El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




sábado, 18 de abril de 2020

"Yo Soy" el cambio

Este es el inicio de un largo camino. “Yo Soy” el cambio

Ya estamos viendo en los países en los que se están empezando a relajar las medidas de confinamiento cual es la preocupación de los dirigentes que son los que tendrían que liderar el tan ansiado cambio: Que la economía, tal como la conocemos, no termine de hundirse y que todo vuelva a la normalidad económica lo antes posible. Justo a esa normalidad basada en la desigualdad que no queremos.
Es posible que se den algunos cambios, sobre todo, alguna mejora de la sanidad, que está siendo el pilar de contención de la pandemia. Países que estaban desmantelando su sanidad pública intentarán detener su deterioro y otros que tienen una sanidad del siglo XIX intentarán adecuarse al siglo XXI. Pero poco más.
La pandemia, para los que sobrevivan, no va a servir más que para empobrecer a la clase media y terminar de hundir a la clase baja. La clase súper alta, que es la que realmente organiza el mundo a su antojo para su propio beneficio, no se va a ver afectada en lo más mínimo, salvo que va a enriquecerse un poco más. Incluso pueden salir mejor parados porque algunos, puede ser que les idolatren aún más porque donan millones para ayudar a frenar la pandemia. ¿Qué es un millón o dos o veinte comparado con lo que tienen?, es como para el resto de nosotros dar un dólar a un pobre a la puerta de una iglesia. Una limosna.
Lo que esta pandemia ha vuelto a dejar al descubierto es la solidaridad de muchísimas personas en cualquier parte del mundo. La solidaridad siempre emerge en las catástrofes, lo cual es fantástico, pero se reduce cuando la situación vuelve a la normalidad. Y mientras no se consiga una igualdad real, en la que no pase hambre ni un solo ser humano, la solidaridad va a seguir siendo necesaria.
Por lo tanto, los que tenemos claro que el orden mundial debería de cambiar tenemos que liderar el cambio. O, mejor, más que liderar el cambio tenemos que comenzar a abrir la puerta para que este se realice, porque va a ser una lucha sin cuartel, silenciosa y larga, muy larga, posiblemente nos lleve más de un siglo. A no ser que tengamos en unos años una nueva pandemia que mate a dos millones de personas y se lleve por delante la economía tal como la conocemos.
Casi todos los que creemos que vivimos en una sociedad injusta e iniciemos ahora la lucha o, mejor, que seguimos en la lucha que iniciamos hace algún tiempo, es seguro que volveremos a la vida dentro de cien o doscientos años y, es posible, que entonces sigan las desigualdades pero tendremos ya un terreno preparado y abonado por nosotros en esta vida, para que sea más fácil la batalla final, ya que nuestros hijos, nuestros nietos, bisnietos y tataranietos habrán seguido la estela que ahora iniciamos nosotros.
¿Cómo tiene que ser esa lucha? Ahora tiene que ser espiritual, porque nosotros no podemos cambiar el sistema económico, pero si podemos cambiar la espiritualidad. Tampoco podemos salir a las calles siete mil quinientos millones de seres a reclamar un cambio de orden cuando cada uno de los siete mil quinientos millones tiene una idea de orden diferente en su cabeza. Si no fuera así, no habría tanto voto disperso. Personalmente nunca he entendido como un obrero puede votar a la derecha. Pero aunque se vote a la izquierda, da lo mismo. Son los mismos con una corbata de distinto color. Y lo que necesitamos no son líderes de derecha o de izquierda, necesitamos lideres humanos, que se sientan iguales, que amen a sus conciudadanos, que lloren con ellos, que rían con ellos, que el sufrimiento de uno sea su propio sufrimiento, que no sepan de economía, que no sepan de leyes, que sepan de justicia humana, de igualdad, de compasión y de humildad.  
Por lo tanto, hemos de dejar de lado, aunque sigamos en la lucha por reducir la desigualdad, las batallas política y económica para centrarnos en la batalla espiritual.
            Así como hay diferentes sistemas políticos y económicos y diferentes religiones, en lo referente a la espiritualidad, no hay dudas, solo existe un orden, el orden del Amor, que conlleva inherente todos sus atributos: alegría, fe, igualdad, humildad, comprensión, justicia social, tolerancia, paz, serenidad, misericordia, felicidad, generosidad, compasión, libertad, aceptación, bondad, honestidad, fortaleza, respeto, servicio.
Porque el cambio, el auténtico cambio, es actuar desde el Amor. El Amor solo tiene una regla, la Regla de Oro: Trata a los demás como tú mismo quieres ser tratado.
            Tenemos que ser el cambio que propugnamos realizando nuestro propio trabajo interior para ser el Amor que demandamos al mundo, porque al final de todo el camino, dentro de uno, cinco o mil años, la energía que va a mover el mundo es el Amor. Ese es el cambio, ese es el final del camino. Empecemos en nosotros mismos y hagámoslo ya, no esperemos a mañana.
Nuestro objetivo tiene que ser elevar nuestra vibración en el Amor para ir influyendo en los que nos rodean y estos a su vez influir en otros y estos en otros y así sucesivamente hasta llegar al poder. Es un trabajo lento ¿verdad? Y más lento porque es una batalla con uno mismo y, aunque sea incruenta, es la más terrorífica de las batallas.
Para eso lo mejor es comenzar por el principio. Saber de dónde partimos cada uno de nosotros, porque el final del camino es el mismo para todos: aprender a Amar.
Como pasar de donde estamos al Amor no es tarea fácil, mejor vayamos ganando cada una de las partes, subiendo un peldaño tras otro, que no son otros que las cualidades del Amor, para llegar al Todo. Hoy trabajo la paciencia, el mes que viene la tolerancia, al otro el perdón y, así, un día tras otro llegaremos a la cima.
Voy a terminar esta entrada con unas preguntas. A partir de la próxima intentaré desgranar como ganar cada una de las etapas que nos van a llevar a la cumbre.
Podéis escribir y contestar para unificar ideas.
¿Tenemos claro que todos SOMOS UNO, que somos lo mismo, todos con el mismo origen, todos con el mismo fin?
¿Tenemos claro que somos más que un cuerpo?
¿Tenemos claro para que venimos a la vida?
¿Tenemos claro que organizamos nuestra vida antes de encarnar?
¿Tenemos claro que la pandemia estaba contemplada en nuestro Plan de Vida?
Si tenemos claro que está contemplada en nuestro Plan de Vida y, por lo tanto, aceptada por nuestra alma ¿Qué esperábamos ganar con ella?
La contestación a estas preguntas y, algunas más, lleva implícito el trabajo a realizar.
Cuídense, todos somos necesarios, ya que si falta uno tendremos que suplir su vibración entre los demás.
Bendiciones.





sábado, 11 de abril de 2020

Crisis, pandemia, cambio


El confinamiento se alarga y se estira como si fuera chicle.

He dejado de ver noticias, son un poco cansinas, como lo son también las informaciones que van apareciendo por las redes sociales.

He leído casi diez millones de causas por las que este virus ha mutado para apoderarse del género humano. Pero sea cual sea la causa, ¿qué más da? Está aquí y hay que lidiar con él. Desde luego si la causa fuera la nueva tecnología 5G no deberíamos de permitir su expansión, aunque, de ser esta la razón, ya se encargarán los “auténticos poderes”, que usan a los presidentes de los países y organizaciones como títeres, para hacernos creer lo contrario.   

Pero hemos de tener presente que nada ocurre por casualidad, y que todos y cada uno de los seres humanos que habitamos en esta época el planeta ya teníamos contemplada esta circunstancia en nuestro Plan de Vida y, por supuesto, la hemos elegido voluntariamente. Somos unos héroes.

Unos para morir, otros para enfermar y sanar, otros para ayudar a todos a dejar atrás la enfermedad, otros para vigilar el orden, otros para poner palos en las ruedas, otros para arrimar el hombro, pero casi todos para sufrir que es la espoleta del cambio. Unos para encumbrarse y otros para hundirse, Pero todos para crecer, y para aumentar nuestra vibración y la vibración del planeta. Porque no existe nada, absolutamente nada, contemplado en el Plan de Vida de cada alma, que no sea para su crecimiento, para su aprendizaje, para su acercamiento a Dios.

  Terminaba la entrada anterior diciendo “…. si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando yo, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento”.

Pero ahora ya sé que todo va a seguir igual.

Es muy difícil cambiar un régimen capitalista que es el que impera en nuestras sociedades, ya que son auténticos genios para atontar a los millones de súbditos que con unas migajas hacen al “gran capital” cada día más y más rico.

De esta crisis, todos, menos “ellos”, vamos a salir maltrechos, más pobres, más controlados y, sobre todo, con más miedo, que es la herramienta principal que utilizan para subyugarnos.

Bueno, en realidad, todo no va a seguir igual. Algo habrá cambiado, pero será a nivel individual. Tendrá que ser uniendo esas individualidades como se comience a gestar el cambio. Ahí es donde radica la posibilidad de cambio. Pero, aunque no se produzca, no importa, como género humano, nosotros o nuestros descendientes, tendremos nuevas pandemias, y así será hasta que el cambio se materialice. El cambio se tiene que realizar sí o sí.

Ya hemos comprobado que se puede vivir sin futbol, sin toros, sin misas, sin procesiones, sin políticos, pero no se puede vivir sin un hospital perfectamente equipado, con un personal dignamente tratado y sobre todo, no se puede vivir sin una barra de pan o sin un plato de lentejas. Por lo tanto, el cambio lo tenemos que hacer no haciendo manifestaciones salvajes para conseguir un día más de vacaciones, o un incremento de sueldo miserable, sino dando la espalda, todos unidos, a todo lo superfluo que el gran capital ha hecho que consideremos esencial. Porque si nos manifestamos para conseguir tal o cual cosa, nos la van a dar para que volvamos a trabajar, pero ya se encargaran de sacárnosla de otro sitio. Son listos, son muy listos, y nosotros somos tontos, muy tontos.

Cuando no vaya gente a los eventos deportivos, no se gastarán millones y millones de dólares en sueldos para los jugadores. Todos los sueldos deberían oscilar en una banda de entre 1 como mínimo y 5 como máximo. Es decir, que, si el sueldo más bajo son 1.000 dólares, el más alto no debería ser superior a 5.000. En ningún lugar del planeta.  

Cuando nadie vote a los ineptos que se enriquecen a nuestra costa enfrentándonos a los unos contra los otros, podremos cambiar nuestro sistema político, porque los políticos, sea cual sea su insignia y su doctrina, enfrentan a los ciudadanos del norte con los del sur, favoreciendo a los cada vez más ricos y defenestrando, engañando y manipulando a los cada vez más pobres.  

Cuando los lugares de culto se encuentren vacíos un día sí y otro también, es posible que los líderes de las religiones reflexionen y se unan para ayudar a hacer un mundo igualitario y no condenar ni discriminar a nadie, porque entenderán realmente lo que significa ser hijos de Dios y apostarán por una sola religión: La religión del Amor.

Cuando nadie mire la basura televisiva, la cambiarán para enriquecer nuestra alma y no embrutecer nuestros egos. Y así sucesivamente con cualquiera de los métodos de atontamiento que utilizan contra la población.

Todos somos uno, todos somos lo mismo y nos enfrentan los políticos, las religiones, los deportes, los programas de televisión. Lo único que buscan es la separación. Divide y vencerás.

Somos nosotros los que tenemos que comenzar a gestar el cambio. Todos unidos. Ayudándonos. Vibrando al unísono en el Amor. Hasta entonces todo seguirá igual.

Sigan cuidándose.
Bendiciones.



jueves, 19 de marzo de 2020

El poder de la bendición y el coronavirus


El poder de la bendición y el coronavirus



La energía de la bendición es una de las más poderosas que existe, junto a las energías del amor y del perdón.

Ahora parece ser un buen momento para hacer uso de esa energía enviándosela a los enfermos del coronavirus para reforzar los tratamientos médicos y las cadenas de meditación y de oración que se estén realizando.

Cada bendición puede durar menos de medio minuto. Por lo que puedes bendecir a más de un enfermo. En un cuarto de hora se puede enviar la energía de la bendición a treinta personas. 

Teniendo en cuenta que todos estamos en casa y tenemos tiempo, más que de sobra, se puede dedicar un cuarto de hora en la mañana y otro en la tarde. 

¿Cómo hacerlo teniendo en cuenta que no conocemos a las personas enfermas, a no ser que tengamos algún conocido con el virus?

Se puede hacer visualizando, pensando o imaginando la silueta de una persona con un número delante. Si vas a enviar la energía a treinta personas, piensa en un país y vete cambiando el número del 1 al 30, por ejemplo. Y en la tarde sigue desde el número 31 en adelante, y así cada día.

Alguien puede pensar, ¿cómo va a llegar la energía a una persona de esa manera que parece tan sutil? No te preocupes, ya se encargará la energía, que es más inteligente que tú, de llegar a la persona que la envías.

Para realizar la bendición:

-        Siéntate con las plantas de los pies bien apoyadas en el piso. 
-      Levanta las manos a la altura de los hombros con las palmas dirigidas al frente. Los brazos cómodos al lado del cuerpo.
-        Con los ojos cerrados imagina a la persona delante de ti.
-        Pide a Dios que abra tu canal de Luz.
-        Imagina que llega una energía a ti por tu chakra corona.
-        Esa energía baja hasta tu corazón y se reparte por tus brazos para salir por tus manos.
-        Visualiza esa energía saliendo de tus manos y llegando a la persona que tienes delante.
-  Repite en tu interior: Yo te bendigo, yo te bendigo con salud, yo te bendigo con paz, con amor, con serenidad, con abundancia y prosperidad. Yo  te bendigo. Te amo.

Cambias la imagen de la persona que tienes delante y vuelves con la bendición. Cuando digo cambias la persona, en realidad, lo que tienes que cambiar es el número. Así hasta que te canses.

Si esto te resulta difícil, puedes visualizar un país y enviar la bendición a los enfermos de todo el país. Puedes hacerlo como te apetezca, pero aprovecha parte de este tiempo de ocio con el que nos hemos encontrado.

Yo te bendigo.


Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (4)


Cinco vidas en una



He vivido en quince poblaciones de tres países diferentes y he realizado más de una treintena de mudanzas. Sí, es cierto, mi chakra base nunca ha sido muy grande, comparado con el resto de chakras, y eso, a pesar de trabajar específicamente en él desde que conozco que somos energía. Si tenemos en cuenta que este chakra también tiene que ver con el dinero ya podéis haceros una idea de cómo se encuentra mi estado de cuentas. Pues tan escurrido como el chakra.

Todos los cambios de vivienda, de población y de país los he realizado sin mirar atrás, sin añoranza por lo que dejaba y con una cierta ilusión, tampoco excesiva, por lo nuevo que estaba entrando en mi vida.

No tengo mal recuerdo de ninguno de los lugares donde he vivido, excepto dos. Uno cuando era muy pequeño. No creo que tuviera más de cinco años. Nos fuimos a vivir a una especie de cuarto en el subsuelo de una panadería, (mis padres eran más pobres de lo que yo lo soy ahora), y recuerdo por las noches ver pasar por delante de la puerta de la habitación a los panaderos que estaban trabajando haciendo el pan. A mí eso me asustaba. Pensaba que eran demonios vestidos de blanco que venían por nosotros en mitad de la noche.

El otro, treinta y tantos años después, fue mi estancia en un mini piso al que me fui cuando me separé por primera vez. Era un sitio muy frío, inhóspito, con cuatro muebles destartalados. Dormía vestido arropado por todas las ropas de que disponía entonces. Estuve dos meses en esa especie de Siberia, y puedo decir, sin temor a equivocarme, que fueron los peores de mi vida, con diferencia, ya que al dolor de la separación se unía el frío y la incomodidad. Es posible que una separación traumática, como fue la mía, viviendo en un palacio hubiera sido más llevadera.

Tengo claro que he llegado a esta vida con una buena parte de la asignatura del desapego aprobada en alguna de mis vidas anteriores. Reconozco su importancia porque el apego es, justamente, una de las emociones que mayor sufrimiento provoca en mis compañeros de viaje por la vida.

El diccionario, que es quien más sabe de definiciones, define el apego como una inclinación especial hacia algo o hacia alguien. Esta inclinación hacia alguien puede generar un vínculo afectivo y a través de este vínculo se espera encontrar protección, paz, felicidad, seguridad y hasta amor. 

Creo que este es uno de los grandes males de los seres humanos. Los otros dos grandes males son el no saber realmente quienes son y el no saber para qué venimos a la vida.

Afortunadamente solo he convivido durante una parte de mi vida, unos cuarenta años, con los dos últimos. ¡Que ya es bastante! Pero de apego creo no haber sufrido ni un gramo.

Vivo independiente desde los diecisiete años. Me he casado tres veces y tengo dos hijos y dos nietos, una niña de diez años y un niño de ocho que es la misma edad que tiene mi hijo pequeño, es decir, su tío.

Estoy a punto de cumplir setenta años. Nunca pensé que llegaría tan lejos, teniendo en cuenta que todos los hombres de mi familia, por la rama paterna, murieron con sesenta y cuatro años. Siempre hay excepciones que confirman la regla. Me he programado para vivir 92 años.

Reflexionando sobre la nomadicidad y las vicisitudes de mí vida me siento como si hubiera vivido, al menos, cinco vidas en una.

Cuento como primera vida el tiempo transcurrido desde mi nacimiento hasta que abandoné el hogar de mis padres para vivir una vida independiente con diecisiete años, a novecientos kilómetros del que había sido mi hogar.

La segunda vida abarca un ciclo, también de diecisiete años, desde mi independencia hasta el divorcio de mi primera esposa y madre de mi hija mayor.

Es curioso, ahora soy consciente de que el ciclo de la tercera vida, también, tiene una duración de diecisiete años, tiempo en el que volví a casarme y a separarme por segunda vez mientras iniciaba el acceso a una vida más espiritual.

La cuarta vida engloba una vida en solitario, sin pareja, regentando un centro de yoga y salud, en el que daba clases de yoga, guiaba meditaciones, realizaba cursos de formación de terapeutas y hacía sanación.  Este ciclo fue más corto, de tan solo diez años. Fue una etapa de intenso aprendizaje.

Y, por último, la quinta vida, la vida en la que me encuentro desde hace diez años, lejos de mi país de nacimiento, dedicándome básicamente a mi hijo, a mi esposa, a la sanación y la escritura.  

En plena cuarentena por el Covid19, confinado en casa como el resto del mundo, ¿estaré iniciando mi sexta vida o será la Tierra y con ella la humanidad la que está iniciando una nueva etapa?

Hace tiempo que escucho y leo, sin llegar a creérmelo, que la humanidad está dando un salto importante en su crecimiento. Supongo que debíamos ir demasiado lentos y “alguien” ha decidido darnos un empujoncito. Porque si de esta crisis no sacamos la enseñanza de que todos somos lo mismo y de que ayudando y respetando al otro, me estoy ayudando y respetando a mí, no habrá servido de nada tantas muertes, tanto dolor, tanta carencia y tanto sufrimiento.

¡Cuídense y así cuidarán al otro!

¡Bendiciones!

 CONTINUARÁ

Como la canción "Resistiré" del Dúo Dinámico se ha puesto rabiosamente de moda, la comparto con vosotros.


martes, 10 de marzo de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (3)

Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz


Hoy he sido consciente de un sueño recurrente que tengo hace, por lo menos, cuatro o cinco años En el sueño, que tengo una o dos veces por semana, estoy preparando, o estoy a punto de realizar, un viaje que casi siempre es de vuelta a casa después de trabajar una temporada en otro lugar. En el sueño siempre existe algún contratiempo. He perdido los billetes o no encuentro el pasaporte o se rompen las maletas o está cortada la carretera. El caso es que no puedo viajar, lo que me causa un sufrimiento importante. Estoy seguro de que podría calificarlo como pesadilla porque es un alivio cuando despierto y soy consciente de que estoy en la cama de mi casa sin tener ningún viaje pendiente.
Últimamente el sueño ha comenzado a presentar algunas variaciones. Sigo sin poder viajar por los mismos problemas que en los sueños anteriores, pero a última hora, justo antes de despertarme, el problema que me impedía realizar el viaje se soluciona. Aparecen los billetes o encuentro de manera milagrosa el pasaporte en algún cajón o miro hacia abajo y allí están mis maletas que hace un momento no estaban. Sigo sin viajar porque no me da tiempo, ya que me despierto cuando se soluciona mi problema, pero el alivio, en lugar de sentirlo en el momento de ser consciente de que era un sueño, lo siento unos instantes antes con lo que el despertar es más agradable.
No entiendo nada de sueños ni de su interpretación, pero hoy, con la alegría de haber encontrado el pasaporte en el último momento, nada más despertar, me fui directo a la computadora. Busqué el significado, algo que nunca había hecho, y cuando leí la interpretación que aparecía resonó en mi interior con la misma fuerza que las campanadas de una catedral. Decía que soñar con un viaje es la necesidad de realizar un cambio en la vida, y que si no se puede realizar el viaje por problemas que puedan surgir en el sueño, es una resistencia a dicho cambio.
En ese momento me vino a la mente que hace casi dos años me rompí la tibia y el peroné de la pierna derecha. Califiqué, entonces, ese hecho como un accidente fortuito, sin prestar demasiada atención a una amiga que me dijo que era un mensaje de que tenía que hacer un cambio de rumbo en mi vida. Así que parece claro que estaba necesitando ese cambio de rumbo, y si me atengo al tiempo de duración de los sueños este debería estar gestándose desde hace casi cinco años. Debo de haber comenzado a dar tímidos pasos para ese cambio de rumbo, teniendo en cuenta que en el sueño empiezan a aparecer los billetes o el pasaporte, pero todavía no consigo viajar lo cual quiere decir que aún no he tomado el nuevo rumbo.  
Son cinco años que, si bien, puede parecer un tiempo largo en la vida terrenal, no lo son para la vida inmortal del alma. No hay tiempo para el alma que, como no tiene prisa, puede esperar años y años sin cansarse de patrocinar sueños recurrentes, un día tras otro, enviando en ellos mensajes subliminales para que, algún día, el ego deje caer la venda de sus ojos y se haga consciente de lo que le está demandando el alma que, a fin de cuentas, es la única razón para estar vivo.
Una vez entendido, (todo lo que se puede entender con una información tan volátil), que se ha de realizar un cambio, aparece, de inmediato, una segunda cuestión ¿cuál es el cambio de rumbo que se ha de realizar? Es lógico pensar que el cambio puede estar relacionado con el trabajo, con el lugar, con las relaciones o hasta podría ser cambiar el lugar donde se realizan las compras, ¿por qué no?, es decir, todo relacionado con cuestiones de la vida o, mejor, con cuestiones externas, ¿qué otra cosa podría ser protagonista de un cambio de rumbo?
Pero si, si que hay otro protagonista, el más importante: La propia persona, sus pensamientos, sus creencias, su actitud, su propia valoración, el amor hacia sí misma.
Este era exactamente el cambio que estaba demandando mi alma. No se trataba de cambiar nada del exterior, se trataba de realizar un cambio interior. Se trataba de reconocer y aceptar, sin soberbia y sin falsa modestia mi propio poder, que no es que fuera ni mucho ni poco, era el mío, y punto. Y no solo no lo aceptaba sino que tampoco lo reconocía, ya que me parecía que no podía ser, teniendo en cuenta, además, que yo suspiraba por un poder diferente.
Pero no. Ahí estaba la herramienta que yo mismo había elegido al otro lado de la vida para realizar, con éxito, el trabajo, también, elegido por mí que me iba a permitir acercarme al final de mi meta, que no es otra que el mismo Dios.
Este diario íntimo es un reflejo de mis luchas internas, de mis pensamientos, mi soberbia, mis miedos, mis dudas y mi trabajo interior para salir del pozo en el que me encuentro, parece ser que muy cómodo, y encaminar mis pasos hacia ese cambio de rumbo que no es otro que poner la directa hacia Dios dejando de esconderme, de dar tumbos, de hacer piruetas y de justificar mis miserias.
Soy un ser humano que, como todos, está aprendiendo a amar.
CONTINUARÁ

jueves, 20 de febrero de 2020

Diario íntimo de un trabajador de la Luz (2)


Hoy algo ha cambiado. No mucho, pero algo. Hoy sé que solo trabajo para mí, como todos, y que mi trabajo, como el de todos, es aprender a amar para avanzar unos metros en mi camino de regreso a Dios. Pero en ese camino de regreso a Dios, que hemos de realizar en solitario, lo hemos de recorrer tendiendo la mano para ayudar a avanzar a nuestros compañeros de viaje, ya que todos llevamos la misma dirección y el premio por llegar, no se da cuando llega uno, se da cuando llegan todos. Nuestro premio es dejar nuestra individualidad para volver a ser Dios. 

Por eso le he puesto nombre a esos pequeños trabajos que tenemos que realizar, simultaneando con nuestro aprendizaje del amor, todas las almas que nos encontramos encarnadas en la vida. Hoy le he puesto nombre a eso que los seres humanos llamamos pomposamente “nuestra misión”. Hoy sé que soy un Trabajador de la Luz, que es algo que llevo haciendo un tiempo en esta etapa de mi vida y, además, tener el atrevimiento de hacerlo público ha sido sanador para mí.

Permitirme un inciso. Creo que sería bueno que hiciera una brevísima descripción, como adelanto, de lo que significa ser un Trabajador de la Luz. Los Trabajadores de la Luz son seres con un fuerte deseo interior de ayudar a otros seres a despertar del sueño en el que se ven inmersos desde su entrada en la materia, para que sean conscientes de su divinidad y entiendan la razón de la vida, que no es otra que aprender a amar como Dios nos ama, para volver cuanto antes a Su regazo. Es un trabajo simultáneo con su propio despertar y su propio aprendizaje del amor incondicional.  

Pero no solo se han disipado las dudas sobre lo que soy o lo que tengo que hacer. También se han acabado muchos miedos. No todos, es cierto, pero si muchos.

Ha desaparecido el miedo más importante, el miedo al fracaso. ¡Que los que vienen a terapia no se sanen!, ¡que no cambien con las indicaciones que les doy!

Por fin he comprendido que yo no fracaso nunca, porque la sanación no depende de mí. La sanación implica, en todos los casos, un cambio y si no se realiza ese cambio, el fracaso no es mío, en todo caso será de aquel que, no solo no cambia nada en su vida, sino que, además, pone su salud ya sea física, mental o emocional en manos de otros, cuando solo está en sus propias manos.

Ha desaparecido, también, de un plumazo la mayor contradicción con la que llevo conviviendo años. Algo me lleva a escribir y escribo. Cuando está escrito sueño con verlo publicado y sigo soñando con que se convierte en un “best seller”, pero, ¡ojo!,  todo eso ha de ser sin que nadie lo lea, porque me da miedo, más que miedo pánico, que lo lean y juzguen negativamente lo escrito. Es como si a un maestro de primaria le diera miedo enseñar a sumar a los niños porque un premio Nobel de matemáticas pudiera cuestionar su trabajo. Es ridículo ¿verdad?, pues ese miedo ridículo es algo parecido al sentimiento que yo albergaba en mi interior. No escribo para los Maestros Iluminados, ni para los guías espirituales, ni para los maestros encarnados, ni para escritores consagrados, ni para los miembros de la Real Academia. Escribo para los mortales que, como yo, están petrificados por el miedo en el umbral de la puerta que da acceso a la vida del alma, sin atreverse a soltar la maroma que les mantiene atrincherados en el miedo porque, a fin de cuentas, es su zona de confort ya que es lo único que conocen. Y lo desconocido asusta.

Otro de mis miedos era pensar en lo que podrían decir aquellos que me conocen de otras etapas anteriores. Pero se ha ido el miedo cuando, por fin, he entendido que ya no soy el que ellos conocieron, soy otro completamente diferente. Sí, me llamo igual, tengo las mismas facciones, con el obligado deterioro que se va produciendo por el paso de los años, pero creo, pienso, siento, hablo y me comporto diferente. Soy otro. Ni mejor ni peor, solo diferente. Pero si fuera el mismo, también, sería igual, porque lo que otros piensen o hablen no es mi problema, es solo suyo.
           Hoy he sido consciente de un sueño recurrente que tengo hace, por lo menos, cuatro o cinco años……CONTINUARÁ.

domingo, 16 de febrero de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (1)


Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz.



Yo sé que todo es Dios, sé que vivimos en Dios y que Dios habita en nuestro interior. Esta para mí es una premisa fundamental porque toda mi vida emocional y mental gira en torno a ella.

Aunque es fácil de entender la literalidad de la información, puede que no lo sea tanto su aceptación y, mucho menos, en caso de entenderlo y aceptarlo, integrarlo en cada una de las células, para vivir y actuar desde ese conocimiento.

Los seres humanos vivimos en Dios, de la misma manera que el pez vive en el agua. Esto para mi está fuera de toda duda, cuando, curiosamente, dudo de casi todo.

Para que se hagan una idea de mi capacidad de dudar, a veces cuando veo mi imagen reflejada en un espejo me pregunto si la imagen reflejada será igual que la imagen real e, incluso, me pregunto si los demás me ven igual que la imagen que yo puedo ver reflejada en el espejo. Otras veces, por ejemplo, cuando estoy escribiendo con un bolígrafo rojo me pregunto, tontamente, si todos verán el rojo igual que yo lo veo. Hasta ese punto llega mi capacidad de dudar y de hacerme preguntas, parece que, con muy poco sentido.

Pues bien, la primera frase escrita sobre Dios para mi es una Verdad Absoluta.

Pero me costó trabajo entenderlo y, sobre todo, aceptarlo. Aun no sé si está integrado en mí.

Creo que somos un alma inmortal que viaja, de vez en cuando, a la materia revistiéndose de un cuerpo y cuando está fuera de un cuerpo, es decir, al otro lado de la vida, está en las mismas condiciones que cualquier otra alma. Por eso, para mí, es muy fácil imaginar a otros puntos de luz que en la actualidad no tienen cuerpo, pero que si lo han tenido, como bien pudieran ser Buda, Moisés, Jesús, Mahoma o Gurú Ram Das, solo por citar a alguno de los grandes maestros que han sido inspiración de religiones. 

Puedo cerrar los ojos y tratar de visualizar o imaginar puntos de luz, y así imagino a esos maestros de la misma forma que imagino a los seres conocidos, por mí, que se han ido con anterioridad. Pero imaginar a Dios me parecía más difícil porque no ha tenido cuerpo. Y así le fui dando vueltas durante mucho tiempo hasta que una reflexión hizo saltar la tapa de la duda en mil pedazos: “Si yo soy un punto de Luz. Dios es la Luz”. Por lo tanto, no lo podía imaginar como un puntito frente a mí. Él lo era todo, lo llenaba todo, yo estaba dentro de Él. Todos estamos dentro de Él. 

 Pero también sé que no somos Dios, que somos seres humanos, con nuestras limitaciones, con nuestras dudas y nuestros miedos, con nuestras creencias, nuestras contradicciones, nuestros errores, nuestras preocupaciones y nuestros deseos.

Quiero hacer un inciso antes de seguir. El día que los seres humanos dejemos de dudar, dejemos de tener miedo y amemos a todos como Dios nos ama, ese día no solo viviremos en Dios, sino que sentiremos el poder de Dios en nosotros mismos.

 He pasado una buena parte de mi vida asustado, tratando de esconderme, lleno de dudas y retando en muchas ocasiones a Dios.

Llevo tiempo viviendo en un tremendo error. Creo que trabajo para Dios porque me dedico a la sanación, a formar terapeutas, a guiar meditaciones y tratando de convencer a los pacientes y a los alumnos de que la auténtica sanación solo la van a encontrar ellos mismos, cuando aprendan a vivir desde el alma. Por eso creía que trabajaba para Dios. Por lo tanto, si estaba trabajando para Él, ¿por qué le encontraba tan lejano y tan esquivo?, a pesar de vivir en Él y que Él mismo anide en nuestro interior.

El problema es que tenemos un instrumento muy poderoso con nosotros: Nuestra mente.

La mente es nuestro auténtico enemigo. Tenemos que derrotar a la mente, pero, curiosamente, la batalla la tiene que liderar la misma mente. Curioso ¿no?, hemos de derrotar a la mente desde la mente.

Hoy algo ha cambiado…….. CONTINUARÁ

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Tolerancia no. Mejor respeto.


           El parque Green es el espacio más apreciado por los residentes de Mascotalandia, que es una pequeña población en el Condado del Juego, al oeste del país de la Ilusión.
     En dicha población habitan todo tipo de muñecos de peluche. Paseando por Mascotalandia uno se puede encontrar un pequeño conejito protagonista de una serie de dibujos animados, un terrorífico espinosaurio salido de alguna película de dinosaurios, el mamut de la Era de Hielo o al mismísimo Mario Bros y todos suelen ir a pasear por el parque los días soleados.



          Casi todos los habituales del parque se sientan a descansar, al final de su paseo, en los bancos situados bajo unos enormes árboles que cobijan con su sombra a los usuarios de los bancos y que están estratégicamente colocados bordeando el estanque que se encuentra en el centro del parque.
        Es muy agradable para ellos porque, además de descansar y de realizar la última conversación del día con los amigos, se deleitan escuchando los conciertos que las ranas, que viven en el estanque, interpretan cada tarde al caer el sol.
         Hoy es un día como cualquier otro. Está muy avanzada la tarde y los bancos del estanque están todos ocupados por los peluches, que se encuentran descansando, preparados para escuchar el concierto de las ranas. Sin embargo, está a punto de ponerse el sol y aun no se escucha ni una sola rana. Los peluches se miran extrañados y murmuran entre ellos:
¾      ¡Qué extraño! El sol está a punto de ponerse y las ranas aún no han comenzado su concierto, ¿qué estará pasando?
          Los peluches se asomaban a la orilla del estanque para ver si podían enterarse de algo, (eran un poco cotillas), ya que en los últimos cinco años nunca había ocurrido nada semejante, decía Tigger el peluche de más edad de Mascotalandia, un tigre que aparece en los cuentos de Winnie the Pooh.
          Al final cayó la noche. El reflejo de la luna iluminaba el estanque, pero de las ranas no había ni rastro, por lo que los peluches fueron desfilando hacia sus casas murmurando y haciéndose cábalas sobre lo que podría haber sucedido.
          La noche en el parque era total y absolutamente silenciosa. Por primera vez en la historia del parque las ranas no habían deleitado a los paseantes con su concierto vespertino.
          En la comunidad de las ranas del parque Green se había trastocado completamente la vida. Rodolfo y Alejandro, dos ranas jóvenes habían comenzado, a pesar de ser machos, a frecuentarse con demasiada asiduidad, se paseaban cogidos de las ancas, a cualquier hora, sin importarles si había alguien delante o no, se rozaban con descaro y se miraban con cara de arrobamiento. Se comportaban como dos enamorados y, todo eso, ¡a pesar de ser varones los dos!
          Eran la comidilla del momento y desde luego no eran, en absoluto, un buen ejemplo para los renacuajos.
          Ante tan dramática situación se habían reunido, en horas de la mañana, las fuerzas vivas de la comunidad junto al consejo de ancianos, que solo lo hacía ante situaciones de extrema gravedad por la avanzada edad de sus miembros, para determinar cuáles eran las acciones a tomar.
          Judá, el líder espiritual de la comunidad tomó la palabra:
¾      Es inconcebible que tengamos que estar sufriendo una situación de este tipo.
          En nuestra comunidad, esta clase de relaciones no solo son un ejemplo pernicioso para nuestros pequeños, sino que es ofensiva para todos, por ser antinatural, ya que se trata de una relación anormal en la que están inmersos dos individuos de mente enferma.
          A continuación, Rita, la alcaldesa, pidió turno de palabra:

¾      Es inconcebible, es antinatural y un deleznable espectáculo el que estos dos jóvenes están protagonizando, además, a plena luz del día y delante de todos.
      Pero no hemos de olvidar que son hijos de Adela y Raquel, dos miembros destacados de nuestra comunidad y que están sufriendo esta situación hasta el extremos de no salir de sus casas para no ser señalados por las ancas.
       El gobernador Tito, como máximo responsable político de la comunidad expresó con voz solemne:
¾      Les sugiero que comiencen a dar opciones para que podamos debatir y elegir la que sea más adecuada para el bien de la comunidad.
¾      Lo que tenemos que hacer es expulsarlos del estanque –dijo con voz temblorosa, por la edad, don Alfredo, que con casi cuarenta años era, el presidente del consejo de ancianos.
¾      El líder espiritual volvió a tomar la palabra- Es posible que con rezos, novenas y confesiones pueda liberarles del demonio que les ha poseído y vuelvan a la normalidad.
¾      Esto no se cura con rezos –dijo el médico de familia- necesitan una operación urgente, aquí tiene que intervenir la ciencia.
¾      Encerrémosles porque lo que hacen es un signo de que han perdido la cabeza –dijo el responsable del manicomio- así podríamos inaugurar el centro que nunca ha tenido ningún ingresado. 
         Así fueron dando cada uno su opinión sobre las opciones que consideraban más acertadas. Después de escuchar todas las opciones, comenzó el debate de cada una de ellas, aunque no parecía que llegaban a ningún acuerdo, y ya era noche cerrada.

Ataúlfo, que asistía a su primera reunión como integrante del consejo de ancianos al haber ingresado hace escasamente dos meses por haber llegado a la edad de veinticinco años, pidió tímidamente la palabra:
¾      Realmente –preguntó- ¿qué es lo que todos estamos buscando?

¾      Casi todos dijeron al unísono- La felicidad, lo que todos buscamos es la felicidad.

¾      Y ¿qué es lo que desean para sus hijos e, incluso, para todos los integrantes de la comunidad? -siguió preguntando Ataúlfo.

¾      Pues que consigan la felicidad -volvieron a contestar todos al unísono.

¾      Pues ahora tenemos dos miembros de esta comunidad que son felices y ustedes pretenden que dejen de serlo -dijo Ataúlfo comenzando a mostrar sus intenciones.

¾      Judá, el líder espiritual se puso rojo de cólera- No pueden conseguir la felicidad a costa de que todos los demás seamos infelices.

¾      Yo no soy infeliz porque ellos se amen, ¿quién de ustedes es infeliz por eso, aparte de nuestro líder espiritual? –preguntó Ataúlfo.

¾      Judá, el líder espiritual estaba pasando del rojo de la cólera al amarillo de la rabia- No tienen que contestar a esa pregunta. Los temas espirituales los dirijo yo y digo que es indignante, porque tienen el mismo sexo y no pueden tener hijos. Toda unión ha de ser para tener hijos.

 ¾      ¿Quién lo dice? –preguntó Ataúlfo?

 ¾      Es lo que se ha hecho siempre. Lo dice la Rana Superior –dijo el líder espiritual, levantando la voz, cada vez más enojado.

 ¾      La Rana Superior quiere que seamos felices y que nos amemos los unos a los otros. No dice nada de hijos. Y si es por lo que se ha hecho siempre, ya es momento de cambiar –le rebatió Ataúlfo.
      ¿Cómo puede ser que usted que predica el amor esté queriendo castigar a los que se aman?
       No son un mal ejemplo para los renacuajos, al contrario, son ejemplo de amor, de lealtad, de respeto.
      O cree usted que es mejor ejemplo el de los miembros de una pareja que se gritan de manera permanente o que se engañan, solo porque son macho y hembra.
      El amor es el amor y no entiende de sexos.
       Les propongo lo siguiente: Dejemos en paz a Rodolfo y a Alejandro, que sigan con su amor. Y nosotros respetemos su opción. Entre otras cosas porque no son viciosos ni pervertidos. Es genético, es una condición. Si queremos expulsar expulsemos también a todos sus antepasados vivos que son los responsables de su genética.
       Por lo que respecta a que no pueden tener hijos, hay otras ranas que también han decidido no tener hijos y no se hace nada, ni nos rasgamos las vestiduras.
       Por el ejemplo que puedan dar a los renacuajos no hemos de preocuparnos, que lo vean como algo normal, ¡enseñémosles a que vean la normalidad en cualquier tipo de unión! Lo importante es amar.
       Y con respecto nosotros, a las ranas adultas, solo tenemos que empezar a verlo como algo normal. Pensemos que son nuestros propios hijos.
       Les propongo una votación con tres opciones. 1) Expulsarles de la comunidad, 2) aceptarles, respetarles y enseñar a todos a que lo vean como algo normal o 3) si ustedes no son capaces de tomar una decisión hagamos un referéndum.

¾      ¿Está diciendo usted que les debemos tolerar en nuestra comunidad? – preguntó Judá, el líder espiritual.

¾      Un “no” rotundo -matizó Ataúlfo- estoy diciendo que les respetemos. No pido tolerancia, pido respeto.

¿Votamos? Quiero que sepan que si gana la expulsión haré campaña a favor del respeto, puerta por puerta, con cada uno de los miembros de esta comunidad.

Propongo que la votación sea secreta y que sean necesario dos tercios de los votos para considerar ganadora cualquier opción.

Estaban presentes en la reunión los ocho miembros que componían las fuerzas vivas de la comunidad más veintidós miembros del consejo de ancianos. En total treinta ranas que tenían en sus ancas el futuro de dos vidas.

¾          Si, si, de acuerdo votemos -era la voz mayoritaria de los asistentes.

El resultado de la votación fueron veintiséis votos a favor para que se queden, para respetar su amor y enseñar al resto de la comunidad que es algo normal. Un voto en contra y tres favorables para realizar un referéndum.

¾      Judá, el líder religioso, tomó la palabra- El voto negativo fue mío, pero acepto la decisión mayoritaria. Lo que no puedo es seguir siendo su líder espiritual. Creo que soy un poco antiguo. Propongo que Ataúlfo sea nuestro nuevo líder espiritual.

¾      Acepto encantado, -dijo Ataúlfo- A partir de ahora nuestro lema será “El respeto por encima de todo. El amor siempre”.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Creo en Dios


Cree el hombre que es un ser independiente de Dios, cuando realmente es una parte de Él.


Cree el hombre que cada uno de los seres que le acompañan en la vida también son independientes y ajenos a él, con lo cual tiene que proteger lo que él considera suyo y a los que considera suyos, cuando la realidad es que todos son lo mismo, hermanos, hijos del mismo Padre.


Cree el hombre que lo que considera pecado le aparta de Dios, cuando lo único que le aparta de Dios es su propia mente.




Cree el hombre que tiene que buscar a Dios en los templos, en las catedrales, en las mezquitas, en las iglesias, en las sinagogas, en los conventos, en los salones de culto, en las basílicas, en los santuarios, o en las capillas, cuando lo tiene bien cerca: Habita en su propio corazón.


Cree el hombre que Dios premia a los buenos y castiga a los malos, cuando la realidad es que Dios ni premia, ni castiga, porque no hay ni buenos ni malos. Dios Ama a todos por igual y su Amor es total e incondicional.


Todo lo que hay son hombres que están realizando un camino de evolución y crecimiento para acercarse a Dios, y se tienen que acercar a Dios porque les ha separado de Él la ignorancia, la mala fe y las creencias erróneas.


Todo lo que hay son hombres aprendiendo a Amar, aprendiendo a compartir, aprendiendo a respetar.

           Todo lo que hay son hombres tratando de conectar con su alma, su parte divina, y a través de la belleza de su alma, poder contemplar la belleza de los demás, ya sean blancos, negros, amarillos o mestizos, ya vistan con seda o con harapos, ya hablen como Cervantes o Shakespeare, o sean mudos como una roca, ya tengan cuentas millonarias o se peleen por un centavo, ya sean ateos o creyentes, ya sean musulmanes o cristianos, ya sean comunistas o capitalistas, ya sean de derechas o de izquierdas, ya sean honrados o ladrones.