¿Qué pasaría si se
viviera la vida sin creencias?, ¿qué pasaría si dejáramos descansar el
pensamiento?, ¿qué pasaría si se aparcaran los deseos?, ¿no crees que lo qué
pasaría sería un respeto absoluto hacia los demás?, ¿no crees que se habrían
acabado las críticas feroces, las inútiles discusiones, los disgustos, los
enfados?, ¿no crees que se vería la vida tal cual es?
Si se abrazara la vida
con total desapego, los partidos políticos tal como los conocemos podrían
desaparecer, dejando lugar a una única entidad que realmente sirviera a todos
los ciudadanos, no solo a los intereses de los ricos y poderosos. Con una
perspectiva de total objetividad, las religiones que dividen y diferencian
podrían ceder su lugar a una filosofía universal que promueva el amor y la
felicidad. En un mundo donde se viviera la vida tal cual es, sin fanatismos, no
habría seguidores acérrimos de equipos deportivos, sino simplemente amantes del
deporte en su esencia más pura.
Si se viviera con un
sentido de hermandad, el hambre y la explotación podrían ser erradicados, y si
se viviera sin aferrarse a los pensamientos, simplemente observando la vida,
podríamos ver el fin de las guerras, los conflictos fraternales y las disputas
vecinales.
Sin embargo, la
realidad es que prevalecen los deseos personales, los intereses y los
pensamientos subjetivos. La vida se vive desde el prisma de lo que cada uno
considera importante, se vive de acuerdo con lo que cada uno piensa que es
correcto, y se vive en la búsqueda de satisfacer los propios anhelos. Esto,
desafortunadamente, resulta en una existencia marcada por errores,
desigualdades y abusos.
¿Crees que a ti no te
afecta? La realidad es que nos sucede a todos. Te invito a analizar tus
reacciones en todos los aspectos de la vida y a observar si mantienes la
ecuanimidad en cualquier situación: en la familia, en la religión, con amigos,
en el deporte, en la política, etc. Hazlo con honestidad y, en la intimidad de
tu reflexión, encuentra tus respuestas.
Si sientes el impulso
de cambiar, hazlo con acciones, no solo con palabras. Vive la vida de manera
auténtica, observándola tal como es. Tu transformación influirá en aquellos que
te rodean. Es posible que nuestras estructuras actuales, ya sean económicas,
sociales, religiosas, políticas o culturales, no cambien de inmediato. Quizás
no veas el cambio de forma inmediata, pero algo se moverá eventualmente.
Recuerda que las estructuras que tenemos son un reflejo de lo que
colectivamente merecemos. Inicia el cambio en ti mismo y deja que influya en
los demás para merecer algo mejor.