Acuérdate de esto,
-dijo el Maestro- Todo tiene su momento,
todo ocurre cuando tiene que ocurrir, todo está bien. El ser humano, lo que
tiene que hacer es aceptar la vida, es aceptar su vida.
El
discípulo no entendía muy bien y preguntó: Entonces,
¿eso quiere decir que hemos de permanecer sentados esperando que vaya pasando
la vida?
No hijo mío,
-contestó el Maestro- eso no quiere decir
que te quedes sentado de brazos cruzados sin hacer nada esperando que la vida
siga, no. Eso quiere decir que se han de tomar decisiones, y aceptar las
consecuencias, y si no te gustan, pues cambia a otras decisiones, pero sin
lamentarte de las anteriores, ni permaneciendo ansioso para ver los resultados
de las nuevas.
Y
continuó el Maestro: La vida es, las
cosas son, las personas, también, son como son. Hay que aceptarlo todo, porque
todo está bien.
Y ¿lo que no está
bien?, -quiso saber el discípulo. por qué no todo está bien. No está bien por ejemplo que un loco te
apunte con un arma y te robe todo lo que llevas encima.
Lo que no está bien,
también está bien -concluyó el Maestro. Nadie gana nada por mantener en su mente, la
rabia, el rencor, la ira, el odio, porque nada cambia, todo sigue igual, y esas
emociones afectan negativamente a la persona que las siente. Mientras que aquel
que ha hecho el mal sigue tan feliz. Tú perdona al ladrón y luego pon el hecho en
conocimiento de la ley que os habéis dado los hombres, pero sin esperar el
veredicto de la justicia.
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