Los hombres olvidan que la felicidad
humana
es una disposición de la mente
y no una condición de las
circunstancias.
John Locke
En la mayoría de los casos nuestra
mente trabaja a un ritmo vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son un maremágnum
continuo de horarios, preocupaciones económicas, fantasías sexuales, listas de
la compra, problemas domésticos, inquietud por los hijos, planes de vacaciones,
etc., etc., etc., como un carrusel que nunca para. Esos pensamientos suelen
girar en torno a las actividades cotidianas y crean unas pautas mentales que no
dejan lugar para el silencio.
El problema es que hoy tenemos los
mismos pensamientos que ayer y los mismos que vamos a tener mañana. Nuestras
mentes están ocupadas en la misma conversación interior todos los días.
Aprender a estar en silencio y a
meditar implica descubrir como entrar en los espacios que existen entre los
pensamientos.
En ese silencioso espacio vacío entre
nuestros pensamientos, podemos disfrutar de una sensación de paz total que
normalmente nos es desconocida, lo que sucede es que con todos los pensamientos
que pasan por nuestra mente cada día, no hay tiempo para entrar en ese espacio
entre pensamientos, sencillamente ¡porque no existe!, y eso trae como
consecuencia el que nos sintamos tensos, inquietos, estresados, y eso en el
mejor de los casos, ya que también podemos enfermar, el cuerpo es un reflejo de
lo que pasa por nuestra mente.
La manera tradicional de controlar
esos pensamientos es la meditación. Meditar es experimentar alivio del
desasosiego y del parloteo constante de la mente para llegar al silencio y sentir
paz interior.
Meditar significa que no debe haber
ningún movimiento en la mente, que debe estar completamente quieta. No hay
movimiento, no hay tiempo, no hay pensamiento. Meditar es un “arte”, es
colocarlo todo en su sitio, de manera que no haya ningún tipo de confusión.
En la meditación, la mente descubre
por sí misma la “Grandeza” de todo lo que es verdadero, descubre cual es el
objetivo de la vida, de lo sagrada que es la vida y todo lo que la envuelve,
con lo que llegados a este punto se tratan todas las cosas con respeto, ya que
todo, absolutamente todo es sagrado.
Pero……
¿Puede la mente estar realmente quieta?, ¿Puede parar su cháchara tanto en la
meditación como en la vida diaria?, ¿Puede dejar que comparar de manera
permanente?, ¿Puede atender al cien por cien?, ¿Puede prestar completamente su
atención a todo lo que pasa?, o permanece siempre comparando con el
conocimiento acumulado, con situaciones anteriores, con lo que se espera o
desea, con el resto del mundo.
La
meditación es algo que llega, que no puede ser buscado, y para que eso ocurra
se ha de entrenar permanentemente a la mente. Un magnifico entrenamiento es
vivir la vida con total atención, atención sin comparar, atención sin juzgar, atención
con cada célula del cuerpo. Si se presta total atención a la vida, sin utilizar
el propio conocimiento, sin las creencias, sin los deseos, entonces hay
verdadera atención, y esa atención es silencio, y ese silencio es meditación,
verdadera meditación.
Es en ese
momento cuando se produce la transformación de la mente, y la vida se convierte
en comprensión, en misericordia, en amor. Es en ese momento cuando alcanzamos
la meditación. Es en ese momento cuando la meditación se convierte en un arte.
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