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Hoy has conseguido que haya vuelto a
perder la paciencia.
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Cada día parece que encuentras una
nueva manera de sacarme de quicio, como si estuvieras buscando, activamente,
todas las formas posibles de irritarme.
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Te había dicho bien claro que teníamos
que salir a las 5, pero no, hasta las 5:20 no hemos salido por no sé muy bien
que razón, porque excusas nunca te faltan. Y ayer, también me sacaste de quicio
porque sabes, desde siempre, que no me gusta la comida muy caliente y me la pusiste
ardiendo. Y anteayer porque estaba leyendo y tuve que dejarlo para bajar a
recoger un paquete que tú habías pedido. Y así cada día.
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Mantener la calma contigo se ha vuelto
un desafío constante. Parece que tus acciones están diseñadas específicamente
para provocarme, y lo siento, pero así es como lo veo.
Pero…, ¿es, realmente,
así?
¿Qué
pasaría si en lugar de imponer un horario para salir, preguntaras si la hora es
conveniente para la otra persona, sobre todo considerando que la salida era
para dar un paseo?
¿Qué
pasaría si ante el plato de comida caliente, esperaras a que se enfriara o
soplaras un poquito?
Es
más fácil culpar a otros por nuestras frustraciones y decepciones que asumir la
responsabilidad de nuestras propias decisiones y reacciones.
Las miserias con las
que convivimos hacen que están salgan a la luz ante todo aquello que en nuestro
interior parece contrario a nuestros más íntimos deseos.
Y lo más triste es que
no somos conscientes de donde nace la frustración, la decepción, el desencanto,
que hace que lleguemos a explotar, sacando sapos de nuestra boca como sale la
lava por el cráter en un volcán en erupción.
Todo eso es señal
inequívoca de un carácter débil, de vivir la vida desde la dualidad, de tener
un escaso conocimiento de uno mismo, de temer salir de la zona de confort o
carecer de autocontrol, entre otras muchas sombras con las que podemos llegar a
convivir.
La primera pregunta
que habría que hacerse es: ¿Por qué reacciono siempre como un energúmeno ante
ciertas situaciones? Y, la segunda: ¿Cómo podría mejorar mi respuesta la
próxima vez que se presente un conflicto?
Fortalecer el carácter
es un proceso continuo que requiere práctica y dedicación. Sin embargo, el
primer paso para que eso ocurra es tener claro que se necesita un cambio para dejar
de ser un troglodita y, a partir de ahí, buscar información. Seguro que
encuentras miles de páginas que te van a dar consejos sobre cómo conseguirlo.
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