El viaje del alma
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
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jueves, 28 de agosto de 2025
domingo, 10 de agosto de 2025
Cumple las normas
Sean
cuales fueren las reglas morales que te has propuesto, respétalas como si
fuesen leyes, como si cometieses sacrilegio al violar cualquiera de ellas. No
te preocupes por lo que digan de ti porque, al fin y al cabo, eso no es algo
que te deba importar.
EPICTETO
jueves, 1 de mayo de 2025
Ama, acepta, respeta
Ama, acepta, respeta
El mundo que habitamos
es un reflejo de nuestras acciones y pensamientos. No es un lugar estático ni
ajeno a nuestras intenciones, sino una constante construcción de lo que
sembramos en cada interacción, en cada gesto, en cada palabra. Somos los
creadores de nuestro mundo.
De todo lo que podemos
aportar a la vida, tres pilares sostienen la armonía entre nosotros: amar,
aceptar y respetar. Son verbos sencillos, pero su impacto es profundo.
Aplicarlos con sinceridad transforma la manera en que vivimos, en que nos
relacionamos, en que entendemos y en que somos entendidos.
El amor es el
principio de todo acto noble, el motor que nos impulsa a conectar, a cuidar, a
ofrecer lo mejor de nosotros. No se trata solo del amor romántico, sino de una
manera de estar en el mundo. Amar es ver con bondad, actuar con ternura,
ofrecer comprensión.
Cuando una persona
ama, no tiene espacio para el daño. ¿Cómo podría? El amor, en su esencia más
pura, es generoso y desinteresado. No humilla ni hiere. No es egoísta ni
posesivo. Es un estado de apertura, de entrega, de preocupación genuina por el
bienestar del otro.
Sin amor, el mundo se
endurece. Se llena de frialdad, de indiferencia, de pequeños gestos de descuido
que, acumulados, crean grietas en nuestras relaciones. Pero cuando el amor está
presente, hasta los momentos más difíciles pueden ser llevados con calma, con
paciencia, con dulzura. Amar es sostener sin exigir, es acompañar sin
poseer.
Nos enseñan desde
pequeños que el amor es importante, pero rara vez nos enseñan cómo aplicarlo
más allá de las relaciones personales. Amar no es un sentimiento, es una
energía, que nos imprime el carácter para actuar con bondad, para mirar con
comprensión, para escuchar con atención. Amar es el principio de una vida en
paz, dentro y fuera de uno mismo.
Y si amas, aceptas,
sin más. Aceptar no significa estar de acuerdo con todo ni justificar lo
injustificable. La aceptación no es resignación, sino un acto de respeto por la
diversidad, por la diferencia, por los caminos que no son los nuestros.
Cada persona es un
universo complejo, un cúmulo de vivencias, pensamientos y emociones que han
moldeado su forma de ver el mundo. Aceptar es reconocer que no hay una única
manera de existir, de pensar, de actuar. Es entender que la historia de cada
quien tiene matices que quizás nunca comprendamos del todo, pero que merecen
ser respetados.
Cuando aceptamos, dejamos
atrás el impulso de criticar, de señalar, de juzgar. La crítica constante no
solo lastima a los demás, sino que nos atrapa en una espiral de descontento.
¿De qué nos sirve vivir esperando que todos piensen, actúen y sean exactamente
como creemos que deberían? La vida es, y punto. Y es más rica cuando aprendemos
a mirar sin condenar, cuando aceptamos sin imponer, cuando entendemos sin
exigir cambio inmediato.
Aceptar no implica que
todas las decisiones sean correctas, ni que todo lo que ocurre sea justo. Pero
sí implica soltar el peso del juicio innecesario, el que nace de la falta de
empatía, de la incapacidad de ver más allá de nuestras propias perspectivas.
Cuando aprendemos a
aceptar, nuestra energía cambia. Nos volvemos menos rígidos, menos hostiles.
Aprendemos que la diversidad no es una amenaza, sino una riqueza. Aceptamos las
diferencias sin sentirnos atacados por ellas. Aceptamos la vida con sus contrastes,
sus contradicciones, sus sorpresas.
Si
el amor construye y la aceptación libera, el respeto es el pilar que sostiene
cualquier convivencia. Sin respeto, las conexiones humanas se deterioran, la comunicación
se envenena, los conflictos surgen sin remedio.
Respetar es reconocer
el valor del otro. Es entender que, aunque no compartamos sus ideas, merece
dignidad, merece voz, merece espacio. Es la actitud que permite la paz, que
evita el conflicto innecesario, que nos recuerda que todos somos parte de algo
mayor.
El respeto no es una
cortesía ocasional, sino un principio que debería guiarnos siempre. Respetar
implica escuchar sin interrumpir, entender sin desestimar, permitir sin
imponer. No exige que todos pensemos igual, pero sí demanda que tratemos a los
demás con consideración.
En un mundo donde la
agresión verbal y el desprecio se han convertido en herramientas comunes, el
respeto es una luz que equilibra las diferencias. Nos da la capacidad de
disentir sin odio, de discutir sin herir, de coexistir sin destruir.
Cuando respetamos,
todo está bien. Porque en el respeto hay espacio para el amor, hay lugar para
la aceptación. Nos permite vivir sin miedo, sin la necesidad de imponer
nuestras ideas sobre los demás. Nos da libertad, nos da paz.
Cuando alguien decide
amar, aceptar y respetar, está eligiendo un camino de paz. No significa que
todo sea fácil, ni que los conflictos desaparezcan por completo. Pero sí
significa que, al enfrentarlos, lo hacemos desde la empatía, desde la
paciencia, desde la voluntad de entender en vez de condenar.
Amar nos vuelve
cálidos, accesibles, confiables. Aceptar nos libera del peso del juicio, del
agotamiento de la crítica constante. Respetar nos permite convivir sin temor,
sin imposiciones, sin violencia.
Si cada persona
aplicara estos principios, el mundo cambiaría radicalmente. La convivencia
sería más armoniosa, los conflictos se reducirían, las relaciones serían más
auténticas. Pero más allá del impacto social, vivir bajo estas premisas también
transforma nuestra paz interior. Nos permite descansar, soltar la carga de la
hostilidad, encontrar alegría en la simpleza de cada día.
Porque cuando amas,
aceptas y respetas, no solo transformas tu entorno: te transformas a ti
mismo.
jueves, 10 de abril de 2025
Aceptar y respetar
Hijo
mío:
Tienes toda la
razón sobre el Karma. Lo has expuesto de manera perfecta. No tengo nada que
añadir.
En mi respuesta
anterior me centré en temas religiosos y dejé de lado temas muy importantes que
no podemos echar en saco roto.
Para evitar el
juicio y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.
Decía Carl G.
Jung:” Lo que niegas te somete, lo que
aceptas te transforma”
La aceptación es esa
actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos,
emociones o aspectos de vosotros mismos o del mundo que os rodea, sin intentar
cambiarlos o evitarlos. La aceptación os ayuda a afrontar los problemas de
forma más efectiva, a aprender de vuestras experiencias y a cultivar la
resiliencia emocional. La aceptación no significa resignarse o conformarse,
sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y
mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de
forma más plena y equilibrada.
Cualquier juicio,
cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia
persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo
de sus creencias.
Pero, los
pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al
resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más
que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una
manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra
persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada
persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.
Para que se
termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el
respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien.
Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado,
porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te propongo un
ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar
lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier
cosa que hagan las personas de tu entorno y, a colocarte en su lugar. Si por
cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica, ni tan siquiera
tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la
aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No
te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y
comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención
en sus cualidades. Con la práctica te acostumbrarás a observar las acciones de los
demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin
que te afecte lo más mínimo.
Cuando consigas
incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que
el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.
Dedica la vida a
vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo
que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir
un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una
vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo
sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es,
además, un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es seguro
que, a seguir viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o
pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu
vida para nada.
Empieza ahora a
mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a
mañana, no desperdicies más tu vida.
¿Sabes qué es lo
que hay debajo de vuestra necesidad de juzgar?, sólo miedo, miedo a enfrentaros
con vuestra propia oscuridad, casi me atrevería a decir que es miedo a vivir,
es falta de Amor.
No juzgues nada,
las cosas son como son y no has de tener ningún interés en como deberían ser,
en como tendrían que ser, en como piensas tú que han de ser.
La conciencia
social, políticos, religiosos, los estándares de salud y de belleza os dan
modelos y normas de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíais
comportarnos. Tratan de definiros lo que es bueno, lo que hay que hacer, lo que
está bien visto.
¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta
vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la
vida del resto del mundo? Posiblemente,
nadie y, sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue
a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la
vida de esa persona.
Yo te bendigo hijo
mío.
CARTAS A
DIOS-Alfonso Vallejo
domingo, 23 de junio de 2024
Eres tú
Cuidado con lo que piensas, cuidado con lo que sientes, cuidado con lo que dices, cuidado con lo que haces.
Imagina que la persona que está delante de ti, eres tú misma.
Piensa, siente, habla y haz lo que te gustaría que pensaran, que dijeran y que sintieran de ti, y que hicieran para ti.
sábado, 8 de junio de 2024
sábado, 25 de mayo de 2024
Un cuento sobre el respeto
El respeto es una fuerza poderosa que
puede transformar nuestro entorno. Al respetar a los demás y al mundo que nos
rodea, podemos descubrir secretos y bellezas que de otra manera permanecerían
oculto
El Secreto de la Montaña
Susurrante
En un valle rodeado
por la majestuosa Montaña Susurrante, vivía una comunidad que nunca había
escalado su cima. La montaña, envuelta en misterio, era el hogar de criaturas y
plantas únicas. Los ancianos del pueblo decían que quien aprendiera el secreto
de la montaña, traería prosperidad y sabiduría al valle.
Un joven llamado Llucay,
conocido por su curiosidad y valentía, decidió emprender la aventura para
descubrir el secreto. Antes de partir, su abuela le dijo: Recuerda, el respeto
es la llave que abre todas las puertas.
Llucay inició su viaje
y en el camino se encontró con diversos desafíos. Un río caudaloso bloqueaba su
paso, pero en lugar de forzar su camino a través de él, Llucay decidió seguir
su curso y encontró un lugar más seguro para cruzar. "Gracias, río, por
mostrarme el camino," dijo respetuosamente.
Más adelante, un grupo
de monos le robó su comida. En vez de enojarse, Llucay sonrió y dijo:
"Compartamos lo que la tierra nos da." A cambio, los monos le
mostraron árboles frutales que él no había visto.
Finalmente, Llucay
llegó a la cima de la Montaña Susurrante. Allí, encontró un jardín secreto
lleno de flores que hablaban en susurros. "¿Cuál es el secreto de la
montaña?" preguntó Llucay.
Las flores
respondieron al unísono: "El respeto que has mostrado en tu viaje es el
secreto. Respetar la vida en todas sus formas trae armonía y
entendimiento."
Llucay regresó al valle y compartió su experiencia. Bajo su liderazgo, el pueblo comenzó a respetar más profundamente la naturaleza y a cada ser vivo. La Montaña Susurrante, agradecida, reveló senderos ocultos y manantiales de agua pura. El valle floreció como nunca antes.
viernes, 24 de mayo de 2024
Respeto
Viendo en televisión a
los impresentables políticos, (de derecha, ultraderecha, centro, izquierda,
ultraizquierda, nacionalista o, cualquier otra opción), que gobiernan o hacen
oposición en el mundo, me pregunto ¿Qué pasaría si en lugar de primar la vileza,
la mentira, el despotismo o el desprecio para ser político se exigieran otros
valores como, por ejemplo, el respeto?
¿No
tendríamos un mundo mejor?, ¿mejor sanidad, mejor educación, mejores
transportes?, ¿no disminuiría la tasa de pobreza?, ¿no seríamos todos más
iguales? A fin de cuentas, todos somos lo mismo, una Chispa Divina, desgajada
de la Energía Divina que, por un el tiempo, aún más pequeño que el “tiempo de
Planck”, (que es considerado el límite inferior para la medición del tiempo y
la duración más pequeña que puede tener significado físico), encarnamos en un
cuerpo.
Exijamos
respeto a nuestros dirigentes, ya sean políticos, religiosos, empresariales,
deportivos, culturales, etc.
Porque,
para centrarnos, se entiende por respeto el reconocimiento y la valoración de
la dignidad, los derechos, las opiniones y las diferencias de los demás. El
respeto es la capacidad de tratar a todas las personas con cortesía,
consideración y aceptación, independientemente de sus diferencias de opinión,
origen étnico, religión, género o estatus social. El respeto implica escuchar
activamente, mostrar empatía y considerar las necesidades y sentimientos de los
demás en nuestras acciones y decisiones.
En el núcleo del
respeto yace la idea de igualdad inherente entre todos los seres humanos.
Reconocer la dignidad de cada individuo implica comprender que todos merecen
ser tratados con justicia y equidad, sin discriminación ni prejuicios. El respeto
promueve la inclusión y la diversidad, creando un ambiente en el que todas las
personas se sientan valoradas y respetadas por lo que son.
La importancia del
respeto se refleja en su impacto en la convivencia humana. Cuando el respeto
está presente en una comunidad, se fomenta la armonía, la colaboración y la
tolerancia. Las relaciones interpersonales se vuelven más saludables y
significativas, ya que se basan en el entendimiento mutuo y el apoyo mutuo.
Además, el respeto contribuye a la resolución pacífica de conflictos, ya que
fomenta el diálogo abierto y la búsqueda de soluciones que beneficien a todas
las partes involucradas.
Por otro lado, la
ausencia de respeto puede conducir a la desconfianza, la hostilidad y la
polarización en la sociedad. La falta de respeto hacia los demás socava la
cohesión social y puede dar lugar a la discriminación, el acoso y la violencia.
En un mundo donde el respeto es escaso, prevalecen la injusticia, el egoísmo y
el conflicto, impidiendo el progreso y el desarrollo humano.
Para cultivar el
respeto en nuestras vidas, es fundamental comenzar por nosotros mismos. Debemos
aprender a valorarnos a nosotros mismos y a reconocer nuestra propia dignidad,
lo que nos permitirá tratar a los demás con el mismo nivel de respeto y consideración.
Además, es importante educar a las generaciones futuras sobre la importancia
del respeto y fomentar valores de tolerancia, comprensión y empatía desde una
edad temprana.
Exijamos el respeto de nuestros dirigentes, porque el respeto es la base de una sociedad justa, inclusiva y pacífica. Nos insta a reconocer la humanidad compartida en cada individuo y a tratar a los demás con dignidad y consideración. Al promover el respeto en nuestras interacciones diarias y en nuestras comunidades, podemos construir un mundo donde prevalezcan la igualdad, la justicia y la solidaridad.
domingo, 12 de mayo de 2024
La bolsa de basura
La bolsa de plástico
negra con capacidad para cincuenta litros y que apenas estaba llena hasta la
mitad se encontraba descansando al lado de la puerta de casa esperando, como
cada día, que alguno de los miembros de la familia la sacara para realizar sus acostumbrados
paseos. Primero de la mano de los dueños de la casa hasta el contenedor y,
después, en el tour turístico en el que se encontraban las bolsas del
vecindario hasta, lo que para ellas era, el balneario de vacaciones, aunque
también podrían denominarlo como “el jardín del Edén” o “el paraíso”, porque
allí iban a diseccionarlas completamente para reciclar a cada uno de los
integrantes de la bolsa para su reutilización.
La bolsa se estaba
impacientando. Se acercaba la hora en la que el vehículo que la transportaba
solía llegar y, en la casa, no se apreciaba ningún tipo de movimiento.
No le gustaba el
retraso porque cada vez que se retrasaba luego tenía que estar, durante toda la
noche y buena parte del día siguiente, en el contenedor completamente sola.
¡Ah!, ¡por fin había
movimiento en la casa! El esposo se estaba poniendo los zapatos a la vez que le
decía a su esposa:
-
Cariño, me voy a la reunión del colegio.
- Llévate la basura al salir –le dijo su
esposa.
-
No puedo –contestó el esposo- ya voy tarde
-
Pero si solo es medio minuto cruzar al otro lado –le dijo la esposa un
poco molesta- Di que no te apetece y quedas mejor.
-
Te he dicho que no puedo –volvió a repetir el esposo levantando la voz.
-
No es que no puedas –gritó la
esposa- lo que pasa que no te sale de las narices bajarla. Te recuerdo que la
basura la hemos hecho los tres. Y siempre la saco yo sin tener que salir.
Pues no me sale de las narices, ¿vale? -y
dando un portazo se fue de la casa, dejando a la pobre bolsa de basura allí,
tirada en el suelo y, lo que es peor, a su esposa roja de ira.
La bolsa estaba
perpleja. El matrimonio había discutido por ella. ¡Ella que solo era una bolsa
de basura!
-
¡Qué importante debo ser! -pensó la bolsa de basura, cuando discuten por
mí- En esta familia, yo, una bolsa de basura, soy más importante que el amor y
el respeto. Aunque no deben de quererse mucho cuando discuten por mí como si yo
fuera la amante de uno de ellos.
La esposa tuvo que
sacar la bolsa de basura y a cada paso que daba renegaba más y más de su
esposo, mientras el ego de la bolsa de basura se inflaba tanto que podría haber
ido ella sola al contenedor volando. ¡Qué importante soy!, seguía pensando la
bolsa de basura.
sábado, 11 de mayo de 2024
El viejo roble (Un cuento sobre el respeto)
Había una vez en un
bosque encantado, habitado por criaturas de todas las formas y tamaños, un
árbol muy especial llamado Viejo Roble. Viejo Roble era el guardián del bosque,
venerado por todos los seres que lo habitaban debido a su sabiduría y bondad.
Un día, una disputa estalló
entre los animales del bosque. Los conejos reclamaban una porción de tierra que
los zorros habían ocupado durante años para construir sus madrigueras. Los
zorros, a su vez, argumentaban que habían estado allí mucho antes y que tenían
derecho a permanecer en su hogar.
La tensión crecía en
el bosque mientras los animales se enfrentaban unos a otros, sin encontrar una
solución pacífica a su conflicto. Fue entonces cuando decidieron recurrir al
Viejo Roble en busca de consejo.
Reuniéndose alrededor
del imponente árbol, los animales expresaron sus quejas y demandas, esperando
que él pudiera resolver su disputa. El Viejo Roble los escuchó con atención y
luego, con una voz tranquila pero firme, les habló:
"Queridos amigos,
en este bosque todos somos iguales en importancia. Cada criatura, grande o
pequeña, tiene un lugar y un propósito. El respeto por los demás y por el
entorno en el que vivimos es lo que nos permite coexistir en armonía".
Les contó historias de
tiempos pasados, de cómo los animales habían trabajado juntos para superar
desafíos y resolver conflictos. Les recordó la importancia de escuchar,
comprender y respetar las necesidades de los demás.
Con el corazón lleno
de sabiduría, los animales del bosque reflexionaron sobre las palabras del
Viejo Roble. Entendieron que el respeto no solo implicaba reconocer los
derechos de los demás, sino también ser capaces de encontrar soluciones justas
y equitativas para todos.
Al final, los conejos y los zorros llegaron a un acuerdo. Compartirían la tierra, construyendo sus hogares en armonía unos con otros. A partir de ese día, el respeto y la colaboración reinaron en el bosque encantado, recordándoles a todos que, sin importar nuestras diferencias, juntos podemos crear un mundo mejor. Y así, bajo la sombra protectora del Viejo Roble, la paz y la armonía florecieron una vez más en el bosque.
jueves, 11 de enero de 2024
Juzgar y criticar
Para evitar el juicio
y la crítica son necesarias dos actitudes: la aceptación y el respeto.
Decía Carl G. Jung:
”Lo que niegas te somete, lo que aceptas
te transforma”
La aceptación es esa
actitud que va a permitirte reconocer y tolerar las situaciones, pensamientos,
emociones o aspectos de nosotros mismos o del mundo que nos rodea, sin intentar
cambiarlos o evitarlos. La aceptación nos ayuda a afrontar los problemas de
forma más efectiva, a aprender de nuestras experiencias. La aceptación no significa resignarse o conformarse,
sino asumir la realidad y buscar soluciones. La aceptación se puede practicar y
mejorar a lo largo de la vida, y es una herramienta poderosa para vivir de forma
más plena y equilibrada.
Cualquier juicio,
cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia
persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo
de sus creencias.
Pero, los
pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al
resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más
que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una
manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra
persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada
persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier
otra.
Para que se
termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el
respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien.
Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado,
porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
Te propongo un
ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar
lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier
cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar si por
cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica. Ni tan siquiera
tienes que comprender, solo respeta y acepta.
El respeto y la
aceptación es entrenamiento y práctica, por lo que la crítica va a surgir. No
te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y
comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención
en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de
los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros,
sin que te afecte lo más mínimo.
Cuando consigas
incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que
el ejercer de juez, de manera permanente, es agotador.
martes, 20 de junio de 2023
Cuando me amé de verdad
De Kim McMille
"Cuando me amé de verdad
comprendí que, en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta,
y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad,
pude percibir que mi angustia,
y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal
de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me amé de verdad,
dejé de desear que mi vida fuera diferente,
y comencé a aceptar todo lo que acontece,
y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad,
comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona,
sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento,
o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad,
comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas, situaciones y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo.
De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio
Cuando me amé de verdad,
dejé de temer al tiempo libre
y desistí de hacer grandes planes,
abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta,
cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad,
desistí de querer tener siempre la razón,
y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad,
desistí de quedarme reviviendo el pasado,
y preocupándome por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente,
que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.
Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad,
percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón,
ella tiene una gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir
No debemos tener miedo de cuestionarnos,
de hecho, hasta los planetas chocan,
y del caos suelen nacer la mayoría de las estrellas."
jueves, 19 de marzo de 2020
Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (4)
miércoles, 27 de noviembre de 2019
Tolerancia no. Mejor respeto.
Hoy es un día como cualquier otro. Está muy avanzada la tarde y los bancos del estanque están todos ocupados por los peluches, que se encuentran descansando, preparados para escuchar el concierto de las ranas. Sin embargo, está a punto de ponerse el sol y aun no se escucha ni una sola rana. Los peluches se miran extrañados y murmuran entre ellos:
¾ ¡Qué extraño! El sol está a punto de ponerse y las ranas aún no han comenzado su concierto, ¿qué estará pasando?
Los peluches se asomaban a la orilla del estanque para ver si podían enterarse de algo, (eran un poco cotillas), ya que en los últimos cinco años nunca había ocurrido nada semejante, decía Tigger el peluche de más edad de Mascotalandia, un tigre que aparece en los cuentos de Winnie the Pooh.
Al final cayó la noche. El reflejo de la luna iluminaba el estanque, pero de las ranas no había ni rastro, por lo que los peluches fueron desfilando hacia sus casas murmurando y haciéndose cábalas sobre lo que podría haber sucedido.
La noche en el parque era total y absolutamente silenciosa. Por primera vez en la historia del parque las ranas no habían deleitado a los paseantes con su concierto vespertino.
En la comunidad de las ranas del parque Green se había trastocado completamente la vida. Rodolfo y Alejandro, dos ranas jóvenes habían comenzado, a pesar de ser machos, a frecuentarse con demasiada asiduidad, se paseaban cogidos de las ancas, a cualquier hora, sin importarles si había alguien delante o no, se rozaban con descaro y se miraban con cara de arrobamiento. Se comportaban como dos enamorados y, todo eso, ¡a pesar de ser varones los dos!
Eran la comidilla del momento y desde luego no eran, en absoluto, un buen ejemplo para los renacuajos.
Ante tan dramática situación se habían reunido, en horas de la mañana, las fuerzas vivas de la comunidad junto al consejo de ancianos, que solo lo hacía ante situaciones de extrema gravedad por la avanzada edad de sus miembros, para determinar cuáles eran las acciones a tomar.
Judá, el líder espiritual de la comunidad tomó la palabra:
¾ Es inconcebible que tengamos que estar sufriendo una situación de este tipo.
En nuestra comunidad, esta clase de relaciones no solo son un ejemplo pernicioso para nuestros pequeños, sino que es ofensiva para todos, por ser antinatural, ya que se trata de una relación anormal en la que están inmersos dos individuos de mente enferma.
A continuación, Rita, la alcaldesa, pidió turno de palabra:
¾ Es inconcebible, es antinatural y un deleznable espectáculo el que estos dos jóvenes están protagonizando, además, a plena luz del día y delante de todos.
¾ Les sugiero que comiencen a dar opciones para que podamos debatir y elegir la que sea más adecuada para el bien de la comunidad.
¾ Lo que tenemos que hacer es expulsarlos del estanque –dijo con voz temblorosa, por la edad, don Alfredo, que con casi cuarenta años era, el presidente del consejo de ancianos.
¾ El líder espiritual volvió a tomar la palabra- Es posible que con rezos, novenas y confesiones pueda liberarles del demonio que les ha poseído y vuelvan a la normalidad.
¾ Esto no se cura con rezos –dijo el médico de familia- necesitan una operación urgente, aquí tiene que intervenir la ciencia.
¾ Encerrémosles porque lo que hacen es un signo de que han perdido la cabeza –dijo el responsable del manicomio- así podríamos inaugurar el centro que nunca ha tenido ningún ingresado.
¾ Judá, el líder espiritual estaba pasando del rojo de la cólera al amarillo de la rabia- No tienen que contestar a esa pregunta. Los temas espirituales los dirijo yo y digo que es indignante, porque tienen el mismo sexo y no pueden tener hijos. Toda unión ha de ser para tener hijos.
¾ ¿Quién lo dice? –preguntó Ataúlfo?
¾ Es lo que se ha hecho siempre. Lo dice la Rana Superior –dijo el líder espiritual, levantando la voz, cada vez más enojado.
¾ La Rana Superior quiere que seamos felices y que nos amemos los unos a los otros. No dice nada de hijos. Y si es por lo que se ha hecho siempre, ya es momento de cambiar –le rebatió Ataúlfo.
¿Cómo puede ser que usted que predica el amor esté queriendo castigar a los que se aman?
No son un mal ejemplo para los renacuajos, al contrario, son ejemplo de amor, de lealtad, de respeto.
O cree usted que es mejor ejemplo el de los miembros de una pareja que se gritan de manera permanente o que se engañan, solo porque son macho y hembra.
El amor es el amor y no entiende de sexos.
Les propongo lo siguiente: Dejemos en paz a Rodolfo y a Alejandro, que sigan con su amor. Y nosotros respetemos su opción. Entre otras cosas porque no son viciosos ni pervertidos. Es genético, es una condición. Si queremos expulsar expulsemos también a todos sus antepasados vivos que son los responsables de su genética.
Por lo que respecta a que no pueden tener hijos, hay otras ranas que también han decidido no tener hijos y no se hace nada, ni nos rasgamos las vestiduras.
Por el ejemplo que puedan dar a los renacuajos no hemos de preocuparnos, que lo vean como algo normal, ¡enseñémosles a que vean la normalidad en cualquier tipo de unión! Lo importante es amar.
Y con respecto nosotros, a las ranas adultas, solo tenemos que empezar a verlo como algo normal. Pensemos que son nuestros propios hijos.
Les propongo una votación con tres opciones. 1) Expulsarles de la comunidad, 2) aceptarles, respetarles y enseñar a todos a que lo vean como algo normal o 3) si ustedes no son capaces de tomar una decisión hagamos un referéndum.