El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
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miércoles, 19 de octubre de 2016
jueves, 31 de marzo de 2016
viernes, 11 de diciembre de 2015
La vida es........ un circo
La vida interior es la auténtica y verdadera
vida, es el sendero que nos va a llevar a la placidez y a la serenidad total, es
el camino que nos acerca a Dios, alejándonos de las oscilaciones en la que nos
mantenemos viviendo la vida del exterior, oscilaciones que nos llevan del dolor
al placer, de la oscuridad a la luz, del amor al miedo.
No podemos permitir dejarnos
arrastrar por la corriente de los pensamientos negativos, que nos quieren hacer
experimentar como verdadero lo que sólo es ilusión, la ilusión de todas las
cosas que percibimos por los sentidos y nos presenta la mente. Y es esta
ilusión la que hace que nos hundamos en la más trágica de las desesperaciones o
sintamos el más dulce de los placeres.
Pero tanto la desesperación como el
placer tienen un carácter efímero, que en el peor, o mejor de los casos, puede
durar lo que dura una vida. Y ¿Qué es una vida comparada con la eternidad?
La vida es la escuela para la
eternidad. Cada vida, cada tiempo de encarnación, es un curso de aprendizaje
para alcanzar la graduación del Espíritu, la graduación del Alma, y si nos
dejamos arrastrar por las ilusiones que nos presentan los sentidos, acabaremos
cada curso sin haber alcanzado el nivel imprescindible para pasar al próximo
curso, repitiendo vidas que no sólo pueden resultar inútiles, sino que pueden
ser un lastre por la acumulación de causas pendientes, que hemos de solucionar
en vidas posteriores.
Todas las situaciones que se
presentan, todas las personas que nos rodean, todas las circunstancias vividas,
están ahí justo en el momento oportuno para aprovechar la mejor de las
enseñanzas. Es nuestra opción vivir la enseñanza con la mente, desde los
planteamientos del propio interés material, desde el resentimiento, desde la
ira o desde los celos, o vivir desde el interior donde habita la misericordia,
la compasión y el amor.
La mente en como un circo, como un
espectáculo de ilusiones, en el que van apareciendo un número de
prestidigitación tras otro, con el único fin de preservar su poder, de mantener
la atención, de defender su espacio, y todo desde una sólida base creada por
ella misma: el aislamiento, la separación de todo. El ser humano no es un ente
aislado, sin embargo, él se lo cree. Él no cree realmente que sea un Espíritu,
no cree que sea un Alma, no cree que el cuerpo sea una simple, aunque muy
importante, vestimenta, no cree que está interconectado con el resto de almas,
no cree que sea parte de una misma Energía, no cree que haya sido creado a
imagen y semejanza de Dios, y que el objetivo de cada tiempo de encarnación sea
el aprendizaje para la unión con su Alma, la unión con la Energía, la unión con
Dios.
El ser humano no es un ente aislado.
El ser humano no está sólo. Este es el primer aprendizaje, el siguiente es vivir
desde el interior. Desde el interior se puede observar el espectáculo que
presenta la mente de manera imparcial, sin implicarse en los números de ilusión
que van apareciendo en el escenario de nuestra mente y que sólo buscan, la
hipotética satisfacción de ella misma, satisfacción que nunca va a conseguir,
ya que la mente es ávida de sus deseos e implacable de sus obsesiones, y nunca
tiene suficiente, siempre quiere más.
Vivir desde el interior, manteniendo
en reposo a la mente, nos hace recordar el camino para el retorno a casa, el
retorno a nuestra verdadera casa, la casa del Alma, la casa de Dios.
lunes, 24 de agosto de 2015
¿Cómo soy?
El ser
humano lleva en su maleta emocional una serie de máscaras que va utilizando en
el transcurso del día, Cuando se levanta por la mañana se pone la máscara de la
prisa, al llegar a la oficina se pone la de jefe, o la de subordinado, o la de
señor de la limpieza, o la de vigilante, y así una tras otra en función de las
distintas interacciones que va teniendo a lo largo de su día, y lo hace con la
misma facilidad que lo pueden hacer los profesionales de la risa en el circo
para conseguir las carcajadas de su público. Pero existe una notable
diferencia, mientras para unos es una profesión para los demás la máscara no es
más que una cortina de humo para ocultar sus miserias.
Es posible
que ni el mismo ser humano sepa realmente quien es y cómo es. Bueno quien es,
es seguro que no lo sabe. Él cree que es Don Fulano de Tal, y actúa desde ese
pedestal, sea alto o bajo, no importa, cuando ese nombre es el que le han dado
a su cuerpo, de la misma manera que su vehículo es Audi o Toyota, porque su
cuerpo es su vehículo. Quien realmente es, es un hijo de Dios. Entonces, si la
persona no sabe quién es, parece lógico que tampoco sepa como es.
Este
desconocimiento hace que actúe de mil maneras diferentes, en función de quien
se encuentra delante. La persona no es la misma con su pareja que con sus
hijos, no es la misma con su jefe que con sus compañeros, no es la misma con
sus amigos que con sus vecinos, y así podríamos seguir enumerando encuentros,
en los que encontraríamos que la persona es diferente en todos y en cada uno de
ellos.
Es posible
que ni un observador imparcial lograra saber exactamente como es la persona
objeto de su observación, a no ser que la observara en su soledad, situación
difícil, porque en soledad no se actúa, en soledad se siente, y hay muchas
posibilidades que incluso en su soledad no sea ella misma al cien por cien, ya
que estará dándole vueltas a un millón de cosas y haciendo que sus sentimientos
y emociones vayan variando, desde aquello que le sucedió ayer hasta como le
gustaría realmente ser.
Es curioso, porque casi nadie está
contento consigo mismo, por infinitas razones. Todos quieren ser lo que no son,
pero casi nadie es capaz de ponerse a trabajar para llegar a ser esa persona
que quisiera ser, o ponerse a trabajar para aceptar lo que es.
El ser
humano es un cúmulo de contradicciones: Busca la felicidad fuera de sí mismo,
cuando la tiene en su interior; busca que le amen cuando es incapaz de amarse a
sí mismo; elige una pareja y envidia a las parejas de los demás; es incapaz de
trabajar para la realización de sus sueños, pero obliga a sus hijos a
realizarlos, sin pensar que posiblemente sus hijos tengan sus propios sueños; es
incapaz de reconocer sus defectos, pero es un maestro en el arte de juzgar y de
criticar los defectos de los demás; como no reconoce sus defectos no trabaja
para mejorarlos, pero reparte consejos a diestro y siniestro para que los demás
mejoren los suyos; busca la paz viajando a los confines del mundo, cuando la
podría encontrar si realizara el corto trayecto que existe entre su mente y su
corazón.
Lo que viene
a continuación es un consejo, si no te apetece no lo leas:
Medita.
Si sigues mi
consejo y meditas
-
Empezarás
a conocerte un poco y disminuirán tus contradicciones.
-
Casi
sin proponértelo van a encontrarte de frente con la felicidad.
-
Descubrirás
que el amor es una energía y no esa tonta sensación que tienes cuando ves a
alguien del sexo contrario.
-
Llegarás
a ser consciente de que lo más importante en el mundo eres tú, y que eso,
además, no es ser egoísta.
-
Tendrás
las fuerzas suficientes para correr detrás de tu sueño.
-
Serás
consciente de que tus hijos son también seres humanos, que no son de tu
propiedad y que tienen que realizar su propio camino.
-
En
el viaje que vas a realizar dentro de ti comenzarás a descubrir tus defectos y
trabajarás para ir eliminándolos.
-
Sabrás
que no has venido a este mundo a juzgar a nadie.
-
Que
los consejos los puedes dar, pero cuando te los pidan.
-
Aprenderás
a respetar y tratarás a todos tan solo como quieres que te traten a ti.
Así, no solo sabrás quien eres: Un
hijo de Dios, sino que sabrás como eres: Un ser de amor y podrás llevarlo por
bandera sin necesitar máscaras porque no tendrás que ocultar ninguna miseria.
viernes, 21 de agosto de 2015
Desheredados
¿Cómo hablar
del alma, de la iluminación o de Dios a tanta y tanta gente que vive en la
miseria y que han de trabajar de sol a sol para poder llevar a su casa un
mendrugo de pan para sus hijos?
¿Cómo hablar del alma, de la
iluminación o de Dios a tanta y tanta gente que tienen que abandonar sus casas,
su trabajo y su vida porque la guerra les está masacrando?
¿Cómo hablar del alma, de la
iluminación o de Dios a tanta y tanta gente que se queda sin casa y sin empleo por
la crisis generada por el capitalismo?
¿Cómo hablar del alma, de la
iluminación o de Dios a tanta y tanta gente que vive en tierra de nadie en chabolas,
sin agua, sin luz, sin esperanza?
¿Cómo
explicarles que están en la Tierra porque han decidido nacer para evolucionar,
y de que están viviendo la vida que ellos han decidido vivir?
¿Cómo se les
va a decir con palabras que todos somos hermanos, cuando lo niegan los hechos?
A esa gente
lo que hay que hacer es darles de comer, y movilizarnos para que ellos tengan
un trabajo digno, una vivienda digna, una vida digna, para que consigan cambiar
las lagrimas por sonrisas, en sus rostros y en los de sus hijos, para que los
niños tengan infancia, que jueguen, que corran, que salten sin temor.
A ellos no
se les puede hablar del Karma, aunque también exista para ellos, pero a ti, que
estás leyendo esto, si se te puede hablar del Karma: ¿Os imagináis el Karma que
están generando todos aquellos que disfrazados con sotanas o con hábitos, los
que se visten de púrpura, todos los que se colocan bandas presidenciales,
municipales o de cualquier colegio corporativo, todos los que se ajustan
fajines de ministros o congresistas, no ya por el hecho de robar, de engañar o
de mentir a la población, sino por el hecho de no trabajar para sacar de la
miseria a esos, también sus conciudadanos, que unos obligan a votar, que otros
engañan con el fuego eterno, y que otros roban y explotan hasta la extenuación?
Las guerras
de la sinrazón están despojando a millones de personas de su dignidad, la
avaricia de los dirigentes están llevando a la miseria a millones de sus
votantes, las religiones con su complicidad y su silencio ni impiden, ni
gritan, ni tan siquiera denuncian el maltrato que sufren sus fieles.
Mientras medio mundo vive en la
miseria, desplazado de sus domicilios o bajo la amenaza de las bombas, para la
inmensa mayoría del otro medio no es más que una noticia en la tele, molesta,
muy molesta, porque además quieren traspasar las fronteras e invadir su espacio
de confort.
Las organizaciones humanitarias están
más que desbordadas, los gobiernos bastante tienen con explotar a sus
conciudadanos, las iglesias miran para otro lado, el resto, ciudadanos de a pie,
miramos la tele. Es por lo tanto difícil que se acabe con tanta injusticia. A no
ser……., que todos y cada uno de los aun tenemos país, (aunque no sea el
propio), casa y trabajo, demos en primer lugar el diezmo para menguar tanta
desgracia, y en segundo lugar dejar de votar al gran capital, (que es quien
gobierna prácticamente en todo el mundo), y empezar a votar a quien se
comprometa con hacer algo por tanto desheredado como existe hoy día en la
Tierra.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Un rayo de luz
La vida que
vivimos es ilusión, es fantasía, es un cúmulo de preocupaciones, de deseos
incumplidos, de desengaños, de mentiras, de desamores, que nos va llevando poco
a poco, en la mayoría de los casos, a la insatisfacción, como mal menor, o a la
tristeza, al dolor o al sufrimiento.
Sin embargo, no todo está perdido, y
no lo está porque en esa vida de fantasía, que hemos decidido vivir los seres
humanos, casi siempre existe un momento en el que como un rayo de luz aparece
en nuestro interior un mensaje directo del corazón, un mensaje, que nos acerca
al menos a la duda de si es correcta la vida que llevamos o si existe alguna
otra manera de vivir que sea más placentera emocionalmente.
El mensaje
que se recibe, es escueto, y suele aparecer en los momentos de mayor dramatismo
de nuestra vida, puede ser en la enfermedad, puede ser en el sufrimiento, puede
ser en la depresión o en la tristeza, puede ser en la desaparición de un ser
querido, o en una etapa de estrés en nuestra vida.
Ese mensaje parece
que llega cuando se han agotado las vías convencionales que la sociedad pone a
nuestro alcance para la solución de conflictos, sin haber encontrado en ellas
la solución del problema o sin haber encontrado el desahogo emocional que nos
permita salir del pozo en el que, sin saber muy bien como, hemos caído. Pero no
es así. El mensaje siempre está ahí, pero es tan suave que es imposible percibirlo
cuando nuestra mente se encuentra aturdida con todo el ruido producido por el
fragor de la batalla de nuestras preocupaciones.
Es cuando en
medio de la desesperación la mente se aquieta como dando por perdida la batalla
cuando escuchamos un leve susurro que nos impulsa a dudar de si la manera de
gestionar nuestra vida y nuestro dolor es el correcto, y si no sería posible aplicar
una solución distinta a la de darle vueltas y más vueltas a un problema que
para el que sufre, atado a una rueda que gira y gira, siempre en el mismo
sentido, parece inviable cualquier solución.
En ese
momento, de nosotros depende detener la rueda y seguir a la luz. Porque puede
la persona no hacer caso del susurro, o puede comenzar a razonar que eso que le
llega es una tontería, o puede, al menos conceder a su intuición el beneficio
de la duda y buscar esa nueva manera de solucionar su problema.
La solución
del problema tiene un primer peldaño, que es el silencio, el silencio mental, porque
es en él donde se va a encontrar la sabiduría necesaria para enfocar los
problemas de una manera más sana y más inteligente. Y tiene un segundo peldaño,
que es el trabajo. Será a partir de ese momento cuando la persona decida si
quiere trabajar para conseguir su serenidad, o prefiere volver al maltrato que
le genera el carrusel de su mente.
Pero siempre
será necesario haber sentido ese rayo de luz y haber tratado de seguir su
resplandor.
sábado, 8 de febrero de 2014
Volver al Origen
El arte de vivir (III)
Es mucho lo
que la humanidad ha sufrido por la pérdida del contacto directo con el Origen,
por la pérdida del contacto directo con Dios.
Civilizaciones
desaparecidas hace miles de años tenían ese contacto, pero por causas
desconocidas para la humanidad actual, de la noche a la mañana se perdieron sus
enseñanzas, su sabiduría y su manera de vivir con su destrucción.
A lo largo
de la historia de la humanidad ha habido Grandes Seres, (Buda, Zaratustra,
Jesús, Mahoma, Abraham), que de manera independiente mantuvieron ese contacto
Divino, es decir, vivían permanentemente en un estado de conciencia expandida.
Sin embargo
la enseñanza de esos Grandes Hombres no fue del todo entendida, e incluso, en
la mayoría de los casos, su enseñanza fue malinterpretada y tergiversada por los
que se proclamaron y se siguen proclamando, como sus sucesores, por lo que su
mensaje, que no era otro que el despertar de las conciencias, no llegó al
corazón de las gentes, quedando en la superficie de las conciencias, casi como una
anécdota más, o como una fecha en el calendario, que podemos rememorar y
celebrar cada año, habiéndose convertido en un vodevil consumista.
En la
actualidad existen también seres independientes, escritores, investigadores de
antiguas civilizaciones, expertos en filosofía oriental, expertos en
religiones, maestros de yoga, guías de meditación, entre otros, que también lo
intentan, pero la sociedad actual los engulle dentro de su acervado capitalismo,
para convertirlo, más o menos disfrazado en un nuevo negocio, “el negocio
espiritual”.
La teoría
para volver a conectarnos con el Origen, para volver a conectarnos con Dios, es
sencilla, e incluso la práctica para conseguirlo, no parece excesivamente difícil.
SOLO ES CUESTIÓN DE CREENCIA, solo es cuestión de creer que todo es Dios, y de
manera inmediata, nos veremos imbuidos por la Energía Divina.
Sentir el
canto de Dios en el trinar de los pájaros, sentir el Soplo Divino cuando las
rachas de viento golpean en la cara, creer que nos sentimos en el Útero Divino
cuando entramos en la inmensidad del océano, sentir los Latidos de Dios cuando
nuestro corazón se acelera se la cima de una montaña, ver la Mano Creadora de
Dios en la apabullante hermosura de la Naturaleza, comprender la perfección de
Dios en el Orden del Universo, son sólo algunas de las maneras para
impregnarnos, poco a poco, en la Energía Creadora.
Nuestra
esencia tiene el mismo origen que el Poder Creador de las montañas, de los océanos,
de la naturaleza. La vida, en todas y cada una de sus múltiples formas, procede
de Dios.
La vida no
es un accidente fortuito y aislado para cada ser. La vida no comienza con la
concepción de un cuerpo, ni finaliza con la destrucción de este. La vida es una
experiencia continua de una forma de energía, que denominamos conciencia. La
conciencia no es más que el conocimiento que cada tiene de lo que es. Sin
embargo, la conciencia puede encontrarse en diferentes estados, desde el aletargamiento
más absoluto, en el que el ser humano se cree que es un ser independiente,
separado de todo, en el que tiene que defender su espacio, hasta la expansión
total, en el que el ser vive y actúa, desde el conocimiento de su conexión con
todo lo creado, desde su conexión con Dios. En uno y otro estado, podemos
encontrar un sinfín de variantes que determinan el acercamiento o la lejanía
que cada ser tiene con el Origen.
Existen organizaciones
desconocidas para el mundo, independientes de los gobiernos del mundo,
independientes de países y religiones, que son los que realmente mueven los
hilos de las conciencias, son los que realmente mueven los hilos de la sociedad,
manteniendo a esta bajo un régimen dictatorial, bajo el régimen del miedo, que
es el extremo más alejado del Creador, es el opuesto a la Verdad, es el opuesto
al Amor, que es la esencia de cualquier forma de creación. Pero como lo único
que persiguen es mantener subyugada a la sociedad, no hay mejor método para la
subyugación que el miedo, y a su través van moviendo a las masas hacia el lugar
que les interesa para conseguir sus objetivos, que no son otros que la
dominación de la sociedad para llenar sus bolsillos, como si fueran “materia
eterna”, ya que sus mentes es posible que sean privilegiadas, pero sus
conciencias se encuentran en la oscuridad más absoluta.
Estas
organizaciones en la sombra, envuelven el miedo en papel de regalo, y con eso
que parece un regalo pueden conseguir de la sociedad cualquier cosa, porque
esta no piensa, porque la sociedad vive aletargada, y es muy fácil dirigir al
durmiente. Con el mismo papel de regalo envuelven a la sociedad, diciéndoles lo
que está bien y lo que está mal, y que para conseguir el bien deben seguir sus
directrices, y el pueblo las sigue, llegando a comer arena del desierto, si eso
es lo que les venden.
En su
pseudoventa, explican que ha de hacer la sociedad para conseguir la felicidad,
que es lo que todo ser humano busca desesperadamente, y eso que enseñan es
justamente lo contrario de lo que se debería hacer para ser feliz, pero la
sociedad dormida, será capaz de ir al desierto para beber la arena que les
venden, sin llegar, tan siquiera, a dudar de si es correcto o va en contra de
sus propios intereses.
La
espiritualidad se ha mercantilizado, y la espiritualidad, que no es más que ser
conscientes, no es un asunto de mercadeo. Es un asunto de creencia.
Y la
creencia tiene un primer peaje: Para unirse al Origen, primero ha de conocerse cuál
es ese Origen. Difícilmente se puede ir del punto A, al punto B, si el punto B
no se conoce. Primero ha de conocerse, después creer que es posible llegar,
integrarlo, es decir aprender el camino para comenzar el viaje.
El avance,
es entonces seguro, caminando bajo la premisa de actuar sobre lo que ya somos. Somos hijos de Dios, y cada
paso que demos en ese convencimiento, es un paso seguro. ¿Cómo caminan los
hijos de Dios?, caminan amando, respetando, sirviendo, viéndose a sí mismos, a
cada paso, reflejados en el otro. Casi toda la ayuda que nos venden, incluso
gentes de buena voluntad, ayuda, pero no es imprescindible, y si tan siquiera
necesario, porque el croquis del camino ya está integrado en nosotros, no
necesitamos comprarlo. Porque el hábito no hace al monje, al monje le hacen sus
acciones.
¡Por sus
acciones les conoceréis!, dijo Jesús. No es necesario vestirse de blanco, ni de
amarillo, ni de morado. No es necesario
asistir a las mejores escuelas de yoga, ni a los oficios religiosos, no es
necesario aislarse en una gruta, ni asistir a cursos y conferencias. El
movimiento, como decía Zenón de Elea, se demuestra caminando.
Cree, ama y actúa
desde el Amor. Todo lo demás llegará por añadidura.
domingo, 8 de septiembre de 2013
Mensaje para la Tierra (2)
………. Continuación.
Educar con el ejemplo no es una
manera de educar,
es la única.
Albert Einstein
El mejor
método para que un aprendizaje sea real y efectivo es el ejemplo. Sin embargo,
el ejemplo es válido para enseñar en el entorno próximo: Los esposos entre sí,
los padres con sus hijos, los amigos entre ellos, el jefe con sus empleados, y
estos con su jefe, los vecinos en su comunidad, en los medios de transporte,
etc., etc. Todos nos relacionamos cada día con un buen número de personas. ¿Te
has preguntado alguna vez cuál es tu influencia en cuantos te rodean? Es mucha,
porque la debilidad del carácter en la inmensa mayoría de las personas, hace
que estas sean muy influenciables, y las palabras y las acciones de los otros, se
incrustan en la conciencia, en forma de envidia, en forma de deseo, en forma de
ira contenida, en forma de rabia, en forma de admiración, e incluso de
adoración.
La mayoría de los seres humanos
tienen hambre de conocimiento y una imperiosa necesidad de ser guiados, y no somos
conscientes de que todos somos guías, todos somos maestros. Cada uno en su
nivel, porque son necesarios maestros de primaria, de secundaria y profesores
universidad. Le toca a cada uno desempañar su papel, en unos momentos de
enseñante, y en otros de aprendiz. Hay que dejar que brille la propia luz, para
que sirva de faro a los que transitan por el mismo camino, y seguir a la vez la
luz de los que han pasado delante de nosotros.
Queremos aprovechar este foro, para
tocar en las conciencias de todos los que os asoméis a este ventanal y
recordaros que sois espejo para todos los que os rodean, sobre todo vuestros hijos
y nietos, vuestra pareja, vuestros amigos. Mantenerlo limpio para que el
reflejo sea intenso, y no necesitéis de la palabra cuando ejerzáis de maestros.
Con vuestro ejemplo será suficiente.
Recordar que somos energía, y que la energía
del pensamiento llega de inmediato, mucho antes que la acción o la palabra.
Todos reaccionamos, aunque sea de manera inconsciente, a la energía recibida.
No puedes decir blanco con la boca, mientras estás pensando negro. La respuesta
no será para el blanco, será para el negro. Pero si eres consecuente y dices y
haces blanco mientras piensas blanco, el
aprendizaje será rápido y eficaz.
Pero si
queremos llegar a más personas, a esas que no se encuentran necesariamente en
nuestro entorno, es necesaria la palabra, ya sea hablada o escrita.
Sin embargo, para que la palabra
llegue al lugar adecuado y necesario para que surja su efecto, el camino por el
que debe transitar, ha de estar preparado. Para entenderlo nos vale la parábola
del sembrador, que según el evangelio de San Marcos es como sigue: Aquel día
salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y
entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les
habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí, el sembrador salió a
sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y
vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha
tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el
sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y
los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene
oídos para oír, oiga”.
La palabra
tiene que llegar a un terreno previamente abonado, si no es así, pasa algo que
todos conocemos: Cuando se lee o se escucha alguna cosa que impresiona o que
sencillamente agrada a la persona, son muchas las personas que deciden llevar a
la práctica eso que les ha parecido interesante, para conseguir algo que no
tienen en su vida, y que, sin embargo, desean. Pero todo queda en un intento inútil,
ya que su decisión es tan débil como una burbuja de aire. La palabra ha
llegado, pero la persona no estaba preparada para llevarla a la práctica,
básicamente, por su escasa voluntad.
Pero, no por
eso, se ha de dejar de hablar o de escribir. Hay que seguir haciéndolo, y como
dice la parábola: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, y añadiría: “El que
tenga voluntad para hacer, que haga”.
Para enseñar
de nuevo como se hacen las cosas me dijeron que les gusta comenzar por el
final, como una especie de atajo, y de la misma manera que los Diez
Mandamientos de la Ley de Dios se resumen en dos, sus conceptos se resumen en
uno: AMAR. Si se consigue entender el AMOR, (lo cual ya es un poco difícil), y
se llega a sentirlo y a manifestarlo, el camino estará concluido para el ser
que lo consigue, y ya no tendrá necesidad de una nueva vida. Todo estará
aprendido.
¿Cómo es ese AMOR que proclaman? Es
algo parecido al amor que siente una madre por su hijo en los primeros meses de
vida. El amor que siente una madre por su bebé, en los primeros meses de vida,
es distinto al de la misma madre por el mismo hijo en etapas más avanzadas de
la vida. En los primeros compases de la vida, en el amor no hay deseo, se da
todo, absolutamente todo a cambio de nada, porque no se espera nada del hijo,
con que crezca sano y feliz, la mama ya tiene suficiente. El auténtico AMOR
sólo desea la felicidad de la persona amada.
Pues
bien, se ha de sentir ese AMOR, por todos los seres que han sido, son y serán
en el planeta. Este es el atajo, ya que llegar a sentir ese AMOR, hace
innecesario trabajar para eliminar defectos, porque el AMOR los disuelve con su
fuerza, de la misma manera que se hace innecesario trabajar virtudes, porque el
AMOR las contiene todas.
Continuará………………..
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miércoles, 17 de julio de 2013
¡Qué dirán!
¡Cuántos abrazos perdidos por “el qué
dirán”!, ¡Cuántas caricias reprimidas!, ¡Cuánta incomprensión!, ¡Cuánto
sufrimiento inútil!
La sociedad es tan ignorante, que
prefiere reprimir sus impulsos, antes de que sus conciudadanos “digan”.
¡Qué dañina es la sociedad!, ¡Qué
dañina la conciencia social! Su afición favorita es juzgar y criticar al prójimo,
es buscar lo que la sociedad considera un fallo, y que no es nada más que algo no
coincidente con sus propias creencias.
Creo que alguna vez hemos comentado
que una persona puede tener mil virtudes y un “algo” que la sociedad considera
defecto. Y que en vez de alabar alguna de esas mil virtudes, se centra, con
saña, en ese “algo”. ¿Por qué?, ¿Por qué no se fijará la sociedad en las
virtudes de la persona, en vez de recalcar lo que podrían ser sus defectos? Es
muy posible que sea por envidia, o por orgullo, o por ignorancia, o por vivir
desconectada del alma, o por pobreza espiritual, o por inmadurez de carácter.
En el “qué dirán” hay dos partes: Una
el crítico, otra el criticado.
Por lo que respecta al criticado que
hace caso de las críticas, ha de valorar en cuanto está su autoestima, en cuanto
se valora. Aquel que hace caso de la crítica es alguien que se tiene en muy
poca estima y que entrega su poder a los demás, para que hagan y deshagan a su
antojo. Quien entrega su propio poder a la sociedad, ya puede tener claro que
va a ser destrozado y vilipendiado con saña. Y además, parece que por pura
afición, por el mero hecho de ¿hacer mal?, ya que el “crítico”, no gana
absolutamente nada. Destroza a la persona y se queda tan feliz, sin tener en
cuenta el daño que está causando.
No se debe entregar el propio poder
a nadie. Cada persona tiene que actuar según sus propias convicciones, sin
tener en cuenta la opinión de los demás.
En cuanto al “crítico”, cada crítica
que se forma en su mente o sale de su boca, sólo es una prueba de que algo está
fallando en él y de que está juzgando algo que se encuentra en sí mismo y no le
gusta. Si alguna vez es consciente del daño que hace, lo mejor que puede hacer
para evitar engrosar su bolsa kármica, es pedir perdón de inmediato, mental, si
así fue la crítica, o de palabra si el daño fue causado por la boca.
Y después aprovechar las lecciones,
buscando en sí mismo la causa de la crítica, y una vez encontrada, comenzar a
actuar para eliminarla, trabajando de manera consciente la virtud contraria.
Digan lo que digan, vive tu vida. Nadie
va a vivirla por ti.
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jueves, 2 de agosto de 2012
Secretismo
Existen
un sinfín de enseñanzas que no pueden salir a la luz, porque así lo indican los
maestros que enseñan estas técnicas, y que podrían acercar al ser humano a
algunos de los miles de caminos, que existen para su despertar, y poder así,
separarse paulatinamente del cuerpo para acercarse al alma.
La
razón del secretismo, no es otra, de que podría caer en manos de personas que
no están preparadas para tales técnicas, y además, podría desvirtuarse la
enseñanza.
Yo
mismo, tengo firmados documentos de confidencialidad de técnicas, que más tarde
he visto recogidas en libros, que se encuentran al alcance de todo el mundo,
previo pago, por supuesto. Y sigo manteniendo la confidencialidad, por cuestión
de palabra. Siempre he creído que la palabra de una persona es una de las cosas
más hermosas y valiosas que existen, y no cumplir esa palabra, sería como
retozar en un lodazal.
Antes
pensaba y ahora sigo pensando con más fuerza, si cabe, que si las técnicas
salieran a la luz, es muy posible que las personas que no están preparadas para
recibirlas, no las hagan caso, o se les olvide, (hay muchas experiencias sobre
esto), o en el peor de los casos si tuvieran algún problema, siempre hay otros
que podrían ayudarles a solucionar ese problema. Pero si podría haber otras
personas que si las aprovecharían sin ningún problema, y sin embargo, les
estamos privando de ellas, por si acaso…..
Creo,
(sólo es un pensamiento), que en la encrucijada actual en que se encuentra la
humanidad, es imprescindible sacar a la luz el mayor número de enseñanzas posibles
para ayudar a la persona a despertar. Todos no tienen el suficiente dinero para
la realización de cursos en los que se explican estas técnicas, cursos, que
además son lo suficientemente caros como para privar de ellos a muchas
personas. ¿Quién puede decir que las personas carentes de recursos no están
preparadas para recibir tales enseñanzas?
Así como
la Naturaleza, obra de Dios, no esconde su belleza, ni discrimina por el
coeficiente intelectual de las personas, ni por la raza, ni por el sexo, pienso
que nosotros, los seres humanos, que aunque a imagen y semejanza de Dios, somos
algo menos que Él, tampoco deberíamos de discriminar a nadie.
miércoles, 18 de abril de 2012
Un mundo absurdo
¿Hasta qué punto se podría vivir sin comprometerse, con ninguna organización, que persiga algún tipo de ideal, ya sea esta organización religiosa, política, deportiva, económica o social, ya sea como asociado, como simpatizante o como militante?
Ha surgido en mí la pregunta, razonando sobre el ser humano. Si tenemos claro que no somos el cuerpo, que somos fruto de nuestros pensamientos y creencias, que nuestro objetivo es alcanzar el Amor, la Verdad, la Paz y la Felicidad; y que, como decía Buda, para evitar el sufrimiento se ha de evitar el deseo. Es posible, que pertenecer a cualquier tipo de organización de tiene como bandera la consecución de un deseo puede ser contraproducente para el crecimiento del ser.
A no ser que ese deseo sea, permitirme la expresión, “superior”, y sirva como espoleta para ponerse en camino hacia algo “divino”, hacia algo “espiritual”, olvidando de inmediato que el camino se inició por un deseo, ya que la satisfacción llega con el caminar y no con la consecución de ese deseo inicial.
Si dejamos a un lado las ONG’s y fundaciones de ayuda humanitaria, que son las únicas que parecen acercarse a ese ideal “superior”, (no todas), el resto de organizaciones más bien parecen una especie de lavanderías donde lavar los cerebros y conseguir, unos pocos, vivir a cuerpo de rey, a costa de todos los demás.
Los fines de cualquier otra organización, (es posible que haya alguna excepción), sólo persiguen el embrutecimiento del ser humano, llenando su mente de deseos, criticando y enfrentándole a organizaciones contrarias, apegando a este al cuerpo, separándole del alma, incluidas las organizaciones religiosas. Separando al ser humano cada vez más de ese que decíamos nuestro objetivo: la consecución del Amor, de la Paz, de la Verdad y la Felicidad.
Como un ejemplo vale más que mil palabras, permitirme algunos en los que he meditado en esta reflexión, que pueden expresar de manera muy gráfica lo negativo de la pertenencia del ser humano a cualquier tipo de organización:
¿Qué pasa con los simpatizantes de una agrupación deportiva?, por ejemplo de un club de futbol. Como hay dos clubs de España que levantan pasiones en el mundo, nos valen como ejemplo, Real Madrid y Barcelona. Los socios o simpatizantes de estos clubs quieren que su equipo gane siempre, pero no se conforman con eso, necesitan que pierda el contrario, es decir necesitan de lo malo para alcanzar una felicidad tan efímera que durará solo una semana. ¿Dónde encontrar el ideal superior?, ¿Dónde la Verdad?, ¿Dónde el Amor?, ¿Dónde la Paz?, ¿Cuántas personas que viven en la más absoluta de las miserias podrían comer con el dinero que se despilfarra en el futbol? Yo ya pasé por esta reflexión, la dejo ahora en tus manos.
Y la pertenencia física o moral a un partido político, ¿Adónde nos lleva? Se supone que el fin de cualquier partido político es llegar al poder para conseguir el bienestar de los ciudadanos. Y mi reflexión me lleva a preguntar: ¿A qué ciudadanos? En cualquier régimen, sea este de derechas, de centro o de izquierdas, los únicos ciudadanos que parecen salir siempre favorecidos son los que tienen más potencial económico, por lo tanto parece que ya no están cumpliendo con su premisa principal que es “el ciudadano”. Y si realmente quieren nuestro bienestar, ¿Para qué tantos partidos diferentes?, ¿Por qué hay corrupción?, ¿Por qué se enfrentan unos partidos con otros?, ¿Por qué se enfrentan unos países con otros?, ¿Por qué nos llevan a las guerras?, ¿Por qué permiten que haya conciudadanos que pasen hambre, mientras ellos viven en la opulencia? Si un gobierno quisiera terminar con la pobreza de su país, lo conseguiría de inmediato, sólo hay que repartir equitativamente la riqueza, ¿o no?
Aun es más dramático con las organizaciones religiosas. Predican el Amor, y matan en nombre de Dios, o discriminan en Su nombre, o viven en palacios de oro, permitiendo la miseria a su alrededor. Los que parece que podrían estar más cerca de la Verdad, viven engañando y atemorizando a sus seguidores con castigos divinos y eternos.
Ante esta perspectiva, he llegado a algunas conclusiones: La pertenencia a cualquier organización es apego, y además parece que sus afiliados y dirigentes no parecen gente sería, sino más bien superficiales, ya que discriminan, critican, juzgan y desean lo peor para los contrarios. La pertenencia a estas asociaciones no potencian el crecimiento de las personas, no buscan la Verdad, no conocen el Amor, ni la Compasión, ni la Tolerancia, ni la Hermandad. Viven del engaño, de la prepotencia, de la amenaza y del miedo.
Por lo tanto, si realmente queremos alcanzar la Verdad y conocer el Amor, hemos de apearnos del mundo, pero ya que no podemos, si que podemos separarnos de cualquier organización con fines “inferiores”, es decir, cualquier organización que no persiga el ideal de la Felicidad, de la Paz, de la Igualdad, de la Hermandad, de la Verdad y el Amor.
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sábado, 4 de febrero de 2012
Riqueza y pobreza
Estos días atrás, durante la celebración del Día de La Paz en todo el mundo, vinieron a mi multitud de reflexiones y pensamientos que se confrontaban con la realidad que tengo más cercana.
Por un lado pensaba en lo poco que sabemos de cómo nos manipulan, a través del dinero, los que gobiernan el mundo y en los intereses pocos lícitos que provocan las guerras. Y me preguntaba si realmente las personas tenemos un espíritu de destrucción contra todo y contra todos, empezando por nosotros mismos. Y definitivamente estoy convencida que no es así. Aunque las circunstancias no justifiquen los hechos, ahora que veo tan de cerca la pobreza, el hambre, la miseria, la soledad, el desconocimiento, aunque no se justifique, creo poder comprenderlo.
No hay más guerra que la que empieza a librar el ser humano desde que nace para su supervivencia. Pero claro, no para todos es igual. Los hay que solo tienen que competir para ver si pueden tener todas las cosas materiales que pueden necesitar y, a menudo, aunque nunca queden satisfechos, estas están más que cubiertas desde que venimos al mundo.
Otros, sin embargo, empiezan una lucha en la que pronto se reconocen diferentes, porque ni siquiera tienen el afecto y el Amor que necesitan para desarrollarse plenamente, ni tampoco las necesidades básicas de alimento y cobijo. Ante esta situación sólo les queda resignarse y, a la vez, rebelarse y emprender una carrera contra todos los que tienen al lado, ya que esos son potenciales “enemigos”, donde los zapatos o el trozo de pan duro del vecino pueden ser motivo de lucha despiadada. Lo vemos constantemente. Delincuentes jóvenes tratados como criminales, niños que nos parecen maleducados, madres que se suponen desnaturalizadas por no cuidar de sus hijos como es debido, padres irresponsables porque su única opción es la bebida y así, uno tras otro, les juzgamos como ignorantes o desgraciados, en el mejor de los casos.
Yo me pregunto si hemos reflexionado lo suficiente y nos hemos replanteado algunas cuestiones: ¿Cómo somos capaces de juzgar a esas madres, a las que nunca nadie les ha hablado de anticoncepción o de sus derechos como mujeres y que en la mayoría de casos han sido violadas por miembros de su propia familia? O, a ese padre que bebe, ¿Somos conscientes de que le criaron como se cría a una oveja? O a ese niño que nadie le ha llevado a la escuela y que aprende solo del ejemplo, de lo que ve en la calle, que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Y los padres de todos ellos, y los padres de sus padres, ¿Acaso tuvieron mejores oportunidades?, ¿Acaso alguien se acercó a tenderles una mano cuando tenían hambre, frío o estaban enfermos? Pues es precisamente ahí donde empiezan los conflictos que, poco a poco, se hacen grandes y se extienden como un reguero de pólvora.
Personalmente, recuerdo una infancia feliz, muy feliz, rodeada de Amor en mi amada y humilde familia. Y éramos felices, muy felices, por el hecho de estar juntos y compartir lo que teníamos. A veces más, a veces menos. Pero también recuerdo que si en algún momento había alguna situación de más tensión era por no poder llegar a final de mes. Por tener que arreglar la nevera en el momento menos oportuno, porque necesitábamos unos zapatos nuevos y faltaban quince días para terminar el mes. Por tanto, subyacente a todo ello estaba el dinero, el poder cubrir mínimamente las necesidades de alimento, vestido y cobijo. Afortunadamente, de alguna manera u otra, siempre tiramos adelante y no nos faltó ese mínimo, no sin dificultades. Pero no todos logran salir adelante.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos juzgar al que nada tiene?, ¿Cómo pretendemos que se extienda la paz entre personas a las que permanentemente la vida les violenta, por no poder dar de comer a sus hijos, por querer trabajar y no poder, por estar enfermos y no poder ser atendido sin previo pago?, ¿Cómo pretendemos transmitir paz al que tenemos al lado cuando nuestra lucha es por un coche, o una casa mejor, o poder ir de vacaciones? ¡La desigualdad es tan grande!, el abismo es tan inmenso que difícilmente podremos sentirnos verdaderamente como iguales, aunque estemos en la primera fila de una manifestación por la Paz.
La verdadera Paz empieza en el interior y esta puede sentirse cuando no tenemos que estar en permanente lucha por sobrevivir, cuando nuestro estomago está lleno, cuando nos abrazan cálidamente y sabemos que no estamos solos, cuando se nos permite ejercer nuestro derecho de ocupar nuestro espacio en el mundo.
Sí, a menudo creemos que los que nada tienen son felices en su pobreza. ¡No tienen más remedio! Pero no nos equivoquemos, esto no supone que su felicidad también pase por dar a sus hijos un plato de comida al día, un techo donde cobijarse y poder llevarlos a la escuela. Y esta paz crece y nos hace crecer y evolucionar cuando verdaderamente somos agradecidos por lo que tenemos y compartimos una parte con aquellos que realmente están desposeídos de todo.
Es a través de nuestros gestos, que van sumando esperanza, cuando la riqueza se expande, y la pobreza, el hambre y la miseria dejan de ser la utopía que todos quisiéramos erradicar.
Cuando aparte de pensar y/o creer que la paz en el mundo es posible, trabajemos verdaderamente para ello, a través de la ayuda, la compasión y el servicio a los demás, esta se derramará sobre todos nosotros sin hacer ningún esfuerzo.
Entrada publicada por Elisenda Julve.
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sábado, 10 de diciembre de 2011
La "Gracia" de morir
La “Gracia” de morir, de morir definitivamente para este planeta, no le es dada a todo el mundo, es más, le es dada a poquísimos, es un honor que esos pocos se han ganado con su trabajo y con su Amor. Si, podemos ser pasto para los gusanos, abono para la tierra o un poco de polvo arrojado al mar; pero eso no es morir, eso sólo es tomarse un respiro, un descanso en los ciclos de la vida. Para morir hay que ganárselo, para morir definitivamente hay que saber vivir, ya que mientras no aprendamos a vivir vamos a estar volviendo a esto, que no parece mal denominado como “valle de lagrimas”.
¿Qué es saber vivir?: Es tomar parte activamente de la vida, es manejar las emociones, es amarse y respetarse uno mismo, es amar a los demás a través de ese amor que uno siente por sí mismo, es respetar la Naturaleza, es ser justo y compasivo, es no dejarse arrastrar por la corriente del pensamiento social del “qué dirán”, es estar despiertos, ya que la sociedad actual y sus componentes, no es que estén dormidos, no, es que están absolutamente inertes.
Para vivir realmente, obsérvate. ¿Cuánto y cómo manejas tus emociones?, ¿Te dejas arrastrar por ellas?, ¿Eres consciente de su presencia? Es muy importante saber manejar las emociones. Ojo, manejar las emociones no significa reprimirlas o negarlas, sino transformar emociones negativas en positivas, para que nos puedan ayudar en nuestro camino. Para ello, es necesario, en primer lugar tomar conciencia de ellas, lo cual implica hacer una introspección. Las emociones se originan en nuestro interior como consecuencia de un estímulo externo, o de un pensamiento. Posiblemente la mejor manera de hacer introspección es meditar, ya que mientras meditamos observamos, no juzgamos ni nos criticamos, simplemente observamos las emociones que surgen.
Una vez identificada la emoción, es bueno encontrar el origen de la misma. Por ejemplo, podemos sentir miedo, porque nos imaginamos que va a pasar algo malo o porque realmente existe un peligro. En cualquiera de los dos casos, sea irreal o no, debemos ser conscientes de que estamos sintiendo miedo, pero también debemos ser conscientes de que somos nosotros mismos los que elegimos sentirnos de esa manera. Es nuestra elección. Si, ya sé que puedes no estar de acuerdo, porque según los acontecimientos que están sucediendo en tu vida, vas a decir que no te queda más remedio que sufrir o tener miedo. No es cierto, ¿alguna vez has pensado que puede haber otra manera de vivir la situación? Piensa en ello, y descubrirás que si que existen otras formas de vivir cualquier situación, por triste y grave que sea. ¡Inténtalo!, ¿Por qué no cambiar el punto de vista?
Ese cambio de perspectiva, es lo que se denomina inteligencia emocional: Es lo que nos ayuda a usar correctamente las emociones para tomar las riendas de nuestra vida.
Para saber vivir también es necesario apearse del carrusel de vanidades en el que viajan la mayoría de los humanos. Quien va montado en ese carrusel, gasta tontamente, porque lo comprado es lo último en moda, porque lo lleva el vecino, porque alguien dice que hay que gastar ahora en Navidad; quien va montado en ese carrusel miente o dice parcialmente la verdad, por el que dirán, porque no piensen que soy bobo, por ganar tiempo; quien va montado en ese carrusel, no tiene en cuenta que todos somos hermanos; quien va montado en ese carrusel, no es consciente de que todo lo que va viendo una y otra vez mientras el carrusel gira y gira, sólo son sueños, sueños vacios. Y no es muy difícil bajar del carrusel: Sólo piensa, por ejemplo, que hoy es tu último día de vida. ¿Para qué gastar tontamente?, ¿Por qué no ayudar al hermano?, ¿Por qué engañar?
No recuerdo donde leí, que la vida es como un negocio, en el que las acciones del negocio es el tiempo del que disponemos. Al nacer tenemos una cantidad de acciones, una cantidad de tiempo, la cual no tenemos manera de incrementar; y vamos pagando nuestra vida con el dinero de esas acciones, el cual es el paso del tiempo. Siéntate ahora y piensa como estás invirtiendo tus acciones, tu tiempo. ¿Cuánto de él has malgastado inútilmente?, ni tan siquiera parece que has obtenido lo que parecía más importante, “ser feliz”. Por lo tanto, has fracasado negociando tus acciones, y lo que es más grave, te estás engañando a ti mismo/a.
Pero, se están agotando tus acciones, se está terminando tu tiempo,….. Sin trabajar……. Sin amor……. Sin respetarte……. lo cual es una señal inequívoca de que no vas a ser uno/a de los/as afortunados/as en conseguir la “Gracia” de morir para siempre, tendrás que volver, con una nueva cuenta bancaria repleta, para que la inviertas bien, o para que nuevamente la malgastes. ¡Está en tus manos!
¿Tan difícil es dedicarle una hora al día a tu alma? Te quedan veintitrés para dedicarle al cuerpo, parece un poco descompensado. Dedicas tiempo a lo que no eres: un cuerpo, y abandonas aquello que eres: el alma. ¡Empieza ahora!, no esperes al 1 de Enero, porque tampoco lo harás entonces.
domingo, 27 de noviembre de 2011
¡¡¡CRISIS!!!
Vivo en una sociedad en la que la palabra carece de valor, vivo en una sociedad corrupta en todos sus estamentos, corrupta en la calle; vivo en una sociedad en la que las personas son infravaloradas, maltratadas y engañadas; vivo en una sociedad en la que el ciudadano no tiene ningún derecho, ni social, ni laboral, ni de salud, por no tener, no tiene ni derecho de paso en los cruceros peatonales; vivo en una sociedad en la que la propia mujer se degrada ante el machismo brutal de esos ciudadanos sin derechos; vivo en una sociedad en la que demasiados niños vagabundean como perros callejeros, vivo en una sociedad en la que se llenan la boca de “patria” y de “Dios”, sin conocer su verdadero significado; vivo en una sociedad maltratada por el alcohol, obnubilada por el sexo, y atolondrada por el futbol, vivo en una sociedad sin valores.
Pero no solamente la sociedad en la que yo vivo está carente de valores, el resto de sociedades a lo largo y ancho del planeta se encuentran peor o en parecidas circunstancias. En el primer mundo, después de décadas de lucha para conseguir la adquisición de derechos, estos se están evaporando como consecuencia de la rapiña de empresarios y banqueros, que con la aquiescencia de los políticos y la bendición de los religiosos, han provocado la famosa “crisis”, debido a los altos precios que han impuesto a las materias primas, a la sobrevalorización de productos como la vivienda, a una desorbitada inflación a nivel mundial y a una expansión artificial del crédito, entre otras causas. Del tercer mundo no es necesario comentar nada, ya que siempre han mantenido crisis de todo tipo, entre ellas, la peor de todas, la alimentaria.
Y mientras los ciudadanos cada vez tenemos menos derechos y menos trabajo ¿Cómo afecta la crisis a políticos, empresarios y banqueros? Sencillamente no les afecta. Siguen repartiéndose, sin pudor, grandes sumas de dinero, en planes de jubilación, en beneficios, en compensaciones por cesar en sus cargos.
Los ciudadanos, en algunos países, se rebelan y se indignan, pero…… ¿De qué sirve la indignación?, ¿Para qué sirven las manifestaciones y concentraciones?, ¿Qué cambios están provocando? Ninguno, o como mucho, como en los países árabes, que los mismos dirigentes cambien la corbata. De nada sirven las manifestaciones, si a su finalización entramos a los grandes almacenes para consumir y seguir haciendo el juego al capital.
¿Para qué es necesario gastar dinero para el amigo invisible en tonterías que van a un cajón para siempre, o al cubo de la basura?, ¿Para qué compramos un sinfín de juguetes a los niños?, ¿Qué ganamos con ponernos enfermos de comidas y cenas en las fiestas que se aproximan?, ¿Cuánto nos vamos a gastar en estas fiestas, programadas por el capital, para que este sea aún más ostentoso y nosotros más empobrecidos? Si hasta lo dicen descaradamente, adornamos con luces las ciudades porque animan al consumo. ¡Somos borregos!
¿Cuál será y cuándo se dará el punto de inflexión necesario para que la misma sociedad tome conciencia de su degradación y adopte la decisión de respetarse a sí misma como colectivo y a sus componentes de manera individual?
¿Por qué no comenzamos ahora?, ¿Qué pasaría si dejáramos de sentirnos individuales y nos uniéramos en asociaciones? Consumiendo menos, ayudando a los desamparados por la crisis, comprometiéndonos con los que sufren las desigualdades, con la pobreza, con el hambre; dando la espalda a la política que no se ocupa de su labor principal que es servir al ciudadano; dando la espalda a la religión, que del brazo de los poderosos y rodeados de riquezas, sólo atemorizan a sus fieles y les manipulan en nombre de Dios.
Está bien que nos manifestemos, está bien que llenemos las redes sociales de frases bonitas, pero ¡ACTUEMOS EN ALGO QUE SIRVA PARA ALGO!, ¡A Dios rogando y con el mazo dando!
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Yo solo soy responsable de mis actos
Ante cualquier circunstancia negativa, lo primero que hacemos es mirar a nuestro alrededor para encontrar un chivo expiatorio al que cargarle con la responsabilidad de nuestro fallo. A veces, demasiadas, hasta nos sale bien la jugada y conseguimos que alguien se sienta mal y responsable de nuestras desastrosas acciones, o de nuestro mal humor, o de nuestra infelicidad. Culpabilizamos a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestro jefe, a la sociedad. Cualquiera es culpable menos uno mismo.
Pero……… Solo nosotros somos responsables de nuestros propios actos. En cualquiera de nuestras acciones, poco importan las situaciones o las circunstancias en las que nos veamos inmersos, poco importan las razones que demos para justificar cualquiera de nuestros actos, poco importa que achaquemos las “culpas” a los demás, poco importa el estado emocional en el que nos encontremos cuando actuamos, porque siempre, siempre, los únicos responsables de nuestras acciones somos nosotros mismos.
Si ante cualquier acción, pretendemos culpabilizar a otros, y con eso creemos que estamos libres de culpa, ¡error!, la culpa sólo es de aquel que realiza la acción. Es posible que la mente se quede satisfecha y encuentre justificación, pero no la conciencia, no el alma.
Existen tantas mentes que viven en el error y tantas conciencias diminutas, que sin ningún pudor enseguida sentencian: “la culpa es tuya”, “si no hubiera sido por ti no hubiera pasado”. Son irresponsables, son inmaduros, son manipuladores, y la manipulación es “maltrato emocional”. No culpar a los demás de las propias decisiones es signo de valentía, de madurez y de humildad, ya que el orgullo dificulta la petición de perdón, necesario para limpiar la acción realizada.
Una persona madura y responsable toma decisiones conscientemente, acepta las consecuencias de sus actos, y está dispuesta a rendir cuenta de ellos, porque la responsabilidad es un valor fundamental, es una prueba de madurez.
El camino más rápido para mejorar en responsabilidad es apreciar claramente que de nuestro comportamiento dependen cosas grandes. Las personas con ideales y metas elevadas se responsabilizan enseguida de sus decisiones, no culpabilizan jamás a nadie. Son las personas que creen que tienen ideales y que sólo mantienen esos ideales en la mente, sin realizar ninguna acción seria para la consecución de esos ideales, los que en su frustración culpabilizan a todo lo que se mueve a su alrededor.
La mejor forma para eliminar ese inmenso y extendido defecto, es pensar antes de culpabilizar a nadie que la persona que está ante ti eres tu mismo. ¿Recuerdas?………. “trata a los demás como tu mismo quieres ser tratado”, “con la vara que mides te medirán”.
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