El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




martes, 10 de marzo de 2020

Diario íntimo de un Trabajador de la Luz (3)

Mi nombre es Antay y soy un Trabajador de la Luz


Hoy he sido consciente de un sueño recurrente que tengo hace, por lo menos, cuatro o cinco años En el sueño, que tengo una o dos veces por semana, estoy preparando, o estoy a punto de realizar, un viaje que casi siempre es de vuelta a casa después de trabajar una temporada en otro lugar. En el sueño siempre existe algún contratiempo. He perdido los billetes o no encuentro el pasaporte o se rompen las maletas o está cortada la carretera. El caso es que no puedo viajar, lo que me causa un sufrimiento importante. Estoy seguro de que podría calificarlo como pesadilla porque es un alivio cuando despierto y soy consciente de que estoy en la cama de mi casa sin tener ningún viaje pendiente.
Últimamente el sueño ha comenzado a presentar algunas variaciones. Sigo sin poder viajar por los mismos problemas que en los sueños anteriores, pero a última hora, justo antes de despertarme, el problema que me impedía realizar el viaje se soluciona. Aparecen los billetes o encuentro de manera milagrosa el pasaporte en algún cajón o miro hacia abajo y allí están mis maletas que hace un momento no estaban. Sigo sin viajar porque no me da tiempo, ya que me despierto cuando se soluciona mi problema, pero el alivio, en lugar de sentirlo en el momento de ser consciente de que era un sueño, lo siento unos instantes antes con lo que el despertar es más agradable.
No entiendo nada de sueños ni de su interpretación, pero hoy, con la alegría de haber encontrado el pasaporte en el último momento, nada más despertar, me fui directo a la computadora. Busqué el significado, algo que nunca había hecho, y cuando leí la interpretación que aparecía resonó en mi interior con la misma fuerza que las campanadas de una catedral. Decía que soñar con un viaje es la necesidad de realizar un cambio en la vida, y que si no se puede realizar el viaje por problemas que puedan surgir en el sueño, es una resistencia a dicho cambio.
En ese momento me vino a la mente que hace casi dos años me rompí la tibia y el peroné de la pierna derecha. Califiqué, entonces, ese hecho como un accidente fortuito, sin prestar demasiada atención a una amiga que me dijo que era un mensaje de que tenía que hacer un cambio de rumbo en mi vida. Así que parece claro que estaba necesitando ese cambio de rumbo, y si me atengo al tiempo de duración de los sueños este debería estar gestándose desde hace casi cinco años. Debo de haber comenzado a dar tímidos pasos para ese cambio de rumbo, teniendo en cuenta que en el sueño empiezan a aparecer los billetes o el pasaporte, pero todavía no consigo viajar lo cual quiere decir que aún no he tomado el nuevo rumbo.  
Son cinco años que, si bien, puede parecer un tiempo largo en la vida terrenal, no lo son para la vida inmortal del alma. No hay tiempo para el alma que, como no tiene prisa, puede esperar años y años sin cansarse de patrocinar sueños recurrentes, un día tras otro, enviando en ellos mensajes subliminales para que, algún día, el ego deje caer la venda de sus ojos y se haga consciente de lo que le está demandando el alma que, a fin de cuentas, es la única razón para estar vivo.
Una vez entendido, (todo lo que se puede entender con una información tan volátil), que se ha de realizar un cambio, aparece, de inmediato, una segunda cuestión ¿cuál es el cambio de rumbo que se ha de realizar? Es lógico pensar que el cambio puede estar relacionado con el trabajo, con el lugar, con las relaciones o hasta podría ser cambiar el lugar donde se realizan las compras, ¿por qué no?, es decir, todo relacionado con cuestiones de la vida o, mejor, con cuestiones externas, ¿qué otra cosa podría ser protagonista de un cambio de rumbo?
Pero si, si que hay otro protagonista, el más importante: La propia persona, sus pensamientos, sus creencias, su actitud, su propia valoración, el amor hacia sí misma.
Este era exactamente el cambio que estaba demandando mi alma. No se trataba de cambiar nada del exterior, se trataba de realizar un cambio interior. Se trataba de reconocer y aceptar, sin soberbia y sin falsa modestia mi propio poder, que no es que fuera ni mucho ni poco, era el mío, y punto. Y no solo no lo aceptaba sino que tampoco lo reconocía, ya que me parecía que no podía ser, teniendo en cuenta, además, que yo suspiraba por un poder diferente.
Pero no. Ahí estaba la herramienta que yo mismo había elegido al otro lado de la vida para realizar, con éxito, el trabajo, también, elegido por mí que me iba a permitir acercarme al final de mi meta, que no es otra que el mismo Dios.
Este diario íntimo es un reflejo de mis luchas internas, de mis pensamientos, mi soberbia, mis miedos, mis dudas y mi trabajo interior para salir del pozo en el que me encuentro, parece ser que muy cómodo, y encaminar mis pasos hacia ese cambio de rumbo que no es otro que poner la directa hacia Dios dejando de esconderme, de dar tumbos, de hacer piruetas y de justificar mis miserias.
Soy un ser humano que, como todos, está aprendiendo a amar.
CONTINUARÁ

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