Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Una vida
tras otra van interpretando los distintos papeles que han decidido experimentar
en cada una de ellas: Hacen de hijos, de padres, de nietos, de abuelos, de
esposos, de empleados, de empresarios, de ricos o de pobres, solo por citarles
algunos. Y lo van haciendo, con más o menos acierto.
Sin
embargo, son incapaces de interpretar el único papel en el que no tienen que
actuar, porque es justamente aquello que son: Hijos de Dios.
El éxito no se persigue. El verdadero éxito llega
cuando dejan de ofrecer resistencia, cuando dejan de manipular a la vida,
porque manipular la vida persiguiendo el éxito es perder el éxito y la vida.
Jesús dijo:
“De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos”.
Está claro que el proceso de la vida
no lleva precisamente a la niñez, sino a la madurez y al envejecimiento, por
eso Jesús se refiere a nuestro comportamiento: “ser como niños”,sinceros, juguetones, alegres, inquietos,
honestos. En la humillación que reciben los niños en silencio está su puerta de
entrada al cielo (a la felicidad), ya que por ser más pequeños e indefensos, se
les vive regañando, dirigiendo, chillando y castigando, los niños son objeto de
nuestro blanco para descargar sobre ellos nuestra ira, nuestro enfado, nuestra
rabia, ya sé que también, a veces,descargamos en ellos nuestro amor y nuestra ternura, ¡pero son tan
pocas!
En nuestro “amor” hacia nuestros
hijos, queremos, por supuesto, lo mejor para ellos. Pero ¿Qué es lo mejor?
Entendemos como mejor lo que nosotros hemos recibido, o algo más. Pero eso
conlleva el que aparquemos a los niños como si fueran mercadería, por la mañana
en el colegio, y por la tarde en el judo, en la música, en el ballet o en los
idiomas. ¿Cuándo jugamos con nuestros hijos?, ¿Dónde está la escuela para
aprender a amar? La escuela para aprender a amar está en el hogar. ¿Cuánto
tiempo dedicamos a nuestros hijos en la asignatura del amor? Posiblemente cero.
Darles de comer, comprarles ropa, vestirles, etc., etc., no es amor, es nuestra
obligación. Darles amor es besarles, abrazarles, comprenderles, escucharles, pasear con
ellos de habitación a habitación porque les apetece, es jugar con ellos, es
explicarles, es valorarles, es respetarles.
En el “ser como niños”, viene
implícita la negación a uno mismo, todos sabemos muy bien que los niños no
poseen una identidad individual sino que son reconocidos como el hijo de………..
Hemos de perder la identidad hasta negarse a uno mismo para llegar a Dios.
No os asustéis, no es un trabajo
nuevo, es más de lo mismo. Para ser como un niño solo hay que amar. Eso es lo
que hacen los niños, “amar”, imagínate si aman que te siguen amando a ti, que
puede que incluso les golpeas, que les chillas, que les sientas delante de la
tele para no bajar a la calle con ellos a jugar con la pelota, que la palabra
que más te escuchan es “no”………………, imagínate si aman.
Supongo que el deseo íntimo de muchos
padres es que sus hijos sean a imagen y semejanza de ellos mismos. Ya………, pero
¿Eres total y absolutamente feliz?, ¿Juzgas, criticas?, ¿Aceptas, valoras y
respetas al resto de la humanidad?, ¿Lo haces contigo?, posiblemente sea mejor
que tu hijo no se parezca a ti, no les conviertas en lo que tu eres. Perdón,
estamos hablando a la generalidad, pero si tú ya amas, si ya vives desde el
corazón, si no quieres que tu niño sea “coloca aquí cualquier carrera” por
encima del amor y la felicidad, felicidades, este escrito no es para ti.
Pero si eres de esa generalidad que
utiliza a los niños como arma arrojadiza, que les levantas la mano, que les
gritas, que no les besas, ni abrazas, ni les recuerdas cada día diez o doce
veces cuanto les quieres, si criticas delante de los niños, si prometes en
falso, si mientes, si eres perezoso, si no tienes voluntad, si no cumples tus
promesas con ellos, etc., etc., etc., este escrito si es para ti. ¡No hagas a
los niños a tu imagen y semejanza!
El mayor aprendizaje de los niños no son tus palabras, son tus hechos, el
mayor aprendizaje es tu ejemplo. Las palabras y los discursos a los niños les entran por un
oído y les sale por el otro, pero tu ejemplo se va a grabar a fuego en su
corazón, para siempre, y ese será su verdadero aprendizaje.
Tienes que cambiar tú para que tus
hijos aprendan a ser felices. Les puedes hablar, con dulzura, para explicarles
lo que quieras, pero sobre todo que tu actitud sea acorde con lo que tratas de
enseñarles. No les digas, por ejemplo, que el tabaco es malo si tú fumas; lo
que tienes que hacer es dejar de fumar, porque su pensamiento es: Si mi
padre/madre fuma, debe ser bueno, porque ellos son los mejores y lo saben todo.
Igual en cualquier otro aspecto de la vida. Recuerdo haber leído una historia
sobre Gandhi, en la que una madre se presenta a él con su hijo y le dice:”Señor
Gandhi, le traigo a mi hijo para que le diga que deje de comer caramelos, que
no son buenos para él”, y Gandhi la contestó: “Vuelva dentro de quince días,
por favor”. Se marchó la señora con su niño y volvió a los quince días, y
cuando se presentaron ante Gandhi este le dijo al niño: “Tienes que dejar de
comer caramelos porque no son buenos ni para tus dientes ni para tu salud”.
Entonces la señora le dice: “Y ¿Por qué no se lo dijo la primera vez que
vinimos, en lugar de hacernos volver?; y Gandhi la contesta: “Es que hace
quince días yo comía caramelos”.
Tener hijos y educarlos en el amor,
es mucho más comprometido y difícil de lo que cualquiera puede pensar.
Seguramente es lo más difícil que existe. Piensa que solo para que tus hijos aprendan
a leer, la persona que les ha de enseñar, ha tenido que hacer unos cuantos años
de estudios y oposiciones. ¿Cuáles han sido tus estudios y oposiciones para
padre/madre?, ¿Cuáles tus meritos?, ¿Una noche loca? Tener una noche loca y
soltar una criatura infeliz al mundo lo sabe hacer cualquiera.
Si, ya sé que tu deseo, como el que
todos los padres tenemos para nuestros hijos, es que consigan la felicidad. La
manera más fácil de que tus hijos sean felices, es que aprendan de tu
felicidad, con tu ejemplo. Si no es así, tendrán que llegar a tener cuarenta
años, aparecer por un centro de yoga y meditación, o leer algún libro de
autoayuda, de tantos y tantos como aparecen en las librerías, para que otros
les empiecen a hablar de que la felicidad no es una utopía y de que pueden
conseguirla por sí mismos, que es la única manera de conseguir una felicidad
autentica y permanente, ya que la carrera o el oficio conseguido a base del
propio sacrificio y del ahorro de los padres no le ha dado la felicidad, ni se
la ha dado la pareja por la que sus padres tanto suspiraban, ni se la ha dado
la segunda residencia en la costa, ni los descensos por la nieve, ni el
tratamiento antiarrugas, nada le ha dado una felicidad duradera. Tendrá que ser
un extraño quien les diga lo que es el amor y como se consigue.
¿Por qué no lo haces tú?, a fin de
cuentas son tus hijos y dices que les quieres con locura. Deja de decir que les
quieres y quiéreles, y enséñales ese amor y como se ama.
Están enseñando a sus hijos lo mismo que les
enseñaron a Vds. ¿Son Vds. completamente felices sabiendo resolver problemas
matemáticos? Enséñenles primero a amar. ¡Ya llegarán las matemáticas!
No había contado a nadie sobre esos sueños tan extraños
y recurrentes. Una vez le conté a mama, se sorprendió, y como todo lo ve por el
lado positivo dijo “son angeles”.
Por medio de una tía que vive en Puno contacte
con unos jóvenes que practicaban “medicina cuántica y telequinesis terapéutica”,
vivían en Tacna, pero se desplazaron a Puno porque mi tía logro reunir a diez
personas entre parientes y amigos para que ellos los atendieran.
Atendieron en casa de mi tía. Cuando llegó mi
turno, me recosté en un sofá. Entraron uno por uno, y lo primero que hacían era
preguntarme que soñaba, les conté esos extraños sueños, y enseguida me dieron
un diagnóstico: Son seres extraterrestres que te quitan energía, según lo que
entendí los extraterrestres se alimentaban de mis miedos y depresiones. Es
decir que ellos me habían enfermado.
Es todo lo que dijeron y comenzaron lo que era
su tratamiento. Se movían como si jalaran algo de mi cuerpo, todo eso sin que
me tocaran un pelo, no sé si era la impresión de ver los ademanes de que
sacaban cosas de mi cuerpo, sin tocarlo, que por un momento sentí como si
realmente jalaran algo de mi columna.
Algo que para ellos era muy importante era
invocar al padre Yahveh, no a Jehova, ni decir simplemente Dios porque de esto,
decían, se aprovechan los espíritus malignos.
De ellos aprendí a comprender lo locos que somos
los equivocadamente llamados animales racionales, digo así porque no somos nada
racionales y que a lo largo de la historia nos hemos encargado de matarnos los
unos a los otros en nombre de Dios, en nombre de la patria, por un pedazo de
tierra, y que básicamente estamos dominados por intereses económicos, políticos,
sociales que únicamente buscan hacerse más ricos de lo que son.
Entre ellos se encuentran la mafia farmacéutica
encargada de volver a los pacientes en enfermos crónicos porque eso les
conviene.
Tanto así que no quieren que se descubra la cura
del cáncer, así pueden seguir ganando con las quimioterapias, algo que pocas
veces da resultados óptimos.
Además esta industria medica ve al ser humano
como un ente meramente físico sin espíritu o sin emociones, emociones que van a
influir en el cuerpo, hasta desarrollar enfermedades.
Honestamente creo que hay gente muy mala cuyo único
dios es el dinero y el poder.
Pero así como hay gente mala también hay gente
buena, ying y yang, como todo en la vida. Pero como lo importante es que
también hay amor, enfoquémonos en eso.
Sobre reproducirse:
Dicen que nunca es tarde para nada, sin embargo,
si lo puede ser para ser madre, puesto que la biología no espera, y yo ya estoy
en base tres aunque no lo parezca. Casi todas mis amigas de secundaria tienen
bebes, aun así no me nace ese sentimiento de ser madre, pero sé que en un
determinado va surgir ese anhelo, que supongo toda mujer tiene en el fondo de
su ser. Pero bueno yo por hoy no quiero bebes.
Aun me quedan interrogantes y misterios por
resolver: Antes tengo que amarme a mí como soy, y no me refiero a la enfermedad,
sino me refiero a amarme más allá del cuerpo.
He escuchado decir a gente que tiene hijos que
apenas te confirman el embarazo aflora un gran amor de dentro de ti, tan
inmenso es ese amor que podrías dar la vida por tu hijo.
No sé porque, pero a esta hora entre las cinco
de la tarde y las siete de la noche siento una paz inmensa, una gratitud con la
vida, con Dios o como lo quieran llamar, es algo para lo cual no hay palabras, es
como esa sensación de paz, en la que ayudas a alguien que lo necesita de
verdad.
A propósito de ayudar, olvide contar que
actualmente estoy ayudando en un centro educativo de niños especiales. No hago
gran cosa, pero algo es algo, ahí junto a esos angeles, soy muy feliz, porque
aunque faltan manos, sobra amor.
Hace más de dos años en una conocida emisora de radio
escuché una voz cálida. Así conocí a Maritza la persona que dirige ese centro.
Una persona como pocas, entregada a su trabajo y dotada de una paciencia infinita,
ella junto a dos profesoras más son las encargadas de los más de quince niños y
púberes de ese centro.
Actualmente aquí hay niños Down con retardo y
otros que poco importa como los clasifiquen los médicos. Lo que de verdad
importa es su esencia y esa en ellos es muy pura, además más tontos son los que
creen que ellos son tontos ellos son súper inteligentes, hasta los que dicen
los médicos “retardo mental” tienen un poder de concentración grande, y para qué
hablar de su capacidad de dar amor, claro está, todo esto gracias a una
adecuada estimulación temprana.
Como toda persona tienen sus momentos
de mal humor, pero los hiperactivos me llaman la curiosidad, no paran nunca,
parece que les hubieran implantado el chip de no sé que hormiga o algo parecido, me pregunto cómo dormirán ellos, es
seguro que lo hacen como una piedra después de tanto saltar, correr, brincar,
empujar, etc.
Soy consciente de que estoy solo unas horas con
ellos y posiblemente por eso me parecen tan lindos, intento a veces ponerme en
el lugar de sus padres, abuelos tíos, según la persona que esté encargada del
niño. Supongo que no debe ser nada fácil vivir el día a día y más de una vez se
les habrá acabado la paciencia, es comprensible.
Este año cuando llegué no encontré a una dulce
niñita que podría decirse era mi fan número uno, apenas entraba me tomaba de la
mano, me jalaba asu lugar favorito.
Cuando veía temblar mi mano me la cogía y la besaba como ella, supuestamente
una niña con retraso mental, sabía para curar el amor es lo importante, ella
quizá nunca podría resolver un problema de geometría, pero sabía lo esencial
para curar el alma.
Pero, ¿A quién le sirve un ejercicio de
geometría para la vida practica?, ¿A quién? Deberían enseñarnos a amar como esa
niña. ¡Es todo lo que necesitamos aprender!
Por un momento se me ocurrió laidea, no sé si boba, de que en la escuela en
vez de enseñarnos cosas tan inútiles, debería de haber un curso de introducción
al amor, otro seria amor nivel uno, otro amor nivel dos, y es seguro que el
mundo sería un lugar más habitable.
Pero eso sería algo absurdo, porqueel amor es como respirar, es parte de
nosotros. Somos un pedacillo de amor, solo que lo hemos olvidado, y se nos ha
olvidado por tomarnos demasiado en serio el papel que nos tocó vivir en la
vida.
Cuidado con lo que piensan, cuidado con lo que
sienten, cuidado con lo que dicen, cuidado con lo que hacen. Imaginen que la
persona que está delante de Vd., es Vd. misma. Piense, sienta, diga y haga lo
que le gustaría que pensaran, que dijeran y que sintieran de Vd., y que
hicieran para Vd.
Algunos de Vds. sufren la vida en
lugar de disfrutarla. Recuerden que
la vida sólo es una ilusión, recuerden que la vida es como una obra de teatro
en la que cada uno de Vds. está interpretando un papel.
Si sufren Vds. por algún aspecto de su vida,
pueden hacer una de estas dos cosas: Aceptar la situación o cambiarla. Pero
hagan algo, ya que si no van a seguir sufriendo.
¿De qué valdría la vida si no sufriéramos?,
no valdría de nada, ya que el aprendizaje deviene del sufrimiento, y venimos a
la vida, no sé si decir a aprender que somos uno con Dios, o sencillamente a
recordarlo.De cualquier
forma, teniendo en cuenta que al llegar a la vida humana olvidamos
completamente quiénes somos y de donde procedemos, lo mismo nos da aprender que
recordar.
Pero imaginar que se aprendería de
una vida en la que desde el primero hasta el último día no existiera ningún
tipo de desencanto, ni de desencuentros, ni de dolor, ni de tristeza, ni de
sufrimiento. No habría aprendizaje ya que no existiría ese momento de
reflexión, producto de la desesperación, en la que el ser humano inicia su
andadura con una sola interrogante, ¿Por qué?
No habría pregunta, ya que en los
momentos de felicidad, no conozco a nadie que se pregunte ¿Por qué esta
felicidad?, ¿Por qué esta vida de lujo?, ¿Por qué mi vida es tan perfecta?
Afortunadamente no existe este tipo
de vida, ya que incluso en la vida más perfecta que uno pudiera imaginar
aparecería la enfermedad, la mentira, la envidia, el rencor, el dolor y la
muerte.
Es necesario, es imprescindible el
dolor y el sufrimiento para la evolución y para el crecimiento del ser humano,
es necesario para tomar conciencia de la Verdad Divina, para tomar conciencia
de que estamos viviendo una ilusión. Al olvidar lo que somos al encarnar, (Uno
con Dios), nos damos la oportunidad de experimentar el dolor de la separación
de Dios. Es en la creencia de nuestra separación cuando vemos a los que nos
rodean como potenciales enemigos, de los que nos tenemos que defender, y son
ellos, o por ellos por los que sufrimos, ya que a través de ellos se están generando
las condiciones emocionales por las que sentimos todo tipo de sufrimiento: culpabilidad,
miedo, ansiedad, perdidas, y un innumerable etcétera.
Es gracias a este dolor y a este
sufrimiento que despertamos y volvemos a recordar lo que realmente somos. Somos
seres divinos, somos uno con Dios, todos somos lo mismo, todos estamos embarcados
en la misma misión, todos somos hermanos. Pero hasta que llegue el momento de
despertar, hasta que seamos conscientes de que esto solo es un sueño,
intentemos, al menos, en nuestro sueño de la vida reflexionar sobre lo que
realmente nos está haciendo sufrir, y comprenderemos, que por muy duras que nos
parezcan las causas, no ganamos nada, (hablando en términos físicos), por
alargar el sufrimiento días y días. La enfermedad no remite con el sufrimiento,
el ser querido que ha muerto no vuelve por mucha pena que se genere, el dinero
no se alarga por mucho que se sufra, el amor perdido no volverá a pesar del
llanto.
Necesitamos sufrir porque es la
espoleta para el crecimiento, pero un sufrimiento extremo, una explosión de
sufrimiento permanente, sin conciencia de lo que somos, nos empequeñece aun
más.
Vivimos en
sociedad, somos seres sociales. Los seres humanos nos necesitamos unos a otros,
y formamos colonias con relaciones más o menos estrechas según sea nuestra
relación familiar y nuestro grado de afinidad en trabajo, amistad, relaciones,
etc. Y es justamente debido al contacto que mantenemos con el resto de seres
humanos lo que hace que un sinfín de emociones se vayan generando en nosotros.
Las
emociones y los sentimientos que vamos generando en nuestras relaciones prácticamente
determinan como es nuestra vida. Determinan la felicidad y el sufrimiento,
determinan el miedo y el amor, determinan la ira, el rencor o la rabia, de la
misma manera que determinan nuestra paz interior, determinan también
sentimientos de culpa, determinan la sensación interior de poder, de valía
personal, de inferioridad, determinan,
en fin, un amplio abanico de sentimientos.
Y es lógico
que nuestras reacciones con cada una de las personas con las que nos
relacionados, sean una consecuencia de cómo nos hace sentir esa persona:
Reprimimos ira, guardamos resentimientos, nos sentimos culpables, quitamos
razones, juzgamos, condenamos, proyectamos, nos escondemos por miedo, creemos
que no somos merecedores de algo, nos sentimos víctimas, etc., etc. Se nos
olvida que todo es energía, que estas emociones y estos sentimientos también lo
son, y lo que va haciendo esa energía es generar bloqueos en nuestro cuerpo
energético, lo cual es el preámbulo de enfermedades en el cuerpo físico.
¿Qué pasaría
si no sintiéramos ira, si no juzgáramos, si no nos sintiéramos culpables, si no
tuviéramos ninguna de las emociones que surgen en el trato con cada persona? No
habría bloqueos de energía, seriamos más felices, por no decir completamente
felices, el cuerpo físico tardaría más en enfermar, y es posible que con
enfermedades menos agresivas.
Para esto solo hay que cambiar la
energía de la situación. Para cambiar algo, es necesario, en primer lugar ser
consciente, es necesario conocerlo. El solo hecho de reconocerlo hace que
comience la transformación, hace que esa energía cambie porque debajo de cada
emoción o sentimiento destructivo está nuestra propia esencia, está el amor.
Solo hay que aceptar cada situación.
Cada persona que comparte su vida con nosotros está cumpliendo el Plan
establecido por ambos para el aprendizaje, para la sanación, para la evolución,
para lo que hayamos determinado antes de venir a la vida. Y en ese Plan bien
puede haberse concretado que una de las personas hará que la otra genere un
determinado sentimiento destructivo, del tipo que sea, para que se sane, para
que crezca, para que evolucione. Sin embargo, embargada por el sentimiento, la
persona es incapaz de ver más allá, y puede pasar la vida sin hacerse
consciente del trabajo a realizar.
Cambia la perspectiva, y cambiará la
dinámica de tu vida. Comienza a verlo todo como una parte del Plan establecido,
Plan que olvidamos al encarnar. Viéndolo así, ya no hay ni víctima ni verdugo, solo
hay dos actores interpretando un papel, el papel de la vida. Verlo de esa
manera hace que en todo aparezca la energía del amor, verlo de esa manera es
ver la Perfección de Dios en cada acontecimiento de la vida.
Los
pensamientos no son más que energía. Son nubecitas de energía que se encuentran
en una de las capas del aura, el cuerpo mental.
El acto de tener un pensamiento concreto
pone en vibración el cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a la materia
astral de la persona, desde aquí afecta a las partículas etéricas del cerebro,
y por medio de estas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo
físico, y así se expresa un pensamiento. Todos estos pasos son los que se
realizan para que un pensamiento se convierta en conciencia activa en el
cerebro físico.
El pensamiento en nosotros, es el que
actúa, el que crea y cumple los decretos de la voluntad. La persona puede crear
en sí misma cualquier cualidad deseada, mediante pensamiento sostenido y
concentrado, mediante la meditación.
Pero la mente de la persona que es
incapaz de eliminar vacilaciones y que deja sus problemas sin resolver, no
puede ni alcanzar concentración ni meditar.
La materia mental, igual que
cualquier otra, está sujeta a las leyes de hábito, y es posible entrenarla
mediante práctica constante, hasta que se habitúe a quedar estable, para de
esta manera, poderla moldear a voluntad y convertirla en un sirviente obediente
del verdadero ser.
El mejor medio y más rápido para
dominar la divagación de la mente es, sin duda, el empleo de la voluntad.
El poder de
concentración se puede adquirir en la vida cotidiana, enfocando toda nuestra
atención sobre lo que hacemos; poner en ello todo nuestro poder y ejercitarlo
lo mejor que sabemos. ¡Fíjate, estamos hablando de meditación!
No debería pasar un solo día, sin
practicar ejercicios para la mente, ya que sólo mediante el ejercicio se
fortalece; el abandono significa siempre debilidad y, con el tiempo, atrofia.
Es como cualquier músculo, si lo ejercitas se fortalece.
Cuando
no ejercitamos la mente permanecemos atados a sus antojos, y uno de los antojos
más apetecidos por la mente son las preocupaciones. ¿Qué es una preocupación?
Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de
pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un
resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
Incluso
la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
La
mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre
trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle
vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya
que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que
normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya
que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo
dominada por la mente.
El
resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de
manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede
ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
“Somos exactamente
lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de
pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será
un reflejo de su preocupación.
Energías
de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su
vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando
su vida con su preocupación.
¿Qué
hacer? Lo primero es ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y
una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
Un
remedio rápido para salir de la preocupación es ser consciente de la
respiración. Como el pensamiento es energía, lo que ocurre manteniendo el
pensamiento, es alimentarle, es darle más energía. De nada vale decir: “No
quiero tener este pensamiento”, porque vas a seguir teniéndolo. ¿Qué pasa
cuando alguien te dice que no pienses en un elefante blanco?, pues que lo
primero que viene a tu mente es justamente eso, un elefante blanco.
Lo que
se ha de hacer para dejar de alimentar el pensamiento es llevar la atención a
otro punto, y el mejor es la respiración, ya que es algo que siempre está en
nosotros. Llevando la atención a la respiración, sintiendo el aire que entra y
el aire que sale, sintiendo donde roza el aire en las fosas nasales al entrar y
al salir, sintiendo la diferencia de temperatura entre el aire que entra y el
que sale, se deja de dar energía al pensamiento, y este desaparece. Es posible
que retorne al cabo de pocas respiraciones, es igual, para eso está la voluntad,
se vuelve a la respiración todas las veces que sea necesario.
Sin
embargo, lamejor manera de deshacerse
de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En
ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su
carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a caminar
por el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está
“acercándose a Dios”.
Pero, a
veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la
preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el
pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre,
puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar
el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿Pensar que el niño es muy listo
y estudia mucho? Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que
el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su
preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿Qué?
Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en
marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo
mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar
en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo
Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se
puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida
que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la
persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque
no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino
tambiénhay que aprender a dejar de
pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona
lleva la atención a su interior.
Todo
esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la
preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a
cualquier objeto. Y ¿Qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?
Imagina que
te proponen una vida sin enfermedad, sin dolor, sin hambre, sin sed, sin
cansancio, sin tener que trabajar, sin hipotecas, sin necesidades de ningún
tipo, incluido de dinero, sin sufrimiento, con una inmensa sensación de
felicidad y amor permanente, pudiendo conversar con tus antepasados y con tus
contemporáneos, con la posibilidad de desplazarte únicamente con el
pensamiento, y un sinfín de facilidades más. ¿No firmarías de inmediato?
Claro que a todo esto habría que
añadir que sin cuerpo. No sé si con esta nueva condición seguirías firmando.
Efectivamente, ese estado tan
fantástico es el estado de vida fuera del cuerpo, es ese estado al que, muy
posiblemente, temen llegar casi todos los seres humanos, porque es el estado al
que llegamos después de la muerte del cuerpo.
¿Por qué el miedo?, ¿No son
suficientes los motivos del primer párrafo para desear ese estado?
Es perfectamente comprensible el
miedo en los seguidores de casi todas las religiones, ya que auguran a sus
socios las mayores desgracias después de la muerte, pero no deberían de sentir
miedo el resto de mortales, además la vida en el cuerpo es nada más que un
ratito comparado con el tiempo, eterno, que pasamos al otro lado.
Nosotros no somos estos cuerpos que
perecemos, los cuerpos son sólo trajes que usamos por un tiempo y luego
desechamos. Somos almas inmortales. La perfección de Dios es también en
nosotros, pues vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser en Él. Pero somos inconscientes de nuestra
Naturaleza Divina, y así seguiremos hasta que no despertemos a ella, y eso,
normalmente, no va a pasar hasta que dejemos el cuerpo.
Cuando dejamos el cuerpo, todos somos
iguales, los políticos, los ladrones, los asesinos, los embaucadores, el santo
y el demonio, todos, porque todos vivimos en el Padre, y todos sentimos el
mismo amor, la misma alegría y la misma felicidad, con independencia de lo que
hayamos hecho en nuestro ratito de vida en el cuerpo.
Ya volveremos otros ratitos a la vida
del cuerpo para ir arreglando lo que estropeamos con anterioridad, ya que el
mal que hicimos con anterioridad debe ser equilibrado con el bien. Este proceso
de siembra y cosecha se llama Karma. Es la ley del reajuste, que el ser humano
pone en funcionamiento con cada uno de sus pensamientos, con cada palabra y con
cada acción.
Hay algo que casi nadie discute, aunque
para muchos no sea más que una palabra no integrada en su vida, somos un alma,
y todas las almas somos iguales. A pesar de las diferencias de nacimiento, diferencias
de raza, credo, sexo o color; de bondad o maldad, todos los seres formamos una
fraternidad indivisible. Todos nosotros, altos o bajos, sabios o ignorantes, lo
somos durante ese ratito que dura la vida en la materia.
Nacemos y morimos una y otra vez, con
el único objetivo de aprender a vivir desde nuestra divinidad. Las distintas
vidas solo son un aprendizaje, en las que vamos pasando en cada una de ellas
por el parvulario, la primaria, la secundaria y la universidad, en donde por
medio del trabajo y el aprendizaje, lentamente vamos desarrollando nuestras
facultades. No es posible vivir la Naturaleza Divina en nosotros con las experiencias
de una sola vida. Por eso reencarnamos una y otra vez. Entramos en la vida,
nacemos, crecemos, actuamos, terminamos nuestro trabajo y retornamos. Nuestro
retorno es muerte. Y en nuestro retorno, todos, volvemos a las mismas
condiciones.
Si fuéramos conscientes de esto, el
mundo sería otra cosa, sería más equitativo, sería un mundo en el que todos
tendríamos las mismas oportunidades de acceso a las riquezas del planeta, a la
educación, a la sanidad. Un mundo en el que todos sentiríamos alegría por ver
la felicidad de otro ser humano, un mundo en el que sentiríamos a nuestro
prójimo como nuestro hermano.
¿Cómo trabajar el desapego? El desapego es una
cuestión de actitud, y para trabajarlo son necesarios algunos ingredientes, como
pueden ser la aceptación, la comprensión, la gratitud y el amor.
La dependencia emocional es quizás una de las más
poderosas formas de apego, y más difíciles de eliminar. La dependencia
emocional, como todo, nace de un patrón mental. Pensamos que somos incapaces de
vivir en soledad, y eso hace que desarrollemos la necesidad de estar siempre
acompañados. Podemos incluso necesitar la compañía, sin ser conscientes de esa
necesidad, y se disfraza en muchísimas ocasiones de emociones, como pueden ser
el amor y el cariño, que nada tienen que ver con lo que se siente realmente.
Cuantas parejas viven en la más absoluta infelicidad por ese autoengaño. Y no
es demasiado difícil liberarse de esa necesidad, casi enfermiza, de compañía. Sólo
hay que cambiar el pensamiento y decir en nuestro interior, de manera
repetitiva: “Yo Soy feliz en soledad”.
Existe otro tipo de dependencia emocional, y es la
creencia de que los demás nos necesitan y no les podemos dejar solos. Eso no solo
es apego, es también una manera de control. Dejemos que los demás vivan su
propia vida, dejemos que vivan su propio aprendizaje, dejemos que vivan sus
propias errores, y ayudémosles solo si solicitan nuestra ayuda.
Permanecer alerta a nuestros pensamientos para
eliminar los hábitos de juicio y crítica, es una buena manera de romper los
patrones rígidos de pensamiento a los que estamos acostumbrados, es
desapegarnos de ellos. Vivir sin realizar juicios y sin cuestionar nada es
vivir en libertad, es amar. Para esto: Aceptar es la mejor medicina, ¡Qué más da
lo que hagan los demás!, ¡Qué más da como vistan!, ¡Qué más da lo que hagan o
lo que digan!, ¡Qué más da con si viven solos o acompañados!, ¡Qué más da si su
vida es honesta o engañan a diestro y siniestro!, ¡Qué más da! Si nos afectara
a nosotros, solo hemos de tomar las acciones oportunas, legales o personales, pero
después de eso, es imprescindible perdonar, bendecir, dar la vuelta y marchar,
para no frecuentar más a alguien que puede hacernos daño. Sin recordar el daño
cada día, ya que eso sería como apegarse al dolor, eso sería como si nos
estuvieran haciendo el daño de manera permanente. Realmente somos especialistas
en vivir apegados al dolor.
En cuanto a nosotros mismos, aceptémonos,
valorémonos en lo que valemos, respetémonos y amémonos. Eso hará que aceptemos,
valoremos, respetemos y amemos más a los demás.
Como decía
al inicio de la entrada anterior, en la cita de Deepak Chopra: desapego no es renunciar a la intención ni
al deseo, desapego es renunciar al interés por el resultado. Todos nos apegamos al resultado de nuestras acciones, a
aquello que esperamos que suceda. Y lo normal es que nunca suceda lo que
tenemos planeado, o por lo menos no sucede al cien por cien, y esa es una causa
de insatisfacción, de frustración, de sufrimiento. Como lo es cuando esperamos
recibir algo a cambio, cuando damos para recibir, cuando amamos para que nos
amen. Eso también es apego. No se ha de esperar el resultado apetecido, lo que
suceda, está bien; no se ha de hacer nada esperando el halago, el elogio o la
gratificación. ¿Cómo hacerlo entonces? Hacerlo por amor, sin esperar nada a
cambio, sin esperar como se recibe o como lo califican, hacerlo porque sí,
porque sale del alma.
Sentimos
apego por casi todo, también por cosas materiales. De la misma manera que el apego
por las personas nos esclaviza a ellas, el apego por los objetos nos convierte,
de igual manera, en esclavos de esos objetos. “Una persona que aprende a vivir con lo que tiene, pero no siente
temor de perderlo se puede considerar verdaderamente libre. Aquel que no
acumula bienes, objetos o personas sino que disfruta de todo cuanto tiene y no
tiene, es una persona feliz y sabia”, sostiene la Licenciada en
Filosofía, la argentina Carolina Renzetti.
Observa todo cuanto te rodea, ¿Cuántas cosas,
ya sean ropa u objetos no has utilizado en tiempo? Despréndete de todo aquello
que no hayas utilizado en el último año. Eso ayuda a desapegarse mental y
emocionalmente de muchas cuestiones, fotografías, cartas, recuerdos de infancia
o adolescencia, recuerdos de personas o de acciones realizadas. Desprenderse de
ellos, es liberarse de la energía inútil, que permanece en los objetos. Los
recuerdos tienen que estar en tu corazón, no en forma de papel en una caja de
zapatos.
Y
finalmente acepta. Acepta que todo en la vida sucede por alguna razón, acepta
que las barreras pueden ser oportunidades, acepta a esas personas desagradables
porque pueden estar ahí para enseñarte una lección de vida importante, acepta
los cambios, ya que es posible que te estén llevando a donde tenia planificado
tu alma. Acepta con humildad y gratitud.
Nuestra
verdadera misión en la vida es aprender a amar. El desapego es el mejor camino
para ello. Dar sin esperar nada a cambio, ayudar porque lo necesitan sin
esperar recompensas, aceptar que las personas entran y salen de nuestra vida y
que no podemos ni debemos retenerlas.
“La ley del desapego dice que para adquirir
cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella.
Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No
renunciamos a la intención ni al deseo, renunciamos al interés por el resultado”.
(Deepak Chopra).
Pero no se trata solamente de conseguir cualquier cosa
en el universo físico, se trata de más, se trata de ser feliz, se trata de
permanecer serenos y en paz, se trata de no realizar movimientos inútiles en la
vida, se trata de no generarnos falsas expectativas, se trata de no divagar, se
trata de ver la vida en su verdadera perspectiva, se trata de observar a los demás sin
prejuicios, se trata de vivir la realidad y no tener una visión distorsionada
de la vida, se trata de ser solo un observador imparcial, se trata de aceptar
sin más, se trata de ser feliz, se trata de amar porque sí, se trata de no
derrochar fuerzas.
El desapego es una de las cualidades del alma, por
lo tanto, conseguir vivir sin apegos es acercarnos un poco más al alma.
Podremos hablar de misiones para la vida, podemos
hablar de deudas o de activos kármicos, podemos hablar de cerrar círculos con
otros seres que han coincido con nosotros en otras muchas vidas, pero la
verdadera razón de la vida es aprender a vivir desde el alma, es aprender a
vivir en el cuerpo sin identificarnos, ni poco ni mucho, con lo que ocurre en
los planos físico y emocional, es aprender a vivir sin reacciones mentales de
ningún tipo, es aprender a vivir en Dios.
El desapego no significa aislamiento personal. El
desapego soluciona muchos de nuestros problemas, podríamos decir, sin exagerar,
que soluciona todos los problemas que en la actualidad están generando el
sufrimiento en los seres humanos. Y cuando eso se consigue el ser humano
consigue la tan ansiada libertad porque deja de identificarse con las personas,
con las cosas y con las circunstancias, y sobre todo desaparece el miedo de
cualquier tipo.
Es entonces cuando el apego desaparece, cuando el
ser humano se va a acercar a otras almas, que no a otros cuerpos, que no a
otras personas, y eso le va a permitir fusionarse con el alma de su hermano y
conocer y asegurarse el mejor modo de ayudarle. Con el desapego, va a aparecer, poco a poco la humildad, humildad con
la que se va a dar todo lo que se tiene para servir de manera altruista
y luego olvidar lo que cada uno dio de sí mismo. Sólo cuando el desapego y la
humildad están presentes, puede un ser humano servir en realidad.
Pero, a fin de cuentas, todo esto no son más que
palabras, más o menos bonitas. Lo importante es pasar de las palabras a los
hechos. Lo haremos en la próxima entrada.
La historia
que nos cuentan del Paraíso Terrenal no es más que una alegoría de lo que pudo
suceder en los primeros compases del ser humano sobre la Tierra. En esa época
los habitantes de la Tierra eran guiados, protegidos y proveídos por Dios.
Eso era debido
a la Ley de Precipitación. La Ley de Precipitación es la Gran Ley de la
Creación actuando por todo el Universo a cada instante, y se trata de la
manifestación de un deseo espiritual o material en el mundo de la forma. Este
poder fue utilizado por la humanidad en masa en la Atlántida, en Lemuria y en
la civilización en el continente Hiperbóreo. Era la manera original en que a toda la
humanidad se le proveía de comida, ropa y de todo lo que eligieran utilizar en
su actividad física en este planeta.
Jesús precipitó cuando multiplicó los
panes y los peces, cuando convirtió el agua en vino, cuando sacó el pescado con
una moneda de oro en la boca, para pagar sus impuestos.
Jesús dijo: "Lo que Yo he hecho, TODOS los
hombres harán, y aún obras mayores harán."
¿Por qué no hacemos las mismas obras que Jesús?, ¿Por qué los seres humanos, en la
actualidad, no podemos disfrutar de los beneficios de esta Ley? No podemos
disfrutar de ella por la sencilla razón de que desperdiciamos, a tontas y a
locas, nuestra energía: el miedo, la ira, los pensamientos desbocados, la
envidia, la crítica, y muchos sentimientos destructivos más, que lo único que
hacen es enfermar el cuerpo emocional, y por ende, a la misma persona.
El derecho a utilizar y disfrutar del
Poder de Precipitación es algo que hemos perdido hace miles de años, pero nadie
ha dicho que no podamos recuperar ese Poder. Para ello, solo hemos de eliminar
cualquier sentido de discordia, de limitación, de carencia. Hemos de recuperar
la pureza, el desprendimiento, la armonía, el servicio, el amor divino, la
sabiduría y el perfecto equilibrio.
Parece difícil, y posiblemente lo
sea, pero la Ley de Precipitación está ahí, en el Universo, y está actuando en
todo momento para traer bendiciones a la humanidad; y ningún ser humano podrá
sacarla del mundo ni detener su acción para aquellos que alcanzan a vivir su
divinidad en la Tierra.
No hay razón alguna para que la
humanidad experimente privaciones. Los seres humanos no lo sabemos, pero somos
nosotros mismos los que atraemos las privaciones a nuestra vida.
Podemos seguir viviendo una vida de
carencias y lamentándonos por ello, lo hacemos muy bien, es lo que mejor
sabemos hacer, lo cual es normal, ya que son cientos, o miles de vidas haciendo
lo mismo. Me atrevería a decir que no es nuestra culpa, nadie nos ha enseñado a
vivir de otra manera, Pero se puede vivir de manera distinta. Nunca es tarde,
no tenemos prisa, tenemos toda la eternidad para aprender y tantas vidas por
delante como consideremos oportuno. Sin embargo, para que seguir sufriendo, si
nuestro deseo es vivir una vida de felicidad, una vida sin limitaciones, una
vida de amor, está en nuestras manos conseguirlo.
Podemos volver al Paraíso recordando
como vivíamos cuando permitíamos que la Ley de Precipitación funcionara para
nosotros. Entonces éramos conscientes de nuestra divinidad, y actuábamos en esa
conciencia. Empecemos ahora, cada segundo de retraso es un segundo más de dolor
y sufrimiento. Empecemos a recordar que somos hijos de Dios, que todos somos lo
mismo, que todos estamos embarcados en la misma empresa, que todos caminamos de
vuelta de a Dios.
Sé que solamente parecen palabras, y en
palabras se van a quedar si no conseguimos que esas palabras latan a unísono
del corazón, que es el punto de partida para entender, para aceptar y para
actuar desde nuestra divinidad.
Puedes comenzar de una manera
sencilla. Imagina, piensa y siente que cada persona que se cruza en tu camino,
eres tú mismo. Cuando critiques piensa como recibes tu las críticas, cuando
desprecies a alguien piensa como recibes tu los desprecios, cuando engañas
piensa como recibes tu la mentira, cuando maltratas piensa en cómo recibes tu
los maltratos, y así en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción de tu
vida. Piensa también en Dios, en cuantas veces te ha engañado, te ha
maltratado, te ha ofendido. Si Él no lo hace, que tiene todo el poder, porque
nosotros, que no somos nada, lo hacemos de manera permanente con nuestros
hermanos.
Cada uno de nosotros somos una Chispa
de Fuego Divino, todas iguales. Piensa, habla y actúa desde esa divinidad y esa
igualdad, y eso te acercará al Paraíso.