Somos seres espirituales viviendo en un cuerpo físico. Hemos decidido encarnar y darnos el cuerpo para hacer un determinado trabajo; y lo hemos de hacer en el cuerpo. Por lo tanto debemos cuidar de nuestro cuerpo con mimo y con esmero, debemos mantenerlo sano, fuerte y joven el máximo de tiempo. Y cuando nos adentramos en el mundo espiritual se nos suele olvidar eso, que vivimos en el cuerpo.
Con esta meditación nos anclamos a la Tierra y recibimos su energía, puedes hacerla siempre antes de cada meditación, el anclaje es rápido, recuerda que "la energía siempre sigue al pensamiento".
- Sentados, en el suelo o en una silla con los pies apoyados en el suelo. La espalda recta.
- Las manos encima de las piernas, con las palmas hacia arriba.
- Los ojos cerrados.
- La punta de la lengua en el paladar.
- Respira profundamente, alargando la exhalación.
- Siente como se dilata y se contrae tu cuerpo mientras respiras.
- Permite que con la exhalación vayan saliendo las tensiones de tu cuerpo.
- Siente tus piernas, tus pies y la tierra en que se apoyan.
- Siente tus nalgas en contacto con la silla o con el suelo.
- Siente tu peso y la atracción natural de la gravedad que te retiene hacia abajo.
- Considera la solidez de ese contacto.
- Lleva la atención en tus propios pies; aplica una ligera presión con los talones contra el suelo, sin llegar a incorporarte, y nota cómo tus piernas se inundan de fuerza en oposición con la Tierra.
- No hagas que esa presión se convierta en tensión que agarrote los músculos de las piernas.
- Limítate a notar la sutil corriente de energía que se establece entre tu primer chakra, la base de la columna, y la Tierra.
- Procura mantener esa corriente, esa sensación.
- Cuando has sintonizado el peso de tu cuerpo gradualmente adviertes la existencia de un centro de gravedad en la base de la columna.
- Nota como tu cuerpo descansa sobre ese punto y considéralo como un ancla que te fija.
- Ese es tu primer chakra, el punto al que retornaremos una y otra vez, siempre que sea necesario arraigarse, recuperar la base.
- Permanece ahí un momento.
- Una vez anclados en ese punto puedes empezar a arraigar el resto del cuerpo.
- Sintoniza el torso, prestando especial atención al canal central del organismo, (que no es la columna vertebral), que es esa parte de nuestro núcleo interno que corresponde a la vertical del centro de gravedad.
- Dedica unos momentos a poner en línea lo alto del cráneo, la garganta, el corazón, el estómago y el abdomen, es decir, todos los demás chakras, con el chakra base sobre el cual descansa todo.
- Respira y deja que esa alineación se consolide y se equilibre sobre el primer chakra.
- Hemos establecido así una columna vertebral de energía, perpendicular al plano de la superficie terrestre.
- Imagina esa columna como un poderoso cable, preferiblemente de color púrpura, que procedente de muy por encima de tu cabeza atraviesa el centro de tu cuerpo y se hunde en la tierra.
- Asegúrate de que pasa por tu punto de anclaje en el primer chakra y que continua muy hondo hasta las profundidades de la Tierra.
- Si puedes visualizarlo imagina que llega al centro de la Tierra.
- Dedica un rato a comprobar el buen funcionamiento de todas las piezas:
- Los pies presionados ligeramente contra el suelo.
- Los chakras bien alineados el uno encima del otro.
- La columna de energía que tira hacia debajo de nosotros.
- La sensación armoniosa de la gravedad que nos estabiliza, que da fundamento al cuerpo.
- Para ser capaces de conservar nuestro centro y permanecer arraigados incluso cuando nos movemos, deja que tu cuerpo oscile adelante y atrás, y de un lado a otro, hasta entrar en un movimiento circular sobre el primer chakra.
- Observa que el punto base de la columna no se mueve, y sin embargo el cuerpo gira a su alrededor.
- Mientras percibes tu cuerpo como una columna en movimiento, imprime a ese movimiento un sentido descendente y aprovéchalo para eliminar cualquier exceso de tensión o incomodidad que hayas notado, siempre sin dejar de presionar ligeramente con los pies en el suelo.
- Vuelve a la posición de reposo.
- Permanece el tiempo que te apetezca.
- Y cuando creas que tienes suficiente empieza a respirar más profundamente.
- Realiza tres respiraciones profundas alargando la inhalación y comienza a mover el cuerpo.
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