Fragmento de “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de
la Barca
Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Nos pasamos la vida soñando, nos pasamos la
vida buscando. Buscando la felicidad, buscando la paz, buscando el amor, buscando
la seguridad, buscando, buscando, buscando.
He encontrado un cuento de Jorge
Bucay, que trata sobre un buscador que va en busca de un tesoro que soñó
durante varias noches.
Había una vez en la ciudad de
Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias
noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río;
soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol.
Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un
tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda su vida.
Al principio Izy no le dio
importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas,
interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información
que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó
su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el
anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el
puente sobre el río.
No había muchos ríos, ni muchos
puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que
en su sueño: el río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual
debía cavar.
Sólo había un detalle que en el sueño
no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la
guardia imperial.
Izy no se animaba a cavar mientras
estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la
segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de SU puente,
así que se aproximó para interrogarlo.
El viejo no encontró razón para
mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana,
porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro
enterrado.
El guardia empezó a reírse a
carcajadas:
—Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el
guardia—. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de
Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay
un tesoro enterrado. Ja... Ja... mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar
a este Izy y cavar debajo de su cocina... Ja... Ja... Ja....Izy agradeció
humildemente al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo debajo de su
propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado.
Los seres
humanos somos como ese buscador, siempre detrás de nuestro sueño, lo malo, es
que no llegamos al final de ningún camino en el que un soldado nos explique
también su sueño. Buscamos lejos, buscamos en el exterior algo que está y
siempre ha estado en nosotros.
Soñamos que
vamos a encontrar el amor cuando encontremos a nuestra media naranja, soñamos
que esa misma pareja es la que nos va a dar la felicidad, soñamos con los hijos
perfectos, soñamos con el trabajo ideal, soñamos con una jugosa cuenta
corriente en el banco, soñamos con el último modelo de coche, soñamos con una
mansión, soñamos, soñamos, soñamos. Y se nos pasa la vida en un sueño, sin
conseguir hacer realidad ninguno de esos sueños. Y si se llega a conseguir
alguno de ellos, de inmediato volvemos a soñar.
No es malo
correr detrás de los sueños, no es malo tratar de materializar nuestros deseos,
al contrario, es bueno, ya que nuestros sueños y nuestros deseos son la espoleta
que nos impele a la acción. Sin embargo, la no consecución de las expectativas
que podamos generarnos, son causa de dolor y sufrimiento. Vayamos detrás de los
sueños, corramos detrás de los deseos pero sin expectativas, sin condicionar
nuestra felicidad a la consecución de nuestro objetivo.
Condicionar nuestra felicidad,
nuestro amor, nuestra paz, nuestra serenidad, a la consecución de esos deseos, es
fracaso seguro. Y es fracaso seguro porque nada del exterior va a conseguir que
seamos felices. Por una sencilla razón, todo está en el interior. El amor, la
felicidad, la paz, la alegría, la serenidad, se encuentran en nuestro interior,
de la misma manera, que se encuentran la voluntad, la paciencia, la fortaleza,
la valentía o el miedo.
De la misma manera que la consecución
de nuestras metas físicas requiere trabajo, requiere voluntad, requiere
paciencia, necesitamos trabajar para conseguir nuestras metas emocionales. Con
una diferencia, una vez conseguidas perdurarán para siempre a lo largo de todas
nuestras vidas, mientras que los logros físicos pueden durar, como máximo, una
vida, la que ahora vivimos.
Para poder llegar a contactar con eso
que se encuentra en nosotros, solo se ha de apartar los sentidos del exterior,
solo hemos de prohibir a nuestro pensamiento que se vaya al pasado o que pasee
por nuestro incierto futuro, solo hemos de encontrar el silencio.
Para esto, ¡medita!
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