Y ¿Cuales son mis prioridades?
Sanar tanto físicamente como emocionalmente. Es
obvio que estoy mal físicamente, aunque no me sienta así, porque yo me siento
una niña y ese tal vez sea el problema. ¡No sé!, pero a mis treinta y dos a
veces siento tanta alegría que me pongo a dar saltitos, y la gente se me queda
mirando porque se supone que soy una persona adulta, y bla, bla, bla, toda esa basura que
nos dice la sociedad. Y no es una crítica pero no me siento ni me veo como adulto, gracias a
Dios. No es que pretenda no envejecer, porque si algo he aprendido en este
tiempo es a vivir el hoy, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día. Lo
que realmente cuenta es apreciar cada instante, apreciar lo fascinante que es
el presente. Y esto es algo, que, a veces, se me olvida. Creo que a casi todos
nos falta tomar conciencia de la belleza de cada momento.
¡Es tan obvio que nuestro tiempo es limitado!,
pero casi todos lo olvidamos. La cantidad de tiempo en nuestra vida como
humanos, es limitada, y lo es por las mismas leyes de la vida, o por el destino,
o que se yo, la cuestión es que nuestra vida es muy corta como para perderla en
cosas banales. La vida se nos va como agua en las manos.
Todo en esta vida es fugaz, somos “aves de paso”.
Ya está bien, no perdamos más tiempo, abracemos y besemos a los seres que
amamos, perdonemos a quien tengamos que perdonar, y amemos a alguien que merezca
nuestro amor. No sé si esto suena egoísta, pero amémonos mucho a nosotros
mismos, estemos como estemos, comprendo que si estamos enfermos es un poco más difícil porque nos han
enseñado que el cuerpo lo es todo, que es lo único que somos, pero somos más
que simplemente eso, tenemos a Dios dentro de nosotros y aun no puedo explicar cómo
es que a veces nos sentimos tan faltos de Él, teniéndolo en nuestro corazón.
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Al inicio de esta parte escribía sobre que
estaba en mis prioridades: primero sanar emocional y físicamente, y segundo,
aunque creo que ya lo expliqué, ahora quiero aclarar porque creo que todavía
soy consciente de que si aun estoy enferma algo no anda bien emocionalmente en
mi, o es que tengo que seguir aprendiendo y enseñando, aun cuando yo no busque
eso. Pienso que al mirarme las personas valoraran su buena salud y aunque no
toda la gente piense como yo desearía que pensara, algunas personas tenemos que
aprender sufriendo en carne propia. Supongo que cada uno necesita recorrer su
propio camino y por más que les digas que al estar enferma no la pasas muy bien
que digamos, no valoran la salud en su cuerpo hasta que la pierden.
¿Por qué no valoramos nuestra salud?
Sera por lo mismo que nos levantamos como sonámbulos
en las mañanas sin agradecer por el fantástico día que nos da Dios. Estamos tan
acostumbrados a que nuestro cuerpo funcione automáticamente, que lo damos por hecho,
creemos que dándole comida chatarra (pollos a la brasa, hamburguesas, dulces
procesados químicamente), (ojo que también, de vez en cuando, no podemos
privarnos de uno de estos bocadillos deliciosos para la lengua). Sería
fantástico tener claro que nos sentiríamos mejor comiendo verduras y frutas,
aunque tengo que reconocer que, de vez en cuando, un buen filete de carne no
está nada mal. Pero….., con un filete estamos tomando la vida de otro ser vivo.
Bueno, tampoco quiero hacer que nadie se sienta culpable. Todo es cultural,
depende de lo que hayas aprendido, dependiendo si te has criado en un hogar
carnívoro o vegetariano.
Yo estoy viviendo en un hogar donde todos son
carnívoros, no es que sean de esos que no paran de comer carne, pero sí que dos
veces a la semana se comen su buen lomo saltado o su churrasco, y todas las
veces caigo en la tentación. Y entonces pienso que clase de vegetariana seré y
que donde queda mi amor a los animales. Pero bueno me alivia pensar que si como
carne es por las proteínas necesarias para una dieta balanceada.
Más sobre alimentación
Dicen que deberíamos ser vegetarianos por
naturaleza, por la forma en que está formado nuestro cuerpo, los dientes para
desgarrar, típico de los carnívoros, son solo un par en el hombre, y otro
detalle es que en los animales carnívoros, como los leones y los tigres tienen
el intestino muy corto, mientras que en el ser humano el intestino es muy largo,
lo que demuestra que está más preparado para ser vegetariano.
Además ningún ser vivo quiere ser sacrificado y
presiente el día que lo van a matar. En el momento del sacrificio segregan unos
venenos producidos por todo el miedo, ira, angustia y agonía que pasan, y nosotros,
los carnívoros, nos comemos esa carne que tanto ensucia nuestro cuerpo.
Ya escribí sobre alimentación, pero estábamos en
el tema de porque no valoramos nuestro bendito cuerpo, ese cuerpo que tiene dos
ojos por los que vemos los bellos atardeceres y disfrutamos de los colores de
las flores. Nuestro órgano vivo de mayor extensión es nuestra piel, a través de
la cual podemos sentir las caricias y los besos de una madre, que son los más
sinceros que vamos a recibir en nuestra
vida. En la piel también sentimos al ángel del viento, digo ángel porque nos
ayuda a tolerar el intenso calor que en este tiempo que nos ha tocado vivir padecemos,
y que es por la desaparición de la capa de ozono, con todo lo que conlleva de
cambio en nuestra atmósfera.
Imagínate ahora un día de calor intenso, no hay
donde ocultarse de los rayos del sol, no hay árboles que nos abriguen con un
poco de sombra, estás a punto de sudar, estás que te achicharras, y si eres
gordito estás como un lechoncito listo para comer. En eso sientes que viene una
brisa suave que acaricia tu rostro, y sientes un inmenso alivio. Bendita piel.
Aunque no tengo ninguna autoridad
para aconsejar sobre ningún tema, si quiero comentar, que nuestro sistema
inmunológico depende de nuestras emociones y sentimientos. Está comprobado
científicamente que un estado de tristeza y depresión reducen a la mínima
expresión nuestras defensas. ¿Por qué antes de enojarte o deprimirte no te lo
piensas dos veces?, bueno, piénsatelo si realmente quieres vivir sano, si lo
que te agrada es la enfermedad no necesitar pensar nada, deprímete y listo.