Capítulo VIII parte 2. Novela "Ocurrió en Lima"
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Estaba aceptándome yo, pero ya veo que
tengo que abrir el abanico a todo.
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A todo y a todos -parece que Ángel dio
por concluido el tema porque pasó a preguntarme- ¿Qué piensas hacer con
respecto a Indhira?
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Esperar. Puede ser que, en el proceso
de espera, con el paso del tiempo, se vaya diluyendo el pensamiento y ya
estará.
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¡Ah!, y si no se te pasa, ¿qué?
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¡Se pasará! –ni yo mismo estaba seguro
de lo que estaba diciendo.
- Es cierto que no existe la casualidad,
que todo es debido a tu planificación de la vida.
- ¿Quiere eso decir que todo esto que me
está ocurriendo es programado por mí y, supongo, que por Indhira, para estar
juntos?
- Puedes estar completamente seguro de
que ha sido programado por vosotros –sentenció Ángel, y continuó- Ahora, eso de
que sea para estar juntos o no, ya son palabras mayores. Lo único que se puede
saber es que algo tenéis que aprender de la situación. -sentenció Ángel.
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Pues entonces con mi otra relación ¿fue
igual?
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Fue igual, todo está programado. Una
enseñanza más. -Ángel era como un lorito de repetición con la historia de la
programación de la vida.
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Somos como una hormiga. En cualquier
momento puede venir un gigante, pisarnos y, adiós Antay. Si todo está
programado no sé qué hacemos aquí –empezaba a cargarme tanta teoría
indemostrable.
- Sí que hacemos, y mucho –trataba de
convencerme Ángel- tenemos libertad para reaccionar ante las situaciones
programadas y no programadas de la vida.
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¡Ah!, ¿programé algo para sufrir? -a
ver ahora que decía Ángel.
- Programaste para aprender, que es la
razón por la que se realizan todas las programaciones en la planificación de la
vida. Tu sufrimiento, como cualquier sufrimiento, es opcional. Tú decidiste
sufrir, con una duración que, también, tú decidiste y con unas consecuencias,
(tu miedo), que tú mismo, también, has decidido.
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Míralo, ahora, desde otra perspectiva: Programaste una relación para aprender a
amar, para aprender a dejar ir, para aprender a perdonar y, en lugar de eso,
decidiste temer, decidiste mantener en el pensamiento a la otra persona, sin
soltarla, porque aún no la has dejado que se vaya, y no has sabido perdonar,
porque estás lleno de ira.
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Claro, y no sabemos porque esta nueva
programación. ¿Para volver a sufrir?
- Por supuesto que lo sabemos. Para
seguir con tu aprendizaje del amor. Pero no podrás avanzar ni un milímetro si
antes no te liberas del miedo.
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Míralo de esta manera: Las cosas van y vienen. De lo que se trata es de
disfrutar lo que tenemos, en cada momento. ¿Estás disfrutando?
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Claro que no estoy disfrutando, estoy
pasándolo mal –estoy seguro de que no hacía falta que dijera como me
encontraba, mi cara reflejaba mi desastroso estado.
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Y, ¿por qué estás pasándolo mal? –Ángel
metía el dedo en la llaga como si quisiera hacer más daño.
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Porque me gustaría estar con ella y no
estoy –parecía claro, no había necesidad de preguntar.
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¿Por qué no estás con ella? –este
hombre cuando se pone pesado no hay quien lo gane. Creo que estoy empezando a
cansarme de esta conversación.
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No estoy con ella porque me gusta
demasiado, porque puedo enamorarme y no quiero sufrir si un día se acaba la
relación. Tengo experiencia en eso.
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¡Ah!, ¡vaya! Y para no sufrir un día,
que no sabes si llegará, ya empiezas a sufrir ahora. Lo que estás diciendo es
de locos.
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En primer lugar no sabes si te vas a enamorar. No sabes si se va a enamorar
ella. En caso de que os enamoréis los dos no sabes si estaríais juntos. En caso
de que estuvierais juntos no sabes si sería para siempre o se acabaría algún
día. En caso de que se acabara, ¿quién te dice que no sea porque tú lo decidas?
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Es una locura el sufrimiento que te estás infringiendo ahora.
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Tienes que decidir qué quieres hacer con tu vida y ponerte a ello.
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Imagina que estás en un punto desde el que parten varios caminos. De hecho,
cada minuto de vida nos encontramos en una encrucijada y tenemos que decidir
qué camino tomar. Siempre tenemos varias opciones que se pueden agrupar en dos:
Las que nos hacen felices y las que nos causan sufrimiento.
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Para tomar las opciones que nos hacen felices tenemos que escuchar la voz del
corazón. Para las otras solo tenemos que seguir los dictados de la mente.
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A pesar de lo que te he dicho de la programación de la vida, cada persona es
absolutamente libre de elegir. Y nadie, ni el mismo Dios, sabe que camino vas a
elegir. Lo que sí sabe es lo que te vas a encontrar al final de ese camino.
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Cuando alguien tiene un momento de sufrimiento puede estar seguro que está
tomando una decisión desde la mente. Y no digo equivocada, porque ninguna decisión
lo es. En cada camino que se elija y en cada decisión que se tome hay un
aprendizaje.
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La prueba la tenemos en ti. Ahora estás, emocionalmente, muy mal, ¿por qué?,
porque has tomado una decisión proyectándote a un hipotético futuro, ¿desde
dónde?, desde tu mente que es la que recuerda una ruptura de hace unos cuantos
años y te dice que cada relación va a terminar en lo mismo.
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Por lo tanto, parece fácil deducir que lo que quieres hacer con tu vida es
seguir solo. ¿Es así?
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No. Me gustaría tener una familia –lo
decía en serio-. Me encantaría tener una familia.
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¿Cómo lo vas a conseguir si cada vez
que alguna persona despierta algo en ti sales corriendo por si un día decide
dejarte?