Que al ser humano le
llegue el conocimiento de que es un alma es muy fácil, les llega, de una u otra
forma a todos los humanos, es como conseguir ver una estrella en el cielo de la
noche, solo hay que elevar la vista arriba para ver la estrella. Para recibir
el conocimiento de que se es un alma solo hay que escuchar. Seguro que alguien lo
dice delante de la persona en cualquier momento de su vida, porque de alguna
manera se tiene que activar la memoria.
Que ese mismo ser
humano se lo crea es como ver la misma estrella y sentirla como propia.
Que lo integre en su
interior y conseguir vivir como un alma, que es su máxima expresión, es como integrarse
en la totalidad del Universo.
Primero llega el
conocimiento, a través de lecturas, de talleres, de charlas, escuchando una
conversación mientras viajas en autobús, o de un sinfín de posibilidades
diferentes. Al ser humano le llega una información, que la primera vez que la
recibe la puede calificar, siendo benévolo, de extraña: La información de que
es un alma, una energía desgajada de la Totalidad, desgajada de la Energía
Divina, en suma, desgajada de Dios, y que por lo tanto es Dios.
Lo que haga el ser
con ese conocimiento puede acelerar su proceso de unión con Dios, o
sencillamente dejarlo todo como está. La persona puede hacer uso de esa
información o no. Si no hace uso, o si no se lo cree, sigue como está. No va a ocurrir
nada. Va a seguir con su vida tal como la llevaba, sin más. Seguirá acumulando
vidas. No era su momento de despertar, ya le llegará.
Si esa información se
integra en su interior y comienza a hacerse preguntas sobre el sentido de la
vida, con las respuestas a sus preguntas estará descubriendo la existencia de
un nuevo camino, nuevo para él, pero no para otros, ya que hay millones de
almas que lo están transitando y millones que lo han finalizado. Ese camino es
el camino de retorno al Padre.
Integrar las
respuestas y el conocimiento inherente en ellas, conlleva al ser a un cambio de
vida. La persona pasa de vivir desde la mente a vivir desde el corazón. Y vivir
desde el corazón supone ponerse a disposición del alma.
Cuando el ser humano
sabe que es un alma, que es un ser divino, que es una parte de Dios, es cuando comienza
a utilizar su corazón. Mientras eso no ocurre es porque sigue dormido soñando
la ilusión de ser un cuerpo, soñando que es un ser independiente de los otros
que conviven con él en su encarnación, soñando que vive separado de Dios. El
ser dormido necesita vivir los sueños y estos solo se los puede proporcionar la
mente, llenando al soñador de dolor, de preocupaciones, de sufrimientos.
Cuando el ser comienza
a despertar ya no necesita sueños, deja de ser dominado por la mente. Deja de
soñar, deja de pensar como un humano para pensar como Dios. Así habrá comenzado
a transitar el camino de retorno a Dios. Así estará comenzando a trabajar en el
primer aspecto de la Tríada.
Pero son tres los
aspectos de la Tríada. El segundo aspecto es aprender a Amar.
Este Amor no tiene
nada que ver con lo que normalmente entienden los seres humanos por amor. Creen
los seres humanos que el amor es un sentimiento, y lo buscan casi con desesperación
en cada esquina, esperando que aparezca su alma gemela, porque le han llenado
la cabeza de historias de que si consigue encontrar a su alma gemela será una
locura de amor. Pero la realidad es que no existen las almas gemelas, tal como
quiere hacer creer la sociedad, esa sociedad sin entrañas, que nos hace llevar
a pensar que el amor no se activa hasta que aparezca otra persona que haga
temblar los sentimientos.
El Amor es inherente
a la persona, es una energía que se encuentra en el cuerpo energético del ser
humano y no se puede dar si no se atesora con anterioridad. Es como el dinero,
si no se tiene nada no se puede comprar ni una barra de pan.
¿Cómo se aprende a
Amar? A Amar se aprende Amando, de la misma manera que a cocinar se aprende
cocinando.
Una buena escuela
para comenzar la práctica del Amor es la familia. Es cierto que no es la única
y que posiblemente las haya mejores, pero tiene algunos puntos a favor, aunque
también tiene otros en contra. A favor está que lo primero que conoce el bebé
cuando llega a la vida es el amor, ya que ese amor es el eslabón que une al
bebé recién nacido con su mamá, el primer eslabón que lo enlaza con la vida. La
mamá ama a su bebé porque si, lo ama por encima de todo, lo ama sin condiciones.
No espera de él nada a cambio, y ese amor es lo primero que todos los bebés se
encuentran en los primeros meses de vida. Bien es cierto, que según va
creciendo el bebé ese amor incondicional se va convirtiendo en amor humano,
pero en lo más íntimo de su ser el niño, que está creciendo, ya tiene algo
parecido al amor que alberga en su alma. Es un buen punto de partida.
Si el bebé
permaneciera aislado el resto de su vida, es muy posible que no le abandonara
ni la inocencia ni el amor que son las condiciones con las que nace. Pero con
el tiempo y con la educación de sus educandos el niño comienza a perder la inocencia
y a cambiar su amor incondicional por un amor interesado.
Jesús enseñaba que
había que volver a ser niños para la unión con Dios:
Mateo 18:3 En verdad
os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos.
Mateo 19:4 Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí,
porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.
Juan 3:3 En verdad,
en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
No es la vuelta a la
niñez física lo que predicaba Jesús, era la vuelta a los valores de la
infancia: la bondad, la inocencia, la compasión y el amor.
El Amor incondicional
ya existe dentro de nosotros, ya que todos tenemos la capacidad de sentir
compasión por otro ser humano, solo tenemos que abrir un poco más el abanico. Si
se siente con uno, se puede sentir por todos, solo hay que ver a los demás como
si fuera uno mismo.
Cuando el ser humano
Ame a todos, con el mismo Amor que la mamá siente hacia su bebé, estará
acercándose a la máxima expresión del Amor, segundo pilar de la Tríada.
Y por último Amar a
Dios, con tanta intensidad, que el objetivo del ser humano sea la unión con Él.
Juan 4:18.- En el
amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el
temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Juan 4:19.- Nosotros
amamos, porque El nos amó primero.
Juan 4:20.- Si alguno
dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no
ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.