PERLAS PARA EL ALMA
Decía Krishnamurti: “El
intento deliberado de meditar no es meditación. La meditación debe ocurrir, no
puede ser invitada. Todo intento de meditación es la negación misma de la meditación.
Toda forma de meditación conduce inevitablemente al engaño, a la ilusión,
porque el deseo ofusca, ciega. Solo hay que estar atentos a lo que se piensa y
se hace, y nada más. Eso es meditación”.
La verdadera
meditación no necesita de instructores ni de técnicas. La auténtica meditación
es vivir la vida con total atención. Vivir cada acontecimiento como novedoso,
porque así es realmente, nada es igual, todo siempre es nuevo. Y además de
vivir cada instante como algo nuevo y maravilloso, se ha de mantener esa
novedad en la mente, es decir, no valen comparaciones con situaciones
anteriores, ni calificar el acontecimiento como bueno, malo, hermoso o
desagradable. El acontecimiento es, y punto. No se puede comparar, por ejemplo,
una puesta de sol con otra, o darle ningún calificativo, ya que entonces se
pierde la esencia de la puesta del sol, ya que la mente está pendiente de la
calidad de la belleza, en lugar de sencillamente contemplarla. Meditar sólo es
contemplar, contemplar cómo te impregna la vida, contemplar su fluir. Un solo pensamiento
del tipo que sea, hace que se difumine la meditación, hace que se pierda el
sentido de la vida, hace que se pierda ese instante de vida en el que la mente
está ocupada con el pensamiento.
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