El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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jueves, 13 de noviembre de 2025

Reflejo de lo que falta

 


"Cuando nos miramos en el espejo no vemos lo que somos,

sino lo que nos falta ser"

 

El espejo, ese objeto cotidiano que nos devuelve una imagen aparentemente fiel de nosotros mismos, es en realidad un escenario donde se proyectan nuestras inseguridades, anhelos y expectativas. No vemos solo un rostro o un cuerpo; vemos una historia inacabada, una versión incompleta de lo que aspiramos a ser. Esta frase nos invita a cuestionar la forma en que nos percibimos y a reconocer que, muchas veces, nuestra mirada está teñida por la insatisfacción y el deseo de transformación.

Cuando nos miramos, no vemos con objetividad. Vemos a través del filtro de nuestras comparaciones, de los estándares impuestos por la sociedad, de las metas que aún no alcanzamos. El espejo se convierte entonces en un juez silencioso que nos recuerda lo que creemos que nos falta: más éxito, más belleza, más valentía, más amor propio.

Pero esta percepción también puede ser una oportunidad. Reconocer lo que “nos falta ser” no tiene por qué ser una condena, sino una invitación al crecimiento. Nos impulsa a imaginar versiones más plenas de nosotros mismos, a trazar caminos hacia la autenticidad. El problema surge cuando esa brecha entre lo que somos y lo que deseamos ser se convierte en una fuente de angustia en lugar de inspiración.

Aceptar lo que somos en el presente, con nuestras luces y sombras, es el primer paso para avanzar. El espejo no debería ser un enemigo, sino un aliado que nos recuerde que estamos en constante evolución. Cada día nos ofrece la posibilidad de acercarnos un poco más a esa imagen ideal, no desde la exigencia, sino desde la compasión.

En última instancia, tal vez el verdadero desafío no sea alcanzar esa versión ideal, sino aprender a mirarnos con amor, incluso cuando el reflejo no coincide con nuestras expectativas. Porque solo cuando aceptamos lo que somos, podemos construir con libertad lo que queremos llegar a ser.



jueves, 20 de octubre de 2022

Te estamos esperando



Sábado 15 de octubre 2022

 Ya sé que estaba relatando la razón de mi viaje a Perú, pero me he levantado con uno de esos pensamientos clásicos, con los que se puede definir a un babau, y no quería dejar pasar la oportunidad de recogerlo.

Es un pensamiento que ya he tenido en otras ocasiones: Me preguntaba sobre la realidad de la vida y las cosas que la envuelven. En concreto, pensaba si todas las personas veremos lo mismo. Cuando yo veo un color, rojo, azul, negro, cualquier color, ¿todas las personas verán lo mismo que yo?, ¿con el mismo brillo?, ¿la misma tonalidad?, lo que yo llamo azul, ¿será azul para todos?

Cuando tengo estos pensamientos sigo con ellos, no hago nada para que desaparezcan. Me gusta esta filosofía barata. En fin, cosas de babau.

No creo que esto me pase, solamente, a mi. Seguro que hay otros babaus que piensan cosas parecidas, ¿o no?

  Mejor vuelvo al primer día de la primavera en el hemisferio norte del año 2010.

Pero ese día 22 de marzo sí que pasó algo. Se formó en mi mente una imagen y apareció un pensamiento asociado a ella. Me pareció que la imagen representaba a un indio de medio cuerpo. Pero no era uno de esos indios conocidos por las películas del Oeste, de las tribus apaches, sioux, cheroquis o cheyenes. No, era diferente. Entonces no supe ubicarlo. Hoy sé que no era un indio de alguna película, era un inca. Y asociado a la imagen un pensamiento: “te estamos esperando”.

Con la imagen y el pensamiento hice lo de siempre. Pensar que mi mente ya estaba jugándome, de nuevo, una broma pesada y, centré toda mi atención en la respiración y en las sensaciones de mi cuerpo, pero sin resultado. El inca seguía ahí.

Al final dejé la meditación. Siempre lo hago cuando no soy capaz de detener el pensamiento. ¡Mañana será otro día!, pensé.

Sin embargo, el inca apareció al día siguiente, con el mismo formato y el mismo pensamiento. Y al otro y al otro. Fueron cuatro días seguidos con la misma historia. Por lo que decidí descansar unos días de la meditación.