El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 1 de mayo de 2025

Ama, acepta, respeta

 


Ama, acepta, respeta

 

El mundo que habitamos es un reflejo de nuestras acciones y pensamientos. No es un lugar estático ni ajeno a nuestras intenciones, sino una constante construcción de lo que sembramos en cada interacción, en cada gesto, en cada palabra. Somos los creadores de nuestro mundo.

De todo lo que podemos aportar a la vida, tres pilares sostienen la armonía entre nosotros: amar, aceptar y respetar. Son verbos sencillos, pero su impacto es profundo. Aplicarlos con sinceridad transforma la manera en que vivimos, en que nos relacionamos, en que entendemos y en que somos entendidos. 

El amor es el principio de todo acto noble, el motor que nos impulsa a conectar, a cuidar, a ofrecer lo mejor de nosotros. No se trata solo del amor romántico, sino de una manera de estar en el mundo. Amar es ver con bondad, actuar con ternura, ofrecer comprensión. 

Cuando una persona ama, no tiene espacio para el daño. ¿Cómo podría? El amor, en su esencia más pura, es generoso y desinteresado. No humilla ni hiere. No es egoísta ni posesivo. Es un estado de apertura, de entrega, de preocupación genuina por el bienestar del otro. 

Sin amor, el mundo se endurece. Se llena de frialdad, de indiferencia, de pequeños gestos de descuido que, acumulados, crean grietas en nuestras relaciones. Pero cuando el amor está presente, hasta los momentos más difíciles pueden ser llevados con calma, con paciencia, con dulzura. Amar es sostener sin exigir, es acompañar sin poseer. 

Nos enseñan desde pequeños que el amor es importante, pero rara vez nos enseñan cómo aplicarlo más allá de las relaciones personales. Amar no es un sentimiento, es una energía, que nos imprime el carácter para actuar con bondad, para mirar con comprensión, para escuchar con atención. Amar es el principio de una vida en paz, dentro y fuera de uno mismo. 

Y si amas, aceptas, sin más. Aceptar no significa estar de acuerdo con todo ni justificar lo injustificable. La aceptación no es resignación, sino un acto de respeto por la diversidad, por la diferencia, por los caminos que no son los nuestros. 

Cada persona es un universo complejo, un cúmulo de vivencias, pensamientos y emociones que han moldeado su forma de ver el mundo. Aceptar es reconocer que no hay una única manera de existir, de pensar, de actuar. Es entender que la historia de cada quien tiene matices que quizás nunca comprendamos del todo, pero que merecen ser respetados. 

Cuando aceptamos, dejamos atrás el impulso de criticar, de señalar, de juzgar. La crítica constante no solo lastima a los demás, sino que nos atrapa en una espiral de descontento. ¿De qué nos sirve vivir esperando que todos piensen, actúen y sean exactamente como creemos que deberían? La vida es, y punto. Y es más rica cuando aprendemos a mirar sin condenar, cuando aceptamos sin imponer, cuando entendemos sin exigir cambio inmediato.

Aceptar no implica que todas las decisiones sean correctas, ni que todo lo que ocurre sea justo. Pero sí implica soltar el peso del juicio innecesario, el que nace de la falta de empatía, de la incapacidad de ver más allá de nuestras propias perspectivas.  

Cuando aprendemos a aceptar, nuestra energía cambia. Nos volvemos menos rígidos, menos hostiles. Aprendemos que la diversidad no es una amenaza, sino una riqueza. Aceptamos las diferencias sin sentirnos atacados por ellas. Aceptamos la vida con sus contrastes, sus contradicciones, sus sorpresas. 

          Si el amor construye y la aceptación libera, el respeto es el pilar que sostiene cualquier convivencia. Sin respeto, las conexiones humanas se deterioran, la comunicación se envenena, los conflictos surgen sin remedio. 

Respetar es reconocer el valor del otro. Es entender que, aunque no compartamos sus ideas, merece dignidad, merece voz, merece espacio. Es la actitud que permite la paz, que evita el conflicto innecesario, que nos recuerda que todos somos parte de algo mayor. 

El respeto no es una cortesía ocasional, sino un principio que debería guiarnos siempre. Respetar implica escuchar sin interrumpir, entender sin desestimar, permitir sin imponer. No exige que todos pensemos igual, pero sí demanda que tratemos a los demás con consideración. 

En un mundo donde la agresión verbal y el desprecio se han convertido en herramientas comunes, el respeto es una luz que equilibra las diferencias. Nos da la capacidad de disentir sin odio, de discutir sin herir, de coexistir sin destruir. 

Cuando respetamos, todo está bien. Porque en el respeto hay espacio para el amor, hay lugar para la aceptación. Nos permite vivir sin miedo, sin la necesidad de imponer nuestras ideas sobre los demás. Nos da libertad, nos da paz. 

Cuando alguien decide amar, aceptar y respetar, está eligiendo un camino de paz. No significa que todo sea fácil, ni que los conflictos desaparezcan por completo. Pero sí significa que, al enfrentarlos, lo hacemos desde la empatía, desde la paciencia, desde la voluntad de entender en vez de condenar. 

Amar nos vuelve cálidos, accesibles, confiables. Aceptar nos libera del peso del juicio, del agotamiento de la crítica constante. Respetar nos permite convivir sin temor, sin imposiciones, sin violencia. 

Si cada persona aplicara estos principios, el mundo cambiaría radicalmente. La convivencia sería más armoniosa, los conflictos se reducirían, las relaciones serían más auténticas. Pero más allá del impacto social, vivir bajo estas premisas también transforma nuestra paz interior. Nos permite descansar, soltar la carga de la hostilidad, encontrar alegría en la simpleza de cada día. 

Porque cuando amas, aceptas y respetas, no solo transformas tu entorno: te transformas a ti mismo. 


jueves, 10 de abril de 2025

Aceptar y respetar

 


Sobre la aceptación

 

Hijo mío:

Tienes toda la razón sobre el Karma. Lo has expuesto de manera perfecta. No tengo nada que añadir.

En mi respuesta anterior me centré en temas religiosos y dejé de lado temas muy importantes que no podemos echar en saco roto.

Para evitar el juicio y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.

Decía Carl G. Jung:” Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”

La aceptación es esa actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos, emociones o aspectos de vosotros mismos o del mundo que os rodea, sin intentar cambiarlos o evitarlos. La aceptación os ayuda a afrontar los problemas de forma más efectiva, a aprender de vuestras experiencias y a cultivar la resiliencia emocional. La aceptación no significa resignarse o conformarse, sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de forma más plena y equilibrada.

Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.

Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.

Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.

Te propongo un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno y, a colocarte en su lugar. Si por cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica, ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.

El respeto y la aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.

Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.

Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es, además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es seguro que, a seguir viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.

Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.

¿Sabes qué es lo que hay debajo de vuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo, miedo a enfrentaros con vuestra propia oscuridad, casi me atrevería a decir que es miedo a vivir, es falta de Amor.

No juzgues nada, las cosas son como son y no has de tener ningún interés en como deberían ser, en como tendrían que ser, en como piensas tú que han de ser.

La conciencia social, políticos, religiosos, los estándares de salud y de belleza os dan modelos y normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíais comportarnos. Tratan de definiros lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que está bien visto.

  ¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?  Posiblemente, nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.

Yo te bendigo hijo mío.

CARTAS A DIOS-Alfonso Vallejo


domingo, 23 de junio de 2024

Eres tú

 


Cuidado con lo que piensas, cuidado con lo que sientes, cuidado con lo que dices, cuidado con lo que haces.

Imagina que la persona que está delante de ti, eres tú misma.

Piensa, siente, habla y haz lo que te gustaría que pensaran, que dijeran y que sintieran de ti, y que hicieran para ti.


sábado, 25 de mayo de 2024

Un cuento sobre el respeto

 


El respeto es una fuerza poderosa que puede transformar nuestro entorno. Al respetar a los demás y al mundo que nos rodea, podemos descubrir secretos y bellezas que de otra manera permanecerían oculto

 

El Secreto de la Montaña Susurrante

 

En un valle rodeado por la majestuosa Montaña Susurrante, vivía una comunidad que nunca había escalado su cima. La montaña, envuelta en misterio, era el hogar de criaturas y plantas únicas. Los ancianos del pueblo decían que quien aprendiera el secreto de la montaña, traería prosperidad y sabiduría al valle.

Un joven llamado Llucay, conocido por su curiosidad y valentía, decidió emprender la aventura para descubrir el secreto. Antes de partir, su abuela le dijo: Recuerda, el respeto es la llave que abre todas las puertas.

Llucay inició su viaje y en el camino se encontró con diversos desafíos. Un río caudaloso bloqueaba su paso, pero en lugar de forzar su camino a través de él, Llucay decidió seguir su curso y encontró un lugar más seguro para cruzar. "Gracias, río, por mostrarme el camino," dijo respetuosamente.

Más adelante, un grupo de monos le robó su comida. En vez de enojarse, Llucay sonrió y dijo: "Compartamos lo que la tierra nos da." A cambio, los monos le mostraron árboles frutales que él no había visto.

Finalmente, Llucay llegó a la cima de la Montaña Susurrante. Allí, encontró un jardín secreto lleno de flores que hablaban en susurros. "¿Cuál es el secreto de la montaña?" preguntó Llucay.

Las flores respondieron al unísono: "El respeto que has mostrado en tu viaje es el secreto. Respetar la vida en todas sus formas trae armonía y entendimiento."

Llucay regresó al valle y compartió su experiencia. Bajo su liderazgo, el pueblo comenzó a respetar más profundamente la naturaleza y a cada ser vivo. La Montaña Susurrante, agradecida, reveló senderos ocultos y manantiales de agua pura. El valle floreció como nunca antes.


viernes, 24 de mayo de 2024

Respeto

 


Viendo en televisión a los impresentables políticos, (de derecha, ultraderecha, centro, izquierda, ultraizquierda, nacionalista o, cualquier otra opción), que gobiernan o hacen oposición en el mundo, me pregunto ¿Qué pasaría si en lugar de primar la vileza, la mentira, el despotismo o el desprecio para ser político se exigieran otros valores como, por ejemplo, el respeto?

          ¿No tendríamos un mundo mejor?, ¿mejor sanidad, mejor educación, mejores transportes?, ¿no disminuiría la tasa de pobreza?, ¿no seríamos todos más iguales? A fin de cuentas, todos somos lo mismo, una Chispa Divina, desgajada de la Energía Divina que, por un el tiempo, aún más pequeño que el “tiempo de Planck”, (que es considerado el límite inferior para la medición del tiempo y la duración más pequeña que puede tener significado físico), encarnamos en un cuerpo.

          Exijamos respeto a nuestros dirigentes, ya sean políticos, religiosos, empresariales, deportivos, culturales, etc.

          Porque, para centrarnos, se entiende por respeto el reconocimiento y la valoración de la dignidad, los derechos, las opiniones y las diferencias de los demás. El respeto es la capacidad de tratar a todas las personas con cortesía, consideración y aceptación, independientemente de sus diferencias de opinión, origen étnico, religión, género o estatus social. El respeto implica escuchar activamente, mostrar empatía y considerar las necesidades y sentimientos de los demás en nuestras acciones y decisiones.

En el núcleo del respeto yace la idea de igualdad inherente entre todos los seres humanos. Reconocer la dignidad de cada individuo implica comprender que todos merecen ser tratados con justicia y equidad, sin discriminación ni prejuicios. El respeto promueve la inclusión y la diversidad, creando un ambiente en el que todas las personas se sientan valoradas y respetadas por lo que son.

La importancia del respeto se refleja en su impacto en la convivencia humana. Cuando el respeto está presente en una comunidad, se fomenta la armonía, la colaboración y la tolerancia. Las relaciones interpersonales se vuelven más saludables y significativas, ya que se basan en el entendimiento mutuo y el apoyo mutuo. Además, el respeto contribuye a la resolución pacífica de conflictos, ya que fomenta el diálogo abierto y la búsqueda de soluciones que beneficien a todas las partes involucradas.

Por otro lado, la ausencia de respeto puede conducir a la desconfianza, la hostilidad y la polarización en la sociedad. La falta de respeto hacia los demás socava la cohesión social y puede dar lugar a la discriminación, el acoso y la violencia. En un mundo donde el respeto es escaso, prevalecen la injusticia, el egoísmo y el conflicto, impidiendo el progreso y el desarrollo humano.

Para cultivar el respeto en nuestras vidas, es fundamental comenzar por nosotros mismos. Debemos aprender a valorarnos a nosotros mismos y a reconocer nuestra propia dignidad, lo que nos permitirá tratar a los demás con el mismo nivel de respeto y consideración. Además, es importante educar a las generaciones futuras sobre la importancia del respeto y fomentar valores de tolerancia, comprensión y empatía desde una edad temprana.

Exijamos el respeto de nuestros dirigentes, porque el respeto es la base de una sociedad justa, inclusiva y pacífica. Nos insta a reconocer la humanidad compartida en cada individuo y a tratar a los demás con dignidad y consideración. Al promover el respeto en nuestras interacciones diarias y en nuestras comunidades, podemos construir un mundo donde prevalezcan la igualdad, la justicia y la solidaridad.


domingo, 12 de mayo de 2024

La bolsa de basura

 


La bolsa de plástico negra con capacidad para cincuenta litros y que apenas estaba llena hasta la mitad se encontraba descansando al lado de la puerta de casa esperando, como cada día, que alguno de los miembros de la familia la sacara para realizar sus acostumbrados paseos. Primero de la mano de los dueños de la casa hasta el contenedor y, después, en el tour turístico en el que se encontraban las bolsas del vecindario hasta, lo que para ellas era, el balneario de vacaciones, aunque también podrían denominarlo como “el jardín del Edén” o “el paraíso”, porque allí iban a diseccionarlas completamente para reciclar a cada uno de los integrantes de la bolsa para su reutilización.

La bolsa se estaba impacientando. Se acercaba la hora en la que el vehículo que la transportaba solía llegar y, en la casa, no se apreciaba ningún tipo de movimiento.

No le gustaba el retraso porque cada vez que se retrasaba luego tenía que estar, durante toda la noche y buena parte del día siguiente, en el contenedor completamente sola.

¡Ah!, ¡por fin había movimiento en la casa! El esposo se estaba poniendo los zapatos a la vez que le decía a su esposa:

-    Cariño, me voy a la reunión del colegio.

-    Llévate la basura al salir –le dijo su esposa.

-    No puedo –contestó el esposo- ya voy tarde

-    Pero si solo es medio minuto cruzar al otro lado –le dijo la esposa un poco molesta- Di que no te apetece y quedas mejor.

-    Te he dicho que no puedo –volvió a repetir el esposo levantando la voz.

-   No es que no puedas –gritó la esposa- lo que pasa que no te sale de las narices bajarla. Te recuerdo que la basura la hemos hecho los tres. Y siempre la saco yo sin tener que salir.

     Pues no me sale de las narices, ¿vale? -y dando un portazo se fue de la casa, dejando a la pobre bolsa de basura allí, tirada en el suelo y, lo que es peor, a su esposa roja de ira.

La bolsa estaba perpleja. El matrimonio había discutido por ella. ¡Ella que solo era una bolsa de basura!

-    ¡Qué importante debo ser! -pensó la bolsa de basura, cuando discuten por mí- En esta familia, yo, una bolsa de basura, soy más importante que el amor y el respeto. Aunque no deben de quererse mucho cuando discuten por mí como si yo fuera la amante de uno de ellos.

La esposa tuvo que sacar la bolsa de basura y a cada paso que daba renegaba más y más de su esposo, mientras el ego de la bolsa de basura se inflaba tanto que podría haber ido ella sola al contenedor volando. ¡Qué importante soy!, seguía pensando la bolsa de basura.


sábado, 11 de mayo de 2024

El viejo roble (Un cuento sobre el respeto)

 


Había una vez en un bosque encantado, habitado por criaturas de todas las formas y tamaños, un árbol muy especial llamado Viejo Roble. Viejo Roble era el guardián del bosque, venerado por todos los seres que lo habitaban debido a su sabiduría y bondad.

Un día, una disputa estalló entre los animales del bosque. Los conejos reclamaban una porción de tierra que los zorros habían ocupado durante años para construir sus madrigueras. Los zorros, a su vez, argumentaban que habían estado allí mucho antes y que tenían derecho a permanecer en su hogar.

La tensión crecía en el bosque mientras los animales se enfrentaban unos a otros, sin encontrar una solución pacífica a su conflicto. Fue entonces cuando decidieron recurrir al Viejo Roble en busca de consejo.

Reuniéndose alrededor del imponente árbol, los animales expresaron sus quejas y demandas, esperando que él pudiera resolver su disputa. El Viejo Roble los escuchó con atención y luego, con una voz tranquila pero firme, les habló:

"Queridos amigos, en este bosque todos somos iguales en importancia. Cada criatura, grande o pequeña, tiene un lugar y un propósito. El respeto por los demás y por el entorno en el que vivimos es lo que nos permite coexistir en armonía".

Les contó historias de tiempos pasados, de cómo los animales habían trabajado juntos para superar desafíos y resolver conflictos. Les recordó la importancia de escuchar, comprender y respetar las necesidades de los demás.

Con el corazón lleno de sabiduría, los animales del bosque reflexionaron sobre las palabras del Viejo Roble. Entendieron que el respeto no solo implicaba reconocer los derechos de los demás, sino también ser capaces de encontrar soluciones justas y equitativas para todos.

Al final, los conejos y los zorros llegaron a un acuerdo. Compartirían la tierra, construyendo sus hogares en armonía unos con otros. A partir de ese día, el respeto y la colaboración reinaron en el bosque encantado, recordándoles a todos que, sin importar nuestras diferencias, juntos podemos crear un mundo mejor. Y así, bajo la sombra protectora del Viejo Roble, la paz y la armonía florecieron una vez más en el bosque.


jueves, 11 de enero de 2024

Juzgar y criticar

 

Para evitar el juicio y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.

Decía Carl G. Jung: ”Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”

La aceptación es esa actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos, emociones o aspectos de nosotros mismos o del mundo que nos rodea, sin intentar cambiarlos o evitarlos. La aceptación nos ayuda a afrontar los problemas de forma más efectiva, a aprender de nuestras experiencias. La aceptación no significa resignarse o conformarse, sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de forma más plena y equilibrada.

Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.

Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.

Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.

Te propongo un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar si por cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica. Ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.

El respeto y la aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.

Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.


martes, 20 de junio de 2023

Cuando me amé de verdad

 De Kim McMille


"Cuando me amé de verdad
comprendí que, en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima

Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad

Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez

Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto

Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio

Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez

Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad

Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud

Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir

No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho, hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas."

jueves, 19 de marzo de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (4)


Cinco vidas en una



He vivido en quince poblaciones de tres países diferentes y he realizado más de una treintena de mudanzas. Sí, es cierto, mi chakra base nunca ha sido muy grande, comparado con el resto de chakras, y eso, a pesar de trabajar específicamente en él desde que conozco que somos energía. Si tenemos en cuenta que este chakra también tiene que ver con el dinero ya podéis haceros una idea de cómo se encuentra mi estado de cuentas. Pues tan escurrido como el chakra.

Todos los cambios de vivienda, de población y de país los he realizado sin mirar atrás, sin añoranza por lo que dejaba y con una cierta ilusión, tampoco excesiva, por lo nuevo que estaba entrando en mi vida.

No tengo mal recuerdo de ninguno de los lugares donde he vivido, excepto dos. Uno cuando era muy pequeño. No creo que tuviera más de cinco años. Nos fuimos a vivir a una especie de cuarto en el subsuelo de una panadería, (mis padres eran más pobres de lo que yo lo soy ahora), y recuerdo por las noches ver pasar por delante de la puerta de la habitación a los panaderos que estaban trabajando haciendo el pan. A mí eso me asustaba. Pensaba que eran demonios vestidos de blanco que venían por nosotros en mitad de la noche.

El otro, treinta y tantos años después, fue mi estancia en un mini piso al que me fui cuando me separé por primera vez. Era un sitio muy frío, inhóspito, con cuatro muebles destartalados. Dormía vestido arropado por todas las ropas de que disponía entonces. Estuve dos meses en esa especie de Siberia, y puedo decir, sin temor a equivocarme, que fueron los peores de mi vida, con diferencia, ya que al dolor de la separación se unía el frío y la incomodidad. Es posible que una separación traumática, como fue la mía, viviendo en un palacio hubiera sido más llevadera.

Tengo claro que he llegado a esta vida con una buena parte de la asignatura del desapego aprobada en alguna de mis vidas anteriores. Reconozco su importancia porque el apego es, justamente, una de las emociones que mayor sufrimiento provoca en mis compañeros de viaje por la vida.

El diccionario, que es quien más sabe de definiciones, define el apego como una inclinación especial hacia algo o hacia alguien. Esta inclinación hacia alguien puede generar un vínculo afectivo y a través de este vínculo se espera encontrar protección, paz, felicidad, seguridad y hasta amor. 

Creo que este es uno de los grandes males de los seres humanos. Los otros dos grandes males son el no saber realmente quienes son y el no saber para qué venimos a la vida.

Afortunadamente solo he convivido durante una parte de mi vida, unos cuarenta años, con los dos últimos. ¡Que ya es bastante! Pero de apego creo no haber sufrido ni un gramo.

Vivo independiente desde los diecisiete años. Me he casado tres veces y tengo dos hijos y dos nietos, una niña de diez años y un niño de ocho que es la misma edad que tiene mi hijo pequeño, es decir, su tío.

Estoy a punto de cumplir setenta años. Nunca pensé que llegaría tan lejos, teniendo en cuenta que todos los hombres de mi familia, por la rama paterna, murieron con sesenta y cuatro años. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Me he programado para vivir 92 años.

Reflexionando sobre la nomadicidad y las vicisitudes de mí vida me siento como si hubiera vivido, al menos, cinco vidas en una.

Cuento como primera vida el tiempo transcurrido desde mi nacimiento hasta que abandoné el hogar de mis padres para vivir una vida independiente con diecisiete años, a novecientos kilómetros del que había sido mi hogar.

La segunda vida abarca un ciclo, también de diecisiete años, desde mi independencia hasta el divorcio de mi primera esposa y madre de mi hija mayor.

Es curioso, ahora soy consciente de que el ciclo de la tercera vida, también, tiene una duración de diecisiete años, tiempo en el que volví a casarme y a separarme por segunda vez mientras iniciaba el acceso a una vida más espiritual.

La cuarta vida engloba una vida en solitario, sin pareja, regentando un centro de yoga y salud, en el que daba clases de yoga, guiaba meditaciones, realizaba cursos de formación de terapeutas y hacía sanación.  Este ciclo fue más corto, de tan solo diez años. Fue una etapa de intenso aprendizaje.

Y, por último, la quinta vida, la vida en la que me encuentro desde hace diez años, lejos de mi país de nacimiento, dedicándome básicamente a mi hijo, a mi esposa, a la sanación y la escritura.  

En plena cuarentena por el Covid19, confinado en casa como el resto del mundo, ¿estaré iniciando mi sexta vida o será la Tierra y con ella la humanidad la que está iniciando una nueva etapa?

Hace tiempo que escucho y leo, sin llegar a creérmelo, que la humanidad está dando un salto importante en su crecimiento. Supongo que debíamos ir demasiado lentos y “alguien” ha decidido darnos un empujoncito. Porque si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando a mí, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento.

¡Cuídense y así cuidarán al otro!

¡Bendiciones!

 CONTINUARÁ

Como la canción "Resistiré" del Dúo Dinámico se ha puesto rabiosamente de moda, la comparto con vosotros.


miércoles, 27 de noviembre de 2019

Tolerancia no. Mejor respeto.


           El parque Green es el espacio más apreciado por los residentes de Mascotalandia, que es una pequeña población en el Condado del Juego, al oeste del país de la Ilusión.
     En dicha población habitan todo tipo de muñecos de peluche. Paseando por Mascotalandia uno se puede encontrar un pequeño conejito protagonista de una serie de dibujos animados, un terrorífico espinosaurio salido de alguna película de dinosaurios, el mamut de la Era de Hielo o al mismísimo Mario Bros y todos suelen ir a pasear por el parque los días soleados.



          Casi todos los habituales del parque se sientan a descansar, al final de su paseo, en los bancos situados bajo unos enormes árboles que cobijan con su sombra a los usuarios de los bancos y que están estratégicamente colocados bordeando el estanque que se encuentra en el centro del parque.
        Es muy agradable para ellos porque, además de descansar y de realizar la última conversación del día con los amigos, se deleitan escuchando los conciertos que las ranas, que viven en el estanque, interpretan cada tarde al caer el sol.
         Hoy es un día como cualquier otro. Está muy avanzada la tarde y los bancos del estanque están todos ocupados por los peluches, que se encuentran descansando, preparados para escuchar el concierto de las ranas. Sin embargo, está a punto de ponerse el sol y aun no se escucha ni una sola rana. Los peluches se miran extrañados y murmuran entre ellos:
¾      ¡Qué extraño! El sol está a punto de ponerse y las ranas aún no han comenzado su concierto, ¿qué estará pasando?
          Los peluches se asomaban a la orilla del estanque para ver si podían enterarse de algo, (eran un poco cotillas), ya que en los últimos cinco años nunca había ocurrido nada semejante, decía Tigger el peluche de más edad de Mascotalandia, un tigre que aparece en los cuentos de Winnie the Pooh.
          Al final cayó la noche. El reflejo de la luna iluminaba el estanque, pero de las ranas no había ni rastro, por lo que los peluches fueron desfilando hacia sus casas murmurando y haciéndose cábalas sobre lo que podría haber sucedido.
          La noche en el parque era total y absolutamente silenciosa. Por primera vez en la historia del parque las ranas no habían deleitado a los paseantes con su concierto vespertino.
          En la comunidad de las ranas del parque Green se había trastocado completamente la vida. Rodolfo y Alejandro, dos ranas jóvenes habían comenzado, a pesar de ser machos, a frecuentarse con demasiada asiduidad, se paseaban cogidos de las ancas, a cualquier hora, sin importarles si había alguien delante o no, se rozaban con descaro y se miraban con cara de arrobamiento. Se comportaban como dos enamorados y, todo eso, ¡a pesar de ser varones los dos!
          Eran la comidilla del momento y desde luego no eran, en absoluto, un buen ejemplo para los renacuajos.
          Ante tan dramática situación se habían reunido, en horas de la mañana, las fuerzas vivas de la comunidad junto al consejo de ancianos, que solo lo hacía ante situaciones de extrema gravedad por la avanzada edad de sus miembros, para determinar cuáles eran las acciones a tomar.
          Judá, el líder espiritual de la comunidad tomó la palabra:
¾      Es inconcebible que tengamos que estar sufriendo una situación de este tipo.
          En nuestra comunidad, esta clase de relaciones no solo son un ejemplo pernicioso para nuestros pequeños, sino que es ofensiva para todos, por ser antinatural, ya que se trata de una relación anormal en la que están inmersos dos individuos de mente enferma.
          A continuación, Rita, la alcaldesa, pidió turno de palabra:

¾      Es inconcebible, es antinatural y un deleznable espectáculo el que estos dos jóvenes están protagonizando, además, a plena luz del día y delante de todos.
      Pero no hemos de olvidar que son hijos de Adela y Raquel, dos miembros destacados de nuestra comunidad y que están sufriendo esta situación hasta el extremos de no salir de sus casas para no ser señalados por las ancas.
       El gobernador Tito, como máximo responsable político de la comunidad expresó con voz solemne:
¾      Les sugiero que comiencen a dar opciones para que podamos debatir y elegir la que sea más adecuada para el bien de la comunidad.
¾      Lo que tenemos que hacer es expulsarlos del estanque –dijo con voz temblorosa, por la edad, don Alfredo, que con casi cuarenta años era, el presidente del consejo de ancianos.
¾      El líder espiritual volvió a tomar la palabra- Es posible que con rezos, novenas y confesiones pueda liberarles del demonio que les ha poseído y vuelvan a la normalidad.
¾      Esto no se cura con rezos –dijo el médico de familia- necesitan una operación urgente, aquí tiene que intervenir la ciencia.
¾      Encerrémosles porque lo que hacen es un signo de que han perdido la cabeza –dijo el responsable del manicomio- así podríamos inaugurar el centro que nunca ha tenido ningún ingresado. 
         Así fueron dando cada uno su opinión sobre las opciones que consideraban más acertadas. Después de escuchar todas las opciones, comenzó el debate de cada una de ellas, aunque no parecía que llegaban a ningún acuerdo, y ya era noche cerrada.

Ataúlfo, que asistía a su primera reunión como integrante del consejo de ancianos al haber ingresado hace escasamente dos meses por haber llegado a la edad de veinticinco años, pidió tímidamente la palabra:
¾      Realmente –preguntó- ¿qué es lo que todos estamos buscando?

¾      Casi todos dijeron al unísono- La felicidad, lo que todos buscamos es la felicidad.

¾      Y ¿qué es lo que desean para sus hijos e, incluso, para todos los integrantes de la comunidad? -siguió preguntando Ataúlfo.

¾      Pues que consigan la felicidad -volvieron a contestar todos al unísono.

¾      Pues ahora tenemos dos miembros de esta comunidad que son felices y ustedes pretenden que dejen de serlo -dijo Ataúlfo comenzando a mostrar sus intenciones.

¾      Judá, el líder espiritual se puso rojo de cólera- No pueden conseguir la felicidad a costa de que todos los demás seamos infelices.

¾      Yo no soy infeliz porque ellos se amen, ¿quién de ustedes es infeliz por eso, aparte de nuestro líder espiritual? –preguntó Ataúlfo.

¾      Judá, el líder espiritual estaba pasando del rojo de la cólera al amarillo de la rabia- No tienen que contestar a esa pregunta. Los temas espirituales los dirijo yo y digo que es indignante, porque tienen el mismo sexo y no pueden tener hijos. Toda unión ha de ser para tener hijos.

 ¾      ¿Quién lo dice? –preguntó Ataúlfo?

 ¾      Es lo que se ha hecho siempre. Lo dice la Rana Superior –dijo el líder espiritual, levantando la voz, cada vez más enojado.

 ¾      La Rana Superior quiere que seamos felices y que nos amemos los unos a los otros. No dice nada de hijos. Y si es por lo que se ha hecho siempre, ya es momento de cambiar –le rebatió Ataúlfo.
      ¿Cómo puede ser que usted que predica el amor esté queriendo castigar a los que se aman?
       No son un mal ejemplo para los renacuajos, al contrario, son ejemplo de amor, de lealtad, de respeto.
      O cree usted que es mejor ejemplo el de los miembros de una pareja que se gritan de manera permanente o que se engañan, solo porque son macho y hembra.
      El amor es el amor y no entiende de sexos.
       Les propongo lo siguiente: Dejemos en paz a Rodolfo y a Alejandro, que sigan con su amor. Y nosotros respetemos su opción. Entre otras cosas porque no son viciosos ni pervertidos. Es genético, es una condición. Si queremos expulsar expulsemos también a todos sus antepasados vivos que son los responsables de su genética.
       Por lo que respecta a que no pueden tener hijos, hay otras ranas que también han decidido no tener hijos y no se hace nada, ni nos rasgamos las vestiduras.
       Por el ejemplo que puedan dar a los renacuajos no hemos de preocuparnos, que lo vean como algo normal, ¡enseñémosles a que vean la normalidad en cualquier tipo de unión! Lo importante es amar.
       Y con respecto nosotros, a las ranas adultas, solo tenemos que empezar a verlo como algo normal. Pensemos que son nuestros propios hijos.
       Les propongo una votación con tres opciones. 1) Expulsarles de la comunidad, 2) aceptarles, respetarles y enseñar a todos a que lo vean como algo normal o 3) si ustedes no son capaces de tomar una decisión hagamos un referéndum.

¾      ¿Está diciendo usted que les debemos tolerar en nuestra comunidad? – preguntó Judá, el líder espiritual.

¾      Un “no” rotundo -matizó Ataúlfo- estoy diciendo que les respetemos. No pido tolerancia, pido respeto.

¿Votamos? Quiero que sepan que si gana la expulsión haré campaña a favor del respeto, puerta por puerta, con cada uno de los miembros de esta comunidad.

Propongo que la votación sea secreta y que sean necesario dos tercios de los votos para considerar ganadora cualquier opción.

Estaban presentes en la reunión los ocho miembros que componían las fuerzas vivas de la comunidad más veintidós miembros del consejo de ancianos. En total treinta ranas que tenían en sus ancas el futuro de dos vidas.

¾          Si, si, de acuerdo votemos -era la voz mayoritaria de los asistentes.

El resultado de la votación fueron veintiséis votos a favor para que se queden, para respetar su amor y enseñar al resto de la comunidad que es algo normal. Un voto en contra y tres favorables para realizar un referéndum.

¾      Judá, el líder religioso, tomó la palabra- El voto negativo fue mío, pero acepto la decisión mayoritaria. Lo que no puedo es seguir siendo su líder espiritual. Creo que soy un poco antiguo. Propongo que Ataúlfo sea nuestro nuevo líder espiritual.

¾      Acepto encantado, -dijo Ataúlfo- A partir de ahora nuestro lema será “El respeto por encima de todo. El amor siempre”.