Puedes
visualizar a una madre esperando a su hijo con el que ha quedado a una
determinada hora para realizar unas compras. Como el hijo es muy puntual, la
madre llega unos minutos antes de la hora de la cita al lugar del encuentro.
- Llega la hora de la cita y el hijo no llega, y piensa:
“¡Qué raro, con lo puntual que es!
- Pasan cuatro minutos y el hijo sigue sin llegar, y
sigues pensando: ¡¿No le habrá pasado nada?, es raro, es muy puntual! El miedo
y la ansiedad comienzan a hacer mella.
- Un minuto más tarde decide llamarle a su teléfono. Lo
hace pero su hijo no contesta. Su cabeza está a punto de estallar pensando lo
peor, ya que ahora se han unido dos circunstancias que no ocurrirían en
condiciones normales: Una: llega tarde, y dos: no contesta la llamada, cuando él
es muy puntual y además siempre contesta las llamadas.
- Si la cabeza está a punto de estallar, el corazón
parece que va a salirse del pecho por la velocidad con la que late, y el estómago
arde por el miedo y la ansiedad acumulada. ¡Le ha pasado algo!, ¡Le ha tenido
que pasar algo malo, seguro!, ¡¿Qué hago?, ¿A quién aviso?, voy a llamar a su
padre y a la policía!
- Y en ese instante siete minutos después de la hora
de la cita aparece su hijo. Suerte que la madre tiene el corazón en la garganta
y no puede hablar para recriminarle todo lo que está sintiendo y escucha como le
dice: Como veía que iba a llegar cinco minutos tarde te iba a llamar por el
celular para avisarte, pero cuando lo he sacado del bolsillo se me ha caído y
se ha roto, así que no pude llamarte, lo siento.
No nos interesa mucho lo que sigue a continuación. Solo nos interesa lo
que ha ocurrido en esos siete minutos, en los que la madre podría haber sufrido
un ataque cardíaco, y todo producto de un pensamiento.
Un porcentaje muy importante de nuestras emociones tienen su origen en la
mente. Si queremos evitarlas, solo tenemos que evitar ese tipo de pensamiento.
En este caso la madre solo ha sufrido siete minutos, pero cuantos
pensamientos de este estilo tenemos a lo largo del día, y cuantos se han
instalado de manera definitiva y están de manera permanente dando vueltas y
vueltas en nuestro cerebro.
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