¿Por
qué sufres? -preguntó el Maestro.
Por la muerte de mi esposa -le respondió
el discípulo.
Y ¿crees que tu dolor es una buena
herramienta para devolverle la vida? -siguió el Maestro.
Ya
sé que nada va a devolverle la vida -replicó el discípulo, un poco molesto.
Entonces, ¿por qué sufres? -insistió
el Maestro.
Extraño su presencia, y no quiero
olvidarme de ella -respondió el discípulo.
Te propongo un plan: En lugar de
pensar en su muerte y en que ya no está a tu lado, piensa en los infinitos momentos
de felicidad que pasasteis juntos. Así no la olvidarás, la recordarás con alegría, incrementarás tu amor
por ella y disminuirá tu apego, con lo que dejarás de extrañarla. Y por si eso
fuera poco, piensa que donde está ahora es mucho mejor todavía que eso que los
hombres definís como “Estar en la Gloria” -sentenció el Maestro.
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