El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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viernes, 14 de octubre de 2022

Antay elimina sus pensamientos de miedo


Capítulo XII. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima"

Era tal el estado de nervios en el que me encontraba que no fui consciente de haber caminado para llegar a casa, pero estaba claro que lo había hecho porque me encontraba sentado en el sofá de casa. Estaba aterrado ante la idea de fracasar. No recuerdo haber tenido tanto miedo en toda mi vida.

Mi pensamiento se había convertido en un ente siniestro que me iba haciendo preguntas, cada una más truculenta que la anterior: ¿Seguro que estás preparado para realizar ese trabajo?, ¿qué pasa si aceptas y fracasas?, vas a perder la tranquilidad con la que vives ahora.

Esto era igual que con las relaciones, que para no sufrir mejor no involucrarme emocionalmente, pues para no fracasar en el trabajo mejor no aceptar la oferta. Si ahora como trabajador independiente podía ganarme la vida, ¿para qué quería más?

Llevaba horas tirado en el sofá de casa inmerso en una batalla incruenta con mi pensamiento. Estaba emocional y mentalmente agotado. Era consciente de la fuerza que el pensamiento estaba ejerciendo sobre mí, presentando todo tipo de escenas dramáticas, cada una más truculenta que la anterior y, lo más triste, no es que me dejara llevar por ellas, sino que me daba perfecta cuenta del infierno mental y del estado tan lamentable en el que me encontraba.

“¡Basta!, ¡no puedo seguir así!, ¡tengo que hacer algo!”, me grité a mí mismo.

Acostado, como estaba en el sofá, comencé a cantar el himno a Gurú Ram Das, que era un mantra que había aprendido en mis escasas incursiones en páginas de espiritualidad.

Cantaba rápido y con rabia para evitar que la mente tuviera un solo resquicio por el que deslizar, de manera sibilina, ningún pensamiento.

No habrían pasado ni diez minutos cuando sonó el timbre de la entrada. Supuse que debía de ser Diana, pero no me apetecía abrir y comenzar a explicar el absurdo miedo que me envolvía de la cabeza a los pies, por algo que ella, como todos los mortales, menos yo, calificaría como positivo, muy positivo. No siempre le ofrecen a alguien que, además, está sin trabajo, dirigir un departamento en una empresa solvente.

No me moví del sofá y seguí recitando el mantra una y otra vez.

La velocidad con la que recitaba el mantra se iba reduciendo de manera paulatina. La rabia con la que cantaba llegó a desaparecer y, parece que, se llevó con ella el miedo que, desde hacía horas, era el rey de mi pensamiento y de mis emociones.

Seguía cantando con un ritmo lento y una entonación suave.

El espacio que el miedo había ido desocupando se fue rellenando de una energía que, a veces, sentía como un escalofrío recorriendo mi columna y que se ramificaba por brazos y piernas. Sentía esa misma energía vibrando en mi cabeza.

Y con un poco de miedo, (hay que reconocer que soy un miedica), me atreví a preguntar:

-    ¿Estás ahí?, -esperaba encontrar a ese pensamiento mío que se hace pasar por Dios o a Dios haciéndose pasar por mi propio pensamiento.

Pero no. Parece que esta vez no estaba. Si era Dios debía de estar disfrutando del mantra, tanto como yo, y si era el pensamiento debía de haberse adormecido con el canto, por lo que seguí cantando.

Media hora más de canto fue suficiente para sentirme otra vez en mi centro, cuando sentí dentro de mí:

-    ¡Vaya, parece que se ha evaporado todo tu miedo!,- Oh, pensé, parece que no estaba tan solo como me imaginaba.

martes, 4 de agosto de 2015

Yoga espiritual


            Del Yoga ya está prácticamente todo dicho, y no dicho por cualquiera, sino por grandes maestros, de los que empezamos a tener constancia escrita aproximadamente doscientos años antes de Cristo. Me refiero a Patanjali y sus Yogasutras, que es un  verdadero sistema filosófico, que describe el Yoga, su concepto, su sabiduría y su enseñanza.
            Es posible que hoy, en las primeras décadas del siglo XXI, se encuentren un poco lejos de nosotros, no solo Patanjali, sino sobre todo sus enseñanzas, y también es posible que esa lejanía nos haya llevado a ver de manera distorsionada o desenfocada lo que significa el Yoga.
            Con el Yoga está pasando lo mismo que con cualquier otra faceta de la vida, bien sea política, social o religiosa. Me explico: Religiones hay casi tantas como personas, aunque cabría preguntarse, si Dios es Uno y la Verdad es Única, ¿Por qué tantas religiones?, y la respuesta llega de inmediato, porque no deja de ser un negocio y tiene que vivir mucha gente. En política pasa igual, lo mismo da que sean regímenes dictatoriales que democráticos. Si el objetivo de cualquier político es que sus conciudadanos vivan cada vez mejor, ¿Para qué tantos experimentos, tantos partidos políticos o tantos caudillos?, pues porque, como la religión, no deja de ser un negocio y tiene que vivir mucha gente. Con el Yoga ocurre lo mismo: el Yoga hoy es otro negocio y de él también tiene que vivir mucha gente.
            Pero de igual manera que a los representantes de las religiones se les ha olvidado, si es que alguna vez lo tuvieron claro, que están para enseñar la palabra de Dios, y que la palabra de Dios solo es Amor; y a los políticos se les ha olvidado, que están para servir a sus conciudadanos, y no al revés, a los que enseñan Yoga se les ha olvidado también algo que proclaman, que el Yoga es unión, la unión del hombre con Dios.   


            Y como está olvidado el objetivo del Yoga, se venden migajas: Que calma la ansiedad, que reduce el estrés, que mantiene la elasticidad del cuerpo, y un sinfín más de beneficios, que sí que son beneficios y que van muy bien para aliviar de sus innumerables problemas al ser humano actual, tan separado de Dios, tan pegado a la materia y a lo material, pero que no dejan de ser migajas  comparado con el real y auténtico objetivo que es el banquete con que homenajea Dios a los que se sientan a Su mesa.
            Recuerdo mi primer contacto con el Yoga: Llegué a él como todos, por un exceso de estrés, y me gustó, y al cabo de poco tiempo me inscribí en un curso para ser profesor de Yoga. En la publicidad del curso había algo que llamó poderosamente mi atención: Uno de los objetivos del curso era el despertar de la Kundalini.
            ¿Cómo me vendieron entonces la energía Kundalini?, pues me la vendieron como se sigue vendiendo aun hoy día: Que la energía Kundalini es una energía dormida en el cuerpo humano, y que cuando el ser humano consigue despertarla alcanza la Iluminación y ya no vuelve a encarnar nunca más.
            Para mí fue definitiva tal publicidad. Yo no quería ser profesor de Yoga para enseñar Yoga, a mí, que era un apasionado por lo que hay al otro lado de la vida y como consecuencia de la muerte, algo como la Kundalini, que me iba a permitir no tener que volver a encarnar era la panacea buscada desde mis primeras lecturas.
            Pero como soy bastante curioso comencé a observar a profesores de yoga y guías de meditación que iba conociendo. Yo creía que todos los que ya eran profesores de Yoga ya tenían despierta la Kundalini, por la sencilla razón de que si me la iban a despertar a mí, en ellos ya estaría. También pensaba, posiblemente influenciado por mis lecturas, que quien está en su última vida ya está tan próximo al otro lado que sus actuaciones en la Tierra debían ser las de un ser que fuera todo Amor, y observaba que esos profesores de Yoga no actuaban como seres de Amor, sino que eran seres humanos normales que podían engañar, manipular, ser críticos e intolerantes, en fin, no parecían un buen ejemplo de seres de Amor.
            Por supuesto que en el curso no se me despertó la energía Kundalini, porque ya la tenía despierta, como la tienen tantos y tantos profesores y practicantes de Yoga, pero también, tanta y tanta gente que desconocen lo que es el Yoga, pero si conocen a Dios, y que actúan comportándose como quien son, como Hijos de Dios. Porque no es necesario hacer Yoga para que se despierte la Kundalini y alcanzar la Iluminación, o ser vegetariano, o acudir a misa los domingos. La espiritualidad, como el Amor se ha de buscar en el interior de la persona, no en centros especializados, no en la cocina, no en las iglesias.
            Como no sé si todos los que se asoman a esta ventana están familiarizados con la energía Kundalini, y si todo el conocimiento que tienen son las cuatro frases deslavazadas que les pudieran haber contado, les remito a dos entradas de este mismo blog, con el título de “Kundalini I y II” del mes de Junio del año 2011.
            También es cierto que el ser humano en la actualidad vive en la periferia de todo, pero sobre todo vive en la periferia de su propia voluntad, lo que le hace incapaz de adentrarse en nada realmente serio si eso no comporta algún beneficio material, por lo que las migajas que se reparten hoy día en la inmensa mayoría de las enseñanzas de Yoga, ya les va bien, tienen suficiente, ya que algo más que migajas posiblemente les atragantaría y les causaría indigestión.
            Pero el Yoga es mucho más que posturas, más o menos intensas, más o menos complicadas, es mucho más que acrobacias, es mucho más que mudras y es mucho más que mantras. El Yoga es una manera de vivir en Dios, es una manera de vivir para Dios, es una manera de vivir por Dios, es una manera de vivir con Dios.
En el mundo de hoy existe un gran sentimiento de frustración, de desilusión y de profundo desencanto. Las Iglesias del mundo, sea cual sea particular y típica presentación de la Verdad divina y por elevados y trascendentes que hayan sido los Guías espirituales que las inspiraron en el pasado, han fracasado totalmente en su intento de evocar Amor en los corazones de sus fieles y creyentes. Fracasaron también los sistemas políticos, económicos y sociológicos en su intento de crear óptimas situaciones sociales. De la misma manera que está fracasando el Yoga como vehículo de unión con Dios.
En la época de la globalización, de las grandes uniones, no parece que les quede mucho tiempo de éxito a las mini religiones, a los mini estados, a los mini yogas. Es momento de un estado global, de ese estado que luche por todos y cada uno de sus componentes para que ninguno sufra los estragos del hambre. Es momento de una religión global, de la religión del Amor, la religión que se practica, y que no se enseña. Es momento del Yoga, que por ponerle un nombre le llamaría Yoga espiritual, el Yoga que enseña a sus integrantes el camino para sentarse con pleno derecho en el banquete de Dios, en el que por supuesto van a encontrar cura para sus problemas físicos, mentales y emocionales, pero no gracias al Yoga, sino que va a ser algo que van a conseguir ellos mismos a través de su comunión con Dios.
            Visualizo ese Yoga espiritual como algo más centrado en el corazón que en la postura, más que en la acrobacia, más que en la resistencia, más que en la intensidad, más que en signos externos, más que en sufrimientos, más que en privaciones, más que en dolor. Si Dios es Amor, si Dios es Alegría, si Dios es Paz, si Dios es Felicidad, el camino para llegar a Él tiene que estar inundado de esas cualidades. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Bondad


            La bondad es un estado interior de la persona, es un estado por el que la persona bondadosa siente una inclinación natural a hacer el bien, de la misma manera que siente cuales son las necesidades de las personas, por la comprensión y el acercamiento que siente hacia los sentimientos de todos los seres.
            Cuando pensaba en escribir esta entrada sobre la bondad, llegó a la consulta una señora, con un problema que no se me había presentado nunca: La respuesta que me dio a la pregunta de qué es lo que podía hacer por ella, me dejo un poco descolocado. Su respuesta fue: “Me siento una hipócrita, una farisea, me siento una persona que no es consecuente con sus pensamientos, creo que me paso la vida engañando a los demás, solo soy una fachada”.
            - Explíqueme un poco más por favor, no la entiendo, la dije.
          - Mire, contestó, la gente que me rodea y que me conoce, me tiene por una persona bondadosa y caritativa, y ¿Sabe por qué?, pues porque ayudo a todo el mundo que solicita mi ayuda, y también a algunas personas que no la solicitan, y lo hago utilizando mi propio tiempo o mi dinero, incluso, algunas veces enfrentándome a mi propia familia. Me conmueve la miseria, la tristeza, en una palabra, me conmueve la infelicidad de las personas y, ¡hay tanta infelicidad! Creo que siento de una manera exagerada los sentimientos de las personas, su dolor, su tristeza o su alegría, y como soy de lágrima fácil, lloro con su dolor, y lloro también con su alegría.
            - Aprovechando que realizó una pausa, la dije: Por lo que me está contando, es normal que la tengan por una persona bondadosa y caritativa. No es normal encontrar en la sociedad de hoy personas como usted, que ayuden a quien lo necesita, y además, ayudando porque sí, sin plantearse nada más que la propia ayuda y la felicidad de la persona que recibe esa ayuda.
            - Ya. Espere que le cuente el resto. Esto es lo que las personas ven, pero no pueden ver mis pensamientos. Y mis pensamientos, son terroríficos. Me paso el día criticando y cuestionando, muchas de las acciones de las personas que me rodean. Mis actos no son consecuentes con mis pensamientos, o mis pensamientos con mis actos, y no sé qué hacer.  
            - Este es un trabajo suyo personal, la contesté. Aquí podemos equilibrar su energía, pero la única que tiene poder para cambiar sus pensamientos es usted misma.
- La bondad es la expresión del amor, de la misma manera que lo es el respeto, la tolerancia o la comprensión, sólo por citar algunas. Imagine el amor como una naranja. Pues hablar de bondad es como hablar de uno de los gajos de esa naranja. Y de la misma manera que el amor tiene grados, también los tiene la bondad. Hasta llegar a la bondad absoluta, que es la Bondad Divina, hace falta recorrer mucho camino, pero usted ya tiene bastante de ese camino recorrido.
- Algo que podría hacer, ya que además, es consciente de los pensamientos de crítica e intolerancia que tiene, es estar más pendiente de sus pensamientos para darse cuenta, del momento en que estos aparecen. En ese momento, lleve la atención a otro sitio. Ese otro sitio podrían ser pensamientos elevados del tipo “Yo Soy….”, (se pueden encontrar en la entrada anterior de este blog: “Pensamientos limpiadores”), que además irían limpiando la energía producida por los pensamientos negativos, e irían reduciendo el volumen de energía de las formas de pensamiento habituales.
- Rápidamente, también, pida perdón, de manera interna, a la persona objeto de su crítica, así no va a acumular Karma.
- Y durante todo el día, o mejor durante el tiempo que sea capaz de aguantar, vaya recitando los pensamientos elevados, o cantando, en su interior, un mantra. Hay un mantra precioso que la va a llevar directamente a vivir desde el corazón que es el “Guru Mantra de Guru Ram Das”. Contaba Yogui Bajhan que durante su primer viaje a la India desde EE.UU, en 1971, fueron atracados y le dijo a su familia que cantara este mantra, diciéndoles: “Familia, sigue cantando este mantra y siempre estaremos protegidos”. Siempre será lo mismo si se canta este mantra. Este mantra es el éxtasis de la conciencia.

sábado, 18 de febrero de 2012

Meditación

La verdad en sí misma sólo puede ser alcanzada dentro de uno,
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Buda.
La meditación es el fin del pensamiento, es mantener la mente absolutamente quieta, es vivir con total atención.
Recuerdo mis primeras meditaciones y las instrucciones que recibía. “Tienes que mantener la atención de manera constante”, “mantener la atención en ¿qué?, preguntaba yo”, “en tu respiración, por ejemplo, o en los latidos de tu corazón, o en los sonidos del exterior”, me dirigía el instructor, y seguía, “y si tu mente se distrae o se pone a cuestionar cualquier cosa, vuelve al punto de atención”. ¡Era realmente difícil!, creo que en un principio podía aguantar la atención en la respiración, no más de tres ó cuatro respiraciones, y cuando era consciente de que mi mente había ganado nuevamente la partida, después de no sé cuánto tiempo, ya que a veces podían haber pasado más de veinte minutos, volvía a mi respiración, y otra vez la mente, y otra vez volvía. Era una lucha sin cuartel. Y yo me preguntaba, ¿Esta lucha permanente con mi mente es meditación?
Más adelante, me enseñaron otro tipo de meditaciones, “meditaciones guiadas”: El instructor iba hablando, guiándonos por distintas partes de nuestro cuerpo, o haciendo que nuestra mente imaginara que estaba paseando por el Universo, o entrando en nuestro interior para visitar al niño que habita en nosotros, o viajando en una alfombra voladora, o montado a lomos de un águila. La mente, de vez en cuando, también se iba, pero me parecía más fácil mantenerla en el pensamiento que el instructor indicaba. Y yo me seguía preguntando: ¿Mantener a la mente en un pensamiento determinado será meditación, cuando la meditación es poner fin al pensamiento?
También me enseñaron a repetir palabras, (mantras), una y otra vez; aprendí otras meditaciones en las que era necesario un gran esfuerzo físico; otras en las que dirigía la energía por el interior de mi cuerpo; en fin, quise probar todo tipo de meditaciones, pero siempre terminaba preguntándome, ¿Esto será meditación?
Y si siempre terminaba preguntándome si era meditación, era porque si la meditación es el fin del pensamiento, como podía llamar meditación a algo que me obligaba a mantener un pensamiento en mi mente, ya fuera de dirección de la energía, de repetir mantras una y otra vez, o de cualquier otro tipo. Hoy tengo la respuesta: No son auténticas meditaciones, pero si son necesarias, más que necesarias son imprescindibles, ya son el primer paso, son el inicio, son el “a”, “e”, “i”, de la mente.
La verdadera meditación no puede ser buscada, la meditación llega, la meditación es una manera de vivir, la meditación es contemplar con atención la vida; por lo tanto cualquier intento consciente de meditación no es auténtica meditación. Pero si digo que son necesarias todas las técnicas de meditación, porque la mente necesita un entrenamiento. No se puede de la noche a la mañana intentar contemplar con atención y sin pensamientos como pasa la vida.
Las distintas técnicas tienen distintos objetivos: Los pensamientos son energía, por lo tanto, según sea el tipo de pensamiento que generamos con las distintas meditaciones conseguiremos: por un lado, no generar energías negativas provocadas por los pensamientos habituales, ya que meditando no se mantienen en la mente; y por otro lado, generar un tipo de energía especial, necesaria para el fin que persigamos con los distintos tipos de meditación. Meditar en un Ser Superior es permitir que su energía invada el campo del meditador, cuando se medita con un mantra la energía que llega es la energía del mantra, meditar con un mudra o con ciertos ejercicios físicos, hace que la energía discurra por distintas partes del cuerpo que habitualmente no reciben ese aporte de energía.
La verdadera meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso, porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo, una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la calidad de la belleza, en vez de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente está ocupada con el pensamiento.
No estoy diciendo que nos movamos con los vaivenes de la vida como si fuéramos una hoja movida por el viento, no, porque hemos de tomar nuestras decisiones y organizar los caminos a tomar. Para eso tenemos la mente, para organizar nuestra vida, para tomar nuestras decisiones, para solucionar los problemas que vayan surgiendo, pero no para darle vueltas a esas decisiones, a esa organización, a esos problemas. Una vez tomada la decisión, se ha de dejar descansar a la mente y permitir que llegue la meditación para observar a la vida, para contemplar con verdadera atención.
Una mente ocupada, es una mente que no vive nada más que sus propios pensamientos, no vive la vida, no vive la realidad, no vive la verdad.
Practica las meditaciones en las que te sientas más a gusto, pero recuerda que el objetivo no es conseguir detener los pensamientos en el momento en el que te encuentras sentado meditando, el objetivo es que toda tu vida sea meditación, es que tu mente observe en silencio, es que vivas la vida y no los pensamientos.
                ¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? Es entonces, en esos momentos, en esos largos momentos en los que la mente se encuentra tranquila, cuando llega, por sí sola, la meditación, la auténtica meditación, sin buscarla; y a partir de ahí, con la meditación, llega la felicidad, la auténtica felicidad; se siente el Amor, el Amor Divino; se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.
                Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas. Disfrutando del paseo por la vida, disfrutando de las sincronicidades, porque todo se desarrolla de manera fluida, sin los obstáculos generados por nuestros propios deseos, nuestros anhelos o nuestros miedos. Y las misiones que teníamos encomendadas, o nuestras deudas kármicas, se van a llevar a cabo y a cancelar, sin que tan siquiera seamos conscientes de ellas, porque en ese momento, todo estará bien, suceda lo que suceda.
                ¿Por qué todo estará bien, suceda lo que suceda?: ¿Qué es lo que nos ata al dolor, a cualquier dolor, incluido el de la pérdida de un ser querido, o que nos ata a la rabia, o a la incomprensión, o al miedo, o a las prisas? Solamente la mente y sus pensamientos. Cualquier acontecimiento sucede en un momento, pero al momento siguiente, ya no, ya vivimos otro acontecimiento. Si efectivamente la mente se encuentra tranquila, vivirá el acontecimiento que acaece realmente en el instante presente y no se habrá detenido en el acontecimiento anterior. Por lo tanto todo estará bien.
El siguiente paso es la desidentificación del cuerpo. Se acabó el miedo a la enfermedad, al dolor y a la muerte. Porque el conocimiento que le llega a la persona cuando esta le deja paso, hace que recuerde que no somos el cuerpo, que somos algo más, ese algo más que ahora, con la mente serena, se relaciona con todos los mundos, con una fuerza, con un poder y con una convicción desconocida mientras se daban vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos día tras día.
Me he encontrado con personas, muy inteligentes e instruidas, que han rebatido este razonamiento por considerarlo simplista. Efectivamente, los asuntos del alma son simples, muy simples, y sólo hay una respuesta válida: “Inténtalo, y después juzga”, porque en este caso, no va a haber un científico que demuestre con fórmulas en un laboratorio la veracidad del razonamiento, para que luego, nosotros, cómodamente sentados en un sillón podamos leer las conclusiones del trabajo. No, el científico es uno mismo. Y todos los que han intentado el experimento han llegado a las mismas conclusiones, más pronto o más tarde, según su grado de dedicación: Una mente serena lleva directamente a la felicidad, a la alegría, a la paz y al amor. Una mente serena lleva directamente a Dios.
Si no has llegado ahí, no esperes llegar, ni leyendo esto ni leyendo nada. No te queda más remedio que entrar en el laboratorio de tu mente y comenzar el experimento. Los científicos que han obtenido sus propias conclusiones, sólo pueden ayudarte, y lo harán gustosos, pero el trabajo no te queda más remedio que desarrollarlo tú mismo. Empieza ya, entra en tu laboratorio, nunca es tarde. 
Una meditación sencilla
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy la Resurrección y la Vida, Yo Soy el Alma, Yo Soy ese Yo Soy”.
Puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
Con ella vas a conseguir que se abra tu mente para que empieces a percibir pensamientos de frecuencia más elevada. Los pensamientos que te permites recibir en la actualidad son los que va marcando la sociedad, todos de baja frecuencia, y que son los que la sociedad impone sobre creencias de cualquier tipo: familia, amigos, sociedad, religión, normas morales; es decir, sólo te permites tener los pensamientos que son aceptados por los demás.
Pero con este tipo de pensamientos, mantienes encadenadas tus ilusiones, solo dejas volar las ilusiones que la sociedad permite; este tipo de pensamientos te impide conocer tu gloria y la gloria de Dios, te impide desarrollar tu poder y te impide alcanzar la felicidad plena, ya que nunca te aventurarás hacia lo desconocido, ni vas a contemplar la posibilidad de realidades más grandiosas, por miedo a que ellas signifiquen un cambio. Cambio que efectivamente ocurre, ya que hay mucho más que ver, mucho más que entender que lo que hay en ese mundo ordenado que nace, crece, envejece y muere bajo la dirección de la sociedad.
Con los pensamientos que te has permitido tener, ya has aprendido lo que es el miedo, lo que es la tristeza, lo que es la inseguridad, lo que es la avaricia, lo que son los celos, lo que es el odio, lo que es la enfermedad y lo que es la muerte. Y sobre todo ya sabes lo que es vivir alejado de la Fuente Divina.
Es momento de alcanzar todo lo contrario y sobre todo acercarte a tu esencia, permitiendo que entren en ti, otras frecuencias más elevadas y más sutiles de pensamiento. Lo vas a conseguir con esta meditación.
Con ella va a activarse la glándula pituitaria, con lo que tu cerebro va a estar mucho más despierto, es posible que incluso sientas un ligero dolor de cabeza, o que sientas mareo, si es así, deja la meditación, tendrás que ir acostumbrándote poco a poco.
A medida que empiezas a recibir frecuencias más altas, se transforman en una corriente eléctrica de alto poder, que se va repartiendo a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso central, causando como un estremecimiento o sensación de hormigueo. Sólo es que empieza a circular por tu cuerpo otra energía más sutil, haciendo que aumente la frecuencia vibratoria de cada célula. Cuantos más pensamientos elevados recibes, más vibra tu cuerpo, más luminoso se vuelve, más aumenta tu amor, tu compasión, tu misericordia, tu comprensión.
Puedes tener lo que quieras, ¿por qué te limitas?

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Meditación con el mantra "Om"

“Om” es vibración,  es la vibración original de donde procede toda la Creación. Es la palabra más sagrada del hinduismo. Es el mantra más poderoso que existe, y es el vehículo que acerca nuestra conciencia a la Conciencia Divina.
            Las vibraciones del “Om” se sienten en la totalidad del ser, actuando en los cuerpos físico, emocional y mental.
En el cuerpo mental inferior hace que la mente se vuelva más serena y estable, consigue que se sincronice el ser con el alma encarnada, y expulsa bloqueos y materia grosera, purificando la energía de la envoltura mental.
En el cuerpo emocional, permite que se estabilicen las emociones, limpia energéticamente el cuerpo astral e incrementa la sensación de amor, facilitando el camino de las intuiciones.
Influye en el cuerpo físico, por la depuración que produce en las capas energéticas, creando una coraza que protege al cuerpo de los factores negativos que se extienden en el medio ambiente.
Meditación con el mantra OM
            Esta meditación sirve para equilibrar los cuerpos mental y emocional, a la vez que prepara el cuerpo para el ascenso de la energía Kundalini.
-          Siéntate en tu espacio de meditación.
-          Coloca las manos apoyadas en las piernas con las palmas hacia arriba. Los dedos en Gyan Mudra, (junta las yemas del pulgar y del índice en ambas manos, dejando los otros tres dedos juntos y estirados).
-          Coloca la punta de la lengua en el paladar.
-          Cierra los ojos o déjalos una decima parte abiertos, y lleva la vista y la atención al chakra ajna, al entrecejo.
-         Empieza respirando lenta y suavemente por la nariz, con una respiración abdominal, alargando la exhalación en las primeras respiraciones.
-          Permite que con cada exhalación salga toda la tensión de tu cuerpo.
-          Visualiza un punto de luz en la base de tu columna y otro en la coronilla.
-          Permite que esos dos puntos se unan, visualizando un hilo de luz que va desde la base de tu columna hasta la coronilla.
-          Empieza a cantar o recitar el mantra “Om”, en silencio o en voz alta, como te apetezca.
-          Siente la vibración del mantra en la base de la columna y haz que esa vibración suba por ese hilo de luz hasta la coronilla, expandiéndose por todo el cerebro.
-          Si sientes que hay alguna parte de tu cuerpo más oscura, con dolor, que necesita sanación, lleva allí la vibración del “Om”.
-          Un mínimo de 11 minutos.
-          Para finalizar la meditación, respira más profundamente alargando la inhalación.