La vida solo es un momento de
nuestra eternidad.
Es
seguro que ninguno de nosotros en su paso por la infancia se ha librado de la
pregunta: y tú ¿Qué quieres ser de mayor?, de la misma manera que ya de adultos
hemos sido nosotros los que nos hemos encargado de hacer la pregunta a los
niños.
Muchas veces no es necesario que se les
formule la pregunta a los niños, porque los adultos que les rodean se van
encargando de decretar la ocupación de los pequeños, ¡Este niño será
veterinario, le encantan los animales!, ¡Se pasa el día cantando, seguro que la
niña será cantante!, ¡El niño nos va a sacar de pobres, será futbolista, le
pega muy bien a la pelota!, ¡La niña será medico, como su padre!, y así un
sinfín de pronósticos para los pequeños.
Todavía no he escuchado la pregunta, y
tengo que reconocer que yo tampoco se la he hecho a ningún niño, aunque si a
muchos adultos, ¿Sabes que has venido a hacer?
De pequeños queremos ser bombero,
futbolista, policía o medico, por decir algunas de las respuestas que dan los
niños. Y de mayores, la verdad es que nos gustaría ser el presidente del
gobierno, el director de un banco, el consejero delegado de una gran
multinacional, u ocupaciones parecidas.
La ocupación que elegimos de niños va
en función de la clase de juego que nos gusta, y es perfecto, si a la par de
ese juego fuéramos enseñando a los pequeños de qué se trata realmente la vida.
Pero nadie lo enseña, porque tampoco casi nadie lo sabe, y entonces de mayores
la elección se sigue haciendo en función del juego que más nos gusta: amasar
dinero.
La vida es un momento de nuestra
eternidad en el que por las favorabilísimas condiciones que se dan en la
materia pueden las almas avanzar con paso de gigante en su encuentro con Dios,
que es el objetivo final y único de todas ellas.
Pero a los seres humanos se nos ha
olvidado que solo estamos aquí un “ratito”, que venimos y vamos a Dios, y que
esa es la única razón de ese “ratito”. Ese olvido supone creer que estamos aquí
para siempre, sin objetivo definido, sin origen conocido, sin ningún tipo de
filiación, salvo la que nos encontramos en el “ratito” que estamos en la vida
física, con lo cual tenemos que asegurarnos nuestra estancia y nuestro futuro,
y eso solo se hace con dinero.
Cómo ya sabes que quieres ser de mayor:
Rico. Ahora sería bueno que te preguntaras si realmente sabes que has venido a
hacer. Te sorprendería la tranquilidad que causa saberlo. Sea lo que sea no
tiene nada que ver con el dinero, pero para que puedas hacerlo con tranquilidad
el dinero nunca te va a faltar.
La pregunta es ¿Qué he venido a hacer
en este ratito de vida?