El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 29 de abril de 2024

Utopía

 


¿Qué pasaría si se viviera la vida sin creencias?, ¿qué pasaría si dejáramos descansar el pensamiento?, ¿qué pasaría si se aparcaran los deseos?, ¿no crees que lo qué pasaría sería un respeto absoluto hacia los demás?, ¿no crees que se habrían acabado las críticas feroces, las inútiles discusiones, los disgustos, los enfados?, ¿no crees que se vería la vida tal cual es?

Si se abrazara la vida con total desapego, los partidos políticos tal como los conocemos podrían desaparecer, dejando lugar a una única entidad que realmente sirviera a todos los ciudadanos, no solo a los intereses de los ricos y poderosos. Con una perspectiva de total objetividad, las religiones que dividen y diferencian podrían ceder su lugar a una filosofía universal que promueva el amor y la felicidad. En un mundo donde se viviera la vida tal cual es, sin fanatismos, no habría seguidores acérrimos de equipos deportivos, sino simplemente amantes del deporte en su esencia más pura.

Si se viviera con un sentido de hermandad, el hambre y la explotación podrían ser erradicados, y si se viviera sin aferrarse a los pensamientos, simplemente observando la vida, podríamos ver el fin de las guerras, los conflictos fraternales y las disputas vecinales.

Sin embargo, la realidad es que prevalecen los deseos personales, los intereses y los pensamientos subjetivos. La vida se vive desde el prisma de lo que cada uno considera importante, se vive de acuerdo con lo que cada uno piensa que es correcto, y se vive en la búsqueda de satisfacer los propios anhelos. Esto, desafortunadamente, resulta en una existencia marcada por errores, desigualdades y abusos.

¿Crees que a ti no te afecta? La realidad es que nos sucede a todos. Te invito a analizar tus reacciones en todos los aspectos de la vida y a observar si mantienes la ecuanimidad en cualquier situación: en la familia, en la religión, con amigos, en el deporte, en la política, etc. Hazlo con honestidad y, en la intimidad de tu reflexión, encuentra tus respuestas.

Si sientes el impulso de cambiar, hazlo con acciones, no solo con palabras. Vive la vida de manera auténtica, observándola tal como es. Tu transformación influirá en aquellos que te rodean. Es posible que nuestras estructuras actuales, ya sean económicas, sociales, religiosas, políticas o culturales, no cambien de inmediato. Quizás no veas el cambio de forma inmediata, pero algo se moverá eventualmente. Recuerda que las estructuras que tenemos son un reflejo de lo que colectivamente merecemos. Inicia el cambio en ti mismo y deja que influya en los demás para merecer algo mejor.