Creo que conozco toda la teoría sobre cómo vivir desde el alma y, sin embargo, estoy completamente seguro de no poner en práctica toda esa teoría, ni tan siquiera un porcentaje importante. Aunque supongo que no es excesivamente grave, porque para eso estamos encarnando vida tras vida, para ir, justamente, acercándonos al alma.
Porque para vivir desde el alma, es imprescindible, en primer lugar, separarse del cuerpo, y esta semana, un simple resfriado me ha acercado a la cruda realidad de que la vivencia desde el alma, a mí, aun me queda un poco lejana. Y me queda lejos, porque el primer día del resfriado, nada más levantarme y comprobar el dolor de cuello y la nariz tapada, el primer comentario que le hice a mi esposa es: “Creo que tengo un buen resfriado”.
Nada más decirlo, fui consciente de que quien realmente estaba resfriado era mi cuerpo, el vehículo que me transporta en esta vida, pero yo, yo que soy el alma, yo que soy energía, yo que soy una chispa divina, yo que soy inmortal, soy inmune a la enfermedad, al dolor y a la muerte y, sin embargo, a pasar de lo claro que lo tengo, a pesar de las horas que dedico en meditación y en la vida, a incorporar este concepto a mi conciencia, no termino de hacer carne y sangre del concepto, para vivir desde el alma de manera inconsciente, de manera natural, de forma innata.
¡Qué fácil es la teoría!, ¡Qué fácil predicar!, y que difícil la práctica, no me extraña que llevemos vidas y más vidas en este valle de lagrimas, para realizar avances insignificantes, en cada una de ellas, en nuestro camino de vuelta a casa.
Pero como el ser humano es tan dado a la justificación y a tratar de salir airoso de cualquier asunto, intenté darle la vuelta al concepto de vivir desde el alma. Es decir, si para vivir desde el alma, lo primero es desidentificarse del cuerpo, traté de buscar mis identificaciones con el alma, para ver si mejoraba en algún aspecto, pero creo que tampoco.
Para comprobar mi identificación con el alma, traté de comprobar cómo me comportaba con cada una de las cualidades del alma, y repasando mi comportamiento con ellas, creo que no puedo calibrar en que porcentaje estoy más o menos lejos del alma, más o menos lejos del cuerpo. Pero ahora, delante del teclado, creo que no es importante, ya que mientras viva aunque sea en un uno por ciento desde el cuerpo, voy a estar aquí, encarnado, así que para que ocuparme de las tonterías que me presenta la mente.
Por si quieres jugar el mismo juego que yo he estado jugando, te relaciono las cualidades del alma con las que me estuve entreteniendo: Inclusividad, Amor, Alegría, Felicidad, Participación, Soledad, Indiferencia espiritual, Impersonalidad, Desapego, Serenidad, Calma interior, Responsabilidad, Conocimiento e Intuición.
Creo que algún día de estos, entraré en ellas con más detalle.
Si te pasa lo mismo que a mí, que en algunas estas lejos, muy lejos, de su vivencia, no desesperes y sigue trabajando.