El
origen del alma
El
ser humano se nombra como “ser” y como “humano”, y no por casualidad. El ser
humano es un compendio de una parte espiritual, el “alma”, y una parte
material, el “cuerpo”.
Los
seres humanos están convencidos desde bien pequeños, casi desde que tienen uso
de razón de que son un cuerpo y un alma, pero como al alma no tienen acceso y
solamente tienen un conocimiento teórico, se centran en lo que es visible, el
cuerpo. Por lo que no se identifican con su alma, solo con el cuerpo. Para los
seres humanos son “fulanito”, de nacionalidad “x”, de “tantos” años de edad,
hijo de…, de “x” centímetros de altura, ojos color “x”, y con el pelo color
“x”.
Y
al identificarse con el cuerpo, tienen claro que se morirán algún día, aunque
se comportan como si fueran a vivir eternamente y la muerte solo visitara al
vecino. Sin embargo, cuando piensa en ella se aterroriza, hasta el punto, que
en la sociedad en la que vive, la muerte es un tema tabú.
Todos los hombres creen que son
un cuerpo, en el que en algún lugar se encuentra un alma, aunque no pueden
decir en qué lugar exactamente, porque nadie la ha visto, los científicos
tampoco pueden dar razón, y los responsables religiosos tampoco saben mucho
sobre el tema, por eso, el alma no pasa de ser un mero conocimiento
intelectual, pero sin que crean que pueda tener alguna incidencia sobre la
vida.
Y, sin embargo, el ser
humano es un alma recubierta de materia, el cuerpo.
El alma es una chispa de la
Energía Divina. El alma es una parte de Dios.
El
cuento de Edgar Allan García, escritor ecuatoriano que tiene publicados, casi
un centenar de libros de cuentos, poesía, novela, ensayo y literatura infantil
y juvenil, es un símil casi perfecto de lo que es el alma.
El cuento tiene por título “Gota a gota” y fue el ganador en el concurso
Internacional de “Cuento Mantra”, en Argentina, en 1999.
La ola realizó un extraño balanceo interior, se irguió cuajada de espuma
sobre la superficie y con la oportuna ayuda del viento, un puñado de gotas se
escapó de su cresta y empezaron a volar sobre la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas gotas giraban, flotaban, danzaban en el
espacio antes de caer nuevamente sobre el mar.
Una de ellas miró a su alrededor y pensó: Esa gota de allá es bastante
flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante
pero pequeña, insignificante, esa otra en cambio es un tanto opaca, como si
estuviera sucia… y así siguió y siguió describiendo todo que alcanzaba a ver
durante ese breve segundo al que ella ahora llamaba "toda una vida".
Más tarde se disgustó con una gota que, según ella, le hacía sombra, y se
hizo amiga de otra, que a su parecer era como ella. Con el "tiempo"
empezó a detestar a unas y a querer a otras, y en igual medida a temer,
admirar, despreciar, seducir, compadecer o apartarse de otras que eran odiosas,
amables, inteligentes, feas, agresivas, hermosas, hipócritas, geniales,
oscuras, triunfadoras, vacías, positivas, traicioneras, generosas, santas o
destructivas, según su particular forma de verlas.
En una ocasión chocó suavemente con una de ellas y en ese choque algo
cambió. Se miró en la otra gota y se reconoció a sí misma: Eres mi gota gemela,
exclamó emocionada, y sucedió que de ese choque brotaron gotas más pequeñas a
las que llamó gotas hijas. En verdad, pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde,
trazó un círculo y dijo: Todas las gotas que están dentro del círculo son mi
familia y mis amigas, las que están fuera son mis enemigas o gotas poco
confiables. A las primeras las amó y las respetó, a las segundas, las detestó y
les temió. Con la seguridad de tener bien delimitado su mundo, sonrió
satisfecha al tiempo que seguía su caída inevitable.
En los últimos instantes, en una millonésima de segundo antes de tocar la
superficie del océano, la gota se dio cuenta de algo, pero no supo expresar lo
que sentía. Era un sentimiento inmenso, poderoso; algo que la llenaba por
completo, pero que al mismo tiempo la dejaba vacía, una especie de destello que
borraba todo lo demás, parecido a lo que por unos instantes había sentido con
esa gota con la que alguna vez había chocado suavemente y en la que se había
reconocido, pero ya era demasiado tarde, la gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto tocó el agua, se dio cuenta de algo maravilloso: En realidad
ella no era una gota, no, su nombre era… su nombre era "Océano". Más
aún, sus límites no eran diminutos, como había creído, sino gigantescos. Una
parte de ella eran olas pequeñas en las que se bañaban los niños de una playa
de África, otra parte llevaba, como si fuera una caja de fósforos, a un barco
carguero, otra parte de ella misma se erguía poderosa mientras cabalgaba y era
cabalgada por un huracán en el Caribe, otra tocaba las gélidas costas de la
Antártida, otra las costas de Oceanía, otra se agitaba inquieta en el estrecho
de Bering… de pronto se dio cuenta de su enormidad y de su poder sin límites.
Mi nombre es Océano, se dijo emocionada, ¡Océano!
No duró mucho su emoción, pues una ola la levantó sobre la superficie del
agua y con el soplo de la brisa marina se convirtió otra vez en una gota que
giraba y flotaba sobre la superficie.
Olvidando todo lo anterior, se volteó y dijo: El mundo está lleno de gotas,
hay gotas flacas como la de allá, gordas como la de acá, brillantes como esa,
opacas como aquella que… en esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en
apariencia era como todas las demás, pero había un algo que le atraía de forma
inevitable.
Su mirada era diferente, su forma de estar y de girar y de ondular al
compás de la brisa era extraña, única. No podía dejar de mirarla, era como si
danzara al mismo tiempo que estaba quieta, era como si hablara a la vez que
permanecía en silencio, y cuando giraba una luz dorada la iluminaba y ella, no
sabía cómo, empezaba a parpadear de manera hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de temor y reverencia por aquella gota
extraña, le dijo: ¿Quién eres? La gota la miró con dulzura y le contestó: Soy
tú. Se sorprendió de semejante respuesta. ¿Cómo era posible eso?, ¿se trataba
de una adivinanza tal vez?, ¿era acaso un misterio insondable?, ¿una broma
quizá? Se quedó viéndola sin atreverse a decir nada.
Mírate, le dijo entonces la gota. Mírate hacia dentro y verás que tengo
razón. La gota siguió sin entender. Cierra los ojos, insistió, escucha tu
silencio interior, déjate ir.
No puedo, se rebeló la gota ¿Cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto
para ver?, ¿cómo puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto para oír?
Tus ojos te engañan, tus oídos también, dijo entonces la gota brillante.
No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé,
especial, pero ahora veo que estás loca.
Claro que sí, dijo la gota brillante, loca para tu exterior, pero cuerda
para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo niega.
La gota dio un salto hacia atrás aprovechando una leve ondulación de la
brisa marina. Aléjate, gritó, aléjate o te denunciaré con las otras, les diré
que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti.
Puedes hacerlo si quieres, contestó con tranquilidad la gota brillante,
pero por más de que me alejes siempre estaré contigo, porque soy tú, porque soy
todas las gotas y mucho más de lo que imaginas. Algún día comprenderás lo que
he querido decir, agregó. Algún día, cuando otra ola te levante sobre el océano
y saltes a esto a lo que llamas "vida", una memoria escondida te
asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y recordarás, aunque
sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres.
Entonces, dando un giro increíble, se alejó. El destello de esa gota la
dejó afectada durante un "largo" tiempo. Con frecuencia pensaba en
ella o soñaba con ella, y hubo un tiempo en que ya no sabía qué sentir, si
temor o amor, y sucedió que una fracción de segundo antes de caer otra vez en
el océano, se dio cuenta, sí, se dio cuenta con claridad de lo que había
querido decirle aquella gota extraña, pero ya era tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua del mar, se estiró todo lo que pudo, sintió
todas sus olas en todas las costas del mundo y volvió a sentirse océano enorme
y poderoso. Entonces rogó para que en la próxima ocasión en que una ola la
levantara sobre la superficie del agua y la lanzara al aire nuevamente, no
olvidara lo que en verdad era.
Y así fue. Dos o tres olas más tarde, pudo verse a sí misma como una
gota-océano, flotando, girando, danzando entre millones de gotas aparentemente
distintas. Sintió una felicidad enorme, pues al fin se acordaba y se daba
cuenta de que había dejado de estar dividida entre la ignorancia y la
sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la apariencia y la esencia.
Una gota que la vio brillando con una luz especial, le preguntó intrigada,
quién eres, y ella contestó con tranquilidad: Yo soy tú, yo soy océano, yo soy
infinito.
La gota que la escuchaba, frunció el ceño.
De la misma manera que de la cresta de una ola se desprenden cientos de
gotas por efecto del viento. Gotas que tienen la misma composición química que
el agua del océano, y que en un corto espacio de tiempo volverán a caer al
origen. Así, por voluntad de Dios, se han desprendido miles de millones de
chispas de Su Energía, y volverán al Origen como vuelven las gotas al mar.
Eso es lo que somos los
seres humanos, un alma recubierta de un cuerpo que viene a la materia con un
objetivo definido, preparar el camino para volver a su origen, a su Océano de
Energía que no es otro que Dios.
La primera forma de
existencia es ser Dios. Somos una parte de Dios y, por un acto de Amor, un día,
permitió que miles, que millones, que miles de millones, de puntos de Luz, de
Su propia Energía, comenzaran a tener vida propia, con un único objetivo,
experimentar el amor en todas las formas posibles, y aprender a amar como Él
nos ama. Así comenzó la Creación de las almas, un proceso que todavía continúa.
Mientras la vida de una gota independiente no es mayor de uno o dos
segundos, antes de volver a caer al océano, nosotros, las almas desgajadas de
la Energía Divina, tenemos un largo recorrido de millones de años.
Por lo tanto, nuestra siguiente forma, es la vida de esa alma desgajada de
la Totalidad como alma independiente, que en ciertos periodos se reviste de
materia, para venir a la vida física a experimentar ese amor, que es el único
objetivo de la vida y de las almas, como gotas de energía independientes.
Ese es nuestro aprendizaje, para el cual, una y otra vez, venimos a la vida
física y volvemos a nuestra forma original, y lo hacemos todas las veces que
haga falta, hasta concluir el aprendizaje, que una vez finalizado nos
posibilita el volver a la Fuente, para volver a formar parte de la Energía
Divina. Dios no tiene prisa y nos permite dilatar nuestra vuelta todo lo que
consideremos conveniente. Tenemos total y absoluta libertad de acción.
Mónada, Alma Superior y alma encarnada
Existen siete planos de conciencia:
1) Adi.
2) Anupadakah.
3) Atmico.
4) Búdico.
5) Mental.
6) Astral.
7) Físico.
Plano primero, primordial o
supremo.
La base, fundamento o sostén del universo, fuente de
la cual éste recibe la vida.
Es el plano de la deidad desconocida, plano superior a la comprensión
humana.
Plano ANUPADAKAH
Plano que en orden descendente viene después del plano Adi. Lo mismo que
este último, es el campo de manifestación exclusiva del Logos, y como indica su
nombre ("sin receptor", "que existe por sí mismo"), es
aquel en que "no se ha formado todavía ningún vehículo".
El ser humano es en esencia una Monada, un fragmento de la Divinidad, un
destello de Dios, una Chispa del Fuego Divino que reside perennemente en el
plano Anupadaka.
Plano Átmico, llamado también nirvánico. Es el más
elevado aspecto humano del Dios que
está en nuestro interior; el plano de existencia pura, de poderes divinos en su
más plena manifestación en su quíntuple universo.
La conciencia átmica o nirvánica, la correspondiente a la vida en este
plano, es la conciencia alcanzada por numerosos Seres encumbrados, entre los
cuales figuran aquellos primeros frutos de la humanidad que han completado ya
el ciclo de la evolución humana y a quienes se da el nombre de Maestros
Ascendidos, cuyo propósito es ayudar al progreso de la humanidad.
Estos elevados Seres viven como Inteligencias inmortales, perfectas en
sabiduría, en poderes y en bienaventuranza.
Plano BÚDICO
Este Plano, al ser el primero verdaderamente Superior no
se puede hacer contacto con él, sino es a través de un riguroso trabajo de
aceleración evolutiva,
Esta es una de las razones por las cuales poco o nada se
puede decir sobre él, salvo que su estructura es completamente diferente y
mucho más sutil de lo que nos podamos imaginar.
El Plano Búdico también es conocido como el plano
intuicional, pues en él, se captan las realidades de una forma natural,
instantánea, intuitivamente, sin necesidad de utilizar el mecanismo mental para
entenderlas o comprenderlas.
Por esa razón la intuición es un mecanismo muy espiritual
y a la vez muy natural que utiliza el Iniciado avanzado para discernir
inequívocamente sobre cualquier asunto. Esta intuición, a la que hacemos
referencia, no es la misma que las corazonadas o las adivinaciones instintivas.
La Intuición es el instrumento del Alma, por el cual se puede reconocer “la
verdad más elevada”, directamente, desnuda, sin capas o velos.
Las Fuerzas y energías de dicho Plano son con las que trabajan
los Maestros de Sabiduría.
Es el Plano del “amor puro”.
El ser humano debe ser un buen canal de manifestación de
dichas energías, cuando esto ocurra de una forma masiva, tendremos la
demostración más solemne de la expresión “fraternidad” en el plano físico.
Plano CAUSAL
Es el plano donde mora el alma.
En este plano se encuentra nuestro verdadero hogar,
es el auténtico mundo espiritual del que partimos en su día prometiéndonos
encarecidamente no olvidar jamás quiénes somos realmente, aunque se nos olvida
en cuanto nos envolvemos con la materia astral y física.
Sin embargo, una vez cruzamos el umbral de la
esfera Causal de regreso a Casa todo sale nuevamente a relucir de manera
esplendorosa. Es algo así como cuando al despertarnos de un profundo sueño y
nos percatamos entre el sonrojo y la perplejidad de que todo lo soñado fue
vivido, gozado o padecido como real. Esto significa que acceder conscientemente
al plano Causal supone despertar a un nuevo estado de conciencia en el que al
fin nos reconocemos como auténticos seres divinales, eternos e inmortales.
Para entenderlo un poco, podemos imaginar a nuestra
totalidad como un gigantesco iceberg del que solamente una pequeña parte asoma
en la superficie. Esa parte es nuestra personalidad actual. Esto significa que
existe, más o menos un 90% que estaría sumergido bajo lo que siguiendo con este
símil podríamos denominar las aguas de nuestro inconsciente, es decir,
inaccesible a nuestra mente.
Sin embargo, quien tenga el suficiente interés y
determinación para lanzarse a bucear en esas aguas, podrá ir profundizando en
la magnificencia de su naturaleza primordial e ir descubriendo progresivamente
partes de sí mismo que permanecían ocultas en su interior.
Plano ASTRAL
El plano astral es el inmediato superior al físico;
siendo muy parecidos entre sí pero cada uno con sus leyes únicas.
A primera vista puede parecer una réplica exacta
del mundo físico. Una de las ventajas sobre el plano físico o de la tercera
dimensión, que es en la que nos movemos regularmente, es que la medida del
tiempo no existe, por lo cual se pueden hacer cosas como ir al pasado o al
futuro.
Otra diferencia es que en él no se necesita caminar
para ir de un lugar o época a otra, basta con pensarlo para estar en ese lugar.
Los sólidos, como paredes, no son densos, se pueden
pasar a través de ellos. El tiempo y el espacio simplemente no existen.
El plano astral es un universo paralelo, un plano
de manifestación en el que penetramos todas las noches al conciliar el sueño.
Durante esas horas, el cuerpo físico queda en un estado latente, recomponiéndose
fisiológicamente, mientras la conciencia se desdobla ingresando en este
universo, desconocido para muchos seres humanos.
El cuerpo Astral es el vehículo por medio del cual
el Ser humano expresa sus sentimientos, deseos y emociones, es puente y medio
de transmisión entre el cerebro físico y la mente que actúa en el cuerpo
mental.
El cuerpo astral posee vida propia, cuando dormimos
este es el responsable de traer a la memoria del cerebro físico recuerdos de lo
soñado mientras dormíamos, pues puede trasladarse a otras dimensiones y a gran
distancia de donde nos situamos físicamente.
El Cuerpo Astral es un puente ente la mente y el
cuerpo físico.
El proceso se lo puede sintetizar de la siguiente
forma:
1.- Impacto es recibido por los sentidos físicos.
2.-El Prana lo recibe y lo transmite al interior.
3.- Se convierte en sensación, por los centros
sensorios, situados en este plano.
4.- Lo percibe la Mente o Manas.
La mente se pone en movimiento al pensar, las
vibraciones son captadas por el Cuerpo Astral, este afecta a la materia etérica
y esta actúa sobre el cuerpo físico, la materia gris de cerebro.
Durante el sueño, el cuerpo astral puede separarse
del cuerpo físico, y actuar libremente, en su propio plano. También el ser
humano puede en forma consciente abandonar el cuerpo físico y pasar en
continuidad de conciencia astral.
Finalmente, después de la muerte física, la
conciencia se recoge en el cuerpo astral, de forma que la vida puede continuar
en ese plano, variando su intensidad y duración según variados factores, entre
ellos la evolución espiritual.
Para los propósitos de la
evolución humana, el verdadero Ser, la Monada, se manifiesta a sí misma en los
mundos inferiores, se envuelve a sí misma en una y otra vestidura cada cual
hecha de una materia perteneciente a una definida región de Universo, y así se
capacita el Ser para ponerse en contacto con cada región y adquirir, por
consiguiente, el conocimiento de ella.
En la actual etapa del humano
desarrollo, la evolución humana tiene lugar tan solo en cinco de los siete
Planos.
El alma toma sobre sí un
vehículo llamado el cuerpo Causal, constituido de materia del Plano Mental
Superior, y así el hombre tal como lo conocemos, aunque sea en realidad una
Monada residiendo en el plano Anupadaka, se muestra como un alma en el mundo
Mental Superior mediante un vehículo llamado cuerpo Causal.
Ahora bien, el alma, antes de
descender al mundo físico debe pasar a través de los mundos mental inferior y
astral, y al hacerlo así, incluye alrededor de sí misma velos de la materia de
estos planos que más tarde transforma en sus cuerpos mental y astral. Solamente
después de haber asumido estos vehículos intermediarios puede tener contacto
con el feto y nacer en el mundo físico para vivir una vida física, y trabajar
allí por obtener el conocimiento de ella.
Al final de su vida, cuando
el cuerpo físico está ya gastado, el alma invierte el proceso de
descendimiento, deshecha primeramente su cuerpo físico y centraliza su
vida en el cuerpo astral, en el mundo astral; después deshecha
aquel vehículo y permanece en el cuerpo mental, dentro del mundo mental
por largo tiempo, y cuando éste es abandonando, a su turno, el alma se
encuentra de nuevo en su propio mundo.
Trascurrido cierto tiempo
repite de nuevo el proceso de descenso hacia la materia densa, tomando una vez
más nuevos cuerpos, mental, astral y físico
El alma crece hasta que
alcanza su meta: el sumergirse en la Divinidad. No le afectan nacimientos ni
muertes, como reside en un cuerpo Causal permanente de una a otra vida, retiene
la memoria de las experiencias de todas sus personalidades. Lo que comúnmente
llamamos vida, es apenas un día de su vida real, y el cuerpo físico que nace y
muere, es apenas una vestidura que accidentalmente usa para impulsar su
evolución.
Esta pues es la constitución
real del hombre, es él una Monada, un destello de lo Divino, y el alma es una
expresión parcial de aquella Monada, alojado en el cuerpo
Causal que le sirve para poder entrar en la evolución y regresar a la
Monada con cualidades desarrolladas y conocimiento adquirido mediante
experiencias.
Cuando torna de nuevo,
proyecta hacia la tierra una parte de sí mismo llamada una personalidad, que
nuevamente usa tres cuerpos, el mental, el astral y el físico.
Por consiguiente: cuando
pensamos y decimos que conocemos a un hombre aquí, en el plano físico, sería un
poco más de acuerdo con la verdad decir que conocemos la milésima parte de él.
El alma es una parte de la Monada, algo así como la proporción que existe entre
una oreja y todo el cuerpo, y siendo la personalidad a su vez una parte del alma,
lo que normalmente creemos que es el hombre, apenas es un fragmento de un
fragmento del hombre real.