y más paciencia, menos recogimiento y
más modestia, menos lecturas y más compasión, menos figurar y más tolerancia, más escuchar, más respeto, más amor.
sábado, 23 de abril de 2016
martes, 16 de febrero de 2016
¡Que hablen!
PERLAS PARA EL ALMA
El día que entiendas que lo que hagan o
digan los otros en tu contra es su responsabilidad, que también es su
responsabilidad la crítica que puedan ejercer contra ti, como lo son los falsos
testimonios, las medias verdades o las mentiras, la maledicencia y tantas y
tantas formas de potenciales ofensas.
Ese día ya no te sentirás ofendido. Ese
día ya no necesitarás perdonar porque no sentirás ni rabia, ni ira, ni odio, ni
deseo de venganza. Acuérdate de dar las gracias a los maléficos, porque ese
día, gracias a ellos habrás dado un paso de gigante en tu retorno a Dios.
lunes, 20 de octubre de 2014
¿Quién enseña a los niños a amar?
Jesús dijo:
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida
no lleva precisamente a la niñez, sino a la madurez y al envejecimiento, por
eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”, sinceros, juguetones, alegres, inquietos,
honestos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de
entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se
les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de
nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra
rabia, ya sé que también, a veces,
descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan
pocas!
En nuestro “amor” hacia nuestros
hijos, queremos, por supuesto, lo mejor para ellos. Pero ¿Qué es lo mejor?
Entendemos como mejor lo que nosotros hemos recibido, o algo más. Pero eso
conlleva el que aparquemos a los niños como si fueran mercadería, por la mañana
en el colegio, y por la tarde en el judo, en la música, en el ballet o en los
idiomas. ¿Cuándo jugamos con nuestros hijos?, ¿Dónde está la escuela para
aprender a amar? La escuela para aprender a amar está en el hogar. ¿Cuánto
tiempo dedicamos a nuestros hijos en la asignatura del amor? Posiblemente cero.
Darles de comer, comprarles ropa, vestirles, etc., etc., no es amor, es nuestra
obligación. Darles amor es besarles, abrazarles, comprenderles, escucharles, pasear con
ellos de habitación a habitación porque les apetece, es jugar con ellos, es
explicarles, es valorarles, es respetarles.
En el “ser como niños”, viene
implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no
poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de………..
Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo
nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo
que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te siguen amando a ti, que
puede que incluso les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la
tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra
que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Supongo que el deseo íntimo de muchos
padres es que sus hijos sean a imagen y semejanza de ellos mismos. Ya………, pero
¿Eres total y absolutamente feliz?, ¿Juzgas, criticas?, ¿Aceptas, valoras y
respetas al resto de la humanidad?, ¿Lo haces contigo?, posiblemente sea mejor
que tu hijo no se parezca a ti, no les conviertas en lo que tu eres. Perdón,
estamos hablando a la generalidad, pero si tú ya amas, si ya vives desde el
corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por
encima del amor y la felicidad, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad que
utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les
gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce
veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en
falso, si mientes, si eres perezoso, si no tienes voluntad, si no cumples tus
promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a
los niños a tu imagen y semejanza!
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el
mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un
oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su
corazón, para siempre, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus
hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles
lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de
enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo
que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi
padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo.
Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia
sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor
Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que
no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días,
por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y
cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de
comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”.
Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que
vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace
quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor,
es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar.
Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan
a leer, la persona que les ha de enseñar, ha tenido que hacer unos cuantos años
de estudios y oposiciones. ¿Cuáles han sido tus estudios y oposiciones para
padre/madre?, ¿Cuáles tus meritos?, ¿Una noche loca? Tener una noche loca y
soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que
todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La
manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu
felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta
años, aparecer por un centro de yoga y meditación, o leer algún libro de
autoayuda, de tantos y tantos como aparecen en las librerías, para que otros
les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden
conseguirla por sí mismos, que es la única manera de conseguir una felicidad
autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del
propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se
la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado
la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el
tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser
un extraño quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de
cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les
quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.
domingo, 31 de agosto de 2014
Todo es según el color del cristal con que se mira
Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor
Si la Verdad solo es una y está en
poder de la Divinidad, los miles o millones de verdades que nos venden es claro
que no llegan a ser ni una minúscula parte de la verdad.
Y si esto pasa con la Verdad
Absoluta, ¿Qué no pasará con las relativas verdades de los hombres? Cada ser
humano está en posesión de “su verdad”, y para él esa verdad es única, es real,
es auténtica, y podría llegar a matar para defenderla.
Ante esto, es obvio que no todos vemos
la misma realidad, y si a esa realidad la recubrimos con las verdades
personales, pasándola por el filtro de nuestros valores, nuestras creencias,
nuestros intereses, nuestros recuerdos, etc., lo que nos queda es una visión
bastante sesgada de la realidad de los otros. Quedarse anclado en la propia
perspectiva contribuye a limitar, todavía más, “la verdad del otro”, ya que ni
se ve, ni se entiende esa verdad, puesto que lo que se ve es la interpretación
de la verdad.
Esto da lugar a malentendidos,
discusiones, enfados, desencuentros, errores de interpretación, equivocaciones,
disgustos, indignación, etc., etc.
Las cosas no siempre son lo que
parecen. En la vida hay situaciones que simplemente suceden, sin que nosotros
tengamos absolutamente ningún control sobre ellas, y la única opción que existe
cuando esto ocurre es aceptarlas.
Muchas de las situaciones a las que
nos enfrentamos, por lo general, no las podemos elegir, pero lo que si podemos
escoger en todo momento es cómo respondemos ante ellas, y esta respuesta va a
estar condicionada en gran medida por la perspectiva desde la que observamos
las mismas. Ya que la situación no la podemos cambiar, lo que nos queda es
modificar la perspectiva hacia la misma por otras que nos permitan enfrentarla
de manera más efectiva y menos traumática.
Cuando ampliamos nuestras
perspectivas, automáticamente ampliamos nuestra capacidad de acción, ya que
esto nos hace poder elegir alternativas que antes, a pesar de estar
disponibles, no éramos capaces de observar.
Para una misma situación pueden
existir multitud de perspectivas, las cuales por si mismas no son correctas o
incorrectas, de hecho, no es adecuado clasificarlas de este modo, la distinción
verdaderamente importante que hay que realizar es si el punto de vista actual
que tenemos sobre una situación trabaja a nuestro favor o en nuestra contra.
Cualquier perspectiva que ayude a crecer, a desarrollarse, a superar retos y
alcanzar metas será una buena perspectiva y cualquiera que incapacite o limite
será una mala perspectiva que debe de ser cambiada.
Por lo tanto podemos cambiar el color
del cristal, aunque si lo hacemos corremos el riesgo de escorarnos hacia otro
lado. Mejor sería ponernos unas gafas multicolores, unas gafas con los suficientes
colores que nos permitan:
-
Ponerse
en el lado del otro.
-
No
dar importancia a las cosas que carecen de ella.
-
Aceptar
todas las situaciones.
-
Tolerar
todo lo que se presente.
-
Sentir
como propio el hacer ajeno.
-
No
opinar, no juzgar, no criticar.
-
Aceptar
razones que no conocemos.
-
Sentir
que todo es relativo.
-
Mirar
con los ojos del alma.
- Escuchar antes de hablar.
-
Saber
que todo está bien.
martes, 22 de julio de 2014
Acceder al conocimiento del Universo
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (21 de Julio de 2014)
Todo el conocimiento del Universo
está en el Corazón de Dios. Para acceder a ese conocimiento no es necesario que
luchemos por él o que pasemos por alguna prueba. Sólo basta tener la voluntad
de escuchar lo que Él nos quiera decir, en voz baja, al oído, en un susurro.
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