El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Páginas
Lecturas en línea
Libros publicados
Wikipedia
Resultados de la búsqueda
jueves, 19 de junio de 2014
Servicio
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (16 de Junio de 2014)
La mayor fuente que suministra
alegría al corazón es el servicio.
No hay mayor dicha que servir a los
propósitos de Nuestro Señor.
sábado, 14 de junio de 2014
Enfermedad
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (14 de Junio de 2014)
La enfermedad es un signo de que algo
en vuestro equilibrio no está bien.
Nadie en este plano físico pide estar
enfermo, pero si hay una causa principal por la cual todos tienen alguna
enfermedad.
Es solo cuestión de preguntarle al
corazón, es cuestión de meditar y preguntarle al corazón que es lo que tenemos
que hacer.
Equipaje para la vida
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (13 de Junio de 2014)
Que Dios siempre guie vuestros pasos,
que donde quiera que vayan lleven amor, paz y bien a todo el que esté cerca de
Vds., y que todo lo que suceda en vuestra vida cobre sentido al final del
tiempo.
viernes, 13 de junio de 2014
Cambia tu realidad
El Libro de Oro de Saint Germain,
(cuya lectura recomiendo), comienza diciendo que “La Vida, en todas sus actividades, donde quiera que ella se
manifieste, es Dios en acción. Es por la falta de conocimientos en la forma de
aplicar el pensamiento-sentimiento, que los seres humanos están siempre
interrumpiéndole el paso a la Esencia de la Vida. De no ser por esa razón, la
Vida expresaría su perfección con toda naturalidad y en todas partes.
La tendencia natural de la Vida es Amor, Paz, Belleza,
Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quien la use y continuamente está
surgiendo para manifestar de más en más su perfección, y siempre con ese
impulso vivificador que le es inherente.
YO SOY es la actividad de la Vida. Cuando decimos YO SOY,
sintiéndolo, abrimos la fuente de la Vida Eterna para que corra sin obstáculos
a lo largo de su curso; en otras palabras, le abrimos la puerta ancha a su
flujo natural”.
¿Cómo
funciona el pensamiento, que es capaz de impedir el paso a la Esencia de la
Vida, a la perfección de la Vida diseñada por Dios, a la Esencia Divina o a la
manifestación de Dios en todos los aspectos de la Vida?
Los pensamientos no aparecen porque
sí en el cerebro. Los pensamientos son como nubecitas que se encuentran
alojados en una de las capas del aura, concretamente en una que se denomina
cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde
se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación.
Todas las personas tenemos,
prácticamente, los mismos pensamientos en el cuerpo mental, con diferencias de
matices. Con un ejemplo veremos claro cuáles son esos matices. El pensamiento
de divinidad para un cristiano será Jesús, mientras que para un budista será
Buda, o para un hinduista será Krishna. Sin embargo, el pensamiento de
divinidad estará inherente en los tres.
La pregunta lógica sería: ¿Si todos
tenemos alojados en nuestro cuerpo mental los mismos pensamientos, porque unas
personas tienen pensamientos que les llevan al sufrimiento y otras personas,
(las menos), tienen pensamientos que les llevan a la felicidad?
Los pensamientos se denominan formas
de pensamiento, y para expresarse viaja el pensamiento desde el cuerpo mental
hasta el cerebro. Cada vez que tenemos un pensamiento se genera una energía que
viene determinada por el tipo de pensamiento. Esa energía, por un lado, afecta
al cuerpo emocional de la persona generando un sentimiento o una emoción
determinada, y por otro lado engorda a la forma de pensamiento original.
No es necesario decir, que cualquier emoción
tiene su inicio en el pensamiento. Ansiedad, estrés, miedo, tristeza, alegría,
carencias, etc., etc., son solamente producto de nuestro pensamiento. Y son
justamente nuestra colección de emociones las que determinan la vida. Son esas
emociones las que bloquean el libre fluir de la tendencia natural de la Vida,
que decíamos al principio que es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia.
Pero aun hay más. La forma de
pensamiento se va haciendo mayor cada vez que tenemos el mismo pensamiento.
Puede llegar a crecer hasta tal punto que se forme lo que se denomina entidad
de pensamiento. La entidad de pensamiento tiene conciencia propia, una
conciencia muy rudimentaria que la hace
querer vivir. Y para vivir, su alimento es la energía que se genera cada vez
que se tiene el mismo pensamiento, por lo que la entidad de pensamiento va a
descargarse en el cerebro de manera persistente para que se genere la energía
que necesita para su existencia. Los pensamientos circulares, los pensamientos
repetitivos, los pensamientos obsesivos, sólo son entidades de pensamiento.
Por supuesto la energía generada se
va acumulando en el cuerpo emocional de la persona, llegando, con el tiempo, a
afectar físicamente a la persona. Nuestra salud también es fruto de nuestros
pensamientos.
Decir, “no sé”, “no puedo”, “no
tengo”, “estoy enfermo”, y frases similares son una especie de grilletes que le
vamos poniendo a nuestra vida. Y la vida, ante nuestra insistencia se encarga
de que no sepamos, de que no podamos, de que no tengamos o de que enferme
nuestro cuerpo.
¿Qué hacer para cambiar la
tendencia?, ¿Qué hacer para que la Vida se manifieste en toda su grandeza? Pues….
CAMBIAR EL PENSAMIENTO.
Pero, ¡Es tan difícil cambiar el pensamiento!,
el pensamiento no se puede cambiar de la noche a la mañana, porque los
pensamientos a los que estamos habituados viajan al cerebro una y otra vez, a
pesar de todos nuestros esfuerzos para que eso no suceda, por lo tanto, para
cambiar los pensamientos, que llegan de manera inconsciente, hemos de hacerlo
conscientemente.
Hemos de dejar de dar poder a las
condiciones exteriores, hemos de dejar de dar poder a personas, a lugares, a
cosas, a deseos, a creencias, y darle el poder a quien lo tiene realmente,
hemos de reconocer y aceptar la presencia de Dios, ya que El es todo salud,
todo amor, todo abundancia, todo paz. Y la manera de hacerlo es repetir en
nuestro interior machaconamente, YO SOY, o YO SOY HIJO DE DIOS. No se trata de
repetirlo una, dos ó tres veces, se trata de repetirlo horas si realmente
queremos cambiar la dinámica de nuestra vida. Hemos de tener en cuenta que
hemos de invertir la fuerza de pensamientos que llevan con nosotros toda una
vida.
YO SOY es Dios en acción, y cuando
pensamos YO SOY significa que sabemos que tenemos a Dios trabajando y
expresándose en nuestra vida.
Se trata de formar entidades de
pensamientos positivas, entidades de pensamiento de alta vibración, que como
las negativas también quieren vivir y se van a descargar en el cerebro para
expresarse una y otra vez. Sin embargo, hasta que eso suceda, hemos de trabajar
de manera consciente para hacer que las entidades negativas vayan perdiendo
poder.
¡Adelante! y ¡Suerte!
Labels:
Alegría,
Amor,
Bondad,
Conciencia,
Dios,
Divinidad,
Energia,
Felicidad,
Mente,
Pensamiento,
Serenidad; Armonía,
Vivir
jueves, 12 de junio de 2014
Hijos de Dios
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (11 de Junio de 2014)
Saberse hijos de Dios implica
entender que todos somos lo mismo, que todos necesitamos respeto y amor
incondicional.
Saberse hijos de Dios implica también
que aunque estemos en diferentes puntos del camino, todos venimos y vamos hacia
Lo Mismo.
Y por último, saberse hijo de Dios es
entender que si vamos a ayudar a alguien, no debemos juzgarlo ni criticarlo,
tan solo debemos dejar que el apoyo salga desde el fondo de nuestro corazón.
Compasión
Las tres cuartas partes de las
miserias
y malos entendidos en el mundo
terminarían
si las personas se pusieran en los zapatos de
sus adversarios
y entendieran su punto de vista
Mahatma Ghandi.
Compasión es la capacidad de percibir
lo que otro ser humano pueda sentir. Compasión es la capacidad de sentir
aprecio por los demás y desear la liberación de su sufrimiento. Compasión es un
sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a alguien y que impulsa a
aliviar, remediar o evitar su dolor. Compasión es el deseo de que los demás
estén libres de sufrimiento.
En la compasión la alegría de los
otros es tu alegría, el sufrimiento de los otros es tu sufrimiento, el éxito de
los otros es tu propio éxito, y su fracaso el tuyo. En definitiva, la historia
de los otros es tu historia. Esto es Unidad, con la compasión se acaba la
separación, con la compasión se vive la Unidad, con la compasión vivimos,
aceptamos y entendemos que todos somos hermanos, que todos somos la misma cosa,
que todos somos Hijos de Dios.
La compasión nos libera de la ilusión
que nos aprisiona en nuestra propia experiencia individual, ya que se enfoca en
descubrir las necesidades y padecimientos de las personas, con una actitud de
servicio. La compasión nos lleva a escuchar y a comprender a las personas, nos
lleva a ponernos en los zapatos del otro, con lo cual entendemos cada razón,
cada causa, lo cual nos va a llevar a dejar atrás los juicios, ya que juzgar y
criticar son procesos de la mente, mientras que la comprensión que deriva de la
compasión es un proceso del corazón.
La compasión hace aflorar otras
virtudes en las personas: Generosidad y servicio, ya que se ayuda sin esperar
nada a cambio, y se pone a disposición de la persona que sufre tiempo y
recursos personales; sencillez, porque no se hace distinción entre las personas
por su condición social, solidaridad, al sentir que los problemas del otro son
problemas propios; comprensión, por entender las razones de los demás.
Sin embargo, la compasión no debe
crear dependencia hacia la persona que sufre, ni debe generar sufrimiento por
el sufrimiento del otro. La compasión nos debe de llevar a ayudar, a acompañar,
a servir, pero desde un sentimiento de paz, desde un sentimiento de serenidad.
Sólo así podremos ser útil al que sufre, de otra forma nos convertiríamos
nosotros mismos en objeto de compasión.
martes, 10 de junio de 2014
Paz interior (1)
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (9 de Junio de 2014)
No es necesario ir por el mundo
deseando cosas, no es necesario ir acumulando experiencias.
Si Vds. supieran vivir libres de
deseos, si supieran el bien que pueden hacer tan solo compensando la carencia
de amor de vuestro prójimo, encontrarían paz interior.
Vivir desde el corazón (1 y 2)
Nuestra vida
diaria está regida por los pensamientos. Nos movemos, actuamos y sentimos en
función de lo que va apareciendo en nuestra mente. Nuestra mente no se detiene
ni un momento, hasta el extremo de que no nos comportamos como lo que realmente
somos, sino que nos comportamos como pensamos que deberíamos ser, en función
del entorno en el que nos encontremos. De alguna manera, nos pasamos la vida
actuando, somos actores de la vida, no nos manifestamos tal como somos, sino
como nos gustaría ser, como les gustaría a nuestros padres que fuéramos, como
les gustaría a nuestros educadores, como le gustaría a nuestro jefe, a nuestros
amigos o a nuestra pareja.
En
definitiva, son pocos los momentos de nuestra vida en los que nos podemos
considerar auténticos. La mente dirige, por completo, nuestra existencia,
siempre de manera errática, siempre de manera crítica.
Nuestros
pensamientos están dirigidos y gobernados por el pensamiento social, están
regidos por las normas y las creencias que la sociedad impone. Y en la sociedad
que nos hemos dado, es muy fácil sentirse solos en nuestra realidad, porque la
mente, desde donde vivimos, es la que nos dice que existe separación entre
nosotros y todo lo demás, y eso no es más que una ilusión, una fantasía, una
mentira, ya que la realidad es que todos y todo somos uno. Ser uno con todo y
con todos, quiere decir que yo no soy mejor, pero tampoco soy peor, ni tan
siquiera soy igual, sencillamente soy uno, soy lo mismo.
Los
estímulos que nos rodean nos mantienen dentro de nuestra propia mente, nos
mantienen a merced de la mente, la cual siempre está juzgando todo lo que
estamos percibiendo en nuestro entorno. Esta mente crítica, esta mente que
juzga de manera permanente, hace que aparezca en nuestra conciencia sentimientos
como la vergüenza, o la soberbia, o la envidia, por citar solo algunos, y si
aparecen en nuestra conciencia, es eso exactamente lo que vamos a vivir y va a
ser esa la forma de cómo vamos a sentirnos.
La vida no
es eso, hay que acercarse a la vida y a todas las circunstancias que la rodean
con calma y con tranquilidad, aceptando la vida tal cual es, aceptándonos
nosotros mismos tal como somos, viviendo y siendo conscientes de las
experiencias que nos toca vivir en cada instante, sin buscar escapar del momento
presente ni de los sentimientos que cada experiencia genera. Todo lo que
buscamos lo vamos a encontrar en el momento presente, porque es ahí donde
reside la verdad de lo que estamos buscando, y ninguna experiencia es ni buena
ni mala, solo es.
Pero como
vamos a conseguir eso cuando toda nuestra educación y nuestras creencias nos
llevan directamente a la mente. Pues lo vamos a conseguir trasladándonos de
vivir desde el espacio de la mente a vivir en el espacio del corazón. Podríamos
decir que se trata de vivir una vida más espiritual, no porque tenga que ver
con ninguna religión, las religiones son tan culpables de nuestra sinrazón como
el resto de la sociedad. Es vivir una vida más espiritual porque se trata de
darle más chance al espíritu que a la mente, se trata de vivir desde el corazón
que es el abanderado del alma y dejar de lado la mente que es la abanderada del
cuerpo.
Esto que predican con tanta
insistencia las enseñanzas de la nueva era, o los gurús de los libros de
autoayuda, es más difícil de practicar de lo que parece. Si fuera fácil todos
viviríamos desde el corazón y no serían necesarios más libros, más cursos, más
conferencias, más nada.
Vivir una vida más espiritual, es
decir, vivir desde el corazón, no significa saber más, leer más, tener más
conocimiento, retirarse a una cueva o hacer una vida monacal. Sólo se trata de
amar más, así de fácil es la teoría, la práctica no lo es tanto.
Vivir desde el corazón es vivir la
libertad, es vivir la eternidad, es vivir la alegría, es vivir la felicidad, es
vivir el amor, es vivir la divinidad. Vivir desde el corazón es dejar que el
corazón hable su propia verdad, es dejar que exprese su propia sabiduría, es
dejar que nos ayude a tomar decisiones en nuestra vida diaria, ya que siempre
nos va a decir cuál es la respuesta y cual la dirección correcta. Vivir desde
el corazón es estar completamente presente, y convertirse en la personificación
del amor, de la ecuanimidad, y de la libertad. Vivir desde el corazón es el
estado natural y auténtico del alma que ha decidido encarnar, y si no lo
vivimos así, es porque hemos sido enseñados y condicionados para vivir lejos
del corazón.
Para vivir desde el corazón, sólo hay que vivir en silencio. Y para
conseguir el silencio sólo hay que meditar.
Pero ya es bastante difícil la
meditación, como para mantenerla horas, todas las horas del día en que nos
mantenemos despiertos, y poder así vivir el ahora, y poder gozar de la
sabiduría y las sensaciones del corazón. Por lo tanto, tendremos que hacer algo
más.
Las herramientas necesarias para
vivir desde el corazón son cuatro. La mente, la atención, la voluntad, y la
paciencia.
Es una paradoja, pero necesitamos la
mente para dominar a la mente. Necesitamos atención para observar a la mente,
necesitamos, como para todo en la vida, ya sea física o espiritual, voluntad
para volver al trabajo una y otra vez, cada vez que esta se distraiga, y
necesitamos paciencia para llegar al final del camino: el corazón.
Sobre todo recuerda que cualquier
camino que quieras recorrer comienza con un primer paso, y que con ese primer
paso vas a recorrer un tramo pequeñito, en la vida física menos de un metro. No
quieras con ese primer paso llegar al final del camino. No, el camino ha de
recorrerse con tranquilidad y con perseverancia, teniendo claro que buscas, y
volviendo al camino cada vez que los acontecimientos te separen de él.
Con todo esto claro, ya solo queda
comenzar a caminar:
Lo primero que has de hacer es
meditar. Medita cada día. Comienza por once minutos si no tienes práctica, y
vete ampliando el tiempo para llegar, al menos, a los treinta minutos diarios.
Si ya meditas, sigue con tu meditación. Si no lo haces búscate alguna con la que
te sientas cómodo. Y si no sabes cual, puedes hacer la meditación de Kundalini-Yoga para una
mente neutral que viene a continuación.
Durante todo tu día, lleva la atención a tu respiración, siente el
aire entrando por tus fosas nasales, siente como se expande tu abdomen, siente
después como sale el aire y como se relaja tu abdomen, e imagina que estás
respirando desde el corazón. Si aun no has adquirido una práctica meditativa, a
la tercera respiración, tu mente ya se habrá distraído, para esto necesitas,
una vez que seas consciente de tu distracción, voluntad para volver tu atención a la respiración. Haz esto durante
todo el tiempo que puedas permanecer consciente.
Como mantener una mente meditativa
durante todo el día es una tarea harto difícil, mantén también la atención en
todos los procesos de tu mente. Observa cómo se comporta tu mente, para dar
prioridad a algunas de las energías del corazón: Intuición, desapego, compasión,
ecuanimidad, amor.
La intuición es la voz del corazón.
Es un murmullo constante. Sentirla es una señal clara de que la mente comienza
a serenarse, ya que el ruido de la mente impide sentir cualquier otra cosa y
aun menos un simple murmullo. Si llegar a sentirlo, hazle caso, no dejes que la
mente analice ese murmullo, ya que sino, esta se encargará de desprestigiar a la
intuición. Te va a decir que debes de seguir su lógica, ya que es la lógica lo
que la sociedad espera que sigas. Sin embargo, la intuición es la voz del Yo
Superior, es la voz del alma, y no hay nada más objetivo, ya que no está
contaminada por las propias creencias, ni por los juicios que la sociedad está
pronta a sentenciar.
Ecuanimidad es encarar la vida, con
todas sus vicisitudes, en calma y con tranquilidad, sin perturbar la mente.
Vivir desde el corazón es vivir la ecuanimidad, “todo está bien”. Para aprender a vivir desde el corazón se
consciente de tus críticas. Desde una mente crítica es imposible vivir la
ecuanimidad. Cuando entras en contacto con otras personas, has de tener muy
claro que tus ideas, tus opiniones, tus creencias, no están en competencia con
las ideas, opiniones y creencias de los otros, sino que todas tienen el mismo
valor para Dios, se complementan, se enriquecen. En la ecuanimidad vas a
entender y a respetar las creencias de los otros. Vas sencillamente a valorar,
a apreciar y a respetar al otro.
Vivir desde el corazón, es vivir el
desapego. El desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una manera
robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a
los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un
desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia
nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones.
Desapegarse es liberarse o apartarse
de una persona o de un problema con amor. Viviendo la propia vida al máximo de
capacidad y luchando para discernir qué es lo que se puede cambiar y que no. Si
no se puede solucionar un problema después de intentarlo seriamente, hay que
aprender a vivir con ese problema o a pesar de él. Y tratando de vivir felices,
concentrándose en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiendo agradecimiento
por ello. Aprendiendo la mágica lección de sacarle el máximo provecho a lo que
de bueno tiene la vida, ya que eso multiplica lo bueno en la vida.
El desapego implica " vivir el
momento presente", vivir en el aquí y en el ahora. Permitiendo que en la
vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de
controlarlas. Renunciando a los remordimientos del pasado y a los miedos por el
futuro. Sacando el mayor provecho a cada día, aceptando la realidad, aceptando los
hechos, aceptando y adentrándose en las experiencias. Requiere fe en uno mismo,
en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en
este mundo.
Confía en que todo está bien a pesar
de los conflictos. Confía en que Dios sabe más que tu, y ha dispuesto lo que
está sucediendo, y que puede hacer mucho más por resolver el problema que tu.
De modo que trata de no estorbar en su camino y dejar que Él lo haga.
Las recompensas que brinda el
desapego son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la
capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de
energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a los problemas.
El corazón es compasión. Vivir la
compasión es vivir la unidad. La alegría de otras gentes es la propia, el
sufrimiento de otras gentes es el propio sufrimiento, la historia de otras
gentes es la propia historia. La compasión acaba con la separación, liberando
de la ilusión de la propia experiencia individual.
Vivir la compasión es escuchar y
comprender a otras personas profundamente, lo cual ayuda a perdonar y a dejar atrás
los juicios, ya que el juicio es un proceso de la mente y mientras que la
comprensión lo es del corazón. Así que cuando estés con otras personas
aprovecha la oportunidad para escuchar atentamente, para comprenderlas, sin
juzgarlas. De esta manera te vas a convertir en el amor que buscas.
Y ama. Empieza por ti. Amaté, respétate,
valórate, acéptate. Para aprender a amar utiliza la Regla de Oro: “Da a los
demás lo que quieres para ti”. “No desees para los demás lo que no deseas para ti”.
Acuérdate de ser feliz.
Labels:
Aceptación,
Alegría,
Amor,
Atención,
Camino,
Compasión,
Corazón,
crítica,
Desapego,
Dios,
Felicidad,
Humildad,
Libertad,
Meditación,
Mente,
Paz interior,
Pensamiento,
Serenidad; Armonía,
Silencio,
Voluntad
domingo, 8 de junio de 2014
Un recuerdo, una sonrisa
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (6/7 de Junio de 2014)
Dios está en cada cosa, en cada
aspecto perfecto de la Creación. No necesita darnos señales, no necesitamos un
milagro.
Dios Es en todas partes y en todo
tiempo.
Y ante la gran presencia de Dios lo
único que cuenta es haber amado intensamente a nuestros semejantes, haber sido
fieles a nuestra naturaleza divina, y que cada persona con la que nos hayamos
cruzado en la vida, nos recuerde con una sonrisa.
viernes, 6 de junio de 2014
En pos de los sueños
Fragmento de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de
la Barca
Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Nos pasamos la vida soñando, nos pasamos la
vida buscando. Buscando la felicidad, buscando la paz, buscando el amor, buscando
la seguridad, buscando, buscando, buscando.
He encontrado un cuento de Jorge
Bucay, que trata sobre un buscador que va en busca de un tesoro que soñó
durante varias noches.
Había una vez en la ciudad de
Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias
noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río;
soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol.
Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un
tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda su vida.
Al principio Izy no le dio
importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas,
interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información
que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó
su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el
anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el
puente sobre el río.
No había muchos ríos, ni muchos
puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que
en su sueño: el río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual
debía cavar.
Sólo había un detalle que en el sueño
no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la
guardia imperial.
Izy no se animaba a cavar mientras
estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la
segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de SU puente,
así que se aproximó para interrogarlo.
El viejo no encontró razón para
mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana,
porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro
enterrado.
El guardia empezó a reírse a
carcajadas:
—Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el
guardia—. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de
Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay
un tesoro enterrado. Ja... Ja... mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar
a este Izy y cavar debajo de su cocina... Ja... Ja... Ja....Izy agradeció
humildemente al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo debajo de su
propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado.
Los seres
humanos somos como ese buscador, siempre detrás de nuestro sueño, lo malo, es
que no llegamos al final de ningún camino en el que un soldado nos explique
también su sueño. Buscamos lejos, buscamos en el exterior algo que está y
siempre ha estado en nosotros.
Soñamos que
vamos a encontrar el amor cuando encontremos a nuestra media naranja, soñamos
que esa misma pareja es la que nos va a dar la felicidad, soñamos con los hijos
perfectos, soñamos con el trabajo ideal, soñamos con una jugosa cuenta
corriente en el banco, soñamos con el último modelo de coche, soñamos con una
mansión, soñamos, soñamos, soñamos. Y se nos pasa la vida en un sueño, sin
conseguir hacer realidad ninguno de esos sueños. Y si se llega a conseguir
alguno de ellos, de inmediato volvemos a soñar.
No es malo
correr detrás de los sueños, no es malo tratar de materializar nuestros deseos,
al contrario, es bueno, ya que nuestros sueños y nuestros deseos son la espoleta
que nos impele a la acción. Sin embargo, la no consecución de las expectativas
que podamos generarnos, son causa de dolor y sufrimiento. Vayamos detrás de los
sueños, corramos detrás de los deseos pero sin expectativas, sin condicionar
nuestra felicidad a la consecución de nuestro objetivo.
Condicionar nuestra felicidad,
nuestro amor, nuestra paz, nuestra serenidad, a la consecución de esos deseos, es
fracaso seguro. Y es fracaso seguro porque nada del exterior va a conseguir que
seamos felices. Por una sencilla razón, todo está en el interior. El amor, la
felicidad, la paz, la alegría, la serenidad, se encuentran en nuestro interior,
de la misma manera, que se encuentran la voluntad, la paciencia, la fortaleza,
la valentía o el miedo.
De la misma manera que la consecución
de nuestras metas físicas requiere trabajo, requiere voluntad, requiere
paciencia, necesitamos trabajar para conseguir nuestras metas emocionales. Con
una diferencia, una vez conseguidas perdurarán para siempre a lo largo de todas
nuestras vidas, mientras que los logros físicos pueden durar, como máximo, una
vida, la que ahora vivimos.
Para poder llegar a contactar con eso
que se encuentra en nosotros, solo se ha de apartar los sentidos del exterior,
solo hemos de prohibir a nuestro pensamiento que se vaya al pasado o que pasee
por nuestro incierto futuro, solo hemos de encontrar el silencio.
Para esto, ¡medita!
Pensamiento
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (4 de Junio de 2014)
La alegría es el estado natural del
que espera en Dios.
El pensamiento no hace más que
confundirnos con cosas que ya han pasado, o con eventos que tienen que llegar.
El pensamiento quiere que nos adentremos en él, quiere confundirnos y
distraernos de lo más importante que es el hoy.
miércoles, 4 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
Dios Es
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (2 de Junio de 2014)
Dios es el inicio y el fin. Es lo primero que vemos al despertar y lo último en lo que pensamos antes de irnos a dormir. Es la causa eterna y el propósito hacia el cual todos convergemos.
Dios no tiene inicio ni fin. Dios
está en todo el tiempo y en todo el espacio. En todas las circunstancias Dios
Es.
Relaciones y sufrimiento
Los seres
humanos, vivimos en la materia en un mundo que nos rodea, en un mundo que nos
envuelve, en un mundo que nos engulle con sus fauces y que nos afecta completamente
para el desarrollo de nuestra vida, tanto física como emocional y mental.
Si el ser humano
viviera aislado en una cueva, su vida ya no estaría determinada por su entorno,
su vida estaría determinada por su mundo interior, porque no habría sociedad
que le impusiera normas o costumbres, no habría sociedad que comentara su modo
de vida, no habría sociedad que le condicionara con la inercia del pensamiento
social. Por lo tanto, al no existir para esa persona un mundo exterior,
solamente podría recurrir a su mundo interior. ¿Es bueno?, puede serlo para
algunos. ¿Es lo que tendríamos que hacer? Por supuesto que no. Es posible que
el camino de algunos sea aislarse, pero no es la norma de todos los que
decidimos vivir una vida física, ya que casi todos venimos a la vida para
aprender en sociedad, venimos a la vida para interactuar con el resto de seres
humanos, venimos a la vida para aprender a amar, y todo esto en una cueva no
sería factible.
En el mundo
que hemos decidido vivir nos estamos relacionando de manera permanente con
otros grupos de seres humanos que como nosotros están aprendiendo a vivir,
están aprendiendo a amar. Y es ese aprendizaje hay una asignatura que sobresale
por encima de cualquier otra cosa, es la asignatura en la que prácticamente
todos los seres humanos sacamos matrícula de honor: es “el sufrimiento”, esa
emoción que todos aprendemos desde bien pequeños. Nuestros padres, nuestros
maestros, nuestros educadores, la sociedad en suma, son expertos en enseñar a
sufrir. Si fueran tan diligentes para enseñar a ser felices, el mundo sería
otra cosa totalmente distinta.
En nuestras
manos está el que nuestra matrícula de honor en sufrimiento sea flor de un día,
y no sea una asignatura que a pesar de tener aprobada, queramos repetirla una y
otra vez hasta……. Hasta no sabemos cuándo.
¿Intentamos
no repetir esa asignatura?
La causa del
sufrimiento se encuentra en nuestro pensamiento, por lo tanto solo hay que
cambiar el pensamiento. ¡Es fácil!, ¿Verdad? Bueno, lo fácil es decirlo,
llevarlo a la práctica es un poco más complicado.
En nuestras
relaciones se encuentran las mayores causas de sufrimiento. Aunque cada persona
que se asoma a esta ventana tiene, seguro, sus propias causas de sufrimiento,
creo que en los siguientes tres apartados se encontrarían recogidas la mayoría
de ellas:
1) Enfermedades de seres queridos,
muerte de estos, enfermedades propias.
2) Decepciones, difamación o engaños de
familiares y amigos.
3)
Carencia
que impiden cubrir las necesidades básicas.
En
todos los casos, graves o leves, tenemos que tener una pregunta y su respuesta
en la mente: ¿Soluciona el problema darle vueltas al problema una y otra vez en
la cabeza? (Contéstate tú mismo).
Vamos a
comenzar por el tercer apartado: La carencia, la pobreza. Ese estado en el que
no llega el dinero para los gastos básicos, ni tan siquiera para poder
alimentar a tus hijos, o para gastos médicos imprescindibles. Es una situación
dramática. Puedes pensar: ¿Cómo no sufrir?, sería de seres deshumanizados no
hacerlo.
Hemos de
recordar que con el sufrimiento no se va a conseguir el dinero que falta. El
Universo es como un espejo y nos devuelve aquello que permanece en nuestra
mente. Si sufrimos por la pobreza, por la carencia, por aquello que nos falta
para cubrir las necesidades básicas, lo que vamos a recibir es más de lo mismo,
más carencia, más pobreza. Sin embargo, si enfocamos nuestra atención en lo que
tenemos, si enfocamos nuestra atención en agradecer que tenemos para comprar
comida, aunque sea solamente para dos días, el Universo se encargará de ir
aumentando esa cantidad. Dios provee.
Existe una Ley en el
Universo, la Ley de Precipitación, que hace que
una persona atraiga las cosas que necesita. Para ello el ser humano necesita
tener purificado su cuerpo emocional. Es decir, sin sufrimiento.
En otra época, al principio de los
tiempos a
toda la humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran
utilizar en su actividad física en este planeta. Pero cuando el individuo
desperdicia su energía en las diversas maneras que crean destrucción dentro y
alrededor del cuerpo emocional, se pierde el Poder de Precipitación. La Ley de
Precipitación sencillamente está en el Universo, y está actuando en todo
momento para traer bendiciones y perfección a la humanidad.
No hace falta ningún comentario más.
En cuanto al sufrimiento producido
por decepciones, difamación o engaños de familiares y amigos, volvemos a
preguntarnos: ¿El sufrimiento limpia el mal hecho? No lo hace. Lo único que
hacemos con sufrir y rememorar de manera permanente el daño recibido es como si
nos estuvieran engañando cada día, mientras el ofensor vive tan plácidamente.
Lo que se ha de hacer en estos casos
es, en primer lugar, denunciar, poner el caso en manos de la justicia de los
hombres. La justicia de Dios ya se encargará en su momento, es la Ley del
Karma.
Y en segundo lugar, para nuestra
estabilidad emocional, es perdonar sinceramente la ofensa y bendecir al que nos
ha ofendido. Es la única manera de no ir tomando una gota de veneno cada día,
que al cabo del tiempo puede malograr el cuerpo físico, teniendo en cuenta que
el cuerpo emocional ya lo hemos destrozado con tanto recuerdo y con tanto
sufrimiento.
Y por último en el sufrimiento generado por enfermedades de seres queridos,
muerte de estos o enfermedades propias, después de recordar que el sufrimiento
ni sana al enfermo ni le devuelve a la vida, hay que pensar en el caso de
enfermedad en el enfermo. Por un lado, le estamos añadiendo con nuestro sufrimiento
una dosis de dolor adicional, ya que puede sentirse culpable que por su
enfermedad nos está haciendo sufrir, y por otro, con el sufrimiento nuestra
energía no se encuentra al cien por cien, por lo que nuestra dedicación al
cuidado del enfermo no es completa.
En el caso de muerte, si realmente se
ama a la persona fallecida, hemos de tener presente que al lugar al que ha ido
sólo hay paz, amor, felicidad y alegría. Desde el otro lado de la vida nos
están viendo de manera permanente, y aunque vean nuestro dolor, no disminuye ni
un ápice su estado de gozo. Por lo tanto, si realmente amamos a la persona que
ha dejado el cuerpo, solo nos queda alegrarnos, porque su cambio de estado ha
sido una bendición para él.
Si sufrimos con nuestra propia enfermedad,
lo único que estamos haciendo es añadir dolor al dolor, sufrimiento al
sufrimiento. Podemos entregarle la enfermedad a Dios y pensar que Dios provee
siempre lo mejor para el alma, por lo tanto, solo debería permanecer en nuestra
mente: “Señor, hágase Tu Voluntad”.
Y debería permanecer el mismo
pensamiento de “Señor, hágase Tu Voluntad” en cualquier circunstancia de
nuestra vida, alegre o triste, en la salud y en la enfermedad, en la abundancia
y en la pobreza.
Aclarar, para terminar que no sufrir
es estar en paz, no es estar de fiesta, ni cantando, ni bailando. Solo es
encontrar la paz interior que nos va a permitir afrontar las situaciones
con total serenidad, y con total fortaleza, para dar el ciento por ciento de
nosotros mismos.
Animo, puede hacerse.
sábado, 31 de mayo de 2014
Esperanza
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (30 de Mayo de 2014)
La esperanza es el sendero del
corazón, es el sendero correcto. No es necesario sufrir, no es necesario ningún
sacrificio, no es necesario resistirse ni darle vueltas con el pensamiento.
Sólo es tener la certeza y la
voluntad de que las cosas van a pasar.
jueves, 29 de mayo de 2014
El camino de Dios
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (28 de Mayo de 2014)
Hay que tener la certeza de que uno
está en el camino que Dios le ha trazado.
Para esto hay que sentir tres cosas:
·
La
primera: Paz interior.
·
La
segunda: Concordancia entre lo que el corazón siente y lo que uno hace.
·
Y
la tercera: El firme convencimiento de que sin importar a donde vayamos, sin
importar lo que hagamos, Dios nos protege.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Un rayo de luz
La vida que
vivimos es ilusión, es fantasía, es un cúmulo de preocupaciones, de deseos
incumplidos, de desengaños, de mentiras, de desamores, que nos va llevando poco
a poco, en la mayoría de los casos, a la insatisfacción, como mal menor, o a la
tristeza, al dolor o al sufrimiento.
Sin embargo, no todo está perdido, y
no lo está porque en esa vida de fantasía, que hemos decidido vivir los seres
humanos, casi siempre existe un momento en el que como un rayo de luz aparece
en nuestro interior un mensaje directo del corazón, un mensaje, que nos acerca
al menos a la duda de si es correcta la vida que llevamos o si existe alguna
otra manera de vivir que sea más placentera emocionalmente.
El mensaje
que se recibe, es escueto, y suele aparecer en los momentos de mayor dramatismo
de nuestra vida, puede ser en la enfermedad, puede ser en el sufrimiento, puede
ser en la depresión o en la tristeza, puede ser en la desaparición de un ser
querido, o en una etapa de estrés en nuestra vida.
Ese mensaje parece
que llega cuando se han agotado las vías convencionales que la sociedad pone a
nuestro alcance para la solución de conflictos, sin haber encontrado en ellas
la solución del problema o sin haber encontrado el desahogo emocional que nos
permita salir del pozo en el que, sin saber muy bien como, hemos caído. Pero no
es así. El mensaje siempre está ahí, pero es tan suave que es imposible percibirlo
cuando nuestra mente se encuentra aturdida con todo el ruido producido por el
fragor de la batalla de nuestras preocupaciones.
Es cuando en
medio de la desesperación la mente se aquieta como dando por perdida la batalla
cuando escuchamos un leve susurro que nos impulsa a dudar de si la manera de
gestionar nuestra vida y nuestro dolor es el correcto, y si no sería posible aplicar
una solución distinta a la de darle vueltas y más vueltas a un problema que
para el que sufre, atado a una rueda que gira y gira, siempre en el mismo
sentido, parece inviable cualquier solución.
En ese
momento, de nosotros depende detener la rueda y seguir a la luz. Porque puede
la persona no hacer caso del susurro, o puede comenzar a razonar que eso que le
llega es una tontería, o puede, al menos conceder a su intuición el beneficio
de la duda y buscar esa nueva manera de solucionar su problema.
La solución
del problema tiene un primer peldaño, que es el silencio, el silencio mental, porque
es en él donde se va a encontrar la sabiduría necesaria para enfocar los
problemas de una manera más sana y más inteligente. Y tiene un segundo peldaño,
que es el trabajo. Será a partir de ese momento cuando la persona decida si
quiere trabajar para conseguir su serenidad, o prefiere volver al maltrato que
le genera el carrusel de su mente.
Pero siempre
será necesario haber sentido ese rayo de luz y haber tratado de seguir su
resplandor.
martes, 27 de mayo de 2014
Instrumentos de Dios
Mensaje
canalizado de un Maestro Ascendido (26 de Mayo de 2014)
Si viven esperando que el mundo
cambie, no cambiará.
Tienen que entender que Vds. son los
instrumentos de Dios, que Vds. son sus manos, que Vds. son sus ojos, y que con
su amor pueden hacer que los sentimientos cambien, que las cosas se muevan, con
respecto a su entorno.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)