Podemos
llegar al mandamiento único que nos dio Jesús:
“Amaos
los unos a los otros como yo os he amado”,
con
un pensamiento también único:
“Amo
a Dios y le bendigo con amor”
Decía
que se trata de avanzar a paso ligero y recorrer en una sola vida tanto
trayecto como veinte o treinta vidas con los pequeños aprendizajes anteriores.
Para esto es imprescindible tener
claras las respuestas a las preguntas del millón: ¿Quién soy?, ¿De dónde
vengo?, y ¿Adónde voy?
Las respuestas quiero suponer que todos
las tenemos claras: Soy hijo de Dios, vengo de Dios y a Él he de retornar.
Es decir, los espacios de vida física no
son más que ese tiempo intermedio entre nuestra llegada desde Dios hasta
nuestro regreso a Él. Ese trayecto, vida tras vida, podemos realizarlo
lentamente con pequeños avances, o podemos hacerlo más rápidamente. Es nuestra
decisión.
Para hacerlo más rápidamente podemos
llevar el enunciado de “energías iguales se atraen” a su máxima expresión.
Hasta ahora tratamos de crear energías positivas con nuestros pensamientos y
nuestra emociones para no atraer cosas malas y para atraer cosas para la vida
física, es decir para vivir en paz y felices y para conseguir nuestros deseos.
Estaréis de acuerdo conmigo que no es
tan fácil como parece, que todo requiere trabajo, voluntad y paciencia.
Pues bien, ¿Por qué no dedicamos
nuestro trabajo, nuestra voluntad y nuestra paciencia para llegar directamente
al final, para llegar directamente a Dios, dejando de caminar por caminos que
serpentean y pasan varias veces por las mismas postas?
Como energías iguales se atraen
trabajemos para generar la energía de Dios y así Su Energía llegará a nosotros a
manos llenas. Pero hará más: En la actualidad trabajamos para que el dinero
llegue a nosotros, pues bien, con Dios seremos tan prósperos como Él, siempre
según esté establecido en nuestro Plan Divino. En la actualidad trabajamos para
tener a determinada pareja y que nuestros hijos tengan unas características determinadas,
pues bien con Dios tendremos la pareja y los hijos que nosotros, junto a ellos,
hemos programado para acelerar nuestro crecimiento, según esté establecido en
nuestro Plan Divino. Y así será cada aspecto de nuestra vida, ya que dejaremos
de vivir contra corriente tratando de tener la vida que nos gustaría vivir, para
vivir según nuestra programación, la vida que hemos venido a vivir, que es, ni
más ni menos, que la que necesitamos para terminar cuanto antes nuestro paso
por la materia.
Vivir en Dios y cumplir en un
porcentaje elevado nuestro Plan de Vida es un salvoconducto para conseguir
reducir a la mínima expresión el número de encarnaciones en la materia.
Como lo que queremos será acercarnos a
Dios, nuestro trabajo solo será generar una energía que vibre como la energía
de Dios. Lo mejor para eso, será mantener en la mente un pensamiento único, el
pensamiento en Dios. Pero no para pedir, ni para suplicar, ni para rogar. Que
sea un pensamiento alegre, un pensamiento de vida, un pensamiento de amor, un
pensamiento de gratitud.
No es necesario orar ni realizar ninguno
de los ritos establecidos por las religiones. No es necesario apartarse del
mundo. Sólo se trata de llegar a Dios de la manera más fácil posible, y que
mejor y más sencillo que hacerlo bendiciendo a Dios, con una fórmula que no tenga ninguna
complicación, que no se olvide, como puede ser: “Dios mío, yo te bendigo con
amor”.
Manteniendo ese pensamiento en la
mente, y repitiendo la bendición, hace que la Energía Divina llegue a nuestro
ser sintiendo tal cantidad de amor, que a veces pudiera parecer que nos
desborda. Inténtalo durante unos días, cuantas más horas mejor.