El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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sábado, 12 de noviembre de 2022

Deshojando la margarita

 


Capítulo XIV. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Desde que Indhira llegó a su casa mantuvo una lucha incruenta consigo misma. Todo su ser, excepto su mente, quería llamar a Antay. Sin embargo, su mente la estaba boicoteando presentándola las más escabrosas situaciones según se iba acercando a la decisión de llamarle:

-    Ten en cuenta que tiene terror a comenzar una relación. -era el argumento de su mente.

-    Y ella misma le iba rebatiendo las razones a su mente- Sí, pero hay que tener en cuenta que él lo pasó muy mal.

-    Y, ¿tú?, -seguía su mente- ¿no lo pasaste mal?

-    Pero es diferente, -se defendía Indhira- yo estaba más preparada.

-    Ante una ruptura pocas personas están preparadas. Lo importante es como se recupera y, este pobre chico aún no se ha recuperado. Y si no se ha recuperado, con el tiempo que ha pasado, no se va a recuperar nunca. No va a ser feliz porque siempre va a estar esperando que termines con él, –son terribles las mentes presagiando desgracias.

Pensaba que llevaba en la misma situación dos semanas porque, aunque habían ocurrido muchos acontecimientos, la realidad era que solo habían pasado quince días desde el maravilloso sábado que pasaron juntos Antay y ella. Estaba decidido, le iba a llamar, a pesar de lo que pronosticaba la agorera de su mente, e iba a ser ahora.

Eran casi las 8 de la noche. Antay acababa de despedir a Diana y a sus compañeros cuando sonó su celular. En la pantalla apareció el nombre de Indhira.

-    Sin pensarlo dos veces respondió a la llamada- Hola Indhira, ¿cómo estás?

-    Hola Antay, -escuchó la voz de Indhira que sonaba tranquila y tan alegre como la recordaba- estoy bien, creo que tengo que felicitarte, o ¿no?

-    Supongo que lo dices por el trabajo en la empresa de tu papá, -algo tenía que decir, porque no había otra razón de la que ella tuviera conocimiento. Y, tampoco podía saber de otra razón, porque no la había.

-    Sí, lo digo por eso, -y continuó Indhira- hoy, como cada domingo he comido con mis papás y mi papá nos ha contado los cambios en la empresa, en la que tú pareces ser la estrella.

-    Bueno, más que la estrella, yo diría que el nuevo, -contestó Antay.

-    Siempre tan modesto, ¿cómo te sientes?

-    Estoy muy contento. Si me hubieran dicho que eligiera un lugar para trabajar y un trabajo dentro de esa empresa habría elegido algo así, sin dudarlo. En realidad, más que contento estoy exultante.

>> Ahora mismo, acaban de salir de mi casa mis antiguos compañeros, a los que les he explicado como es el nuevo departamento, para ver si les interesaría acompañarme en una aventura tan apasionante y todos han aceptado.

-    Me alegro infinito. Mi papá está encantado y alucinando porque ya has trabajado tres días, incluido ayer que era feriado.

-    No tiene mérito. Ya sabes que no tengo mucho que hacer. Trabajar, para mí, es un buen entretenimiento, -ya estaba bien de hablar de mí, pensó Antay, y cambió el tema de conversación- y a ti, ¿cómo te va?

-    Cómo siempre. Haciendo terapias y masajes, -le contestó Indhira- Tenemos que vernos, un día, para tomar un café y me cuentas las impresiones de tu nuevo trabajo con más tranquilidad.

domingo, 2 de octubre de 2022

Dudar acaba con tus sueños

                    

Es demasiado el tiempo que muchas personas, en lugar de vivir, le dedican a la duda. Dudan de si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de vender, dudan de lo que dicen, dudan de lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan……. dudan.

          Dudar es como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla, en lugar de tomar un camino y seguirlo, para lo cual es mucho más fácil dejar el plano de la vida liso, sin arrugarlo, sin entrujarlo. Sobre un plano liso es mucho más cómodo el camino.

Dudar es volver incesantemente sobre todos los entresijos conocidos, ¿para qué?, ¿para qué vuelves siempre a los mismos escondites de tu mente si ya los conoces todos?

¿No te das cuenta de que tu mente no quiere que resuelvas la duda?, porque si lo haces es una partida ganada a la mente, y la mente no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que encuentres la solución.

Dudar es recorrer, de arriba abajo, todos los senderos una y otra vez. ¡No!, ¡párate!, y busca el norte, tú norte y síguelo sin dudar. Es posible que no sepas cual es el norte, pero de lo que si estás seguro es de que no quieres ir al sur, es decir, que lo que tienes no te causa felicidad, ni te da amor, ni te da serenidad, solo te genera dudas. Si no tienes claro cuál es el norte, toma cualquier otro camino que no sea el sur, el sur ya es conocido, ya es vivido, ya es experimentado, ya es caduco, ya se acabó.

Dudas y no sabes que camino elegir porque crees que en una de las bifurcaciones está tu felicidad, está tu amor, está tu alegría, y no sabes cuál es. Pero puede no ser cierto. Lo que sí vas a encontrar en cada bifurcación son las experiencias que necesitas vivir para tu crecimiento, para tu evolución, para tu aprendizaje. Y nunca hay bifurcación equivocada, porque en la otra hay otra experiencia distinta que también tienes que vivir.

Dudar es mirar una y mil veces el mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti. Pero no puede ser, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a aprender, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a vivir, tu trabajo es decidir si sigues viviendo en el sur con sufrimiento y aburrimiento, o no.

En la casa de la duda, el mayordomo es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera tragedia de la duda es “no Ser”.

Y “no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad sin entrañas, caduca y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por “qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!  Porque ¡TU ERES!

domingo, 16 de febrero de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (1)


Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz.



Yo sé que todo es Dios, sé que vivimos en Dios y que Dios habita en nuestro interior. Esta para mí es una premisa fundamental porque toda mi vida emocional y mental gira en torno a ella.

Aunque es fácil de entender la literalidad de la información, puede que no lo sea tanto su aceptación y, mucho menos, en caso de entenderlo y aceptarlo, integrarlo en cada una de las células, para vivir y actuar desde ese conocimiento.

Los seres humanos vivimos en Dios, de la misma manera que el pez vive en el agua. Esto para mi está fuera de toda duda, cuando, curiosamente, dudo de casi todo.

Para que se hagan una idea de mi capacidad de dudar, a veces cuando veo mi imagen reflejada en un espejo me pregunto si la imagen reflejada será igual que la imagen real e, incluso, me pregunto si los demás me ven igual que la imagen que yo puedo ver reflejada en el espejo. Otras veces, por ejemplo, cuando estoy escribiendo con un bolígrafo rojo me pregunto, tontamente, si todos verán el rojo igual que yo lo veo. Hasta ese punto llega mi capacidad de dudar y de hacerme preguntas, parece que, con muy poco sentido.

Pues bien, la primera frase escrita sobre Dios para mi es una Verdad Absoluta.

Pero me costó trabajo entenderlo y, sobre todo, aceptarlo. Aun no sé si está integrado en mí.

Creo que somos un alma inmortal que viaja, de vez en cuando, a la materia revistiéndose de un cuerpo y cuando está fuera de un cuerpo, es decir, al otro lado de la vida, está en las mismas condiciones que cualquier otra alma. Por eso, para mí, es muy fácil imaginar a otros puntos de luz que en la actualidad no tienen cuerpo, pero que si lo han tenido, como bien pudieran ser Buda, Moisés, Jesús, Mahoma o Gurú Ram Das, solo por citar a alguno de los grandes maestros que han sido inspiración de religiones. 

Puedo cerrar los ojos y tratar de visualizar o imaginar puntos de luz, y así imagino a esos maestros de la misma forma que imagino a los seres conocidos, por mí, que se han ido con anterioridad. Pero imaginar a Dios me parecía más difícil porque no ha tenido cuerpo. Y así le fui dando vueltas durante mucho tiempo hasta que una reflexión hizo saltar la tapa de la duda en mil pedazos: “Si yo soy un punto de Luz. Dios es la Luz”. Por lo tanto, no lo podía imaginar como un puntito frente a mí. Él lo era todo, lo llenaba todo, yo estaba dentro de Él. Todos estamos dentro de Él. 

 Pero también sé que no somos Dios, que somos seres humanos, con nuestras limitaciones, con nuestras dudas y nuestros miedos, con nuestras creencias, nuestras contradicciones, nuestros errores, nuestras preocupaciones y nuestros deseos.

Quiero hacer un inciso antes de seguir. El día que los seres humanos dejemos de dudar, dejemos de tener miedo y amemos a todos como Dios nos ama, ese día no solo viviremos en Dios, sino que sentiremos el poder de Dios en nosotros mismos.

 He pasado una buena parte de mi vida asustado, tratando de esconderme, lleno de dudas y retando en muchas ocasiones a Dios.

Llevo tiempo viviendo en un tremendo error. Creo que trabajo para Dios porque me dedico a la sanación, a formar terapeutas, a guiar meditaciones y tratando de convencer a los pacientes y a los alumnos de que la auténtica sanación solo la van a encontrar ellos mismos, cuando aprendan a vivir desde el alma. Por eso creía que trabajaba para Dios. Por lo tanto, si estaba trabajando para Él, ¿por qué le encontraba tan lejano y tan esquivo?, a pesar de vivir en Él y que Él mismo anide en nuestro interior.

El problema es que tenemos un instrumento muy poderoso con nosotros: Nuestra mente.

La mente es nuestro auténtico enemigo. Tenemos que derrotar a la mente, pero, curiosamente, la batalla la tiene que liderar la misma mente. Curioso ¿no?, hemos de derrotar a la mente desde la mente.

Hoy algo ha cambiado…….. CONTINUARÁ

sábado, 2 de abril de 2016

Ser o no Ser

         La incertidumbre es una margarita
cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.
Mario Vargas Llosa
        
Es demasiado el tiempo que muchas personas, en vez de vivir, le dedican a la duda. Dudan de si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de vender, dudan de lo que dicen, dudan de lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan……. dudan……..

         Dudar es como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla, en lugar de tomar un camino y seguirlo, para lo cual es mucho más fácil dejar el plano de la vida liso, sin arrugarlo, sin entrujarlo. Sobre un plano liso es mucho más cómodo el camino.

Dudar es volver incesantemente sobre todos los entresijos conocidos, ¿Para qué?, ¿Para qué vuelves siempre a los mismos escondites de tu mente si ya los conoces todos? Tu mente no quiere que resuelvas la duda, porque si lo haces es una partida ganada a la mente, y la mente no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que encuentres la solución.


Dudar es recorrer de arriba abajo todos los senderos una y otra vez. ¡No!, ¡Párate! Y busca el norte, tú norte y síguelo sin dudar. Es posible que no sepas cual es el norte, pero de lo que si estás seguro es de que no quieres ir al sur, es decir, que lo que tienes no te causa felicidad, ni te da amor, ni te da serenidad, solo te genera dudas. Si no tienes claro cuál es el norte, toma cualquier otro camino que no sea el sur, el sur ya es conocido, ya es vivido, ya es experimentado, ya es caduco, ya se acabó.

Dudas y no sabes que camino elegir porque crees que en una de las bifurcaciones está tu felicidad, está tu amor, está tu alegría, y no sabes cuál es. Pero puede no ser cierto. Lo que sí vas a encontrar en cada bifurcación son las experiencias que necesitas vivir para tu crecimiento, para tu evolución, para tu aprendizaje. Y nunca hay bifurcación equivocada, porque en la otra hay otra experiencia distinta que también tienes que vivir.

Dudar es mirar una y mil veces el mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti. Pero no puede ser, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a aprender, tu trabajo es decidir la experiencia que vas a vivir, tu trabajo es decidir si sigues viviendo en el sur con sufrimiento y aburrimiento, o no.

En la casa de la duda, el mayordomo es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera tragedia de la duda es “no Ser”.


Y  “no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad capitalista, caduca y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por “qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!  Porque ¡TU ERES!



jueves, 21 de mayo de 2015

Dudo...., luego ¿Existo?


Perlas para el alma

            Es demasiado el tiempo que muchas personas, en vez de vivir, le dedican a la duda. Dudan de si se ha de subir o se ha de bajar, dudan de si se ha de comprar o se ha de vender, dudan  de lo que dicen, dudan de lo que hacen, dudan de lo que piensan, dudan de lo que sienten, dudan…… dudan……. dudan……..
            Dudar es como retorcer la vida por todos los lados, en lugar de vivirla y disfrutarla, en lugar de tomar un camino y seguirlo.
Dudar es volver incesantemente sobre todos los entresijos conocidos, ¿Para qué?, por un capricho de la mente, porque tu mente no quiere que resuelvas la duda, porque si lo haces  es una partida ganada a la mente, y la mente no te va a dejar que ganes ninguna partida, por eso te va a mantener de un sitio a otro, dudando, negándote la vida, porque la mente no quiere que encuentres la solución.
 
Dudar es recorrer de arriba abajo todos los senderos una y otra vez.
Dudar es mirar una y mil veces el mismo aspecto, como si quisieras que alguien decidiera por ti.
En la casa de la duda, el mayordomo es la ignorancia, porque no se sabe, porque no se decide, porque no se tiene la certeza, en definitiva, porque no se vive, porque no se Es. La verdadera tragedia de la duda es “no Ser”.
Y  “no Ser” supone que toda tu vida queda condicionada a los demás, que todo tú poder se lo entregas a la sociedad, a esta sociedad capitalista, caduca y perversa, porque tú eres incapaz de dirigir tu vida, por “el qué dirán”, por “qué pasará si…”, por “si yo supiera”. El “no Ser”, es la negación de tu divinidad, negación que te lleva a una falta de amor y de respeto hacia ti mismo tan grande que pones tu vida, tu crecimiento, tu amor y tu felicidad en manos de cualquiera. ¡Eres tu quien tiene que decidir tu vida!  ¡Sin dudar!, porque ¡TU ERES!

martes, 5 de mayo de 2015

Próxima parada: Dios (Primera estación)


El mayor problema con el que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida es, sin ninguna duda, la falta de conocimiento: No sabemos de dónde venimos, no sabemos adónde vamos, no sabemos que hemos venido a hacer aquí,  y por no saber, ni tan siquiera sabemos lo que somos.
            Esta falta de conocimiento no sería problema, si aquellos que nos entrenan para nuestra vida de adultos estuvieran en posesión de él y nos lo enseñaran, pero no es tal. Nuestros padres y educadores tampoco saben ni lo que son, ni de dónde vienen, ni adonde van, ni que han venido a hacer aquí y, lógicamente, la enseñanza que imparten para nuestro crecimiento, a pesar de su buena voluntad, es lo poco que ellos saben, es lo que a ellos les han enseñado y eso es pura y llanamente una pequeña porción, menos de lo mínimamente imprescindible, para poder sobrellevar nuestra vida física, con más o menos dignidad.
            La enseñanza que recibimos es para el desarrollo de la vida física y material, pero no recibimos ninguna enseñanza para el desarrollo y control de nuestras emociones, no nos enseñan a amar, no nos enseñan a valorar y a respetar al resto de seres humanos, y ni tan siquiera recibimos las herramientas necesarias para hacer frente a tantos y tantos conflictos emocionales con los que nos vamos a encontrar a lo largo y ancho de nuestra vida.
 
El resultado de nuestra educación y de nuestra enseñanza, está a la vista, es de sobra conocido por todos, es ni más ni menos, que el reflejo de la misma sociedad de la que formamos parte, y nuestra sociedad está enferma, corrompida y carente de valores, es una sociedad materialista cuya bandera es el dinero, una sociedad en la que prima la apariencia: una buena figura, una cara tersa y sin arrugas, una casa rodeada de jardín, el auto último modelo, el celular y la tablet de última generación, los del norte mirando por encima del hombro a los del sur, los blancos creyéndose superiores a los negros, los hombres tratando de dominar a las mujeres, los magnates del mundo capitalista esclavizando y explotando a los integrantes del tercer mundo, intolerantes con el diferente, juzgando los unos a los otros, haciendo del engaño el “modus operandi”, desconociendo que es el respeto, viendo pasar por delante de la puerta el hambre y la miseria sin ningún tipo de compasión, y además engañados, manipulados y distraídos por nuestros dirigentes políticos y religiosos, con la basura de la tele, o con el futbol, o con las procesiones, o despertando en nosotros un ridículo y patético sentido de patriotismo, a través de la bandera, de la comida del país o de la hazaña de algún compatriota, y por si eso fuera poco, también atemorizados por horrendos castigos para aquellos que mueran en pecado.
¡Pobre ser humano!, con este panorama, son auténticos héroes todos los que deciden, o mejor decidimos, nacer a este lado de la vida, sin nadie que nos enseñe, engañados y vilipendiados por los que tendrían que velar por nosotros, hemos de acercarnos solos a ese conocimiento, buscando algo que alivie nuestros dolores, buscando algo que apague la sed de conocimiento, la sed de Amor, la sed de Dios.
Y en el fragor de alguna de las batallas de la vida, en mitad de un duelo, de una enfermedad o de una depresión, encontramos  algo o a alguien que nos insinúa que la vida no es lo que estamos viviendo, que esto que vivimos sólo es una ilusión, que somos mucho más grandes que el cuerpo que nos alberga, y que tenemos una misión, que no pasa, en absoluto, por ganar más dinero, ni por tener más poder, sino que se trata de todo lo contrario, de ayudar, de acompañar, de compartir, de respetar, de amar. Y si teníamos poco, por el momento dolorosa en el estábamos viviendo, se añade la duda, ¿Será verdad?, ¿Cuál será esa misión?, ¿Cómo seré de grande?, ¿Dónde puedo conocer todo esto? Y así se inicia una búsqueda que es posible que dure el resto de la vida, y de próximas vidas, y se comience a transitar por un camino, que en un principio creíamos desconocido, pero que según lo transitamos nos sentimos “como en casa”. Sin saberlo vamos al encuentro de Dios.
Los caminos por los que se inicia la búsqueda son tantos como personas lo inician y tan diferentes como las personas que lo transitan. Pero lo importante no es que o a quien se van a encontrar al final del camino, lo importante es el camino en sí mismo, porque al final del camino está Dios, pero también lo está en cada milímetro del recorrido, y lo está porque Dios es el Camino.

martes, 29 de octubre de 2013

Predicadores


            ¡Qué fácil es predicar!, ¡Qué fácil aconsejar! No cuesta nada decir: “Lo que has de hacer es….”, “Ten fe”, “Vive desde el corazón”, “Detén tu pensamiento”, “No tengas miedo”, “No estés triste”. ¡Qué fácil es!
            Pero, ¿Cuántas veces se coloca el predicador en los zapatos del que sufre, o del que está triste, o asustado?, ¿Cuántas veces ha vivido el predicador una situación similar para dar consejos?, y si la ha vivido, ¿Cómo ha salido de ella?
            Cada circunstancia que se presenta en la vida, ni es, ni ha sido, ni será nunca vivida de la misma manera por diferentes personas. Cada persona vive su circunstancia de manera distinta, porque cada persona se encuentra en una situación completamente diferente a las que se pueden encontrar los otros siete mil millones de habitantes que habitan el planeta. Y son esas situaciones en que se encuentra la persona las que van a determinar que la persona viva su problemática de una u otra manera.
            Porque no es la circunstancia en sí, es el estado de la persona, el que determina como sentirse ante las distintas situaciones que va presentando la vida, y es desde ese estado, desde el que se van a afrontar las situaciones que se presenten. El consejo general puede servir en algunos casos, muy escasos, pero cada persona tiene su matiz distinto, para despertar a la situación y hacerse fuerte frente a ella.
            Algo que desde el exterior puede parecer una tormenta en un vaso de agua, es una verdadera tragedia para quien la vive, es una verdadera tempestad en mitad del océano, y escuchar: “Tranquilo, no es nada, ya pasará”, en vez de ser un salvavidas es una verdadera losa que le hunde más y más en su desdicha, ya que en vez de tenderle una mano, puede sentir que la están restregando por el rostro que se está ahogando en una gota de agua.
            Quiero hacer un llamado desde esta plataforma, (y yo también me apunto), a tantos y tantos predicadores, unos aficionados y otros profesionales, para que se abstengan de dar consejos si junto a estos no va indexada la técnica a utilizar para salir del bache en que se encuentra el aconsejado.
            Y si no se tiene la fórmula para que la persona trabaje, mejor que dar consejos es sencillamente acompañar. Es muy terapéutico, en los momentos más duros y traumáticos, que alguien esté, sencillamente al lado del que sufre. Un abrazo y una caricia hace muchísimo más que el comentario: “Tranquilo, no es nada, ya pasará”.
 

domingo, 6 de octubre de 2013

Como amarse a uno mismo (1)


Perdónate, acéptate, reconócete y amate.
Recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad.
Facundo Cabral.
Si te olvidas de ti, tarde o temprano, los demás, siguiendo tu ejemplo,
también se olvidarán, y quizás deduzcan que no existes.
Joege Bucay.
            Más de una vez habrás oído, porque te lo han dicho a ti o se lo decían a otros: “Lo que tienes que hacer es amarte, valorarte y respetarte”.
            Está muy bien, ¡es tan fácil dar consejos!, pero ¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo llegar realmente a amarse a uno mismo?, ¿Cómo sabemos que es amor lo que podemos sentir hacia nosotros mismos y no es una forma de egoísmo?
            He encontrado el libro de un psicólogo clínico, Walter Riso: “Aprendiendo a quererse a sí mismo”, que lo explica de mejor manera de lo que yo podría hacerlo. Por lo tanto, esta entrada y posiblemente las dos siguientes son un extracto de dicho libro. Este libro lo podéis encontrar en Internet.
            La sociedad ha orientado el aprendizaje social a fortalecer el amor dirigido a los demás y ha olvidado que el requisito esencial para dar es la auto-aceptación. Es imposible entregar amor si no te quieres a ti mismo.
            Nuestra civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El auto-respeto, el auto-amor, la auto-confianza y la auto-comunicación, no suelen tenerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse demasiado. Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los otros que en ella misma, es evaluada excelentemente. Si alguien disimula sus virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!
            No sólo rechazamos la auto-aceptación honesta y franca, no nos importa que sea cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse, pero no verbalizarse.
            Para evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la modestia auto-destructiva de la negación de nuestras virtudes. Por no ser derrochadores, somos mezquinos. Los psicólogos clínicos saben que ese estilo de excesiva moderación hacia uno mismo es el caldo de cultivo de la tan conocida y temida depresión. Tienes el derecho a quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo,  a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte y a elegir.
            Desde pequeños nos enseñan conductas de auto-cuidado personal: lavarnos los dientes, bañarnos, cortarnos las uñas, controlar los esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué hay del auto-cuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos.
Hacia un buen concepto de ti mismo.
            La cultura nos ha enseñado a llevar un garrote invisible, pero doloroso, con el que nos golpeamos cada vez que equivocamos el rumbo o no alcanzamos las metas personales. Hemos aprendido a culparnos por casi todo lo que hacemos mal y a dudar de nuestra responsabilidad cuando lo hacemos bien.
            Si fracasamos, decimos: “Dependió de mí”, si logramos el éxito: “Fue pura suerte”.
            Algunas personas, por tener un sistema de auto-evaluación inadecuado, adquieren el vicio de auto-rotularse negativamente por todo. Se cuelgan carteles con categorías generales. En vez de decir: “Me comporté torpemente”, dicen: “Soy torpe”. Utilizan el “soy un inútil” en vez de “me equivoqué en tal o cual cosa”.
            Palabras que deberían suspenderse de nuestra lengua y ser consideradas “malas palabras”: NUNCA, SIEMPRE, TODO y NADA. Lo único que generan son confusión y malos entendidos.
            Como es de esperar, si deseas fervientemente el éxito, el poder y el prestigio, temerás al fracaso. Este miedo te hará dirigir la atención más hacia las cosas malas que hacia las buenas, con el fin de “prevenir” los errores que tanto temes. Esto lleva a desconocer las aproximaciones a la meta, así como los esfuerzos y pequeños ascensos que realices en la escalinata hacia tus logros personales. Por querer ver el árbol, no verás el bosque.
1.- Trata de ser más flexible, tanto con otros como contigo:
            - No pienses en términos absolutistas: No hay nada totalmente bueno ni malo.
            - Debes tener tolerancia a que las cosas se salgan a veces del carril.
            - Aprende a soportar, a perdonar y a entender tu rigidez como un defecto, no como una virtud.
            - Las cosas rígidas son menos maleables, no soportan demasiado y se quiebran.
           - Si eres normativo, perfeccionista, intolerante y demasiado conservador, no sabrás que hacer con la vida. Ella no es así.
          - La gran mayoría de los eventos cotidianos te producirán estrés, porque no son como a ti te gustaría que fueran.
          - Concéntrate durante una semana o dos, en los matices:
·         No te apresures a categorizar de manera terminante.
·         Detente y piensa si realmente lo que dices es cierto.
·         Revisa tu manera de señalar y señalarte. No seas drástico.
·         Evita utilizar palabras como siempre, nunca, todo o nada.
-          No es lo mismo decir: “Robó una vez”, que “ser un ladrón”.
-          Las personas no son, simplemente se comportan.
§  Permítete no ser tan normativo.
·         Sé más informal un día, a ver qué ocurre.
§  Trata de no ser perfeccionista.
§  Convive con el desorden una semana. Piérdele el miedo.
§  No rotules ni te auto-rotules.
§  Intenta ser benigno.
§  Habla solo en términos de conductas.
§  Concéntrate en los matices.
§  La vida está compuesta de tonalidades, más que de blancos y negros.
§  Escucha a las personas que piensan distinto de ti.
2.- Revisa tus metas y las posibilidades reales para alcanzarlas.
-          No te coloque metas inalcanzables.
-          Exígete de acuerdo con tus posibilidades y habilidades.
-          Cuando definas alguna meta, define también las sub-metas o los escalones.
-          Intenta disfrutar de cada peldaño como si se tratara de una meta en sí misma.
-          No esperes llegar al final para descansar y disfrutar. Busca estaciones intermedias.
-          Escribe tus metas, revísalas, cuestiónalas y descarta aquellas que no sean viables.
-          La vida es muy corta para desperdiciarla.
-          Si tus metas son inalcanzables, vivirás frustrado y amargado.
3.- No auto-observes sólo lo malo.
-          Si sólo te concentras en tus errores, no verás tus logros.
-          Si sólo ves lo que te falta, no disfrutarás del momento, del aquí y el ahora.
-          No estés pendiente de tus fallos como un radar.
-          Cuando te encuentres focalizando negativamente de manera obsesiva, para.
4.- No pienses mal de ti.
-          Sé más benigno con tus acciones.
-          Afortunadamente no eres perfecto.
-          No te insultes ni te faltes al respeto.
-          Lleva un registro sobre tus auto-evaluaciones negativas.
-          Si detectas que el léxico hacia ti mismo es ofensivo, cámbialo. Busca calificativos constructivos.
-          Ejerce el derecho a equivocarte.
-          Los seres humanos, al igual que los animales, aprendemos por ensayo y error, no por ensayo y éxito.