Mientras mayor es la lucha,
más glorioso es el triunfo.
“Las cosas
no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", decía Séneca. La
fuerza de voluntad, la fe y no tener miedo a fracasar son, en muchos casos, la
clave del éxito incluso en las condiciones más adversas. Así lo propugna la
psicología positiva, que se centra en la voluntad para desarrollar el potencial
de cada uno.
Los ejemplos son abundantes, y nos
muestran cómo, por ejemplo, Einstein y Edison fueron considerados retrasados
mentales durante su infancia, incomprendidos y rechazados por un entorno que
luego contempló perplejo cómo los frutos de sus talentos cambiaban para siempre
el curso de la historia. O cómo los descubrimientos de Fleming, Pasteur,
Servet, Copérnico y tantos otros les costaron desde la vida hasta el rechazo
más contundente de sus coetáneos. Otros, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela,
Martin Luther King o Teresa de Calcuta, han demostrado también con su vida que
las utopías pueden tocar la realidad cuando el propósito y la voluntad son
firmes y los principios marcan una clara dirección y sentido, no sin un
terrible sufrimiento que sólo la confianza y la entrega absoluta a una causa
mayor que uno mismo son capaces de vencer.
Podemos pensar que estos eran grandes
seres. No es verdad, todos nacemos igual, y con voluntad podemos conseguir lo
que deseemos. “Si quieres puedes”.
No hay nada
más real que una buena utopía.
Podemos aplicar la máxima para
conseguir vivir nuestra divinidad, porque seguro que todos los que os asomáis a
esta ventana estáis más que hartos de escuchar y de leer que no somos el
cuerpo, que somos algo mucho más grande, que somos a imagen y semejanza de
Dios, que somos seres divinos, en fin, que somos el alma. Incluso, podemos ir
más allá, sabemos intelectualmente lo que significa, y trabajamos, aunque no
con la asiduidad y la constancia que merece nuestra alma, para ver qué sucede
con la meditación, aunque lo que realmente nos gustaría es que se apareciera
Dios en persona, no ningún ayudante, y nos dijera lo fantásticos que somos, lo bien que lo estamos haciendo, y que es lo
que nos espera a la vuelta de la esquina.
Pero aunque intelectualmente sepamos
qué es lo que significa ser el alma, y hagamos algunas cositas como leer libros
de crecimiento personal, o yoga, o meditar, o incluso puede ser que realicemos
algún tipo de voluntariado algún día a la semana, ¿Hemos integrado realmente en
nosotros lo que significa ser el alma?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que
significa ser un hijo de Dios?, ¿Hemos integrado en nosotros lo que significa
ser un ser espiritual?
Si en lo más profundo de nosotros
mismos, esperamos que se nos aparezca Dios, o incluso algún ayudante, para
entablar una conversación con nosotros, es una prueba irrefutable de que aunque
entendamos que no somos el cuerpo, sino que somos el alma, no lo hemos
integrado, en absoluto, en nosotros. Si sufrimos por la no satisfacción de
deseos que consideramos vitales para nuestros intereses, no lo hemos integrado.
Si no encontramos tiempo para la oración o la meditación, debido a nuestra
lucha diaria para conseguir bienes materiales, no lo hemos integrado. Si
perdemos la paciencia con alguna persona o situación, no lo hemos integrado. Si
tenemos, aunque sólo sea un pensamiento de crítica hacia alguien, no lo hemos
integrado. Si tenemos miedo, si perdemos la paciencia, si estamos tristes, no
lo hemos integrado.
Integrar en nosotros la realidad de
que somos seres espirituales, supone sentir en cada situación, sea la que sea, la
consideremos desde el cuerpo favorable o no, el amor, la compasión, la
misericordia. Ni más ni menos, que como sucede con el mismo Dios. Jamás juzga,
jamás critica, jamás cuestiona, para Él todo está bien. Para nosotros también
ha de estarlo.
¿Cómo conseguir esa integración?,
porque recuerda…… “si quieres puedes”.
Como todo en esta vida, supone un
cierto trabajo. Ese trabajo es la
meditación, que se ha de realizar
diariamente, para lo cual necesitamos tener un cierto grado de voluntad. Si te
falla la voluntad, te detallo a continuación varias estrategias útiles para aumentar la fuerza de voluntad, descubiertas
por científicos:
Cambiar
hábitos. De acuerdo con
un estudio de la Universidad de Case Western Reserve (EE UU), basta con
pequeños cambios en hábitos cotidianos, por ejemplo lavarnos los dientes
durante varios días con la mano contraria a la que solemos usar (la izquierda
en el caso de los diestros), para fortalecer la voluntad.
Tensión
muscular. Iris W.
Hung, de la Universidad de Singapur, ha descubierto un curioso truco para
ejercer el autocontrol: si cuando notamos que se nos hace la boca agua ante un
pastel tensamos los bíceps o los músculos de la mano durante un minuto, nos
resultará más sencillo evitar la tentación. "La mente y el cuerpo están
tan estrechamente unidos que simplemente apretando los músculos se puede
activar la fuerza de voluntad", concluía en la revista Journal of
Consumer Research.
Buenas
acciones. Por su
parte, Kurt Gray, de la Universidad de Harvard, ha demostrado que hacer una
buena acción aumenta nuestra fuerza de voluntad y nuestra resistencia física.
"Tal vez la mejor manera de resistirse a un donut a media mañana es donar
el dinero que costaría para una buena causa", sostiene Gray, que dió a
conocer sus conclusiones en la revista Social Psychological and Personality
Science.
Exponerse a
la tentación.
Aunque puede parecer contradictorio, para aumentar la fuerza de voluntad es
mejor exponerse a tentaciones reales. En una serie de experimentos, científicos
de la Universidad de Chicago demostraron que si una persona está a dieta
fortalecerá mejor su voluntad si tiene pasteles o caramelos en la cocina, al
alcance de la mano, y evita comerlos, que cuando solamente ve imágenes de
chocolate y golosinas en las revistas o en la televisión.
Distracción.
La distracción también
es una buena estrategia, como han demostrado investigadores de la Universidad
de Columbia (EE UU). Si canturreamos o pensamos conscientemente en otra cosa
cuando algo nos tienta, nos costará menos controlarnos.
Uno a uno.
Cumplir a la vez
varios objetivos que exijan mucho autocontrol puede resultar casi imposible.
Según Sandra Aamodt, editora jefe de la prestigiosa revista Nature
Neuroscience, hay varias actividades que pueden agotar rápidamente nuestra
fuerza de voluntad: resistirnos a probar ciertas comidas o bebidas, reprimir
respuestas emocionales, hacer un examen, dormir poco, o tratar de impresionar a
alguien. Y, por lo tanto, es mejor no hacerlas todas a la vez.
Cinco
comidas al día. Cuando
nos falta glucosa en sangre nuestra capacidad de autocontrol se resiente, según
demostró hace poco Roy F. Baumeister, de la Universidad de Florida (EE UU). De
ahí que los expertos recomienden no saltarse ninguna comida para conservar la
fuerza de voluntad que necesitamos para hacer ejercicio físico, dejar de fumar,
estudiar, meditar, adquirir algún hábito como ir en bicicleta al trabajo, e
incluso perseverar en una dieta de adelgazamiento.
Proponte la realización de pequeños
objetivos diarios y cúmplelos, para pasar a decisiones más grandes según vayas
teniendo éxito en las tareas más pequeñas.
Con
voluntad, es mucho más fácil sentarte cada día a meditar. Según vaya pasando el
tiempo podrás ir comprobando los cambios positivos que se van a ir dando en ti:
Más paciencia, más tolerancia, más comprensión, más amor, más paz. Todas esas
cualidades no son más que las cualidades del alma. Lo cual es un buen síntoma
de que empiezas a abrir la puerta del alma y actuar desde ella.
Recuerda…..
“Si quieres puedes”
El video
que va a continuación, no es música, es un corto largo, o una peli corta, pero
es magnífico.