El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 3 de octubre de 2014

Volver al Paraiso


            La historia que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
            Eso era debido a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la sabiduría y el perfecto equilibrio.
 
Parece difícil, y posiblemente lo sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde, no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de vuelta de a Dios.
 Sé que solamente parecen palabras, y en palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino, eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa igualdad, y eso te acercará al Paraíso.

 

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