Aunque
realmente no son muchas las religiones que conozco, (hay demasiadas para
conocerlas todas), me asombra que todas las que conozco tengan como punto
fuerte de su enseñanza el temor a Dios, el pecado y el subsiguiente castigo.
Pero…... ¿Qué
padre o madre desearía que su hijo le temiera? Si lo que los padres dan a sus
hijos es amor, es lógico pensar que lo que esperan de ellos también es amor. Nunca
se les ocurriría amedrentar permanentemente al bebé recién nacido para que
empiece a temerles, para así poder dominarle en todas las facetas de su vida.
(Reconozco que siempre hay algún desnaturalizado). ¿Cómo puede ser entonces que
Dios, que es Amor, desee que sus hijos, todos los seres humanos, le teman hasta
el extremo de hacer girar su vida sobre el eje del miedo?, ¿Qué mérito tiene
para Dios el que todo lo que hagan sus hijos tenga como base el temor al
castigo?, ¿Quiere realmente Dios dominar a sus hijos para que hagan su estricta
Voluntad?, ¿Dónde quedaría el tan cacareado libre albedrío de los seres
humanos?
¿No será que
Dios no tiene nada que ver en esto, y que todo sea un engañoso montaje para que
se haga, no la Voluntad de Dios, sino la voluntad de sus pseudo representantes
en la Tierra? Los fariseos que condenaron a Jesús, en vez de bajar la cabeza,
reconocer su error y cambiar hasta su extinción, se han multiplicado como
hongos sobre la faz de la Tierra y ahora, como no tienen a un Jesús que
condenar, (que no dudemos que lo harían de nuevo), nos condenan al resto de
mortales a los castigos más inimaginables, si no tenemos “temor de Dios”.
Dios no es
temor, Dios es Amor. Y si la bandera de todas las naciones y, por supuesto, de
todas las religiones fuera el Amor, el mundo sería un paraíso, sería un lugar
en el que prevalecería la equidad, sin importar la raza, ni el lugar de
nacimiento, ni las creencias, ni el sexo. Sería un lugar en el que todos tendrían
las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, suficientes para
todos, y las mismas oportunidades de acceso a la sanidad y a la educación. Sería
un lugar en el que quedaría desterrada la envidia, ya que todos sentiríamos alegría
por la felicidad de otro ser humano, nuestro hermano. Sería un lugar en el que
los políticos buscarían el bienestar total de TODOS sus conciudadanos, no sólo
de unos pocos. Sería un mundo sin pobreza, sin hambre, sin analfabetismo. Sería
un mundo con mucho menos dolor y menos sufrimiento. Sería un mundo muy próximo
a la felicidad.
Parece ser
que con el temor de Dios no lo hemos conseguido, ¿Por qué no lo intentamos con
el Amor a Dios, y por supuesto con el Amor al prójimo?
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