Ya lo decía Jesús: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe y el que busca halla y al que llama se le abrirá”.
Es posible que estéis pensando que esto no deja de ser más que una cita en un libro, algo escrito que suena bien, pero que nada tiene que ver con la realidad. Porque puede ser que te hayas pasado la vida pidiendo para poder pagar cómodamente la hipoteca, y no parece que te escuche nadie ya que los problemas siguen ahí un mes tras otro; o pidiendo salud para ese familiar enfermo, y no termina de curar; o pidiendo que te toque el primer premio de la lotería, y nada, silencio, nadie al otro lado.
Parece lógico pensar que no haya nadie que escuche. Sin embargo, si hay quien escucha, y además te escuchan siempre. Posiblemente es que no pedimos adecuadamente, o que no sabemos pedir.
Pero antes de entrar en cualquier tipo de explicación voy a empezar con una historieta, que puede ser más ilustrativa que cualquier explicación: Imagina una madre que está preparando a su hijo para ir al colegio; en ese colegio es obligatorio el uniforme, y el niño se va al colegio vestido con su uniforme. Ese uniforme es un poco especial, tiene un artilugio para preservar su integridad; ese artilugio es una especie de cerebro, es un ordenador integrado, y cada vez que el uniforme cree que está en peligro de algún tipo, como romperse una manga, ensuciarse el cuello, aparecer una arruga, etc., el uniforme mismo, sin intervención del niño, pide ayuda; y la petición de ayuda es una voz grabada en una cinta en ese ordenador. El ordenador está conectado al ordenador de sus padres, por lo que cada vez que el ordenador pide ayuda, los padres lo pueden recibir. Pero de la misma manera que el uniforme pide ayuda, todas las peticiones del niño, son recogidas por el ordenador del uniforme y enviadas al ordenador de los padres; los cuales saben perfectamente cuál es la petición del uniforme y cuál la petición del niño. A la hora del recreo son muchísimas las peticiones del uniforme: que me estiran de una manga……. que se moja el pantalón en el charco…… que se ensucia el cuello……, etc., todo eso llega a los padres, que no hacen caso, porque saben que el niño está perfecto, sólo es el vestido del niño el que parece que se queja. Pero sería suficiente un simple quejido del niño para que sus padres actuaran de inmediato, llamando al colegio o desplazándose personalmente.
Nuestra vida es igual: Los padres son nuestros guías y maestros, el colegio es la tierra, el uniforme del niño es nuestro cuerpo, y el niño es lo que realmente somos nosotros, una chispa divina.
Venimos a la Tierra que es nuestro centro de aprendizaje, vestidos con nuestro uniforme que es el cuerpo, y nuestros guías permanecen vigilantes. ¿Cuáles son nuestras peticiones?.................... no parece necesario exponerlas aquí; todas pertenecen a la materia, a aquello que pasa con nuestro uniforme. Pero todas aquellas peticiones realizadas por o para nuestra alma son atendidas de inmediato. Pero incluso, para todo lo que consideramos problemas de nuestra vida física, y que no son más que las lecciones que hemos venido a aprender, recibimos alivio.
Recuerda esa historia tan bonita de aquel soñador, que soñaba que caminaba a lo largo de una playa acompañado por Dios, y durante la caminata veía proyectadas en el cielo escenas de su vida, y según iban pasando las escenas notaba que unas huellas se formaban en la playa. A veces se veían dos pares de huellas, y otras veces sólo un par. Y se fijo que en las escenas más angustiosas o más tristes de su vida solamente podía ver un par de huellas en la arena. Entonces el soñador le dijo a Dios: Señor, tú me prometiste, que si te seguía, tu caminarías siempre a mi lado, sin embargo he notado, que durante los momentos más difíciles de mi vida, solo había un par de huellas en la arena: ¿Porque cuando más te necesitaba, no estuviste a mi lado? A lo que el Señor respondió: Hijo mío, las veces que sólo viste un par de huellas en la arena, era porque yo te llevaba en mis brazos.
Para establecer contacto con tu alma, y para saber que necesitas pedir y como pedirlo, siéntate en meditación y vete repitiendo dentro de ti: “YO SOY EL ALMA”.