El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 17 de octubre de 2014

Es necesario el sufrimiento


El que no ha sufrido no sabe nada;
no conoce ni el bien ni el mal;
 ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo.
Fénelon

¿De qué valdría la vida si no sufriéramos?, no valdría de nada, ya que el aprendizaje deviene del sufrimiento, y venimos a la vida, no sé si decir a aprender que somos uno con Dios, o sencillamente a recordarlo. De cualquier forma, teniendo en cuenta que al llegar a la vida humana olvidamos completamente quiénes somos y de donde procedemos, lo mismo nos da aprender que recordar.
Pero imaginar que se aprendería de una vida en la que desde el primero hasta el último día no existiera ningún tipo de desencanto, ni de desencuentros, ni de dolor, ni de tristeza, ni de sufrimiento. No habría aprendizaje ya que no existiría ese momento de reflexión, producto de la desesperación, en la que el ser humano inicia su andadura con una sola interrogante, ¿Por qué?
No habría pregunta, ya que en los momentos de felicidad, no conozco a nadie que se pregunte ¿Por qué esta felicidad?, ¿Por qué esta vida de lujo?, ¿Por qué mi vida es tan perfecta?
Afortunadamente no existe este tipo de vida, ya que incluso en la vida más perfecta que uno pudiera imaginar aparecería la enfermedad, la mentira, la envidia, el rencor, el dolor y la muerte.
Es necesario, es imprescindible el dolor y el sufrimiento para la evolución y para el crecimiento del ser humano, es necesario para tomar conciencia de la Verdad Divina, para tomar conciencia de que estamos viviendo una ilusión. Al olvidar lo que somos al encarnar, (Uno con Dios), nos damos la oportunidad de experimentar el dolor de la separación de Dios. Es en la creencia de nuestra separación cuando vemos a los que nos rodean como potenciales enemigos, de los que nos tenemos que defender, y son ellos, o por ellos por los que sufrimos, ya que a través de ellos se están generando las condiciones emocionales por las que sentimos todo tipo de sufrimiento: culpabilidad, miedo, ansiedad, perdidas, y un innumerable etcétera.
 
Es gracias a este dolor y a este sufrimiento que despertamos y volvemos a recordar lo que realmente somos. Somos seres divinos, somos uno con Dios, todos somos lo mismo, todos estamos embarcados en la misma misión, todos somos hermanos. Pero hasta que llegue el momento de despertar, hasta que seamos conscientes de que esto solo es un sueño, intentemos, al menos, en nuestro sueño de la vida reflexionar sobre lo que realmente nos está haciendo sufrir, y comprenderemos, que por muy duras que nos parezcan las causas, no ganamos nada, (hablando en términos físicos), por alargar el sufrimiento días y días. La enfermedad no remite con el sufrimiento, el ser querido que ha muerto no vuelve por mucha pena que se genere, el dinero no se alarga por mucho que se sufra, el amor perdido no volverá a pesar del llanto.
Necesitamos sufrir porque es la espoleta para el crecimiento, pero un sufrimiento extremo, una explosión de sufrimiento permanente, sin conciencia de lo que somos, nos empequeñece aun más.

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