Un
bebé no es un diamante en bruto,
es
un diamante parcialmente pulido
por
el cincel de sus vidas anteriores.
Como voy a hablar de los hijos he aprovechado el titulo de la canción de Joan Manuel Serrat: Esos locos bajitos.
Ahora que sabemos que
la pareja es la conjunción de dos almas que van al encuentro de Dios, nos falta
saber qué pasa con los hijos. Aunque no es difícil de saber, antes al
contrario, es muy fácil y no hace falta haber realizado másteres espirituales
para saber que los bebés vienen a la vida para hacer lo mismo que hemos venido
a hacer todos los demás, todos hemos sido bebés: Para aprender a amar, para
volver a Dios, y como tienen también muchas vidas a sus espaldas para pagar su
Karma pendiente o para recibir lo que les deben a ellos.
Si
los bebés fueran diamantes en bruto y sus padres ya supieran lo que están
haciendo en la materia y fueran además conscientes de lo que supone traer un
nuevo ser a la vida, sería magnífico para el bebé, ya que sería instruido desde
la cuna en las cuestiones esenciales de las que trata la vida. Le dirían quien
es, le hablarían de lo que ha dejado atrás, le aclararían que su cuerpo tiene
fecha de caducidad y que esa caducidad es justamente la que le va a permitir
volver a casa con una mochila más vacía de lo que estaba en su llegada a la vida,
le enseñarían a ver a Dios en todo, en las plantas, en los animales, y sobre todo
en las personas que le rodean, le amarían sin juzgarle, sin reprocharle, sin
compararle, sin criticarle, sin coaccionarle, sin engañarle, sin chantajearle, le
amarían con paciencia, con tolerancia, con comprensión, en definitiva le amarían,
porque a fin de cuentas, el amor es eso, ya que si existe el juicio, si existen
los reproches, si existen las comparaciones, si existe la crítica, sin existen
las coacciones, si existe el engaño, si existe el chantaje, no se ama al hijo,
se quiere otra cosa, se quiere esa otra cosa con la que se le compara.
Pero
ni el bebé es un diamante en bruto, ni sus papas tienen idea de lo que están
haciendo en la vida, y mucho menos son conscientes de lo que supone traer un
nuevo ser a la vida.
Si
la atracción espiritual es lo que unió a la pareja para cumplimentar el
contrato de sus almas, para los hijos ya no existe atracción, es el designio de
los tres, ya que en un tiempo antes de la vida acordaron el encuentro en la
materia, para facilitar el crecimiento de los tres y acortar los tiempos de
unión con Dios.
Muy lindas palabras maestro, cuan importante la conciencia de saber que viene un nuevo ser de luz, y estar preparado para guiar y acompañarse en el proceso de regreso a casa.
ResponderEliminar