Aunque es posible que una pregunta, así planteada, sobre el mundo, te parezca demasiado amplia. No lo creas, no lo es. Porque ¿Cuál es tu mundo? En principio puede ser todo el mundo, pero es muy posible, que alguien que vive en las antípodas, de entrada, no esté esperando en concreto nada de ti, pero si puede ser que esté esperando algo inconcreto.
Centremos, entonces, más la pregunta, ¿Sabes que espera TÚ mundo de ti? y ¿Qué esperas tú de TU mundo?
Tu mundo, ya es algo más concreto, es tu entorno, es tu familia, son tus amigos, tus compañeros de trabajo, tus vecinos; tu mundo es también donde te desenvuelves, es toda la gente que se mueve a tú alrededor, conocidos o desconocidos. Ese es tu mundo. ¿Cierto?
Contéstate ahora a la segunda pregunta: ¿Qué esperas tú de tu mundo? Se honesto/a, a fin de cuentas, sólo tú vas a saber la respuesta. Seguramente esperas lo contrario de eso que es motivo de tus quejas: que no te hacen, que no te dicen, que no cuentan contigo, que te engañan, que te dejan solo/a, que ganas poco, que no reconocen tus méritos, que no te aman lo suficiente, que no te respetan, etc., etc.
Si no son estas tus respuestas, es posible que sean muy parecidas. Pero sea lo que sea que tú esperes del mundo, es lo mismo que tu mundo también espera de ti. Y no solamente tu mundo, sino también el mundo entero espera eso de ti.
¿Ya sabes cómo funcionamos?, ¿Ya sabes cómo funciona la energía? Energías del mismo tipo se atraen, así que todo eso de lo que te estás lamentando, todo eso que consideras carencias en tu vida, solamente son el reflejo de lo que tú entregas al mundo. El Universo siempre te devuelve, lo que tú le estás enviando. ¿Quieres amor?, ama; ¿Quieres respeto?, respeta; ¿Quieres dinero?, se generoso/a; ¿Quieres no ser juzgado/a?, no juzgues.
Alguien tiene que empezar a invertir el giro de la rueda, desde el desamor al amor, desde la crítica al respeto, desde la guerra a la paz, desde la desigualdad a la tolerancia. ¿Por qué no empiezas tú? Empieza a amar, a respetar, a repartir tu diezmo, a no juzgar, empieza a comportarte con el mundo como quieres que el mundo se comporte contigo, y verás como tu vida cambia.
No te importen los comentarios y las críticas. ¡Las tendrás! Porque hay personas tan inmaduras, tan pequeñitas, con una energía tan putrefacta como sus pensamientos, que no van a alcanzar a ver, ni a sentir, la grandeza de tu cambio ni de tu crecimiento.
No des marcha atrás, sólo aléjate de esas personas, su energía contamina y no es bueno para ti. Recuerda que no estás aquí, en la Tierra, para satisfacer a nadie, ni a los que te alaban, ni a los que te critican, estás aquí, para realizar, precisamente, ese cambio, para tu madurez, para vivir desde el alma, para amar, para respetar, para ayudar. Estás aquí para satisfacer a Dios, porque eres un/a hijo/a de Dios, no un/a hijo/a de los hombres.
Y ten en cuenta, que Dios no tiene portavoces. Los únicos portavoces de Dios son tu corazón y tu alma. Los que se autoproclaman portavoces de Dios, dirigentes religiosos y políticos, que creen estar en posesión de la verdad absoluta, sólo pretenden manipular y programar tu mente, para que acates su verdad, que es la que tiene al mundo es este estado de guerras, de hambre, de miedo, de corrupción y de desigualdad.
Así que a partir de este momento, escucha a tu alma, escucha a tu corazón, y no pidas nunca nada, sólo da, y te será devuelto con generosidad.
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