El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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miércoles, 10 de enero de 2024

Sobre el pecado

 


Y dijo Dios: 

No existe el pecado. Yo nunca me ofendo por nada de lo que los seres humanos podáis hacer, decir o pensar, y no me ofendo porque os amo sobre todas las cosas, y sé que cualquier cosa que hagáis, digáis o penséis, es cosa del ego, no del alma.

viernes, 7 de abril de 2023

Viernes Santo

 



 

Viernes 7 de abril 2023

 

Y hoy es Viernes Santo. Se recuerda la crucifixión y la muerte de Jesús de Nazaret. Es una de las conmemoraciones más profundas para los cristianos, (católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, etc.).  

Pero esta Semana Santa, en lugar de estar imbuido por el espíritu de aquello que representa, (compasión, piedad, misericordia, penitencia), estoy empapado de reflexión, reflexión que me está llevando a realizar un análisis de mi vida, con lo que eso supone de rebuscar en los cajones de la memoria para desempolvar los recuerdos más importantes de una larga vida que, vista desde el origen, es decir, desde mi óptica, está pasando como un suspiro. ¡Que larga parece y que corta es!

Me quedé ayer comentando lo terrorífica que fue, emocionalmente, la primera parte de mi vida consciente, (entre los 13 y 17 años), por esa espada de Damocles, que era la amenaza permanente y persistente del infierno como final de una vida de pecado. Porque me pasaba el día pecando, sobre todo en tres de los mandamientos: No santificaba las fiestas ya que, si podía no cumplir con el precepto dominical de la misa, no iba, porque me aburría un montón. Cometía actos impuros, en la intimidad de mi soledad, a diario, porque para mí era una necesidad fisiológica, algo, tan necesario, como sonarse la nariz. Y de los pensamientos y deseos impuros, ya no quiero ni hablar. Solo diré que soñaba dormido y despierto con mi profesora de francés. Era una auténtica belleza.

Estaba claro: Los enseñantes, la religión y los curas eran mis enemigos y, a los enemigos se les puede vencer, te puedes unir a ellos o te puedes alejar.

Opté por la última opción, alejarme, con lo cual, alguna vez, me vi obligado a pecar, también, en el octavo mandamiento, porque tuve que decir alguna mentira para salvar mi piel.

Pero todo eso terminó cuando terminé el bachiller y salí del colegio. Ahí me hice un nuevo replanteamiento de vida: Podía hacer o pensar, todo aquello que no rechinaba en mi conciencia, como cualquier palabra, acción u omisión, que no interfiriera en la libertad de los demás, evitando la crítica o acto similar que pudiera hacer que otra persona se sintiera incomoda o hiciera que se sintiera atacada o que faltara a su respeto y, además, sin miedo a pecar, porque decidí que el pecado es algo que no existe y que solo era una herramienta que “mis enemigos” utilizaban para tratar de dominarme.

A partir de ese momento hubo dos “Yoes”: uno público y otro privado. Es decir, se instauraron dos creencias con respecto a la vida: Una vida muy material, la pública, en la que mi creencia era que quería vivir bien, para lo cual necesitaba dinero y otra, la privada, íntima y personal, en la que se fueron pergeñando diferentes verdades para conseguir la estabilidad emocional.

Y así siguió siendo hasta bien avanzada la mitad de mi vida, por lo que puedo decir que mi crecimiento fue “cero”. No quiero decir que fueron 40 años desperdiciados, porque algo avanzaba en lo que ahora sé que es la misión de mi vida, pero era un avance tan lento que no lo notaba.

Al inicio de la segunda parte de mi vida, mis creencias sobre lo que había venido a hacer en la vida fueron sufriendo cambios muy rápidos, vertiginosos, casi mareantes.  

Esos cambios comenzaron a darse cuando Dios reapareció en mi vida. Un Dios diferente. No era ese dios miserable, vengativo y terrorífico, inventado por unos hombres sin entrañas, que nos vigilaba, de manera permanente, para ver cuando teníamos un pensamiento pecaminoso, no. Era otro Dios. Es ese Dios que cuando Moisés le preguntó quien era Él, y cual era Su nombre, respondió: “Yo soy el que soy”. Diles a los egipcios, siguió diciéndole a Moisés: “El que Es me ha enviado”.

Por lo tanto “Dios Es”. Es decir, no es ni bueno ni malo, ni hombre ni mujer, ni blanco ni negro, ni luz ni oscuridad, ni hermoso ni deforme, “SOLO ES”. Eso quiere decir que es todo, lo blanco y lo negro, la luz y la oscuridad, lo hermoso y lo deforme, porque si fuera blanco estaría negando lo negro, si fuera hombre estaría negando a la mujer, si fuera luz estaría negando la oscuridad y todo ha sido creado por Él. Es el sol que me alumbra, es la tierra que piso, es el aire que respiro, es mi piel, es mi corazón, es yo.

Me quedo aquí. Voy a almorzar, porque a las 4 me voy al cine a ver una película de Mario Bros. Espero no dormirme para que mi hijo pueda ir haciéndome los comentarios sobre la película, (no calla ni debajo de agua). 

miércoles, 28 de septiembre de 2022

La aventura de vivir

 


Capítulo IX. Parte 8. NOVELA "Ocurrió en Lima"

-    ¿Qué pasaba cuando en la carrera no aprobabas una asignatura? –a veces las preguntas de Ángel eran de Perogrullo.

-    Pues que repites la asignatura –no era difícil la respuesta.

-    La vida, querido Antay, es una sucesión de asignaturas y aprendizajes. Cuando has aprendido pasas al aprendizaje siguiente, mientras tanto tienes que repetirlo, hasta que lo aprendes. Por eso hay situaciones que se repiten, las veces que sean necesarias, o que parece que no tienen fin. Y si en esta vida no terminas de aprender una lección, la vas a repetir en el curso siguiente, es decir, en una próxima vida.

-    ¿De qué sirve la planificación de la vida? –estaba empezando a entender que pocas planificaciones debían de cumplirse.

-    La planificación es una guía, es un mapa de ruta. Pero una vez en la vida física, como el ser humano no es consciente de que es lo que ha venido a hacer, comienza a seguir los designios de su mente y, se vuelca por completo en la vida de la materia. Para él no existe otra cosa que la mente.

-    ¿Cómo seguir algo, como la planificación de la vida, si no se conoce? –me parecía tan obvio- en realidad, no es que no conozcamos nuestra planificación, es que ni tan siquiera sabemos que existe un Plan de Vida.

-    Si, tienes razón. Pero en lugar de escuchar la voz de la mente solo tienes que escuchar la voz de la conciencia, que es la voz de Dios. Supongo que alguna vez has hecho algo, en tu vida, que te ha hecho sentir remordimiento y que has estado dando vueltas buscando en tu interior una especie de arrepentimiento.

-    Sí, más de una vez. 

-    Cada vez que te ocurre eso, no estas siguiendo tu planificación de vida. Actúas en contra de la vida, en contra de tu programación, en contra de tu alma y en contra de Dios.

-    Y ¿qué se tiene que hacer?

-    Todas las programaciones tienen una base: el amor. Por lo tanto, solo tienes que respetar al otro. Amarle. Imaginar que estás tratando contigo mismo y que tienes delante a Dios.

-    ¿Por qué imaginar que es Dios?, ¿por qué me va a castigar por mi mala acción?

-    No hay malas acciones. Solo hay pensamientos erróneos que te llevan a realizar acciones equivocadas. Por eso hay que salir de la mente y enfocarse en Dios. 

>> Y cuando pienses en Dios, no creas que es ese Ser que está vigilándote, desde arriba, para premiarte con el cielo, cuando haces bien, o para enviarte al infierno, cuando haces mal.

>> Dios ni premia, ni castiga, ni vigila. Lo único que hace Dios es amarte por encima de cualquier cosa.

>> El ser humano viene a la vida, por propia decisión, para encontrarse con Dios. Pero una vez en la vida eso lo olvida y, en lugar de encontrarse con Dios, trata de esconderse de Él.

-    Ángel, es normal que eso ocurra. Las religiones nos presentan a Dios como un Ser que nos ama, sí, pero nos ama para perdonarnos los pecados, cuando nos arrepentimos, porque si no lo hacemos nos envía al infierno –al menos, esa es la enseñanza que yo he recibido.

-    No existe el pecado, ni el cielo ni el infierno y Dios ya te he dicho que “Es”. Eso quiere decir que todo Es Dios.

>> El pecado no existe, existen pensamientos erróneos. El pecado solo es el instrumento que utilizan algunas religiones para manipular a sus seguidores y conseguir que sus adeptos sigan fieles a sus enseñanzas atenazados por el miedo que les provoca el castigo eterno. El cielo tampoco existe, tal como hacen creer las religiones. Cuando se deja el cuerpo se está en otro estado vibracional, pero no se está en un lugar concreto, que se denomine cielo. Y el infierno tampoco es ese lugar de fuego donde se queman las almas sin llegar a consumirse. Ya te dije el día que nos conocimos que el infierno, el auténtico y verdadero infierno, no está después de la muerte, está ahora, en la vida, es la mente de la persona la única que le hace sufrir sin necesidad de fuego.

>> Sal de la mente para alejarte de tu infierno particular y escucha el silencio. Ahí está Dios.

domingo, 30 de abril de 2017

Pecado (2 de 2)

Aunque es cierto que no existe el pecado, y que Dios Ama a todos Sus hijos hagan lo que hagan, existe una ley que se denomina la Ley de la Causa y el Efecto, o Ley del Karma, cuyo enunciado dice que es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa genera un efecto, a cada acción le corresponde una reacción.

Teniendo en cuenta que todo es energía, cada pensamiento, cada palabra y cada acción generan energía, y a esa energía de acción le va a corresponder otra energía proporcional que es la reacción.


Se ha de tener muy presente cual es la finalidad de la vida del hombre.  Permítanme recordárselo: Los hombres vienen a la vida de la materia para aprender a Amar, pero no como ellos creen que es el amor, no, han de aprender a Amar como Dios les Ama, por encima de todo.

Quien ha aprendido a Amar, con toda intensidad, ha conseguido vivir desde el alma, lo que equivale a decir que el hombre vive como lo que es, como un ser espiritual.

Quien ha aprendido a Amar, atesora en sí todas las cualidades del alma, siendo las más destacables para el viaje del hombre a través de la materia: Felicidad, alegría, servicio, serenidad y paz interior.

Quien ha aprendido a Amar vive en el respeto, la tolerancia y la comprensión.

Quien ha aprendido a Amar, vive, sobre todo, sin miedo. Sin miedo a la enfermedad ni al dolor, sin miedo a la pobreza ni a la riqueza, sin miedo a la muerte ni a la vida. Y vive así, porque sabe que Dios se encarga de todo, ya que en el momento en que el hombre deja descansar a su mente abre las puertas a la energía del Universo, y sabe que todo lo que “necesite” le será dado.

Hasta que el hombre aprenda a Amar va a seguir realizando viajes de la esencia a la materia. Y en cada viaje a la materia, lo habitual, es que el hombre se aparte de su Plan de Vida, por la ignorancia en que se encuentra sumida la sociedad en que se integra.

La enseñanza a los recién llegados a la vida está basada en lo que conocen sus enseñantes, es decir, nada, porque viven una ilusión, y por tanto sus enseñanzas están opuestas a la realidad de Dios. Toda la enseñanza está basada en el miedo e, incluso, ahondan más en el miedo cuando hablan de Dios.

Ante esta perspectiva los seres humanos viven auténticas vidas de dolor y sufrimiento, llenas de envidias, celos y rencores, que lo único que generan es esa “energía de acción”, que les va a generar la “energía de reacción” en su vida actual o en las próximas.

El Karma es Karma, no hay ni bueno ni malo. El Karma que se genera se ha de pagar. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una acción negativa, se tiene que recibir una devolución negativa. Si el Karma que se ha generado ha sido debido a una buena acción, se tiene que recibir una devolución positiva.

El Karma se va consumiendo según va aprendido el hombre a Amar. Aprender a Amar le va a llevar al ser humano, una serie de vidas, desde que entra en la rueda del Amor incondicional, ya que este irá aumentando en gradación en cada vida. Según sea mayor su Amor, irá el hombre dejando de tener pensamientos negativos, hablará con Amor y todas sus acciones estarán regidas por la bondad, con lo cual no generará Karma negativo. Y en cuanto al Karma positivo, tampoco va a generar, porque todo lo que haga en su vida, va a estar regido por el Amor, y no va a esperar nada a cambio.

Por lo tanto, no sufran porque hayan pecado, no existe el pecado, pero tampoco sufran por su Karma, en lugar de sufrir, piensen, hablen y actúen con Amor. 

domingo, 23 de abril de 2017

Pecado (1 de 2)

El pecado que se define como la transgresión voluntaria y con conocimiento de un precepto religioso. No existe.

En Teología moral se lo considera un acto malo, o la omisión culpable de un acto bueno obligatorio. Por extensión, se denomina pecado a todo aquello que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.

Existen pensamientos erróneos, existen palabras con intención de ofender, existen malas acciones, y si los representantes de las distintas creencias religiosas, les quieren llamar pecados, está bien, pero no pueden atribuirle a Dios, de manera más o menos interesada, la condena a perpetuidad, a no ser que se confiese el pecador, única manera de quedar redimido de los pecados.


El Papa Francisco, máxima autoridad de la iglesia católica, ha dicho recientemente que Dios no condena a perpetuidad. Pero, permítanme que añada algo más, Dios no condena nunca.

La tradición judeocristiana, cuya fuente fundamental es la Biblia, ha entendido el pecado, en términos generales, como el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios.

Pero la realidad es que el hombre no necesita pecar para alejarse de la voluntad de Dios. El hombre ya vive alejado de Dios, y no es por ser pecador, es sencillamente porque no sabe quién es realmente, ni sabe quién es Dios.

Cree el hombre que es un ser independiente de Dios, cuando lo que es, realmente, es una parte de Dios.

Cree el hombre que cada uno de los seres que le acompañan en la vida también son independientes y ajenos a él, con lo cual tiene que proteger lo que él considera suyo, y a los que considera los suyos, cuando la realidad es que todos son lo mismo, hermanos, hijos del mismo Padre.

Cree el hombre que lo que considera pecado le aparta de Dios, cuando lo único que le aparta de Dios es su propia mente.

Cree el hombre que tiene que buscar a Dios en los templos, en las catedrales, en las mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas, en los conventos, en los salones de culto, en las basílicas, en los santuarios, o en las capillas, cuando lo tiene bien cerca: Habita en su propio corazón.

Cree el hombre que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, cuando la realidad es que Dios ni premia, ni castiga, porque no hay ni buenos, ni malos. Dios Ama a todos por igual y su Amor es total e incondicional.

Todo lo que hay son hombres que están realizando un camino de evolución y crecimiento para acercarse a Dios, Y se tienen que acercar a Dios porque les ha separado de Él la ignorancia, la mala fe y las creencias erróneas.

Todo lo que hay son hombres aprendiendo a Amar, aprendiendo a compartir, aprendiendo a respetar.

Todo lo que hay son hombres tratando de conectar con su alma, su parte divina, para, a través de la belleza de su alma, poder contemplar la belleza de los demás, ya sean negros, blancos, amarillos o mestizos, ya vistan con seda o con harapos, ya hablen como Cervantes o Shakespeare, o sean mudos como una roca, ya tengan cuentas millonarias o se peleen por un centavo, ya sean ateos o creyentes, ya sean musulmanes o cristianos, ya sean comunistas o capitalistas, ya sean de derechas o de izquierdas, ya sean honrados o ladrones.

Y estos hombres, que tienen que aprender a vivir desde el alma, que no saben lo que es, ni donde se encuentra; que tienen que aprender a Amar cuando desconocen lo que es el Amor; que tienen que aprender a respetar cuando desconocen lo que es el respeto; que tienen que ayudar a compartir cuando se les ha enseñado que lo suyo es suyo y tienen que defenderlo; que tienen que aprender a perdonar cuando solo les hablan de venganza; tienen un hándicap importante: LO HAN DE APRENDER SOLOS, y encima con una guillotina sobre sus cuellos, que amenaza con cortarles la cabeza si no hacen lo que nadie les ha enseñado.

Alguien puede pensar que si no existe el pecado y que Dios Ama a todos hagan lo que hagan, para que reprimirse y no robar o no engañar, para conseguir vivir en la opulencia y sin doblar el espinazo.


Aunque es cierto que no existe el pecado, y que Dios Ama a todos Sus hijos hagan lo que hagan, existe una ley que se denomina la Ley de la Causa y el Efecto, o Ley del Karma, cuyo enunciado dice que es una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se genera a partir de los actos de las personas. Según esta ley, cada causa genera un efecto, a cada acción le corresponde una reacción.

domingo, 21 de octubre de 2012

Mandamientos, reglas, preceptos y principios


Mandamientos, reglas, preceptos y principios, son las normas de conducta y comportamiento, que las distintas religiones y filosofías imparten entre sus seguidores, fieles o afiliados, para vivir una vida digna y alcanzar, en unos casos la salvación y para dar ejemplo de vida en otros.
Están bien, están muy bien, pero la mayoría de ellos, que en teoría han sido dictados para alcanzar la salvación, llevan aparejado un castigo en caso de incumplimiento, algunos tan duros, como terminar con la vida física del pecador, o condenarle al fuego eterno por toda la eternidad; que más parecen dictados por una mente insana carente totalmente de amor, que por un Padre amoroso de sus propias creaciones.
Es difícil de creer que en la Mente de Dios pueda caber la rabia, la venganza y el castigo. ¿No serán las mentes de los hombres, que en vez de dominar y atemorizar con un fusil en la mano, lo hacen con el miedo? Los maestros de estas reglas parecen estar muy lejos de la salvación que predican, porque les falla, justamente, aquello de lo que tanto se llenan la boca: el amor, la misericordia, la compasión y el perdón.
¿No sería más fácil, si en vez de atemorizarnos con un sinfín de desgracias y castigos, nos enseñaran a amar?, ¿No sería más fácil si nos enseñaran a pensar de manera recta y sana?, ¿No sería más fácil si en vez de juzgarnos nos enseñaran a perdonar?, ¿No sería más fácil si nos enseñaran a compartir? Creen que “la letra con sangre entra”, y se equivocan, el aprendizaje llega con el ejemplo, con un ejemplo entregado con amor.
Si nos enseñaran a amar, a perdonar, a pensar de manera recta y sana, y a compartir, ya no serían necesarias reglas, porque entonces todas las relaciones estarían basadas en la hermandad, en la igualdad y el amor.
Y ya que nadie nos enseña eso, ¿Por qué no lo hacemos nosotros?, ¿Por qué no iniciamos una revolución, una autentica revolución, tratando a todos con amor, como si fuéramos nosotros mismos quien está delante, sean familia o no, sean amigos o enemigos, sean acreedores o deudores, sean sacerdotes o laicos, sean hombres o mujeres?, ¿Por qué en esa revolución no compartimos, no lo que nos sobra, sino lo que nos falta?, ¿Por qué en esa revolución no ayudamos a todos?, ¿No?, ¿Por qué?, ¿Tienes miedo de que te engañen?, bueno, no te lo hacen a ti, se lo hacen a ellos mismos. Existe una ley mucho más importante que todas las reglas enseñadas por los hombres, en la “Ley de la causa y el efecto”, y si al que te engaña, también le tratas con amor, a ti no va a afectarte, y él no se va a quemar en el fuego eterno, pero tendrá que beber del mismo agua que intentó darte a ti.
Inténtalo, te aseguro que vas a estar mucho más cerca de la felicidad de lo que nunca has estado.
 

miércoles, 18 de abril de 2012

Un mundo absurdo

                ¿Hasta qué punto se podría vivir sin comprometerse, con ninguna organización, que persiga algún tipo de ideal, ya sea esta organización religiosa, política, deportiva, económica o social, ya sea como asociado, como simpatizante o como militante?

            Ha surgido en mí la pregunta, razonando sobre el ser humano. Si tenemos claro que no somos el cuerpo, que somos fruto de nuestros pensamientos y creencias, que nuestro objetivo es alcanzar el Amor, la Verdad, la Paz y la Felicidad; y que, como decía Buda, para evitar el sufrimiento se ha de evitar el deseo. Es posible, que pertenecer a cualquier tipo de organización de tiene como bandera la consecución de un deseo puede ser contraproducente para el crecimiento del ser.
            A no ser que ese deseo sea, permitirme la expresión, “superior”, y sirva como espoleta para ponerse en camino hacia algo “divino”, hacia algo “espiritual”, olvidando de inmediato que el camino se inició por un deseo, ya que la satisfacción llega con el caminar y no con la consecución de ese deseo inicial.
            Si dejamos a un lado las ONG’s y fundaciones de ayuda humanitaria, que son las únicas que parecen acercarse a ese ideal “superior”, (no todas), el resto de organizaciones más bien parecen una especie de lavanderías donde lavar los cerebros y conseguir, unos pocos, vivir a cuerpo de rey, a costa de todos los demás.
            Los fines de cualquier otra organización, (es posible que haya alguna excepción), sólo persiguen el embrutecimiento del ser humano, llenando su mente de deseos, criticando y enfrentándole a organizaciones contrarias, apegando a este al cuerpo, separándole del alma, incluidas las organizaciones religiosas. Separando al ser humano cada vez más de ese que decíamos nuestro objetivo: la consecución del Amor, de la Paz, de la Verdad y la Felicidad.
            Como un ejemplo vale más que mil palabras, permitirme algunos en los que he meditado en esta reflexión, que pueden expresar de manera muy gráfica lo negativo de la pertenencia del ser humano a cualquier tipo de organización:
¿Qué pasa con los simpatizantes de una agrupación deportiva?, por ejemplo de un club de futbol. Como hay dos clubs de España que levantan pasiones en el mundo, nos valen como ejemplo, Real Madrid y Barcelona. Los socios o simpatizantes de estos clubs quieren que su equipo gane siempre, pero no se conforman con eso, necesitan que pierda el contrario, es decir necesitan de lo malo para alcanzar una felicidad tan efímera que durará solo una semana. ¿Dónde encontrar el ideal superior?, ¿Dónde la Verdad?, ¿Dónde el Amor?, ¿Dónde la Paz?, ¿Cuántas personas que viven en la más absoluta de las miserias podrían comer con el dinero que se despilfarra en el futbol? Yo ya pasé por esta reflexión, la dejo ahora en tus manos.
Y la pertenencia física o moral a un partido político, ¿Adónde nos lleva? Se supone que el fin de cualquier partido político es llegar al poder para conseguir el bienestar de los ciudadanos. Y mi reflexión me lleva a preguntar: ¿A qué ciudadanos? En cualquier régimen, sea este de derechas, de centro o de izquierdas, los únicos ciudadanos que parecen salir siempre favorecidos son los que tienen más potencial económico, por lo tanto parece que ya no están cumpliendo con su premisa principal que es “el ciudadano”. Y si realmente quieren nuestro bienestar, ¿Para qué tantos partidos diferentes?, ¿Por qué hay corrupción?, ¿Por qué se enfrentan unos partidos con otros?, ¿Por qué se enfrentan unos países con otros?, ¿Por qué nos llevan a las guerras?, ¿Por qué permiten que haya conciudadanos que pasen hambre, mientras ellos viven en la opulencia? Si un gobierno quisiera terminar con la pobreza de su país, lo conseguiría de inmediato, sólo hay que repartir equitativamente la riqueza, ¿o no?
Aun es más dramático con las organizaciones religiosas. Predican el Amor, y matan en nombre de Dios, o discriminan en Su nombre, o viven en palacios de oro, permitiendo la miseria a su alrededor. Los que parece que podrían estar más cerca de la Verdad, viven engañando y atemorizando a sus seguidores con castigos divinos y eternos.
Ante esta perspectiva, he llegado a algunas conclusiones: La pertenencia a cualquier organización es apego, y además parece que sus afiliados y dirigentes no parecen gente sería, sino más bien superficiales, ya que discriminan, critican, juzgan y desean lo peor para los contrarios. La pertenencia a estas asociaciones no potencian el crecimiento de las personas, no buscan la Verdad, no conocen el Amor, ni la Compasión, ni la Tolerancia, ni la Hermandad. Viven del engaño, de la prepotencia, de la amenaza y del miedo.
Por lo tanto, si realmente queremos alcanzar la Verdad y conocer el Amor, hemos de apearnos del mundo, pero ya que no podemos, si que podemos separarnos de cualquier organización con fines “inferiores”, es decir, cualquier organización que no persiga el ideal de la Felicidad, de la Paz, de la Igualdad, de la Hermandad, de la Verdad y el Amor.

jueves, 4 de agosto de 2011

Pecado

              Algunas de las definiciones de pecado son:

·         Transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.
·         Trasgresión voluntaria de los mandamientos religiosos o divinos.
·         El pecado es una ofensa a Dios. Es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.
·         Desviación moral del ser humano que lo lleva a una conducta ofensiva a los ojos de Dios. El pecado impide la relación con Dios.
·         Acción deliberada y engañosa, contraria a la voluntad de Dios expresada en la Ley.


El Hinduismo, sin embargo, no percibe al pecado como un crimen contra Dios, sino como un acto contra el dharma -- orden moral -- y contra el propio ser de uno. 
El concepto de pecado, no existe tampoco en las enseñanzas de Buddha. Pero existe el concepto de acción-reacción, (karma), es decir que nuestros actos traen consecuencias. Observar la motivación y la intención de nuestras acciones y mantenerlas apegadas al amor compasivo evita la acumulación de karma negativo.
Resumiendo, se ofende a Dios en religiones como la cristiana, judaica e islámica, pero no se le ofende en otras, como el hinduismo o el budismo, aunque el budismo no sea exactamente una religión.
¿Quiere esto decir, que si un hinduista realiza una acción que en la moralidad cristiana se cataloga como pecado, Dios no lo tiene en cuenta?, o ¿Si lo tiene en cuenta sin que lo sepa el hinduista y, por lo tanto, le condena?
Lo que denominan pecado sólo es un intento más de dominio y manipulación de las distintas religiones, a través del miedo. No existe el pecado. Dios no se ofende por nada de lo que los humanos podamos hacer, decir o pensar, y no se ofende porque Dios es Amor, Dios nos ama sobre todas las cosas, y Él sabe, mejor que nadie, que lo que hagamos, digamos o pensemos los humanos, es cosa del ego, no del alma. Para Dios somos como un bebé para su mama, no hay nada que perdonar al bebé, porque nada de lo que haga ofende. Somos bebés de Dios, estamos creciendo, y de la misma manera que el bebé está aprendiendo a vivir en la vida física, nosotros estamos preparándonos para vivir la vida eterna. Y en ese aprendizaje, cometemos errores, que no pecados.
Esos errores son necesarios para que el alma asimile la experiencia. A veces, caemos en el error más de una vez, pero no importa, lo importante es rectificar ese error. Dios, ante nuestro error, en su Magnífica Bondad, sólo esboza una sonrisa, como diciendo: “Vaya, otra vez”. Pero es, precisamente de esos errores, de donde va a salir el afianzamiento de la experiencia para el alma. Experiencia que una vez asimilada va a hacer que nunca más se repita el error, ni en esta, ni en ninguna otra vida. Lo que se ha aprendido, se conserva para la eternidad.
Aunque no exista el pecado y no seamos condenados al fuego eterno que prometen las religiones, nuestras acciones, si que tienen consecuencias, tanto en nuestra vida física, como en nuestra vida fuera del cuerpo. A cada acción le corresponde una reacción, y esta teoría científica, sí que está recogida no sólo en las religiones que postulan por el pecado, (aunque no les interesa publicitarlo), sino también, por todas aquellas que no lo contemplan. Ni el más mínimo pensamiento queda fuera de esta ley, recordar que el pensamiento es energía.
Es esta cadena de acciones y reacciones, de caer en el error, levantarse, rectificarlo y aprender, la que nos ata a la rueda de nacer y morir una y otra vez. ¿Hasta cuándo?, pues hasta que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos, sean sólo impulsados por el Amor, pero sin deseos, sin apegos, sin esperar nada a cambio, ni recompensas, ni felicitaciones.
Hasta que llegue ese día de esa vida, estaremos aquí. No creas que porque medites una hora al día, o porque seas voluntario en una organización humanitaria, o vayas a misa, o porque no cometas los pecados que las organizaciones religiosas pregonan, ya lo tienes todo hecho, no, ni mucho menos. Tendrás todo el trabajo hecho en la Tierra cuando la guía que dirige tus pasos sea el Amor. Hasta entonces seguiremos coincidiendo en el camino. ¡Feliz viaje!