……………. Continuación.
¿Cómo trabajar el desapego? El desapego es una
cuestión de actitud, y para trabajarlo son necesarios algunos ingredientes, como
pueden ser la aceptación, la comprensión, la gratitud y el amor.
La dependencia emocional es quizás una de las más
poderosas formas de apego, y más difíciles de eliminar. La dependencia
emocional, como todo, nace de un patrón mental. Pensamos que somos incapaces de
vivir en soledad, y eso hace que desarrollemos la necesidad de estar siempre
acompañados. Podemos incluso necesitar la compañía, sin ser conscientes de esa
necesidad, y se disfraza en muchísimas ocasiones de emociones, como pueden ser
el amor y el cariño, que nada tienen que ver con lo que se siente realmente.
Cuantas parejas viven en la más absoluta infelicidad por ese autoengaño. Y no
es demasiado difícil liberarse de esa necesidad, casi enfermiza, de compañía. Sólo
hay que cambiar el pensamiento y decir en nuestro interior, de manera
repetitiva: “Yo Soy feliz en soledad”.
Existe otro tipo de dependencia emocional, y es la
creencia de que los demás nos necesitan y no les podemos dejar solos. Eso no solo
es apego, es también una manera de control. Dejemos que los demás vivan su
propia vida, dejemos que vivan su propio aprendizaje, dejemos que vivan sus
propias errores, y ayudémosles solo si solicitan nuestra ayuda.
Permanecer alerta a nuestros pensamientos para
eliminar los hábitos de juicio y crítica, es una buena manera de romper los
patrones rígidos de pensamiento a los que estamos acostumbrados, es
desapegarnos de ellos. Vivir sin realizar juicios y sin cuestionar nada es
vivir en libertad, es amar. Para esto: Aceptar es la mejor medicina, ¡Qué más da
lo que hagan los demás!, ¡Qué más da como vistan!, ¡Qué más da lo que hagan o
lo que digan!, ¡Qué más da con si viven solos o acompañados!, ¡Qué más da si su
vida es honesta o engañan a diestro y siniestro!, ¡Qué más da! Si nos afectara
a nosotros, solo hemos de tomar las acciones oportunas, legales o personales, pero
después de eso, es imprescindible perdonar, bendecir, dar la vuelta y marchar,
para no frecuentar más a alguien que puede hacernos daño. Sin recordar el daño
cada día, ya que eso sería como apegarse al dolor, eso sería como si nos
estuvieran haciendo el daño de manera permanente. Realmente somos especialistas
en vivir apegados al dolor.
En cuanto a nosotros mismos, aceptémonos,
valorémonos en lo que valemos, respetémonos y amémonos. Eso hará que aceptemos,
valoremos, respetemos y amemos más a los demás.
Como decía
al inicio de la entrada anterior, en la cita de Deepak Chopra: desapego no es renunciar a la intención ni
al deseo, desapego es renunciar al interés por el resultado. Todos nos apegamos al resultado de nuestras acciones, a
aquello que esperamos que suceda. Y lo normal es que nunca suceda lo que
tenemos planeado, o por lo menos no sucede al cien por cien, y esa es una causa
de insatisfacción, de frustración, de sufrimiento. Como lo es cuando esperamos
recibir algo a cambio, cuando damos para recibir, cuando amamos para que nos
amen. Eso también es apego. No se ha de esperar el resultado apetecido, lo que
suceda, está bien; no se ha de hacer nada esperando el halago, el elogio o la
gratificación. ¿Cómo hacerlo entonces? Hacerlo por amor, sin esperar nada a
cambio, sin esperar como se recibe o como lo califican, hacerlo porque sí,
porque sale del alma.
Sentimos
apego por casi todo, también por cosas materiales. De la misma manera que el apego
por las personas nos esclaviza a ellas, el apego por los objetos nos convierte,
de igual manera, en esclavos de esos objetos. “Una persona que aprende a vivir con lo que tiene, pero no siente
temor de perderlo se puede considerar verdaderamente libre. Aquel que no
acumula bienes, objetos o personas sino que disfruta de todo cuanto tiene y no
tiene, es una persona feliz y sabia”, sostiene la Licenciada en
Filosofía, la argentina Carolina Renzetti.
Observa todo cuanto te rodea, ¿Cuántas cosas,
ya sean ropa u objetos no has utilizado en tiempo? Despréndete de todo aquello
que no hayas utilizado en el último año. Eso ayuda a desapegarse mental y
emocionalmente de muchas cuestiones, fotografías, cartas, recuerdos de infancia
o adolescencia, recuerdos de personas o de acciones realizadas. Desprenderse de
ellos, es liberarse de la energía inútil, que permanece en los objetos. Los
recuerdos tienen que estar en tu corazón, no en forma de papel en una caja de
zapatos.
Y
finalmente acepta. Acepta que todo en la vida sucede por alguna razón, acepta
que las barreras pueden ser oportunidades, acepta a esas personas desagradables
porque pueden estar ahí para enseñarte una lección de vida importante, acepta
los cambios, ya que es posible que te estén llevando a donde tenia planificado
tu alma. Acepta con humildad y gratitud.
Nuestra
verdadera misión en la vida es aprender a amar. El desapego es el mejor camino
para ello. Dar sin esperar nada a cambio, ayudar porque lo necesitan sin
esperar recompensas, aceptar que las personas entran y salen de nuestra vida y
que no podemos ni debemos retenerlas.
Todo esto
no solo es desapego, también es amor.
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