Los vicios, los miedos, las debilidades, son energía que nos envuelven como las capas de la cebolla, y se pueden ir eliminando poco a poco hasta que esas capas sean reemplazadas por pensamientos correctos, palabras correctas y acciones correctas.
La palabra vicio proviene del latín “vitium”, que significa «falla o defecto», aunque el significado social que se le ha dado a la palabra se ha ido ampliando para incluir muchas otras acepciones.
Un vicio es todo hábito o práctica que se considera inmoral, depravado o degradante en una sociedad. Con menos frecuencia, la palabra puede referirse también a una falta, a un defecto, a una enfermedad o tan sólo a un mal hábito. El vicio es el antónimo (el opuesto) de la virtud.
Vicios son aquellos actos por los que una persona se daña a sí misma o a su propiedad. Como más tarde tendrás que hacer un repaso de tus vicios, de tus faltas, de tus defectos o tus malos hábitos, te detallo algunos que se consideran como tal: Arrogancia, avaricia, cobardía, corrupción, crueldad, egocentrismo, egoísmo, gula, infidelidad, intolerancia, lujuria, misantropía, negligencia, orgullo, pereza, vanidad.
Los vicios son normalmente placenteros, al menos por un tiempo y a menudo no se descubren como vicios, por sus efectos, hasta después de que se han practicado durante años, quizás una vida entera, o varias. Muchos, quizá la mayoría, de los que los practican, no los descubren como vicios en toda su vida. Y las virtudes, sus opuestos, a menudo, parecen tan duras y severas, y generan tanto trabajo para conseguir unos resultados que, con frecuencia, los percibimos como distantes e incluso invisibles a la mente de muchos, que no son reconocidas como virtudes. En realidad, los estudios de profundos filósofos se han dedicado (si no totalmente en vano, sin duda con escasos resultados) a esforzarse en trazar los límites entre las virtudes y los vicios.
A los vicios se oponen las virtudes, al miedo se opone el amor, y a las debilidades, se opone la fortaleza.
La formación del carácter es sacar a la luz nuestras cualidades divinas, cualidades que se encuentran en estado latente, y aproximan nuestra imperfecta naturaleza a la perfección Divina.
Arrastran miedo “qué pensará la gente”, arrastran dudas “y si esto me sale mal”, arrastran orgullo “si doy esto a conocer podría perder este pedestal”, arrastran falta de amor hacia ellos mismos “es que yo no sé”, arrastran pereza “cuanto trabajo”, arrastran falta de fe “mejor no tocarlo podría salir mal”, arrastran falta de confianza “a mí no me pasa lo mismo, siempre me sale mal”, arrastran dolor “que vida tan dura”, arrastran apego “yo por los míos doy la vida” ………………………..
Cada persona ha de ser consciente del lugar en el que está y de cuál es su lastre, ya que si no, no se mueve, no deja ir ese peso. Por ejemplo, si una persona está en el camino del orgullo, no le puedes presentar el camino de la humildad porque no lo entiende, lo primero que tiene que tener claro es que su camino es curar su orgullo, tiene que reconocerlo, y eso es difícil. La dificultad para llegar a buen puerto no es que esa persona no trabaje, puede meditar cada día, el problema es que está trabajando en una dirección incorrecta, está trabajando en vacío.
Podríamos pensar que meditando sería suficiente para conseguir el crecimiento interior que se persigue, ya que al inundarnos en la meditación con otra energía de vibración más sutil, cercana a la energía divina, podría ir sanando todos los aspectos del cuerpo, tanto físico como energético. Es un error. La meditación es un abono, e incrementa todos los aspectos que existen en el ser, tanto buenos como malos. Podría ser contraproducente, podría incluso incrementarse su orgullo y pasar a tener orgullo espiritual, lo cual sería mucho peor.
Para saber realmente lo que hay que trabajar se ha de ser consciente de lo que realmente está impidiendo el desarrollo interior. Sólo conozco una manera, hay que pedir ayuda, ya lo hemos dicho un montón de veces, ya es hora de hacerlo: Pide a las personas cercanas a ti que te hagan una lista, con tus virtudes y tus defectos. Las guardas, les das las gracias, y después en la soledad de tu meditación ordenas tus defectos. Si eres de los que piensan que tú no necesitas hacer esto, que ya sabes de qué pie cojeas, este es tu primer defecto, cojeas de los dos pies.
Después solo tienes que elegir un defecto para empezar a trabajar. Acuérdate, has de aplicar la virtud contraria, al principio conscientemente, hasta que veas que realmente la visión de la vida empieza a cambiar. Sólo por el hecho de asumir que tienes ese defecto, has realizado casi el ochenta por ciento del trabajo. Pronto llegarás al siguiente camino. Y a partir de aquí la meditación será otra cosa.
Trabajo a realizar:
1.) Elabora, con ayuda de los que te conocen, dos listas: Una con tus defectos y otra con tus virtudes.
2.) Elige el defecto más importante para trabajar con él. Reconócelo, se consciente de cuando se hace más patente, y mantente alerta para observarte en todas las situaciones.
3.) Y sigue realizando diariamente la meditación que has comenzado a hacer desde la primera entrada.
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy el Alma, Yo Soy la Resurrección y la Vida”.
Recuerda que puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
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