Alrededor de nuestro cuerpo físico, se encuentran una serie de cuerpos energéticos, que rodean al cuerpo. El tercero de esos cuerpos es el cuerpo mental.
El Cuerpo mental es un vehículo, por medio del cual el Yo Superior se manifiesta como intelecto concreto, en él se desarrollan las funciones de la mente, incluso la memoria y la imaginación, y en etapas sucesivas de la evolución del ser humano, en la vida fuera del cuerpo, sirve al ser como vehículo separado y distinto de conciencia, por cuyo medio puede vivir y actuar completamente independiente, tanto de su cuerpo físico como del astral. Pero vamos a dejar ahora la vida fuera del cuerpo, no es lo que nos interesa.
La forma del Cuerpo Mental es ovoide, pero su materia no está distribuida de manera uniforme dentro del ovoide, ya que en el centro de este se encuentra el cuerpo físico, que atrae fuertemente a la siguiente capa que es el cuerpo astral, que a su vez atrae con fuerza a la materia mental, que es la siguiente capa.
Las partículas del Cuerpo Mental están en movimiento incesante y cambian constantemente. Sin embargo, a pesar del movimiento intensamente rápido de las partículas mentales entre sí, la organización del Cuerpo Mental es todavía algo floja y suelta.
Hay en el mismo ciertas estriaciones que lo dividen en segmentos más o menos irregulares; cada uno de estos segmentos corresponde a determinada sección del cerebro físico, de manera que cada clase de pensamiento actúa a través de la debida porción.
En la persona ordinaria el Cuerpo Mental está desarrollado de una manera imperfecta; hasta el punto que, en muchas, no están todavía en actividad gran número de secciones especiales; de tal manera que los pensamientos pertenecientes a esas secciones todavía imperfectas, han de fluir por algún otro canal, (inadecuado), que esté abierto; en consecuencia, tales pensamientos se expresan torpemente y de manera incomprensible.
Los buenos pensamientos hacen vibrar la materia más fina del cuerpo, la cual, en virtud de su gravedad específica, tiende a flotar en la parte superior del ovoide; en cambio, los malos pensamientos, avaricia, egoísmo, son siempre oscilaciones de materia más grosera, la cual tiende a gravitar en la parte inferior del ovoide.
En consecuencia, la persona corriente, quien, con frecuencia, cede a este tipo de pensamientos, expande la parte inferior de su Cuerpo Mental y presenta la apariencia de un huevo con su porción más abultada abajo.
La mayoría de las personas son incapaces de separar al hombre de la mente; en consecuencia, para ellos, el Yo Superior que buscan es la mente.
El acto de tener un pensamiento concreto pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro, y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo físico.
Todos estos pasos son los que se realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el cerebro físico.
El cuerpo mental de la persona media está, en la actualidad, mucho menos desarrollado, relativamente, que los cuerpos astral y físico. Una persona normal, en el estado presente de la evolución, se identifica con la conciencia del cerebro. Se siente, como “yo”, sólo en el plano físico. Por lo tanto, el plano físico es el único mundo real para él; todos los fenómenos de conciencia pertenecientes a los planos astral y mental son los que llama “irreales” e “imaginarios”. Los considera creados por su propia imaginación y no como resultado del impacto de los mundos externos sobre sus cuerpos astral y mental. Es un bebe en cuanto a evolución.
Pero en los seres más altamente evolucionados, el centro de la conciencia está en el cuerpo mental, actuando desde ese mundo mental; de manera que son impulsados más por ideas que por sensaciones.
La vida física afecta al mundo mental. Los alimentos y bebidas más vastos tienden a producir un cuerpo mental tosco. La carne, el alcohol, el tabaco, y cualquier droga, son perjudiciales a los cuerpos físico, astral y mental.
Al cuerpo mental de la persona le afecta el ruido fuerte, agudo o repentino. El cuerpo mental de la persona es afectado por casi todo el ambiente que le rodea. Libros, porque son formas de pensamiento muy potentes, cuadros, cualquier cosa colgada de las paredes, los colores de los objetos que le rodean.
El pensamiento en nosotros, es el que actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no puede alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
El poder de concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo lo mejor que sabemos. ¡Ojo, ya estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia. Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Mañana hablaremos de cómo eliminar las preocupaciones, mientras tanto, enfoca tu atención en lo que realizas, es la mejor forma de dominar a la mente.
Basado en “el cuerpo mental” de Arthur Powell.