Hoy es un
día lleno de promesas, lleno de proyectos, lleno de intenciones, lleno de
propósitos. Todos buenos, y casi todos incumplidos. Pocas son las personas que
en este inicio de año no hacen algún tipo de promesa: En este nuevo año voy a
hacer deporte, voy a hacer dieta, voy a dejar de fumar, voy a hacer yoga, voy a
meditar cada día, voy a dedicar menos horas al trabajo, voy a jugar más con mis
hijos, bla, bla, bla.
Palabras,
palabras, palabras que se lleva el viento, porque si, la intención es buena,
pero falta, posiblemente, lo más importante: La voluntad. Puede que incluso, si
el propósito se ha formulado seriamente, la persona se sienta mal durante
algunos días por su falta de voluntad para el cumplimiento de su propósito.
Aunque no es esta una entrada para
tratar sobre la voluntad, si que puede ser de gran ayuda, el saber que si
empezamos por prometer la realización de cosas pequeñas, serán más fáciles de
cumplir, se comenzará a fortalecer la voluntad y nos sentiremos orgullosos de
nuestros logros, aunque sean pequeñitos. Si en un primer intento queremos
conseguir grandes logros, estamos abocados al fracaso. De la misma manera que
el viaje más largo comienza con un primer paso, la consecución de grandes
empresas deben comenzar por pequeñas cosas, que nos den el ánimo suficiente
para emprender mayores logros.
Bueno, pues por si fueran pocas todas
las promesas que nos hacemos a nosotros mismos en los inicios de cada año, voy
a atreverme a proponer otro objetivo. “Tratar
de que las personas que están a nuestro alrededor no se sientan mal por alguna
de nuestras reacciones: Palabras o acciones ofensivas, silencios, desprecios,
engaños, etc.”.
Se supone que convivimos con las personas
que nosotros mismos hemos elegido. Se supone que sentimos hacia ellas algún
tipo de amor, de afecto o de cariño. Se supone que ha sido una elección libre,
y con ella se supone que esperamos alcanzar la felicidad, o al menos un
agradable estado de convivencia. Hay una excepción, y son los hijos. Ellos no
han elegido a sus padres, pero si sus padres han elegido tenerlos a ellos, por
lo que se supone que tratan por todos los medios de que sus hijos, elegidos por
ellos, sean totalmente felices.
Si no se dan estos supuestos, lo
mejor es plantearse seriamente la situación y abandonar serena, educada,
respetuosa y razonadamente la convivencia, o arreglar la situación volviendo a
recordar y a tratar de revivir las razones por las que se dio inicio a la
convivencia.
Para cualquiera de los dos casos es
válido el objetivo propuesto. Es una propuesta también difícil, aunque no esté
relacionada directamente con la voluntad. Pero si está relacionada ciento por
ciento con la atención. Atención a lo que se siente, porque es en el momento inicial,
cuando la persona comienza a hablar consigo misma sobre “¿Cómo es posible que
ahora salga con esto?, ¿Cómo es posible que no se de cuenta de que esto me
molesta?, ¿Por qué tenemos que hacer siempre lo que el/ella diga?, y otras mil
ideas más que pasan por la mente, que son las que hacen que de manera inmediata
se encienda el fuego interior, que hace surgir una reacción furibunda, en
contra de la persona, que curiosamente amamos y deseamos su bienestar por
encima de todo. Es en este momento cuando la persona tiene rápidamente que
hacerse un nuevo planteamiento: ¿No será que yo tengo unos deseos que no se
están cumpliendo?
Porque, ¿Cuál es el beneficio del
enfado, del silencio, de los malos modos, de tantas y tantas reacciones
nefastas para la relación y la convivencia? Ninguno. No hay beneficio, todo son
perjuicios: Una relación gélida durante una temporada y un deterioro de la
misma.
Para evitar esto, podemos utilizar
cualquiera de las dos vías: La vía de la palabra o la vía de la aceptación:
Hablamos de la situación para llegar a un acuerdo, o aceptamos, sin más, sin
reproches, porque “todo está bien”.
Estará bien si consigues hacer
deporte, o hacer dieta para adelgazar, o……, pero estará mucho mejor si
consigues hacer felices a las personas que libremente has elegido y aceptado
para que te acompañen en este tramo de tu vida.
Que tengas suerte y voluntad para
cumplir este año tus promesas. En tus manos está el conseguirlo.
¡Feliz Año Nuevo!
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