Los
pensamientos no son más que energía. Son nubecitas de energía que se encuentran
en una de las capas del aura, el cuerpo mental.
El acto de tener un pensamiento concreto
pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia
astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro,
y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo
físico, y así se expresa un pensamiento. Todos estos pasos son los que se
realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el
cerebro físico.
El pensamiento en nosotros, es el que
actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear
en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y
concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es
incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no
puede ni alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que
cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla
mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de
esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente
del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para
dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
El poder de
concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra
atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo
lo mejor que sabemos. ¡Fíjate, estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin
practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se
fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia.
Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Cuando
no ejercitamos la mente permanecemos atados a sus antojos, y uno de los antojos
más apetecidos por la mente son las preocupaciones. ¿Qué es una preocupación?
Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de
pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un
resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
Incluso
la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
La
mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre
trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle
vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya
que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que
normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya
que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo
dominada por la mente.
El
resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de
manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede
ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
“Somos exactamente
lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de
pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será
un reflejo de su preocupación.
Energías
de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su
vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando
su vida con su preocupación.
¿Qué
hacer? Lo primero es ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y
una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
Un
remedio rápido para salir de la preocupación es ser consciente de la
respiración. Como el pensamiento es energía, lo que ocurre manteniendo el
pensamiento, es alimentarle, es darle más energía. De nada vale decir: “No
quiero tener este pensamiento”, porque vas a seguir teniéndolo. ¿Qué pasa
cuando alguien te dice que no pienses en un elefante blanco?, pues que lo
primero que viene a tu mente es justamente eso, un elefante blanco.
Lo que
se ha de hacer para dejar de alimentar el pensamiento es llevar la atención a
otro punto, y el mejor es la respiración, ya que es algo que siempre está en
nosotros. Llevando la atención a la respiración, sintiendo el aire que entra y
el aire que sale, sintiendo donde roza el aire en las fosas nasales al entrar y
al salir, sintiendo la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el
que sale, se deja de dar energía al pensamiento, y este desaparece. Es posible
que retorne al cabo de pocas respiraciones, es igual, para eso está la voluntad,
se vuelve a la respiración todas las veces que sea necesario.
Sin
embargo, la mejor manera de deshacerse
de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En
ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su
carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a caminar
por el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está
“acercándose a Dios”.
Pero, a
veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la
preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el
pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre,
puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar
el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿Pensar que el niño es muy listo
y estudia mucho? Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que
el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su
preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿Qué?
Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en
marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo
mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar
en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo
Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se
puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida
que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la
persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque
no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino
también hay que aprender a dejar de
pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona
lleva la atención a su interior.
Todo
esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la
preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a
cualquier objeto. Y ¿Qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?
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