El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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viernes, 7 de julio de 2023

Sé coherente

 Sé coherente.

Cumple tu palabra. La palabra es sagrada.

Cumple tus compromisos y tus promesas.

Que tus acciones sean un reflejo de tu corazón.

No pienses una cosa, digas otra y hagas lo contrario.

El pensamiento, la palabra y la acción deben ir al unísono.

Habla siempre con la verdad.

sábado, 25 de febrero de 2023

El ritmo del silencio

 


Cada vez que hablamos dejamos salir una parte de nuestra energía, y producimos imágenes con aquello que pensamos antes de convertirlo en palabras. ¿Cuántas de nuestras palabras son positivas?, ¿Cuántas de nuestras palabras son necesarias?, ¿Cuántas de nuestras palabras son verdad? Si lo que queremos decir no es bueno, ni necesario, ni verdadero, es mejor quedarse callados y no decir nada. Así no ensuciaremos nuestro entorno con la energía negativa de nuestras proyecciones y no perderemos nuestra energía inútilmente.

Hemos de ser como un espejo que escucha y refleja la energía, sin más. Hemos de ser como el Universo que acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y todo lo que hace es enviarnos el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.

Si tus palabras se identifican con el éxito, tendrás éxito, si tus palabras son de rabia, tendrás más rabia; si tus palabras son de ira, esta te inundará completamente; si tus palabras son de miedo, sentirás terror; si hablas de fracasos, fracasarás.

Nuestra vida solamente es el reflejo de nuestro parloteo interno. Aprende a escuchar y a reflejar esa energía sin emociones ni prejuicios, y calla si no tienes algo bueno, necesario o verdadero que decir.

 Aprende el arte de la discreción, es una buena manera de evitar la opinión de los demás y así tu vida se volverá tranquila, volviéndote invisible, misterioso e indefinible. Mantener en el exterior el silencio interno ayuda a evaluar todo lo que se presenta y poder así tomar las decisiones de manera acertada.

Con la discreción y el silencio, evitas las críticas y los juicios sobre los otros, que además de una perdida inútil de energía, lo único que hacen es esconder tus propias debilidades, ya que todo lo que criticamos de los otros son proyecciones de nuestras debilidades, son manifestaciones de toda la negatividad no resuelta que aun anida en nuestro interior.

Permite que cada persona resuelva sus problemas, ¡bastante tenemos cada uno con los nuestros! Y, además, es bueno preservar nuestra energía para ir resolviéndolos poco a poco. Cuando atacas, muestras tus propias debilidades, cuando te defiendes estás entregando tu energía a quien no se la merece; así que no ataques, pero tampoco te defiendes, escucha las opiniones sobre ti, como si oyeras llover, acuérdate del espejo, deja que la energía envenenada que llegue a ti, rebote sobre el emisor. A fin de cuentas, sólo son palabras, solo son opiniones.

              Tu silencio interno te fortalece y te vivifica, tu silencio externo preserva tu energía. Calla si lo que tienes que decir no es ni bueno, ni necesario, ni verdadero; pero tampoco permitas que te cuenten mentiras, inutilidades o maldades. Eres tú, con tu propia energía, quien va a atraer a los chismosos, a los mentirosos o a los que hablan por hablar. Eres tú, con tu propia energía, quien decide si quieres rodearte de sabios o de mequetrefes.

              Tu energía eres tú, los que te rodean son el reflejo de tu energía. ¡Tú decides! 

martes, 10 de enero de 2023

Claves para cambiar la sintonía de la propia energía


 

Claves para cambiar la sintonía de la propia energía:

Ser sinceros y honestos: En la sinceridad y la honestidad se igualan los pensamientos, las palabras y las acciones. Ya no hay inconsistencia, ya no hay falsedad.

Evitar el auto-engaño: Hay que permanecer alerta de manera permanente. La mente utiliza millones de estrategias para convencerte de que lo estás haciendo bien.

Discernir lo verdadero de lo falso: Casi todo lo que presenta la sociedad, es ilusión, es falso, es un sueño, porque sólo es un reflejo de las propias mentes que conforman esa sociedad y, en esas mentes, solo hay cabida para la desigualdad, para el egoísmo, para la desunión. Políticos y religiosos se encargan de fomentar la desigualdad y la desunión, inculcando falsos valores sobre la patria o la religión. Los verdaderos valores son la unión, la hermandad, la solidaridad o el amor. Nuestra patria es el Universo, nuestro idioma es el Amor, nuestro Dios es el mismo para todos, y se encuentra tanto en la catedral, en la pagoda, en el castillo y en la choza, como en el corazón de todas las personas.

Abandonar la pereza: El crecimiento interior y el fortalecimiento del carácter, no lo va a dar nadie más que uno mismo con su propio trabajo interno. Ni libros, ni gurús, van a hacer que se avance ni un ápice en el propio crecimiento. Hay una cita que dice: “El maestro abre la puerta, pero es el alumno el que ha de traspasar el umbral”.

Aceptar la vida tal cual es: Aceptar los obstáculos, aceptar las crisis, aceptar los desafíos, porque son, gracias a ellos, como vamos a avanzar y a crecer, son ellos los que fomentan la conexión con nosotros mismos y con Dios. 

Selecciona a las personas con las que te relacionas: Hay mucho fariseo, hay mucho charlatán, que por mucho que se anuncien, están muy lejos de la Luz. Recuerda: ¡Por sus hechos los conoceréis!, mucho más que por sus palabras. Para evolucionar es bueno encontrar a personas que estén vibrando en un nivel alto de evolución, no que ellos digan que están vibrando en tal o cual sintonía. Obsérvalos, observa sus acciones, observa su amor, observa su caridad, observa su falta de juicios, observa su honestidad, observa su solidaridad. 

Practica la humildad: En nuestro nivel, ninguno de nosotros está exento de vanidad. Posiblemente sea una de las mayores batallas que todos tenemos que librar, en mayor o menor medida

No explotar a nadie, no manipular, no especular: Respeta a cada persona como te gustaría que te respetaran a ti. Respeta su proceso. Ni tan siquiera les ayudes, si no desean la ayuda. Ten en cuenta una máxima: Trata a todos como te gusta ser tratado.

 

jueves, 8 de diciembre de 2022

La Verdad



 Y es que, en el mundo traidor, nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira.

Ramón de Campoamor

Si la Verdad solo es una y está en poder de la Divinidad, los miles o millones de verdades que nos venden es claro que no llegan a ser ni una minúscula parte de la verdad.

Y si esto pasa con la Verdad Absoluta, ¿qué no pasará con las relativas verdades de los hombres? Cada ser humano está en posesión de “su verdad” y, para él, esa verdad es única, es real, es auténtica, y podría llegar a matar para defenderla.

Ante esto, es obvio que no todos vemos la misma realidad, y si a esa realidad la recubrimos con las verdades personales, pasándola por el filtro de nuestros valores, nuestras creencias, nuestros intereses, nuestros recuerdos, etc., lo que nos queda es una visión bastante sesgada de la realidad de los otros. Quedarse anclado en la propia perspectiva contribuye a limitar, todavía más, “la verdad del otro”, ya que ni se ve, ni se entiende esa verdad, puesto que lo que se ve es la interpretación de la verdad.

Esto da lugar a malentendidos, discusiones, enfados, desencuentros, errores de interpretación, equivocaciones, disgustos, indignación, etc., etc.

Las cosas no siempre son lo que parecen. En la vida hay situaciones que simplemente suceden, sin que nosotros tengamos absolutamente ningún control sobre ellas, y la única opción que existe cuando esto ocurre es aceptarlas.

Muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos, por lo general, no las podemos elegir, pero lo que si podemos escoger en todo momento es cómo respondemos ante ellas, y esta respuesta va a estar condicionada, en gran medida, por la perspectiva desde la que observamos las mismas. Ya que la situación no la podemos cambiar, lo que nos queda es modificar la perspectiva hacia la misma por otras que nos permitan enfrentarla de manera más efectiva y menos traumática.

Cuando ampliamos nuestras perspectivas, automáticamente ampliamos nuestra capacidad de acción, ya que esto nos hace poder elegir alternativas que antes, a pesar de estar disponibles, no éramos capaces de observar.

Para una misma situación pueden existir multitud de perspectivas, las cuales por si mismas no son correctas o incorrectas, de hecho, no es adecuado clasificarlas de este modo, la distinción verdaderamente importante que hay que realizar es si el punto de vista actual que tenemos sobre una situación trabaja a nuestro favor o en nuestra contra. Cualquier perspectiva que ayude a crecer, a desarrollarse, a superar retos y alcanzar metas será una buena perspectiva y cualquiera que incapacite o limite será una mala perspectiva que debe de ser cambiada.

Por lo tanto, podemos cambiar el color del cristal, aunque si lo hacemos corremos el riesgo de escorarnos hacia otro lado. Mejor sería ponernos unas gafas multicolores, unas gafas con los suficientes colores que nos permitan:

-          Ponerse en el lado del otro.

-          No dar importancia a las cosas que carecen de ella.

-          Aceptar todas las situaciones.

-          Tolerar todo lo que se presente.

-          Sentir como propio el hacer ajeno

-          No opinar, no juzgar, no criticar.

-          Aceptar razones que no conocemos.

-          Sentir que todo es relativo.

-          Mirar con los ojos del alma.

-          Saber que todo está bien.

 

martes, 22 de noviembre de 2022

Hágase Tu Voluntad

 


           La Voluntad de Dios, entre otros atributos, es el bien, es la libertad, es la salud, es que se acaben los velos existentes entre Dios y el hombre, la Voluntad de Dios es luz, es felicidad, es paz, es pureza, es equilibrio, es bondad.

          Dejar que se haga la Voluntad de Dios es dejar que la vida fluya, es aceptar los acontecimientos que la vida nos depara, es vivir nuestra propia divinidad. 

        Es todo lo contrario de lo que vivimos los seres humanos, que empecinados, insistimos una vez y otra en que la vida sea como nosotros pensamos que debe ser, insistimos en que las personas sean como nosotros creemos que deben ser, olvidando su libertad, y culpabilizamos a Dios, de manera permanente, porque nuestros deseos no se cumplen tal como planeamos, sin ser conscientes de que las cosas son como tienen que ser y no como nosotros deseamos que sean. 

       Culpabilizamos a Dios por nuestro sufrimiento, levantando los ojos al cielo y preguntando ¿por qué a mí?, sin ser conscientes de que somos los únicos creadores de nuestra propia vida. Dios nos permite ser, Dios respeta nuestra libertad, la libertad que Él mismo nos ha dado. 

       En lugar de aliarnos con Dios para sentir y vivir los atributos de su Voluntad, le vemos como a ese Ser que está presto a castigarnos y que parece que colabora poco con nosotros. ¡Qué lejos estamos de la Verdad!, y que fácil sería vivir una vida llena de amor y felicidad, mucho más fácil de lo que la mayoría de las personas creen. Lo hace difícil el no saber o no aceptar, que la misma Vida es Dios en acción y que su Voluntad ya impregna la Vida. Solo hay que vivirla y no sufrirla.

          La otra parte de la frase es: “Así en la Tierra como en el Cielo”. ¿Dónde radica la diferencia entre la Tierra y lo que la oración llama Cielo? El Cielo no es un lugar, el Cielo es ese estado de conciencia en el que nos encontramos cuando no tenemos materia, cuando no tenemos cuerpo, mientras que la Tierra es lo que estamos viviendo, una existencia dentro de un cuerpo.

          Cuando pedimos que se haga la Voluntad de Dios tanto en la Tierra como en el Cielo, ¿quiere decir que son distintas voluntades? No, es la misma Voluntad, lo que existe en la vida terrenal, es lo mismo que existe al otro lado de la vida. Y si los que están al otro lado de la vida de la materia viven una vida de paz, de amor, de alegría, de felicidad, ¿qué es lo que impide que a este lado no sea lo mismo? Solo el pensamiento.

 

sábado, 18 de junio de 2016

¡La Verdad! ¿Qué verdad?

PERLAS PARA EL ALMA


¿Existe la Verdad?, ¿Existe una sola Verdad o hay más verdades? Aunque la respuesta parece fácil, si se trata de la verdad, sólo debería existir una, sin embargo, observando la vida parece que haya muchas verdades, tantas verdades como personas, y además, cada persona cree estar en posesión de la verdad, de la única verdad, de la verdad absoluta, y en muchos casos, cada persona defiende su verdad con uñas y dientes, a veces, incluso a gritos.

¿Puede ser que haya tantas verdades? Parece claro que no, entonces… ¿Dónde está el problema? ¿Cómo puede ser que tantas personas crean ciegamente que están en posesión de la verdad? ¿Estarán equivocadas las personas o realmente hay tantas verdades? 


miércoles, 4 de mayo de 2016

Caminando......, caminando hacia Dios (1 de 2)

¿Por qué he de preocuparme? 
No es asunto mío pensar en mí. 
Asunto mío es pensar en Dios. 
Es cosa de Dios pensar en mí.
Simone Weil
        
A los seres humanos aunque no nos gustan los exámenes sí que nos gustan las evaluaciones, o sino las evaluaciones como tal, si nos gusta que alguien nos confirme si estamos en el camino correcto, si hemos avanzado un tramo importante, y si además nos dijeran que hemos adelantado a “fulanito”, ya sería increíble.

Pero no, en esta carrera que todos compartimos de volver al seno de Dios, no hay evaluadores, no hay adversarios, no hay meta, solo hay destino. El estudiante y el adversario, el evaluador y el evaluado son la misma persona, es uno mismo. Esta es una carrera contra nosotros mismos, este es un camino de soledad, es un trabajo de valientes, es una lucha contra un enemigo invisible, es un camino interminable para una sola vida, es un sendero lleno de recovecos, es una guerra sin cuartel, unas veces dura y otras menos dura, pero siempre reconfortante, porque aunque de la sensación de que no se avanza o que incluso hay días o temporadas en los que parece que se retrocede, no es tal, siempre se avanza, aunque no se sienta.


El camino que nos conduce a Dios parece sembrado de obstáculos, pero todos son superables, y en cada posta vamos recibiendo regalos, vamos recibiendo dones que son producto del propio crecimiento. Es posible que no se sea consciente de los dones que se van recibiendo, pero solo es por una razón: Se recibe el regalo o el don cuando la persona ha dejado de desearlo, cuando no lo espera y para ella la obtención de ese don es una consecuencia lógica y conocida.

Vamos por un momento a utilizar la imaginación. Imagina que la distancia que nos separa de Dios es cuantificable en un millón de kilómetros. Imagina también que cada kilómetro se corresponde con una determinada vibración de la energía, más rápida y más sutil cuanto más cerca de Dios, (esto es realidad), y más lenta y pesada cuanto más cercana a la materia, (esto también es real). Imagina que una persona que vive una vida total y absolutamente material, sin tener ningún tipo de conocimiento, y que ni tan siquiera sabe de su divinidad, ni por equivocación cree en ella, y tampoco sabe el papel que está representando en la materia, se encuentra en el kilómetro cero, es decir un millón de kilómetros separada de Dios. Imagina, por el contrario, que una persona que se encuentre en su última vida de encuentra solamente a cien kilómetros de Dios.

En la energía se encuentra todo el conocimiento. Imagina que podemos cuantificar ese conocimiento de cero a mil. Cero es el conocimiento que se encuentra en la energía que compone la materia, y mil es el conocimiento de Dios.

Según se avanza por el camino que conduce directamente a Dios, va cambiando la vibración, se va acelerando, se va volviendo más sutil, con la consecuencia lógica de acceder al conocimiento disponible en esa vibración. De ese conocimiento el caminante puede ser consciente de varias maneras: Puede comenzar a ver otras energías, puede comenzar a oír las voces de sus maestros y guías, puede tener sueños lúcidos, informativos y premonitorios, puede comenzar a tener certeza de cosas, que no sabe como las sabe, pero las sabe, puede sentir cada vez con más fuerza el estado físico, mental y emocional de las personas, puede volverse mucho más sensible a la energía que le rodea, se atreve a seguir con total confianza sus intuiciones porque tiene la seguridad de que son certeras, de la misma manera que su eficacia en las sanaciones, si es curador, se incrementa de forma exponencial, sabiendo las actuaciones que debe realizar el paciente para su sanación, o para su aceptación de la enfermedad.


¿Quiere decir que todos van a acceder a ese conocimiento? Si, con matices. Cualquiera que llegue a un nivel determinado de energía va a tener acceso a ese conocimiento, a esos dones, a esos regalos, a no ser que existan ciertas clausulas en su Plan de Vida que lo impidan, ya que el Plan de Vida es la auténtica hoja de ruta por la que se rige toda la vida en la materia.

Continuará.................


domingo, 6 de marzo de 2016

Primera vida (y 2)

Sólo estamos aquí para volver a Dios. Y retornar a Dios no quiere decir que después de abandonar el cuerpo físico, por la muerte de este, el alma se quede en lo que podíamos llamar, (más que nada para darle un nombre al estado de conciencia que existe al otro lado de la vida, y entendernos),”el Paraíso”, en compañía de otras almas, rodeada de Maestros, de Ángeles y de Arcángeles, envuelta en Paz y en Amor.

         Retornar a Dios quiere decir que el alma pierde su individualidad para fundirse con la Energía Divina, para fundirse con Dios, de la misma manera que una gota de agua desprendida de una ola por la acción del viento, al caer en el océano se vuelve océano perdiendo su individualidad como gota independiente. Para que esto ocurra, para que el alma pueda finalizar sus viajes a la materia tiene que haber alcanzado un estado de pureza total y de Amor total, es decir, tiene que ser “casi” igual que Dios. Hasta que eso ocurra seguirá siendo un alma individual.



         Recuerdo que la primera vez que escuché esto sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies, como si estuviera muriendo en ese instante, o lo que yo imaginaba entonces que era morir, algo que yo siempre había desdeñado. Decía que no solo no tenía miedo a la muerte, sino que me encantaría ir al otro lado de la vida para ver cómo era. Sin embargo, en ese momento al pensar que iba a dejar de ser un alma individual, sin llegar a entender y mucho menos a integrar la grandeza de, no ya de ser Uno con Dios, sino de ser Dios, entré en pánico, porque ya no era perder el cuerpo, era perder también el alma. Por supuesto no me lo creí, ya que se enfrentaba a lo que yo creía, que no era más que lo que yo deseaba entonces.

         Ahora que han pasado una pila de años, y deseo fervientemente la llegada de ese momento, ya sin ningún tipo de trauma, esa experiencia me sirve para colocarme en el lugar de los que me dicen que tienen miedo a morir, pero que de alguna manera les alivia creer que seguirán como almas. ¡Si supieran que un día tampoco seguirán como almas!

         Todos estos miedos solo son razonamientos de la mente y de la vida en la materia, porque cuando estamos al otro lado de la vida, el volver a ser parte de Dios es lo único que ansiamos, de ahí nuestro afán por volver a la vida una y otra vez para ver si aprendemos a Amar de una vez por todas y se acaba de una vez este peregrinaje. Tarea difícil o al menos lenta, muy lenta. El no tener conciencia de lo que somos hace que nos olvidemos de nuestra auténtica realidad y del objetivo de nuestro viaje a la materia.


         La mejor manera de avanzar en el laberinto de la vida es ver a Dios en el otro, es verlo en el animal, en la planta, en la montaña. Si te cuesta trabajo ver a Dios, pues cambia, en lugar de ver a Dios piensa que es tu madre, o tu hijo, o mejor, tu mismo. 


miércoles, 17 de febrero de 2016

Creer solo es un pensamiento

Para defender las diferentes creencias
se dictan leyes, se aprueban constituciones,
se abren infiernos y se cierran conciencias.
Cuando todo lo que hay que hacer es
abrir el corazón y colocarse en el lugar del otro.

Una creencia solo es un pensamiento al que consideramos como verdad.

     Desde bien pequeños comenzamos nuestra colección de creencias, y las vamos archivando en nuestro interior para tenerlas disponibles durante el resto de nuestra vida.

         Estamos coleccionando algo que nosotros “consideramos” que es verdad, pero que su verosimilitud no ha sido certificada por ningún organismo competente, y en base a esa consideración podemos llegar incluso a matar por la defensa de ese pensamiento.



         Las creencias, del tipo que sean, solo son un pensamiento. Ninguna es verdad, porque la Auténtica Verdad solo es Una, y posiblemente ninguno de los que nos movemos por la vida física estamos en posesión de esa Verdad. Puede ser que alguno posea entre su colección de creencias una minúscula parte de la Verdad, pero al mezclarse con el resto de sus creencias puede distorsionarse hasta esa minúscula parte.

     Desgraciadamente, para defender las diferentes creencias se dictan leyes, se aprueban constituciones, se abren infiernos y se cierran conciencias, cuando todo lo que habría que hacer sería abrir el corazón y colocarse en el lugar del otro.

    Los que hoy promueven una guerra, es posible que en su próxima vida tengan que defender una paz. Los que hoy maltratan movidos por los celos, es posible que en su próxima vida sean maltratados. Los que hoy venden desunión, es posible que en su próxima vida tengan que pagar un alto precio por volver a unir. Es necesario recordar que existe una ley denominada “La Ley de la Causa y el Efecto”, que no entiende de creencias, que está regida solo y exclusivamente por la Verdad, y que la frase “Con la vara que mides te medirán”, la define perfectamente.

         Solo hay un Dios: Único para todos. Solo hay una Verdad: Todos somos hermanos. Solo hay un país: La Tierra. Solo hay una religión: El Amor. Con esta pequeñísima porción de Verdad se acabarían las guerras, el sufrimiento, la desigualdad y el dolor. Con esta pequeñísima porción de Verdad no ocuparíamos espacio en nuestra mente para archivar creencias inútiles y maquinar movidos por ellas, y así podríamos usar el espacio vacío para desarrollar esta parte de Verdad a ver si así conseguíamos ampliarla entre todos.


sábado, 11 de octubre de 2014

La muerte nos iguala


            Imagina que te proponen una vida sin enfermedad, sin dolor, sin hambre, sin sed, sin cansancio, sin tener que trabajar, sin hipotecas, sin necesidades de ningún tipo, incluido de dinero, sin sufrimiento, con una inmensa sensación de felicidad y amor permanente, pudiendo conversar con tus antepasados y con tus contemporáneos, con la posibilidad de desplazarte únicamente con el pensamiento, y un sinfín de facilidades más. ¿No firmarías de inmediato?
Claro que a todo esto habría que añadir que sin cuerpo. No sé si con esta nueva condición seguirías firmando.
Efectivamente, ese estado tan fantástico es el estado de vida fuera del cuerpo, es ese estado al que, muy posiblemente, temen llegar casi todos los seres humanos, porque es el estado al que llegamos después de la muerte del cuerpo.
¿Por qué el miedo?, ¿No son suficientes los motivos del primer párrafo para desear ese estado?
Es perfectamente comprensible el miedo en los seguidores de casi todas las religiones, ya que auguran a sus socios las mayores desgracias después de la muerte, pero no deberían de sentir miedo el resto de mortales, además la vida en el cuerpo es nada más que un ratito comparado con el tiempo, eterno, que pasamos al otro lado.
 
Nosotros no somos estos cuerpos que perecemos, los cuerpos son sólo trajes que usamos por un tiempo y luego desechamos. Somos almas inmortales. La perfección de Dios es también en nosotros, pues vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Él. Pero somos inconscientes de nuestra Naturaleza Divina, y así seguiremos hasta que no despertemos a ella, y eso, normalmente, no va a pasar hasta que dejemos el cuerpo.
Cuando dejamos el cuerpo, todos somos iguales, los políticos, los ladrones, los asesinos, los embaucadores, el santo y el demonio, todos, porque todos vivimos en el Padre, y todos sentimos el mismo amor, la misma alegría y la misma felicidad, con independencia de lo que hayamos hecho en nuestro ratito de vida en el cuerpo.
Ya volveremos otros ratitos a la vida del cuerpo para ir arreglando lo que estropeamos con anterioridad, ya que el mal que hicimos con anterioridad debe ser equilibrado con el bien. Este proceso de siembra y cosecha se llama Karma. Es la ley del reajuste, que el ser humano pone en funcionamiento con cada uno de sus pensamientos, con cada palabra y con cada acción.
Hay algo que casi nadie discute, aunque para muchos no sea más que una palabra no integrada en su vida, somos un alma, y todas las almas somos iguales. A pesar de las diferencias de nacimiento, diferencias de raza, credo, sexo o color; de bondad o maldad, todos los seres formamos una fraternidad indivisible. Todos nosotros, altos o bajos, sabios o ignorantes, lo somos durante ese ratito que dura la vida en la materia.
Nacemos y morimos una y otra vez, con el único objetivo de aprender a vivir desde nuestra divinidad. Las distintas vidas solo son un aprendizaje, en las que vamos pasando en cada una de ellas por el parvulario, la primaria, la secundaria y la universidad, en donde por medio del trabajo y el aprendizaje, lentamente vamos desarrollando nuestras facultades. No es posible vivir la Naturaleza Divina en nosotros con las experiencias de una sola vida. Por eso reencarnamos una y otra vez. Entramos en la vida, nacemos, crecemos, actuamos, terminamos nuestro trabajo y retornamos. Nuestro retorno es muerte. Y en nuestro retorno, todos, volvemos a las mismas condiciones.
Si fuéramos conscientes de esto, el mundo sería otra cosa, sería más equitativo, sería un mundo en el que todos tendríamos las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sentiríamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sentiríamos a nuestro prójimo como nuestro hermano.
Sería un mundo lleno de Amor.

domingo, 31 de agosto de 2014

Todo es según el color del cristal con que se mira


Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor
Si la Verdad solo es una y está en poder de la Divinidad, los miles o millones de verdades que nos venden es claro que no llegan a ser ni una minúscula parte de la verdad.
Y si esto pasa con la Verdad Absoluta, ¿Qué no pasará con las relativas verdades de los hombres? Cada ser humano está en posesión de “su verdad”, y para él esa verdad es única, es real, es auténtica, y podría llegar a matar para defenderla.
Ante esto, es obvio que no todos vemos la misma realidad, y si a esa realidad la recubrimos con las verdades personales, pasándola por el filtro de nuestros valores, nuestras creencias, nuestros intereses, nuestros recuerdos, etc., lo que nos queda es una visión bastante sesgada de la realidad de los otros. Quedarse anclado en la propia perspectiva contribuye a limitar, todavía más, “la verdad del otro”, ya que ni se ve, ni se entiende esa verdad, puesto que lo que se ve es la interpretación de la verdad.
Esto da lugar a malentendidos, discusiones, enfados, desencuentros, errores de interpretación, equivocaciones, disgustos, indignación, etc., etc.
Las cosas no siempre son lo que parecen. En la vida hay situaciones que simplemente suceden, sin que nosotros tengamos absolutamente ningún control sobre ellas, y la única opción que existe cuando esto ocurre es aceptarlas.
Muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos, por lo general, no las podemos elegir, pero lo que si podemos escoger en todo momento es cómo respondemos ante ellas, y esta respuesta va a estar condicionada en gran medida por la perspectiva desde la que observamos las mismas. Ya que la situación no la podemos cambiar, lo que nos queda es modificar la perspectiva hacia la misma por otras que nos permitan enfrentarla de manera más efectiva y menos traumática.
 
Cuando ampliamos nuestras perspectivas, automáticamente ampliamos nuestra capacidad de acción, ya que esto nos hace poder elegir alternativas que antes, a pesar de estar disponibles, no éramos capaces de observar.
Para una misma situación pueden existir multitud de perspectivas, las cuales por si mismas no son correctas o incorrectas, de hecho, no es adecuado clasificarlas de este modo, la distinción verdaderamente importante que hay que realizar es si el punto de vista actual que tenemos sobre una situación trabaja a nuestro favor o en nuestra contra. Cualquier perspectiva que ayude a crecer, a desarrollarse, a superar retos y alcanzar metas será una buena perspectiva y cualquiera que incapacite o limite será una mala perspectiva que debe de ser cambiada.
Por lo tanto podemos cambiar el color del cristal, aunque si lo hacemos corremos el riesgo de escorarnos hacia otro lado. Mejor sería ponernos unas gafas multicolores, unas gafas con los suficientes colores que nos permitan:
-          Ponerse en el lado del otro.
-          No dar importancia a las cosas que carecen de ella.
-          Aceptar todas las situaciones.
-          Tolerar todo lo que se presente.
-          Sentir como propio el hacer ajeno.
-          No opinar, no juzgar, no criticar.
-          Aceptar razones que no conocemos.
-          Sentir que todo es relativo.
-          Mirar con los ojos del alma.
-       Escuchar antes de hablar.
-          Saber que todo está bien.
 
 

sábado, 2 de agosto de 2014

El camino hacia la Verdad


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (30 de Julio de 2014)        

 
El camino hacia la Verdad Divina es el mismo camino que hay desde el hombre hacia su corazón.

viernes, 27 de junio de 2014

El camino siempre es el Amor


Mensaje canalizado de un Maestro Ascendido (27 de Junio de 2014)        



Tres hombres se encuentran en el campo y se preguntan: “¿Qué estás buscando?”.
El primer hombre dice: “Yo busco Sabiduría”, para tener acceso a los grandes mensajes de los Maestros.
El segundo hombre dice: “Yo busco la Verdad”, para que nadie obstaculice mi camino con mentiras o con trucos.
Y el tercer hombre dice: “Yo busco el Amor”.
Los dos hombres le miran y entre burlas le preguntan: ¿Por qué? Porque si encuentro el Amor solo las cosas sublimes vendrán a mi camino, por lo tanto mi camino será más corto, y al llegar, y al estar en frecuencia con el Amor, tendré acceso a las más grandes enseñanzas de los Maestros.
No importa donde vayamos, el camino siempre es el Amor.

lunes, 23 de junio de 2014

La verdad os hará libres


            Juan 8,32: Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si os mantenéis firmes en mi doctrina sois de veras discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
            ¿Cómo podemos hoy, que no tenemos a Jesús físicamente entre nosotros, aplicar a nuestra propia vida la frase “La verdad os hará libres”?, ¿Cómo podemos mantenernos firmes en su doctrina, cuando sus interlocutores, (las religiones), la han denigrado tanto?, ¿Es necesario conocer alguna verdad?, ¿Somos realmente libres?
Personalmente creo que ni somos libres, ni conocemos la verdad, porque vivimos una vida de engaño, vivimos una vida de esclavitud, sin necesidad de grilletes. Vivimos prisioneros de la sociedad de consumo, vivimos prisioneros de las religiones, vivimos prisioneros de los políticos, vivimos prisioneros de los medios de comunicación, vivimos prisioneros del qué dirán, vivimos prisioneros de la enfermedad, vivimos prisioneros de nuestras creencias, vivimos prisioneros de nuestras carencias, vivimos prisioneros de nuestras propias mentiras, vivimos prisioneros de nuestra propia mente.
            Es normal que nos engañe la sociedad, necesita de nosotros para que consumamos cada vez más, y nos dejamos engañar creándonos falsas necesidades. Es normal que nos engañen los políticos, necesitan nuestro voto para seguir medrando, y nosotros, desmemoriados, se lo damos. Es normal que nos engañen las religiones, necesitan socios atemorizados para su subsistencia. Es normal que vivamos prisioneros de los medios de comunicación, también nos necesitan para vender más. Pero que nos engañemos a nosotros mismos, es imperdonable.
          

                Y nos engañamos a nosotros mismos cuando nos creemos que somos “Fulanito de Tal” y que tenemos que ser cada vez más importantes, aunque para ello tengamos que pisar a quien esté delante de nosotros. Nos engañamos a nosotros mismos cuando vemos a alguien como nuestro enemigo, o como nuestro rival. Nos engañamos a nosotros mismos cuando criticamos, cuando juzgamos o cuando envidiamos a cualquiera que pase por nuestro lado. Nos engañamos a nosotros mismos con el sufrimiento, la tristeza, la ira o el desamor, creyendo que la vida es sufrimiento y que es normal que nos arrastre al dolor. Nos engañamos a nosotros mismos cuando buscamos la felicidad en el exterior, sin saber que ya la tenemos y está en nuestro interior.

            Por lo tanto hemos de dejar de autoengañarnos, y por supuesto, no creer en los cantos de sirena de la sociedad, de los políticos, de las religiones, de las modas, que nos mantienen esclavos de sus dogmas, de sus engaños y de sus opiniones, y buscar la verdad para conseguir la auténtica liberación.
            Aunque es muy posible que ya seamos conocedores de la verdad, y que todo lo que tengamos que hacer sea integrar esa verdad.
El primer eslabón de la verdad es, sin lugar a dudas, nuestra procedencia y nuestro destino, y muy pocos son, al menos de los que se asoman a esta ventana, los que alberguen alguna duda de su divinidad, de su procedencia divina y de su vuelta a Dios. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de que somos hijos de Dios, no actuamos como tal, actuamos siguiendo los impulsos de la materia, los impulsos del exterior, queremos poseer cada vez más, más dinero, más prestigio, más poder. Eso es vivir una mentira, eso es vivir encadenados a algo que no somos. Empecemos a vivir nuestra divinidad y empezaremos a sentir lo que realmente es la libertad.
El segundo escalón de la verdad es el equipaje que hemos de llevar en el recorrido de nuestro camino divino, en nuestro deambular por la vida. Ese equipaje no es dinero para entrar en los paradores del camino, no es alegría para tatarear los temas de moda mientras manejamos por nuestro camino, no es felicidad, no es paz, solo es amor. El amor nos va a suministrar todo aquello que necesitemos. Creemos, erróneamente, que comenzamos el camino con las alforjas vacías, y que hemos de ir encontrando amor, alegría, felicidad, paz o serenidad, según vamos caminando por la vida. Tremendo error, nada que realmente merezca la pena lo vamos a encontrar fuera de nosotros mismos.
Vivir el amor en nuestra divinidad, es la auténtica verdad que nos va a permitir ser realmente libres. Porque desde esa libertad entenderemos que todo es correcto, que todo está bien, que nada importa, excepto hacer a los demás participes de nuestra felicidad.

sábado, 8 de febrero de 2014

Volver al Origen


  El arte de vivir (III)
              Es mucho lo que la humanidad ha sufrido por la pérdida del contacto directo con el Origen, por la pérdida del contacto directo con Dios.
            Civilizaciones desaparecidas hace miles de años tenían ese contacto, pero por causas desconocidas para la humanidad actual, de la noche a la mañana se perdieron sus enseñanzas, su sabiduría y su manera de vivir con su destrucción.
            A lo largo de la historia de la humanidad ha habido Grandes Seres, (Buda, Zaratustra, Jesús, Mahoma, Abraham), que de manera independiente mantuvieron ese contacto Divino, es decir, vivían permanentemente en un estado de conciencia expandida.
            Sin embargo la enseñanza de esos Grandes Hombres no fue del todo entendida, e incluso, en la mayoría de los casos, su enseñanza fue malinterpretada y tergiversada por los que se proclamaron y se siguen proclamando, como sus sucesores, por lo que su mensaje, que no era otro que el despertar de las conciencias, no llegó al corazón de las gentes, quedando en la superficie de las conciencias, casi como una anécdota más, o como una fecha en el calendario, que podemos rememorar y celebrar cada año, habiéndose convertido en un vodevil consumista.
            En la actualidad existen también seres independientes, escritores, investigadores de antiguas civilizaciones, expertos en filosofía oriental, expertos en religiones, maestros de yoga, guías de meditación, entre otros, que también lo intentan, pero la sociedad actual los engulle dentro de su acervado capitalismo, para convertirlo, más o menos disfrazado en un nuevo negocio, “el negocio espiritual”.
            La teoría para volver a conectarnos con el Origen, para volver a conectarnos con Dios, es sencilla, e incluso la práctica para conseguirlo, no parece excesivamente difícil. SOLO ES CUESTIÓN DE CREENCIA, solo es cuestión de creer que todo es Dios, y de manera inmediata, nos veremos imbuidos por la Energía Divina.
            Sentir el canto de Dios en el trinar de los pájaros, sentir el Soplo Divino cuando las rachas de viento golpean en la cara, creer que nos sentimos en el Útero Divino cuando entramos en la inmensidad del océano, sentir los Latidos de Dios cuando nuestro corazón se acelera se la cima de una montaña, ver la Mano Creadora de Dios en la apabullante hermosura de la Naturaleza, comprender la perfección de Dios en el Orden del Universo, son sólo algunas de las maneras para impregnarnos, poco a poco, en la Energía Creadora.
            Nuestra esencia tiene el mismo origen que el Poder Creador de las montañas, de los océanos, de la naturaleza. La vida, en todas y cada una de sus múltiples formas, procede de Dios.
            La vida no es un accidente fortuito y aislado para cada ser. La vida no comienza con la concepción de un cuerpo, ni finaliza con la destrucción de este. La vida es una experiencia continua de una forma de energía, que denominamos conciencia. La conciencia no es más que el conocimiento que cada tiene de lo que es. Sin embargo, la conciencia puede encontrarse en diferentes estados, desde el aletargamiento más absoluto, en el que el ser humano se cree que es un ser independiente, separado de todo, en el que tiene que defender su espacio, hasta la expansión total, en el que el ser vive y actúa, desde el conocimiento de su conexión con todo lo creado, desde su conexión con Dios. En uno y otro estado, podemos encontrar un sinfín de variantes que determinan el acercamiento o la lejanía que cada ser tiene con el Origen.
            Existen organizaciones desconocidas para el mundo, independientes de los gobiernos del mundo, independientes de países y religiones, que son los que realmente mueven los hilos de las conciencias, son los que realmente mueven los hilos de la sociedad, manteniendo a esta bajo un régimen dictatorial, bajo el régimen del miedo, que es el extremo más alejado del Creador, es el opuesto a la Verdad, es el opuesto al Amor, que es la esencia de cualquier forma de creación. Pero como lo único que persiguen es mantener subyugada a la sociedad, no hay mejor método para la subyugación que el miedo, y a su través van moviendo a las masas hacia el lugar que les interesa para conseguir sus objetivos, que no son otros que la dominación de la sociedad para llenar sus bolsillos, como si fueran “materia eterna”, ya que sus mentes es posible que sean privilegiadas, pero sus conciencias se encuentran en la oscuridad más absoluta.
            Estas organizaciones en la sombra, envuelven el miedo en papel de regalo, y con eso que parece un regalo pueden conseguir de la sociedad cualquier cosa, porque esta no piensa, porque la sociedad vive aletargada, y es muy fácil dirigir al durmiente. Con el mismo papel de regalo envuelven a la sociedad, diciéndoles lo que está bien y lo que está mal, y que para conseguir el bien deben seguir sus directrices, y el pueblo las sigue, llegando a comer arena del desierto, si eso es lo que les venden.
            En su pseudoventa, explican que ha de hacer la sociedad para conseguir la felicidad, que es lo que todo ser humano busca desesperadamente, y eso que enseñan es justamente lo contrario de lo que se debería hacer para ser feliz, pero la sociedad dormida, será capaz de ir al desierto para beber la arena que les venden, sin llegar, tan siquiera, a dudar de si es correcto o va en contra de sus propios intereses.
            La espiritualidad se ha mercantilizado, y la espiritualidad, que no es más que ser conscientes, no es un asunto de mercadeo. Es un asunto de creencia.
            Y la creencia tiene un primer peaje: Para unirse al Origen, primero ha de conocerse cuál es ese Origen. Difícilmente se puede ir del punto A, al punto B, si el punto B no se conoce. Primero ha de conocerse, después creer que es posible llegar, integrarlo, es decir aprender el camino para comenzar el viaje.
            El avance, es entonces seguro, caminando bajo la premisa de actuar sobre  lo que ya somos. Somos hijos de Dios, y cada paso que demos en ese convencimiento, es un paso seguro. ¿Cómo caminan los hijos de Dios?, caminan amando, respetando, sirviendo, viéndose a sí mismos, a cada paso, reflejados en el otro. Casi toda la ayuda que nos venden, incluso gentes de buena voluntad, ayuda, pero no es imprescindible, y si tan siquiera necesario, porque el croquis del camino ya está integrado en nosotros, no necesitamos comprarlo. Porque el hábito no hace al monje, al monje le hacen sus acciones.
            ¡Por sus acciones les conoceréis!, dijo Jesús. No es necesario vestirse de blanco, ni de amarillo, ni de morado.  No es necesario asistir a las mejores escuelas de yoga, ni a los oficios religiosos, no es necesario aislarse en una gruta, ni asistir a cursos y conferencias. El movimiento, como decía Zenón de Elea, se demuestra caminando.
            Cree, ama y actúa desde el Amor. Todo lo demás llegará por añadidura.