La
vida de la que somos conscientes solamente es la última hoja de un guión que
consta de cientos o miles de hojas, y para entender la historia en su totalidad
sería imprescindible leer todas las hojas del guión siguiendo su orden numérico
antes de llegar a la última, que es precisamente de la que tenemos constancia y
un conocimiento solamente parcial.
Esto quiere decir que para entender el
porqué de muchas de las situaciones por las que atravesamos en nuestra aventura
de vivir, y que podrían parecer inexplicables, tenemos que aceptar, (ya que de
momento no tenemos conocimiento), que antes de nuestra vida actual han ocurrido
muchísimas cosas y hemos vivido muchísimas situaciones que nos han marcado con las cicatrices de tantas y tantas heridas
que hemos ido recibiendo en nuestro deambular por la materia, ya que la vida es
un continuo desde nuestra primera encarnación hasta la actual.
Es posible que hayamos escuchado en
muchas ocasiones hablar de la reencarnación, sin embargo, no pasa de ser una
teoría, que nos agrada, y que nos gusta creer, porque, de alguna manera, es una
confirmación de que continua la vida, en alguna forma, desconocida ahora para
nosotros, y de que esta no se termina con la muerte del cuerpo.
Pero la recibimos como una teoría, que
nos sirve para aparcar por un momento nuestra aversión a la muerte y aliviar
nuestro miedo a la desaparición. Sin embargo, no profundizamos en su
significado, ni nos preguntamos el por qué de la vida. Con saber que vamos a
seguir vivos aunque sea con otra forma, ya es suficiente para nosotros.
Es posible que no nos interese mucho,
ya que si nos detenemos por un instante en ese enunciado periférico de la
reencarnación, enseguida tratamos de ubicar donde quedarían nuestros seres
queridos, porque si también se reencarnan, que es lo que cabe suponer, ¿Serían
siempre nuestros padres y nuestros hijos?, o entramos en otras cuestiones,
siempre relacionadas con la materia, ¿Tendría siempre el mismo sexo?, ¿Nos
podemos reencarnar en algún animal? No llegamos más allá de la periferia, no
profundizamos.
Nos asusta, menos que morir, pero nos
asusta, porque nos genera confusión, porque nos descoloca lo desconocido,
porque es algo que no podemos controlar, y estamos acostumbrados a programarlo y
a controlarlo todo.
Sin embargo, las cuestiones del alma
son incontrolables, tal como los seres humanos entendemos el control. Y la
muerte y la reencarnación son cosas del alma.
Para empezar ni tan siquiera estamos
muy seguros de que es eso que denominamos alma. Los científicos que son nuestra
fuente de información fiable, por sus pruebas, por sus experimentos, por sus
conclusiones, han sido incapaces de localizar el alma en nuestro cuerpo. Por lo
tanto, ¿Cómo se puede decir que algo existe si no ha sido demostrado por ningún
experimento científico?
Pocos
han ido sido los que se han atrevido a ir un poco más allá y han afirmado que “no
somos un cuerpo que contiene un alma, sino que somos un alma que contiene un
cuerpo”. Aunque podemos ir un poco más lejos: No solo no somos un cuerpo que
contiene un alma, sino que somos un alma que ha elegido un cuerpo y se ha
disfrazado con él para representar un papel que nada tiene que ver con el “papelón”
que hacemos cada uno de nosotros en la materia.
Continuará…………….
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