El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Silencio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Silencio. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de septiembre de 2013

Iluminación. ¿Qué es?, ¿Cómo conseguirla?


            Es seguro que todos los que estáis leyendo esto habéis hablado en más de una ocasión de la iluminación, de que es, de cómo conseguirla, del punto del camino hacia ella en que nos encontramos. Y para resolver todas esas incógnitas, unos leen, otros preguntan, otros experimentan, depende de la cualidad de cada persona, porque hay tantas maneras como personas, para llegar a la iluminación.
            Es posible que alguien crea que la iluminación es algo sobrenatural, que sólo pueden conseguir seres excepcionales. No es cierto. Somos los humanos los únicos que podemos alcanzarla, precisamente porque no la tenemos, y todos podemos llegar a ella, no es necesario ser un superhumano, porque la iluminación es un estado interior, es conectar con la esencia divina, es un estado de paz, armonía, felicidad, amor; y todo esto lo puede conseguir cualquiera. Sólo hay que desearlo realmente, y partiendo de ese deseo trabajar para conseguirlo. Buda dice que la iluminación es el fin del sufrimiento, porque eso es lo que se consigue cuando se conecta con la propia esencia, cuando se vive la vida desde la propia divinidad.
            Lo que sí es claro es que no va a llegar de manera espontanea, hay que trabajar para conseguirla, no queda más remedio.
            Todos vamos a llegar a ella, unos antes y otros después. Ese es el trabajo que nos ata a la rueda de reencarnaciones. Unos necesitarán más reencarnaciones que otros, pero al final del camino en la materia está la tan comentada y deseada iluminación. Aunque ese deseo, para muchos, es mera palabrería, ya que quien realmente desea alcanzarla, lo puede hacer en poco tiempo:
- Sólo tiene que vivir el Amor en todo momento.
- Vivir para los demás, porque es dando que recibimos.
- Vivir el presente, recordando que todo está bien.
- Vivir en un estado de silencio interior, aunque en el exterior solo haya algarabía.
- No juzgar ni criticar a los demás, ni de pensamiento ni de palabra.
            La iluminación es como el cuento del tesoro que narra Echart Tolle: Un mendigo había estado sentado a la orilla de un camino durante más de 30 años. Un día pasó por allí un extraño. “¿Tienes algunas monedas?”, murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su vieja gorra. “No tengo nada que darte”, respondió el extraño. Y luego preguntó, “¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?”. “Nada”, replicó el mendigo, “sólo una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que tengo memoria”. “¿Alguna vez has mirado en su interior?”, preguntó el extraño. “No”, respondió el mendigo, “¿Para qué? No hay nada adentro”. “Echa una ojeada”, insistió el extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro, incredulidad y euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.
 

domingo, 14 de julio de 2013

Ser espiritual


            Escuchaba días pasados en la combi, (transporte urbano en el Cusco), una conversación entre dos mujeres. No es que entrara en sus vidas, es que hablaban lo suficientemente alto, como para que todos los pasajeros escucháramos su conversación. Habría que ser muy sordo para no escucharla. Era una conversación intrascendente, como tantas en los medios de transporte, hasta que un comentario llamó mi atención. Decía una de las mujeres a su amiga: “Pues mi esposo dice que es más espiritual que yo, porque lee muchos libros de autoayuda”.
            Pensé que eso era parecido a decir: “Yo me considero ingeniero porque cada día paso por un puente colgante”, o “Entiendo mucho de arquitectura porque veo libros con imágenes de grandes edificios”.
            Leer libros de autoayuda, lo único que puede dar al lector es más conocimiento sobre la autoayuda, pero nada más. Existiría alguna diferencia si el lector además de leer, pusiera en práctica alguna de las técnicas que esos libros explican.
            Pero esa práctica, no significaría, en absoluto, ser “más espiritual”.
            Todos somos seres espirituales, todos somos hijos de Dios, todos somos una Chispa Divina, todos somos un alma; y no existe una vara de medir, para ver quién es más o menos alma, más o menos hijo de Dios, más o menos Chispa Divina, más o menos espiritual.
            Tan “ser espiritual” es una persona santa, como un asesino. La diferencia estriba en que la persona santa vive desde el alma, a eso se denomina vivir la espiritualidad, y el asesino, y muchísimos más, viven desde la materia, desconectados totalmente del alma.
            Vivir desde el alma, vivir la espiritualidad, es acercarse a las cualidades del alma: Libertad, generosidad, servicio, felicidad, esperanza, amor, humildad, introversión, aceptación, compasión, soledad.
            Cuando nuestra vida es un calco de esas cualidades, podemos decir que vivimos la espiritualidad. Mientras tanto parece más correcto decir que la persona está creciendo, está evolucionando, está expandiendo su conciencia o madurando su carácter.  

domingo, 9 de septiembre de 2012

Rediseñar la vida

            ¿Alguna vez te has sentado a la orilla de un río para contemplar como corre el agua por su cauce? El agua que iba pasando, lenta o rápida, por delante de ti, nunca era la misma, siempre era distinta. Lo podrías comprobar si algo flotara en el agua, pasaría por tu espacio visual, sin detenerse ni un instante. Así es la vida, siempre continua, sin detenerse, como el fluir del agua por el cauce del río.
            Y si la vida no se detiene, ¿Por qué intentamos detenerla nosotros, quedándonos anclados en sucesos del pasado, en palabras que alguien nos ha dirigido, o sencillamente en nuestros propios pensamientos?, ¿Qué pasaría si construyéramos en el río una especie de brazo, por el que el agua fluyera para ir a dar a algún lugar donde quedara estancada?, pues que al cabo del tiempo, el agua estancada comenzaría a descomponerse. Se volvería putrefacta y maloliente.
            Ocurre exactamente lo mismo cuando detenemos, en nosotros, el libre fluir de la vida.  Por un lado, nos perdemos vivir la vida, no estamos en su cauce, y la vivimos de manera tangencial, viéndola pasar desde el punto en que nos encontramos detenidos, no la vivimos plenamente. Y por otro lado, en ese permanecer estancados, estamos alimentando nuestro cuerpo físico con la energía estancada, que como el agua, también se pudre. Ahí surge la enfermedad, ya sea física, mental o emocional.
            Nuestra percepción de la vida, no es entonces clara. La vemos y la vivimos a través de nuestra aura, que es tan putrefacta y maloliente como el agua estancada; la observamos a través de nuestros pensamientos, que también permanecen detenidos en algún punto del pasado, y entonces, podemos calificar a la vida, posiblemente, como mala, triste, dura, etc., según sean los propios pensamientos; la sentimos a través de nuestras emociones, que atados a nuestros pensamientos, son incapaces de vivir una vida plena.
            Ante eso, sólo nos queda, para vivir la realidad de la vida, salir del punto donde nos quedamos estancados, y volver al cauce de la vida para seguir su fluir, como un corcho que flotara en la corriente del río.
            Es bueno para no quedarnos anclados en algún punto del pasado, rediseñar la propia vida. Siéntate en soledad y en silencio, con un papel y un lápiz, y honestamente, comienza a rediseñar tu vida, comienza a escribir como es la vida que te gustaría vivir: Lugar de residencia, tipo de vivienda, trabajo, relaciones, etc., etc., etc.
Una vez hecho, compáralo con la vida que vives. Es posible que llegues a la conclusión de que tu vida actual, de seguir en las mismas condiciones, no tiene ningún aliciente. Cuando la realidad, es que cada instante de vida siempre es nuevo, siempre es pleno, siempre está lleno de alicientes, de sincronicidades, de alegrías. Cada instante de vida, vivido plenamente, es un instante menos que nos queda para llegar a gozar de nuestra plena divinidad, sin estar atados al cuerpo, sin estar atados a la materia, que tan difícil hace nuestro recorrido.
            A partir de ahí, está en tus manos hacer realidad la vida escrita en el papel. Recuerda que, en la actualidad, estás viviendo la vida que en algún momento decidiste vivir. Cada acción genera una reacción. Tu vida de hoy, es fruto de tus acciones del pasado. Si tu vida actual no coincide con el nuevo diseño, comienza a trabajar, “con valentía”, para conseguir esa nueva vida. Olvídate de lo que digan o piensen los demás. Tu felicidad sólo depende de ti, no de lo que otros digan o piensen.

viernes, 22 de junio de 2012

Las razones de la mente

            A veces parece que la mente fuera un contrincante de Dios, un contrincante del Amor, un contrincante de la propia paz y felicidad del ser humano, ya que todo, o casi todo lo que sale de ella es para separar, en lugar de unir; para separarnos de Dios, del Amor, de la serenidad y la dicha. Es decir, nos separa de su esencia y nos une al dolor y al sufrimiento, posiblemente por ser sus propias creaciones.

            Y, sin embargo, la mente también ha sido creada por Dios, como todo lo que existe. ¡Cuánta soberbia!, no sólo no reconocer su linaje, sino enfrentarse a su propio Creador. Su soberbia está siempre al acecho para salir a la luz a la mínima oportunidad, al menor resquicio que dejamos en su puerta.
            Después de años de meditación diaria e intenso trabajo para limpiar las “malas hierbas” de mi cuerpo, para eliminar o sustituir los malos hábitos, para fortalecer el carácter en contraposición con la mente y taponar así los resquicios por donde esta pudiera asomar su soberbia, y para desterrar, también, todo tipo de creencias y verdades, aun aparecen, en algunas ocasiones, dudas, miedos e intolerancias.
            Es cierto que cada vez son menos en cantidad, más espaciadas en el tiempo y de menor duración, pero están ahí, como escondidas, aparecen y se pasean por mi mente cuando menos lo espero.
            En el momento que toman posesión de mí, soy consciente, en todos los casos, de las razones que expone mi mente para su justificación: “Es la constatación de un hecho”, “Es alguien que está mintiendo a sabiendas”, “Es una injusticia”, “Es un ladrón”, bla, bla, bla. La mente, tan poderosa ella, trata de enredarme con argumentos que sabe que son mi debilidad. ¡Cómo no va a saberlo!, si entre todos los pensamientos que se pasean por mi cuerpo mental, estos tienen un ancho camino hasta el cerebro para poder expresarse a su antojo, casi una autopista.
            En la mayoría de los casos estoy siendo consciente de esos pensamientos que aparecen en mi mente, (ya es algo). Unas veces, las más, consigo que el pensamiento se quede en eso, sólo pensamiento, y en el momento siguiente, una vez disipado el pensamiento, busco el silencio, para contrarrestar ese desliz de la mente, contraponiendo pensamientos elevados para limpiar las energías de baja calidad generadas por los pensamientos anteriores.
            Existen otras ocasiones, es cierto que son las menos, (pero existen), en las que no soy capaz de detener el pensamiento y este viaja hasta la boca, saliendo de esta a borbotones, ensuciando todo lo que encuentra a su paso, en primer lugar a mi propio cuerpo. Es increíble, la mente trabaja en mi contra. Cuando soy consciente de esto, me dejaría caer de bruces para pedir perdón a todos a los que ha ensuciado mi palabra, generada por malignos pensamientos.
            Aunque todavía no me dejo caer de bruces, si que intento sentarme a meditar de inmediato para solicitar el perdón y bendecir la situación pasada una y mil veces.
            Me pregunto: Si yo que estoy bastante entrenado, la mente me busca las vueltas para dominar con sus razones, ¿Qué será de aquellos que ni tan siquiera distinguen entre ellos y su mente? Es entonces cuando entiendo la cantidad de vidas de sufrimiento por las que hemos de pasar una y otra vez, ya que las Leyes del Universo se cumplen de manera inexorable, se tenga conocimiento de ellas o no.
            ¡En fin!, supongo que este es el peaje que hemos de pagar por nuestra matriculación en nuestro curso de evolución y crecimiento. Voy a seguir meditando y trabajando para eliminar las “malas hierbas” que de manera constante van creciendo en nuestro campo.


           

           

lunes, 4 de junio de 2012

Acercarse a Dios


            En la Tierra se dan las condiciones necesarias para que todos sus habitantes sean felices y vivan en la abundancia. Y, entonces, ¿Por qué los seres humanos no son felices?, ¿Por qué existe la miseria?
El que los seres humanos no sean felices, sólo es causa de su ignorancia, ignorancia que es como un velo que le impide conocer su verdadera identidad, su auténtica naturaleza y sus propias capacidades. La ignorancia limita al ser humano a lo finito, a la materia, a su cuerpo, y todo lo que desea: el amor, la salud, la riqueza, etc., lo hace a través de lo que conoce, su finitud.
La razón de la miseria, no es más que el egoísmo humano, que también es fruto de la misma ignorancia. La Tierra proporciona los suficientes productos para el sustento de todos los que la habitan, e incluso con el montaje social, en el que para todo es necesario el dinero, también se dispone del necesario para proporcionar vivienda, vestido, salud, enseñanza y alimento a toda la población humana; pero esos recursos monetarios en vez de ser utilizados para la preservación de una vida digna, se utilizan para la destrucción de la misma vida.
¿Cuál sería la solución? Es fácil, el abandono de la ignorancia y la recuperación del conocimiento de lo que el ser humano es, la recuperación de la divinidad, la recuperación de la comunión con Dios. Quien se acerca a Dios, ya no siente que los que le rodean sean diferentes a él.
El ser humano común es como una marioneta, movido por los hilos de sus deseos, de sus creencias, de sus hábitos, de sus emociones, de sus pasiones; y todos esos hilos le hacen moverse al capricho de esas tendencias. ¡Pobre ser humano! que vive en la ignorancia, manteniendo prisionera a su alma, inmóvil por tantas ataduras, amordazada por la coraza de la que se ha provisto el corazón para no ver el sufrimiento ajeno. Este hombre común limita sus intereses a sí mismo y a las cosas materiales que le rodean.
Se han de romper las ataduras para acercarse y encontrar a Dios, ya que el ser humano que encuentra a Dios se identifica con el mundo entero. Dios ha conferido a todos los seres el poder para romper esas ataduras. Pero para usar ese poder se ha de utilizar la voluntad, (otro bien escaso en la generalidad humana), para trabajar en la expansión de la conciencia, y pasar así de la finitud de la materia a la infinidad del Universo, a la infinidad de Dios.
Meditación, oración y/o silencio, son las herramientas que permiten al ser humano la expansión de su conciencia y acceder a la llave que abra la coraza de su corazón, para penetrar en él y en el de todas las criaturas.
El ser humano es infinito, no tiene limitaciones. Las limitaciones que cree tener sólo son ilusiones, como su misma vida, un sueño. Sólo ha de despertar y a partir de ahí, el ser humano se torna libre, es ser humano es feliz.   

domingo, 3 de junio de 2012

El poder de la palabra


El poder de la palabra es uno de los grandes dones que Dios le dio al ser humano. Mediante el sonido y la palabra expresamos el estado de nuestra conciencia, y dejamos salir a la luz aquello que hasta el momento permanece oculto en nuestro pensamiento.
El propósito del lenguaje es revestir el pensamiento, es darle forma y ponerlo a disposición de los demás, ya que cuando hablamos, evocamos un pensamiento y le damos vida, haciendo audible lo que está oculto dentro de nosotros. La palabra es reveladora, y esa palabra puede ser correcta, y crear así una forma que encierre un propósito benéfico, o incorrecta y crear una forma que tenga un objetivo maligno.
Sin darnos cuenta, hablamos incesante e irresponsablemente día tras día, hora tras hora, empleamos palabras y más palabras, multiplicamos sonidos, y nos rodea­mos de mundos de formas sonoras creadas por nosotros mismos. ¡Qué bueno sería aplicar el dicho!: “Antes de hablar hay que pensar”. Así, después de pensar, podremos seleccionar las correc­tas palabras que expresen el correcto pensamiento. De ese modo nuestras palabras no llevarán la discordia, sino que serán razón para la unión, ya que la palabra incorrecta separa.
Hablar, hablar, hablar, hablar porque si, hablar sin ton ni son, en vez de hablar para emplear la palabra con fines constructivos, o para expresar la fuerza del amor al mundo. Hay que aprender a callar, hay que aprender a permanecer silencioso y a no perder tiempo en quejas inútiles, aunque para callar, es imprescindible ver lo divino en todo, así, no se piensa mal, y por lo tanto no se critica.
Hay que vivir en silencio y no intervenir en los asuntos de los demás, hay que vivir en silencio y no revelar lo que no concierne. Hay que entender al prójimo como si de uno mismo se tratara, de esa manera la vida, el pensamiento y, si es necesaria, la palabra, estarán llenas de comprensión y amor.
Es posible que se conozcan las debilidades del hermano, y rápidamente se critique, pero sólo es señal de imperfección, de inmadurez y de falta de amor. Se critica solamente si no se ama. Hay que aprender a amar y ese amor arrojará una nueva luz sobre lo que se percibe, es la manera de aprender a sentir, de aprender a comprender, de aprender a respetar, de aprender a valorar el silencio.
La palabra que critica es como un veneno virulento. Se critican los defectos que arrastra uno mismo. No vale decir que es el reconocimiento de un hecho, porque tal reconocimiento, si sirve para corregir, ha de ser realizado con amor, no con lengua viperina. Incluso en el mismo caso del reconocimiento de un hecho, no se está en posesión de toda la verdad, no se conocen los problemas como realmente son, se desconocen las causas de los otros que les hacen reaccionar de una u otra manera.
Mantener el silencio es acercarse a Dios.

viernes, 4 de mayo de 2012

¡Quiero gritar!


            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ignorancia, rasgando el velo de la incomprensión, rasgando el velo del miedo, y se aposente en el espacio sagrado de los corazones, que es el lugar donde están grabados los recuerdos de todas las vidas que nos hemos permitido vivir, el lugar donde se encuentra el verdadero propósito del viaje a la materia, el lugar donde se guarda el archivo de nuestra verdadera filiación, el lugar donde se encuentra todo aquello que en nuestro desatino buscamos desaforadamente en el exterior, allí donde no se encuentra; lugar que de manera inconsciente, y con la inestimable ayuda de nuestros padres y educadores, hemos cerrado a cal a canto, para hacer oídos sordos al sufrimiento ajeno, y satisfacer así, sin remordimiento, los caprichos del ego.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de la ambición, rasgando el velo de los deseos, rasgando el velo de las preocupaciones, y se aposente en las mentes de los hombres, que es cuna del dolor, de la tristeza y del sufrimiento, para que se adormezcan los pensamientos que separan al ser humano de su propia esencia,  que es Amor, que es Paz, que es Alegría.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo del poder, rasgando el velo de la ambición, y se deposite en los despachos de aquellos que rigen los destinos de la humanidad, para que comprendan de una vez y para siempre, que su misión es el servicio y el reparto equitativo de la riqueza entre todos los habitantes del planeta, no solamente entre sus amigos o entre los que más tienen, y que su trabajo, por el cual rendirá cuentas al otro lado de la vida, no estará completado mientras una sola persona viva en la pobreza.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, rasgando el velo de pobreza, rasgando el velo de la humillación, rasgando el velo de la discriminación, y se deposite en el alma de aquellos que malviven la miseria y sienten en ellos la injusticia, para que se empapen de la energía del Amor y reciban la fortaleza necesaria para sobrellevar con dignidad una vida injusta a todas luces.
            Quiero gritar y que mi voz traspase el mundo, llegando a ti que paseas tu mirada por estas líneas, y que mi grito se deposite en tu corazón, y ablande la dureza que pueda habitar en él, para que trates a todos como a tus hermanos del alma, para que sientas tu conexión con ellos, para que sientas tu conexión con todo, para que sientas que eres una parte fundamental, una parte única del Universo. Para que cambies hacia la justicia y el reparto equitativo, y empiece así a cambiar tu mundo con tu cambio.
            Y después del grito el silencio, y con el silencio el sueño. He soñado que un mundo mejor es posible. Un mundo más equitativo, un mundo en el que no importe ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni las creencias, ni el sexo. Un mundo en el que todos sus habitantes tengan las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sintamos alegría por ver la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sintamos a nuestro prójimo como nuestro hermano. He soñado con un mundo lleno de Amor.
He soñado contigo, que no sólo sientes la humedad en tus ojos ante el sufrimiento de un niño o la soledad de un anciano, sino que te rebelas ante la injusticia, ante la discriminación del tipo que sea, ante la pobreza. He soñado contigo, y he visto como trasmutabas tu rabia en compasión, y tu compasión en ayuda, porque sabes que la compasión por sí sola no resuelve problemas, que es tu entrega la que alivia el sufrimiento.
Ha sido un gran sueño. Gracias.

lunes, 5 de marzo de 2012

Vivir la angelidad

            El sufrimiento, el dolor, la ansiedad y la tristeza, son, entre otras, emociones generadas por formas de pensamiento negativas y erróneas. Recuerda: “La energía siempre sigue al pensamiento”, y la potencia de todas esas emociones negativas aumenta de manera considerable por el pensamiento dirigido constantemente hacia ellas, de la misma manera que se incrementa la enfermedad por dirigir el pensamiento de manera persistente a la zona del dolor.

El alma, con toda su sabiduría, debe de desconcertarse, por el ahínco y el excesivo énfasis que las personas ponen sobre lo que consideran sus problemas o sus dolencias. Si pusieran el mismo énfasis en cualquiera de los infinitos pensamientos positivos en los que podrían entretener a su mente, su vida daría un vuelco tan espectacular que se sentirían llenos de una angelidad tal, que su viaje por la materia sería una continuidad de la dicha de la vida eterna.
Los problemas del cuerpo, los problemas de la vida física, las perdidas, las decepciones, sólo son las lecciones que contribuyen a enriquecer la experiencia del alma, única razón para nuestra venida al cuerpo.
En nuestro interior, en nuestro ser más profundo, vamos a encontrar una fuerza y una energía, desconocidas, no sólo para aquellos que viven a kilómetros de la frontera del alma, desconociendo que puedan existir lugares en su propio interior donde encontrar a Dios de manera más fácil que en las iglesias; sino desconocidas también, para los espirituales de libro, aquellos que conocen toda la teoría del alma, del corazón y del amor, pero que, sin embargo, son incapaces de adentrarse en el silencio, para encontrar la semilla del amor que anida en su corazón.
Sentir la angelidad en un cuerpo humano, es sentirse impregnados por las energías de la sanación, de la alegría, de la paz y del amor. Sentir la angelidad en un cuerpo humano es aprender a vivir en silencio, es aprender a vivir el eterno presente, es sentirse seguro, es aprender a vivir la humildad, es reconocer en su interior la misericordia, es olvidarse de uno mismo y entregarse, sin condiciones, a los demás.
Cada vez que la persona sienta que se aleja de las energías del alma, y que vuelve a vivir los problemas del exterior, ha de buscar de nuevo la conexión con el mundo interior y olvidarse de los problemas del mundo, para reconectar de nuevo con su angelidad, y comprobar que lo que consideraba un problema insoluble, se esfuma como el humo.
El principal empeño de la persona debe ser mantener el contacto con la energía que emana de su interior, ya que es de ahí de donde provienen las soluciones a todos los problemas de su vida diaria, porque desaparecen las expectativas y se tiene la certeza de caminar la vereda correcta, vereda que lleva directamente a la felicidad, a prestar servicio al mundo que le rodea y  a aquellos con quienes convive.
Desde la angelidad la persona aspirará a servir y a darse incondicionalmente, olvidándose de sí misma, aunque sin dejar de prestarle a su cuerpo los cuidados necesarios, ya que tampoco puede olvidar que todo el trabajo ha de realizarlo desde el cuerpo, y es su obligación mantenerlo joven, fuerte y sano, el mayor tiempo posible.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Nadie nace maestro, pero todos tenemos la maestría

            Los seres humanos estamos viviendo un momento apasionante. Hemos nacido justo en la época en la que tenemos la posibilidad de trascender de seres humanos a seres espirituales, y la única escuela expedidora de certificados es nuestro corazón. Es a través de él como vamos a realizar la conexión con nuestra alma, para recordar así de dónde venimos, y comportarnos, de una vez por todas, como los seres divinos que somos, dejando de lado los sueños ilusorios que nos va presentando nuestra mente.
Cualquier cambio de conciencia, cualquier sanación, cualquier crecimiento, cualquier evolución, ha de realizarse, en soledad, desde el interior de la persona. Y es momento ya de comenzar ese trabajo, si es que aun no estás inmerso de lleno en él, porque el ser humano debe poner fin a esa fuerza centrífuga que le mantiene alejado de sí mismo.
            El cambio de conciencia, con todo lo que arrastra tras de sí, debería de ser nuestra tarea principal, y no la especulación ridícula que realizan miles y miles de personas, que trabajan para el cambio cuando sobra tiempo, cuando no se puede ya doblegar la ansiedad o como fuerza de arrastre después de un curso.
            Nadie nace maestro, y sin embargo, todos tenemos la maestría, porque todos tenemos en nuestro interior todo el Conocimiento de Luz y de Amor. Sólo hay que aprender a vivir desde el corazón, y una vez en él, de manera automática sale a flote toda la Luz, todo el Amor y todo el Conocimiento.
            Sin embargo, podemos tener  un problema. Estar en la creencia de que ya vivimos desde el corazón, y no aparecer ni rastro de ese Conocimiento.  El problema estriba en que tenemos la creencia de que vivimos en el corazón, pero no vivir realmente en él. Eso solamente es otra ilusión de la mente, posiblemente una de las peores, ya que genera una especie de orgullo espiritual, que en vez de acercarnos al corazón, nos separa cada vez más.
            Hay señales claras que indican que se vive desde el corazón:
·       Sentir al resto de la humanidad como verdaderos hermanos: Cero críticas, cero juicios.
·       Respetar la libertad y el libre albedrío de todos: Familia, amigos, conocidos y desconocidos. No manipular.
·       No discriminar a nadie por razón de raza, de sexo, de estatus social, de religión o de tendencia sexual.
·       Ayudar y servir física, material, moral y espiritualmente a todos los que lo necesiten. No con lo que te sobra, sino con lo que te falta.
·       Ser totalmente honestos, claros y coherentes. El pensamiento, el sentimiento y la palabra han de ir siempre en la misma dirección.
·     Perdonar cualquier ofensa, y bendecir al ofensor. No existen ofensas, existen lecciones. Recuerda que sólo se perdona de manera natural, cuando el ofendido se coloca en lugar del ofensor.
·       Amar a todos y a todo por igual. Aceptar a todos y a todo de la misma manera.
·       Aceptar únicamente las verdades que resuenen en el corazón o en el alma, dejando que la intuición sea la guía de la vida.
·      Sentir que “todo está bien”.
Para todo esto, has de comprometerte contigo, has de tener voluntad de trabajo y paciencia para esperar los resultados, sin expectativas. La meditación y el silencio son dos grandes aliados en el viaje al corazón. Es fundamental el silencio, ya que cuando la mente está viviendo en la plenitud de su ruido, no deja espacio para escuchar los mensajes, más sutiles, del corazón.

sábado, 18 de febrero de 2012

Meditación

La verdad en sí misma sólo puede ser alcanzada dentro de uno,
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Buda.
La meditación es el fin del pensamiento, es mantener la mente absolutamente quieta, es vivir con total atención.
Recuerdo mis primeras meditaciones y las instrucciones que recibía. “Tienes que mantener la atención de manera constante”, “mantener la atención en ¿qué?, preguntaba yo”, “en tu respiración, por ejemplo, o en los latidos de tu corazón, o en los sonidos del exterior”, me dirigía el instructor, y seguía, “y si tu mente se distrae o se pone a cuestionar cualquier cosa, vuelve al punto de atención”. ¡Era realmente difícil!, creo que en un principio podía aguantar la atención en la respiración, no más de tres ó cuatro respiraciones, y cuando era consciente de que mi mente había ganado nuevamente la partida, después de no sé cuánto tiempo, ya que a veces podían haber pasado más de veinte minutos, volvía a mi respiración, y otra vez la mente, y otra vez volvía. Era una lucha sin cuartel. Y yo me preguntaba, ¿Esta lucha permanente con mi mente es meditación?
Más adelante, me enseñaron otro tipo de meditaciones, “meditaciones guiadas”: El instructor iba hablando, guiándonos por distintas partes de nuestro cuerpo, o haciendo que nuestra mente imaginara que estaba paseando por el Universo, o entrando en nuestro interior para visitar al niño que habita en nosotros, o viajando en una alfombra voladora, o montado a lomos de un águila. La mente, de vez en cuando, también se iba, pero me parecía más fácil mantenerla en el pensamiento que el instructor indicaba. Y yo me seguía preguntando: ¿Mantener a la mente en un pensamiento determinado será meditación, cuando la meditación es poner fin al pensamiento?
También me enseñaron a repetir palabras, (mantras), una y otra vez; aprendí otras meditaciones en las que era necesario un gran esfuerzo físico; otras en las que dirigía la energía por el interior de mi cuerpo; en fin, quise probar todo tipo de meditaciones, pero siempre terminaba preguntándome, ¿Esto será meditación?
Y si siempre terminaba preguntándome si era meditación, era porque si la meditación es el fin del pensamiento, como podía llamar meditación a algo que me obligaba a mantener un pensamiento en mi mente, ya fuera de dirección de la energía, de repetir mantras una y otra vez, o de cualquier otro tipo. Hoy tengo la respuesta: No son auténticas meditaciones, pero si son necesarias, más que necesarias son imprescindibles, ya son el primer paso, son el inicio, son el “a”, “e”, “i”, de la mente.
La verdadera meditación no puede ser buscada, la meditación llega, la meditación es una manera de vivir, la meditación es contemplar con atención la vida; por lo tanto cualquier intento consciente de meditación no es auténtica meditación. Pero si digo que son necesarias todas las técnicas de meditación, porque la mente necesita un entrenamiento. No se puede de la noche a la mañana intentar contemplar con atención y sin pensamientos como pasa la vida.
Las distintas técnicas tienen distintos objetivos: Los pensamientos son energía, por lo tanto, según sea el tipo de pensamiento que generamos con las distintas meditaciones conseguiremos: por un lado, no generar energías negativas provocadas por los pensamientos habituales, ya que meditando no se mantienen en la mente; y por otro lado, generar un tipo de energía especial, necesaria para el fin que persigamos con los distintos tipos de meditación. Meditar en un Ser Superior es permitir que su energía invada el campo del meditador, cuando se medita con un mantra la energía que llega es la energía del mantra, meditar con un mudra o con ciertos ejercicios físicos, hace que la energía discurra por distintas partes del cuerpo que habitualmente no reciben ese aporte de energía.
La verdadera meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso, porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo, una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la calidad de la belleza, en vez de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente está ocupada con el pensamiento.
No estoy diciendo que nos movamos con los vaivenes de la vida como si fuéramos una hoja movida por el viento, no, porque hemos de tomar nuestras decisiones y organizar los caminos a tomar. Para eso tenemos la mente, para organizar nuestra vida, para tomar nuestras decisiones, para solucionar los problemas que vayan surgiendo, pero no para darle vueltas a esas decisiones, a esa organización, a esos problemas. Una vez tomada la decisión, se ha de dejar descansar a la mente y permitir que llegue la meditación para observar a la vida, para contemplar con verdadera atención.
Una mente ocupada, es una mente que no vive nada más que sus propios pensamientos, no vive la vida, no vive la realidad, no vive la verdad.
Practica las meditaciones en las que te sientas más a gusto, pero recuerda que el objetivo no es conseguir detener los pensamientos en el momento en el que te encuentras sentado meditando, el objetivo es que toda tu vida sea meditación, es que tu mente observe en silencio, es que vivas la vida y no los pensamientos.
                ¿Qué sucede cuando se ha acostumbrado a la mente a estar a disposición del alma, serena y sin pensamientos? Es entonces, en esos momentos, en esos largos momentos en los que la mente se encuentra tranquila, cuando llega, por sí sola, la meditación, la auténtica meditación, sin buscarla; y a partir de ahí, con la meditación, llega la felicidad, la auténtica felicidad; se siente el Amor, el Amor Divino; se siente la unión con todo, la unión con todos, la unión con Dios.
                Este es nuestro único trabajo en esta vida, esa es nuestra única misión, ninguna otra. No es necesaria la búsqueda de ninguna misión, ya que a partir de ese momento, todo lo que sucede en la vida, se desarrolla como si estuviéramos sobre una alfombra voladora que nos lleva de un acontecimiento a otro, sin prisas, sin problemas, sin expectativas. Disfrutando del paseo por la vida, disfrutando de las sincronicidades, porque todo se desarrolla de manera fluida, sin los obstáculos generados por nuestros propios deseos, nuestros anhelos o nuestros miedos. Y las misiones que teníamos encomendadas, o nuestras deudas kármicas, se van a llevar a cabo y a cancelar, sin que tan siquiera seamos conscientes de ellas, porque en ese momento, todo estará bien, suceda lo que suceda.
                ¿Por qué todo estará bien, suceda lo que suceda?: ¿Qué es lo que nos ata al dolor, a cualquier dolor, incluido el de la pérdida de un ser querido, o que nos ata a la rabia, o a la incomprensión, o al miedo, o a las prisas? Solamente la mente y sus pensamientos. Cualquier acontecimiento sucede en un momento, pero al momento siguiente, ya no, ya vivimos otro acontecimiento. Si efectivamente la mente se encuentra tranquila, vivirá el acontecimiento que acaece realmente en el instante presente y no se habrá detenido en el acontecimiento anterior. Por lo tanto todo estará bien.
El siguiente paso es la desidentificación del cuerpo. Se acabó el miedo a la enfermedad, al dolor y a la muerte. Porque el conocimiento que le llega a la persona cuando esta le deja paso, hace que recuerde que no somos el cuerpo, que somos algo más, ese algo más que ahora, con la mente serena, se relaciona con todos los mundos, con una fuerza, con un poder y con una convicción desconocida mientras se daban vueltas y más vueltas a los mismos pensamientos día tras día.
Me he encontrado con personas, muy inteligentes e instruidas, que han rebatido este razonamiento por considerarlo simplista. Efectivamente, los asuntos del alma son simples, muy simples, y sólo hay una respuesta válida: “Inténtalo, y después juzga”, porque en este caso, no va a haber un científico que demuestre con fórmulas en un laboratorio la veracidad del razonamiento, para que luego, nosotros, cómodamente sentados en un sillón podamos leer las conclusiones del trabajo. No, el científico es uno mismo. Y todos los que han intentado el experimento han llegado a las mismas conclusiones, más pronto o más tarde, según su grado de dedicación: Una mente serena lleva directamente a la felicidad, a la alegría, a la paz y al amor. Una mente serena lleva directamente a Dios.
Si no has llegado ahí, no esperes llegar, ni leyendo esto ni leyendo nada. No te queda más remedio que entrar en el laboratorio de tu mente y comenzar el experimento. Los científicos que han obtenido sus propias conclusiones, sólo pueden ayudarte, y lo harán gustosos, pero el trabajo no te queda más remedio que desarrollarlo tú mismo. Empieza ya, entra en tu laboratorio, nunca es tarde. 
Una meditación sencilla
Sólo tienes que sentarte, cerrar los ojos, colocar la punta de la lengua en el paladar, dejar las manos apoyadas en los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, y respirar, lenta y suavemente, por la nariz, con una respiración abdominal, permitiendo que con la exhalación vaya saliendo toda la tensión de tu cuerpo. Y empieza a repetir en silencio: “Yo Soy Luz, Yo Soy Amor, Yo Soy la Resurrección y la Vida, Yo Soy el Alma, Yo Soy ese Yo Soy”.
Puedes hacerla el tiempo que quieras, pero intenta que el mínimo sean once minutos.
Con ella vas a conseguir que se abra tu mente para que empieces a percibir pensamientos de frecuencia más elevada. Los pensamientos que te permites recibir en la actualidad son los que va marcando la sociedad, todos de baja frecuencia, y que son los que la sociedad impone sobre creencias de cualquier tipo: familia, amigos, sociedad, religión, normas morales; es decir, sólo te permites tener los pensamientos que son aceptados por los demás.
Pero con este tipo de pensamientos, mantienes encadenadas tus ilusiones, solo dejas volar las ilusiones que la sociedad permite; este tipo de pensamientos te impide conocer tu gloria y la gloria de Dios, te impide desarrollar tu poder y te impide alcanzar la felicidad plena, ya que nunca te aventurarás hacia lo desconocido, ni vas a contemplar la posibilidad de realidades más grandiosas, por miedo a que ellas signifiquen un cambio. Cambio que efectivamente ocurre, ya que hay mucho más que ver, mucho más que entender que lo que hay en ese mundo ordenado que nace, crece, envejece y muere bajo la dirección de la sociedad.
Con los pensamientos que te has permitido tener, ya has aprendido lo que es el miedo, lo que es la tristeza, lo que es la inseguridad, lo que es la avaricia, lo que son los celos, lo que es el odio, lo que es la enfermedad y lo que es la muerte. Y sobre todo ya sabes lo que es vivir alejado de la Fuente Divina.
Es momento de alcanzar todo lo contrario y sobre todo acercarte a tu esencia, permitiendo que entren en ti, otras frecuencias más elevadas y más sutiles de pensamiento. Lo vas a conseguir con esta meditación.
Con ella va a activarse la glándula pituitaria, con lo que tu cerebro va a estar mucho más despierto, es posible que incluso sientas un ligero dolor de cabeza, o que sientas mareo, si es así, deja la meditación, tendrás que ir acostumbrándote poco a poco.
A medida que empiezas a recibir frecuencias más altas, se transforman en una corriente eléctrica de alto poder, que se va repartiendo a cada célula de tu cuerpo a través del sistema nervioso central, causando como un estremecimiento o sensación de hormigueo. Sólo es que empieza a circular por tu cuerpo otra energía más sutil, haciendo que aumente la frecuencia vibratoria de cada célula. Cuantos más pensamientos elevados recibes, más vibra tu cuerpo, más luminoso se vuelve, más aumenta tu amor, tu compasión, tu misericordia, tu comprensión.
Puedes tener lo que quieras, ¿por qué te limitas?

martes, 24 de enero de 2012

Con Dios todo es posible (II)

            “Con Dios todo es posible”, es una especie de recopilación de vida, o el diario de un viaje a través de la materia.

Hay infinidad de maneras de aprender, y supongo que cada persona elige aquellas con las que se siente más cómoda. Elegí varios caminos: Yoga, meditación, construcción del carácter, lectura y cursos; y en cada uno de esos caminos el avance era y es, totalmente desigual. Es como si en una carrera, yo fuera el mismo corredor en todas las calles, y por supuesto, en cada calle avanzando a distinta velocidad. Incluso en algunos aspectos parece, a veces, que retrocedo, pero no es así, es el estancamiento el que da la sensación de retroceso, pero cuando se vuelve a entrar en la pista se recupera el último tramo recorrido casi de inmediato.
En algunas filosofías explican que si en la última vida la persona ha llevado una  vida poco acorde con los principios y cualidades del alma, en su próxima vida retrocede, pudiendo incluso encarnarse en algún animal, sobre todo si no ha sido compasivo con ellos y les ha quitado la vida sin necesidad. No creo que sea así, y hay otras filosofías y textos que avalan mi creencia. ¿Cuál es cierta?, no lo sé, pero me apetece mantener mi creencia.
Nuestro paso por el cuerpo es una escuela, primaria, muy primaria, en la que vamos eliminando defectos, trabajando virtudes, y adquiriendo o recordando conocimiento. Todo esas experiencias las necesita y las asimila el alma y es un bagaje permanente e imborrable, lo que implica que en la próxima vida, el alma encarne en un cuerpo y un lugar adecuado, y poder así seguir adelante con su proyecto de vida, su proyecto para conseguir la perfección del alma, y conseguir alcanzar el Amor, que es la única meta de nuestra vida en la Tierra. Parece lógico, por lo tanto, que quien haya ido trabajando en vidas anteriores, y avanzado en su carrera hacia el amor, encarne con todas las condiciones favorables para seguir realizando su trabajo.
En la planificación de la vida no se deja nada al azar, está programada cada meta, cada encuentro, cada interacción. Dicha programación es realizada por los Señores del Karma, que se la presentan al alma que va a encarnar, y esta, la acepta casi siempre. Depende después de la libertad de la persona y de su capacidad de elección, (libre albedrío), el que realice, con aprovechamiento o no, su plan de vida. Y aunque para desgracia nuestra, puede más el “ego” que el alma, siempre realizamos avances, aunque sean pequeños, que nos permiten acercarnos, aunque sea poco a poco, al esperado final de nuestra vida en la materia. Y avanzamos porque una acción de amor tiene diez veces más peso que cualquier acción incorrecta.
Además del primer curso de profesor de yoga, de yoga integral, iba realizando cualquier curso que tuviera relación con la energía y sobre todo con la muerte, mi gran pasión. Tan desconocida y temida por la inmensa mayoría de la gente, a mi me atraía y me atrae por encima de cualquier otra cosa, ¿Cómo será el traspaso al otro lado?, ¿Qué haremos allá?, ¿Cómo sentiremos a los que quedan en el cuerpo?, ¿Cómo nos comunicaremos con ellos?, ¿A qué dedicaremos el tiempo?, ¿Cómo se medirá el tiempo?, ¿Cómo será la vuelta a un nuevo cuerpo?, ¿Cómo será la relación con todos los que han sido nuestra familia en vidas anteriores?, realmente apasionante. No sabemos casi nada de la muerte, y sin embargo, es el único hecho que podemos predecir con absoluta seguridad.
            Más adelante seguiré con el tema de la muerte, quiero ahora seguir con el yoga. Nunca he sido un yogui, en cuanto a la flexibilidad de mi cuerpo, pero como practicante de yoga y estudiante para ser instructor, aprendí a respirar, a relajar el cuerpo y la mente, a entrar dentro de mí, a conocer un poco a las personas sólo por su manera de sentarse en las clases, a hacer un poco más de caso a la intuición, a trabajar con mis pensamientos, a sentir el silencio interior, y sobre todo empecé a oír hablar de la Kundalini.
            Kundalini…., según las primeras enseñanzas que recibí, es una energía que se encuentra dormida en nuestro interior. Nuestro trabajo y nuestro camino de evolución están ligados con la Kundalini, con su despertar y con su recorrido por el cuerpo. Aprendí, entonces, que cuando esta energía se despierta, la persona está en condiciones de terminar su viaje en el cuerpo, podríamos decir que ha llegado al final de su camino en la tierra, al final de su escuela primaria, pero para que esta energía despierte es imprescindible preparar el cuerpo y la mente.
            Poco más que eso fue lo que aprendí, tanto en mi curso de profesor de yoga integral, como más tarde en el curso de profesor de Kundalini Yoga. Y claro, teniendo en cuenta que soy “una mente con patas”, empezaron a surgir preguntas: Si despertar la Kundalini es alcanzar la Iluminación, ¿Cómo puede ser que tantos profesores de yoga o meditadores, por ejemplo, que se supone que trabajan específicamente para despertar la energía Kundalini no la tengan despierta?, ¿Cómo puede ser que además tengan problemas emocionales?, ¿Cómo puede ser que no dediquen su vida totalmente, o en parte, al servicio a los demás?, y muchas, muchísimas preguntas más. Algo debía de fallar, o la enseñanza era incompleta.
            La enseñanza era, efectivamente incompleta. Creo que la enseñanza sobre la Kundalini aun no la he completado, pero si aprendí mucho más sobre ella, y eso gracias a un gran maestro: Master Choa Kok Sui, y a otro maestro, discípulo de Master Choa: Maurizio Parmeggiani. Fue en todos los cursos realizados de Sanación Pránica.
Aprendí que la energía Kundalini es una energía que permanece dormida en la base de la columna, (entre la cuarta y quinta vértebras lumbares, a un pulgar por debajo del ombligo, en la espalda), y se representa como una serpiente enroscada tres veces y media con la cabeza hacia arriba.
Es posible, que algunas de las personas que leáis esto, no hayáis oído hablar nunca de la energía Kundalini y cuál es su función. Pues bien, se conozca o no, esta energía es nuestro más alto potencial, ya que no podemos alcanzar ninguna forma de conciencia más elevada si no trabajamos con la Kundalini.
Ya sabemos que no somos un accidente de la naturaleza, ni el producto de una noche de amor. Somos un alma que sólo tiene un objetivo, volver al seno de la Energía Divina, volver al seno del Padre, volver a nuestra auténtica morada. Pero para eso hemos de conseguir un equilibrio físico, psíquico y espiritual, hemos de conseguir un estado de conciencia mucho más elevado, hemos de conseguir ser amor, amor puro; hemos de conseguir la unión de nuestro cuerpo y nuestra alma, hemos de conseguir la unión de nuestra conciencia con la Conciencia Divina.
La consecución de todos esos objetivos va estrechamente unida con el “despertar de la energía Kundalini”. Ya hay una parte de esa energía circulando por nuestro cuerpo energético, dependiendo de nuestra evolución, de la madurez de nuestro carácter y de nuestro equilibrio emocional.
¿Cómo se puede despertar? Permitirme un símil: Todas las personas tienen los mismos músculos, pero si una persona los trabaja, esos músculos se van desarrollando. Estaban ahí, pero estaban dormidos, realizando el trabajo para el que estaban concebidos, sin más. Con la energía Kundalini, pasa lo mismo, hay una parte pequeña que se usa en determinadas funciones, pero para desarrollarla, hay que trabajarla, hay que despertarla. Para desarrollarla, no es necesario ir al gimnasio. El lugar para desarrollar la energía Kundalini es la vida. Y lo mismo que para desarrollar los músculos se hacen cientos de repeticiones, para despertar la energía Kundalini se han de realizar cientos de repeticiones de actos de compasión, de actos de misericordia, de actos de comprensión, cientos de repeticiones de actos de amor.
Los practicantes de yoga y muchos meditadores, sueñan con el despertar de la Kundalini. ¡Dejar de soñar!, ya la tenéis despierta. Lo que no sabéis es en qué grado. La Kundalini tiene grados de elevación o de despertar: Tiene siete niveles, y cada nivel siete subniveles. Es decir, si cada despertar fuera uniforme, tendría la persona que conseguir cuarenta y nueve subidas de Kundalini para alcanzar su grado máximo. Esto se consigue a lo largo de muchas vidas, y su conquista se ha de repetir en cada encarnación, puesto que los vehículos son nuevos en cada una; pero una vez se ha conseguido dominarlo, las repeticiones son cada vez más fáciles.
La energía Kundalini es una energía muy potente, por lo que además de prepararse psíquica y emocionalmente, es bueno también preparar el cuerpo. Es necesario un cuerpo sano para que la Kundalini, en su ascensión por la columna vertebral energética o canal central, no encuentre bloqueos energéticos debidos a un mal funcionamiento o un maltrato del cuerpo, drogas, tabaco, alcohol, comida insana, exceso de carne, etc. Todo el ser se purifica con la Kundalini, y para que esta energía circule sin peligro, se necesita un cuerpo y una mente fuertes, preparados para superar el cambio que experimenta la conciencia.
Cuando esta energía despierta, empieza a subir chakra a chakra, hasta alcanzar la coronilla. Al atravesar cada chakra produce el despertar de la región correspondiente y cuando la travesía ha concluido se dice que la persona ha alcanzado la iluminación completa.
La Kundalini es el poder latente del alma, no es una experiencia de revelación mística. Es un proceso gradual a través del cual la persona puede ir elevando y transformando su conciencia hasta alcanzar un grado de conciencia superior.
De la misma manera que cuando se empiezan a ejercitar los músculos aparecen agujetas, también pueden aparecer en el despertar de la Kundalini, que en este caso se denomina “síndrome Kundalini”.
¡Es increíble!, todo está ligado entre sí. Para ayudar a despertar la Kundalini es necesario trabajar varios aspectos: El cuerpo, que con la práctica del yoga, para mí, era suficiente, la meditación, una mente serena y tranquila que no juzgue ni critique, una vida correcta en la que el trato hacia los demás sea de igual a igual, una vida en la que los actos de ayuda, de compasión y misericordia no sean la excepción, en definitiva, una vida de amor.
El despertar de la Kundalini va estrechamente unido al crecimiento de la persona como ser espiritual, por lo tanto es imprescindible que la persona alcance un adecuado desarrollo moral, hasta que su voluntad sea bastante fuerte para regularla, y sus pensamientos bastante puros para hacer frente a su despertar sin riesgo. “Crecer” significa fortalecer la voluntad, dejar en la mente los pensamientos puros, tratar a los demás como iguales, desechar los deseos, vivir una vida de amor hacia todo y hacia todos, ser compasivo/a, ser honesto/a, ser generoso/a con los que más lo necesitan.
Es mejor que la Kundalini permanezca dormida, hasta que la persona esté preparada para su despertar. Aunque parezca una tontería hablar de voluntad, moralidad y pensamientos, y unirlos al movimiento de una energía del cuerpo, no lo es, es normal esa unión. El movimiento de la Kundalini es ascendente, desde la base de la columna, hasta alcanzar la coronilla. En su recorrido va limpiando, purificando y fortaleciendo cada uno de los centros energéticos, (chakras), por los que va pasando. Si en alguno de esos centros hay bloqueos, la energía se estanca, provocando distintas reacciones, dependiendo de los centros que se encuentran bloqueados.
Es posible que hayáis oído o leído que la Kundalini es peligrosa. No lo es, siempre y cuando se sigan ciertas normas, como son: Mantener un cuerpo físico puro y sano, y mantener una mente sana y un equilibrio emocional.
Cuidar el cuerpo, llevar una vida honesta, buscar la paz interior y tratar a todos como si fuera uno/a mismo/a. Es la mejor receta para que la energía Kundalini, se manifieste rápida y segura. (Continuará)